Dos conscriptos que pasan la revista militar en la zona de
Teoponte, antes del enfrentamiento con la guerrilla, en 1970. / La Razón
Fragmento de la nota escrita por: Erick Ortega Pérez /
Publicado en el periódico La Razón (Informe) el 28 de octubre de 2013.
Su voz es aguda, pero firme. Y dispara: “Le voy a contar
algo de lo que nunca hablé durante más de 40 años. No tengo nada que ocultar y
quiero que sepa que yo solamente cumplía órdenes. Usted me pregunta si hubo
ejecuciones en Teoponte, pues yole digo que sí. Sí las hubo”.
Hace 43 años era un soldado raso. No uno cualquiera. Se
enfrentó contra el grupo insurgente guevarista que caminó por la selva del
norte de La Paz.
Hoy es funcionario público; un hombre moreno, grueso, de 63
años. Pide que se le nombre con su apodo de guerra: El Boro. Comenta que en la
campaña de insurrección de 1970, él fue testigo del asesinato de tres rebeldes.
La instrucción que recibió era clara: no dejar a ninguno con vida.
La guerrilla de Teoponte nació el 18 de julio de 1970. Un
comando de 67 hombres que se hicieron pasar por alfabetizadores y se internaron
a las montañas de la provincia Larecaja para seguir con la lucha armada que
emprendió el argentino-cubano Ernesto Guevara de la Serna, el mítico Che.
La travesía fue abortada por el Ejército. Al finalizar
octubre de ese año ya no había disparos y al empezar noviembre se dio por
terminada la contienda. Han pasado 43 años de esa incursión, cuyo objetivo era
instaurar un régimen socialista en el país.
Los reclutas volvieron triunfantes y los insurgentes cayeron
derrotados. Aunque el tiempo se encargó de invertir los roles. En la actualidad
los militares están olvidados por el Estado y los insurrectos son admirados.
Todo empezó cuando se segó la vida del Che, el 9 de octubre de 1967: murió
acribillado en una escuela de Ñancahuazú, cerca de Vallegrande (Santa Cruz).
Pero su lucha quedó en pie con el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Tras escapar del cerco que desactivó el foco insurgente en
Ñancahuazú, y después de un año de silencio, Guido Álvaro Peredo, Inti, brazo
derecho del Che en su milicia, difundió un manifiesto en julio de 1968 titulado
Volveremos a las montañas. En éste, el beniano anunció que la lucha acababa de
empezar y aseguraba el triunfo de la revolución socialista. El documento estaba
rubricado con una de las frases preferidas de Guevara: “Victoria o muerte”.
La maquinaria guerrillera comenzó a girar nuevamente y sumó
combatientes en distintas partes de Bolivia y desde fuera de las fronteras. Sin
embargo, el liderazgo de Inti fue cercenado la noche del 8 de septiembre de
1968. Un equipo de 150 agentes gubernamentales lo emboscó en la vivienda con la
casilla 584 de la calle Santa Cruz, en la ciudad de La Paz. Fue brutalmente
asesinado, narra el libro Inti y Coco combatientes. Otro Peredo, Osvaldo, tomó
la posta del ELN.
Él se encargó de organizar la travesía en una época que
tenía al militar Alfredo Ovando Candia en el poder. Chato Peredo y otros 66
rebeldes decidieron encender la mecha subversiva en Teoponte, el 18 de julio de
1970, un sitio elegido por el mismísimo Che.
No hay comentarios:
Publicar un comentario