Por: Wilson García Mérida / Nota publicada en el periódico
Sol de Pando el 9 de Octubre de 2011.
Los principales acontecimientos del Acre tuvieron lugar
entre los años 1890 y 1903. Los conflictos del Acre no eran los únicos que enfrentábamos
en los primeros años del siglo XX. En 1900 se produjo la llamada Guerra Federal
que determinó el traslado de la sede de gobierno a La Paz y el inicio del
Gobierno liberal. La economía del estaño terminaba sobreponiéndose a la de la
plata en un país volcado totalmente sobre sus territorios andinos. La crisis
interna dentro del naciente Gobierno liberal era evidente. Internacionalmente,
Chile presionaba a Bolivia para consolidar sus conquistas en el Pacífico, y el
Perú participaba de las pugnas de las posesiones de territorios amazónicos en
las nacientes del Púrus. Los conflictos por el territorio del Acre aparecían
así urgentes, pero remotos y desconocidos.
Hasta el año 1899 se había producido un importante avance de
colonizadores brasileños que ocuparon el área de los ríos Purús y Acre, al sur
de la línea de fronteras.
Desde Bolivia, los pioneros habían conseguido establecerse
en el Abuná y comenzaban a ocupar el Acre. El Estado boliviano no tenía
presencia alguna en la región y no podía por tanto ejercer ningún control en la
región.
La primera Guerra del Acre
Con el propósito de remediar aquella situación, en enero de
1899 se creó la Aduana de Puerto Alonso. Era un acto legítimo de soberanía, con
propósitos eminentemente administrativos. Se trataba de recaudar los derechos
de aduanas que al país le correspondía por la explotación de goma que
explotaban bolivianos y extranjeros dentro de su territorio. El poco tiempo que
pudo funcionar como tal, produjo ingresos interesantes para el fisco. Pero luego
Puerto Alonso se convirtió en el centro político y militar de los conflictos.
Los gomeros y barraqueros brasileños, alentados desde Manaos donde se ejercía
control del flujo comercial de la goma en el Amazonas, sintiéndose afectados en
su interés resistieron el impuesto para posteriormente declarar el “Estado
Independiente del Acre, Purús y Yacú” mediante un movimiento autonomista
liderado por el colonizador español Luis Gálvez. Se inició de esa manera la
primera llamada “revolución del Acre”. Los acreanos brasileños se organizaron
política y militarmente, ocuparon Puerto Alonso destituyendo violentamente a
las autoridades bolivianas.
Para conjurar aquella revuelta, se nombró delegado nacional
en el Acre y el Alto Perú a Andrés S. Muñoz, que salió de La Paz por la ruta
del rió Beni. Poco después, tropas al mando de el vicepresidente de la
República, Lucio Pérez Velasco, salieron desde Cochabamba por la ruta del
Chapare y el ministro de Defensa Ismael Montes encabezó otro contingente por la
difícil ruta de Larecaja. Eran rivales políticos que competían por prestigio,
pero llegados al Acre lograron aunar fuerzas y restablecer provisoriamente el
orden.
Desde La Paz hasta el Acre las tropas tardaban desde tres
hasta cuatro meses de penoso viaje, la mayor parte a pie a través de los
bosques. Sus pertrechos eran insuficientes dadas las limitaciones económicas
del Estado. El clima era hostil a los soldados andinos, y se lamentaron bajas
por enfermedades y agobio; era una lucha en un escenario extraño. Así y todo
pudieron enfrentar varias luchas con éxito, recuperando Puerto Alonso y
sofocando inicialmente esta primera revolución acreana antes de regresar a La
Paz después de un año de campaña.
La segunda Guerra del Acre
Mientras en el Acre las tropas bolivianas intentaban
recuperar el orden, el Gobierno boliviano iniciaba urgentes gestiones
diplomáticas ante el Brasil. El embajador boliviano en Río de Janeiro solicitó
en principio ayuda del gobierno brasileño para sofocar la revolución acreana.
Pero la República Federativa había heredado los impulsos expansioncitas del
imperio. Y esta revuelta alentaba ya al Brasil a incorporar el Acre a su
territorio. Bolivia recibió como respuesta una severa nota de la Cancillería
brasileña en la que, entre otras cosas, se le recordaba que “al soberano le
toca defender su soberanía, es su derecho y su deber”.
La Cancillería brasileña con creciente agresividad
diplomática adujo nuevas interpretaciones al tratado y se establecieron nuevas
imposiciones para el naciente del Yaviri y el curso de esta línea.
El resultado de varias marchas y contra marchas devino en
que el Brasil declaraba el territorio acreano, al sur del dicha línea, como
territorio “en litigio” desconociendo la soberanía de Bolivia sobre el mismo.
Ante la presión brasileña y sintiéndose sin capacidad de
ocupar y controlar aquel conflicto y lejano territorio nacional, el Gobierno
boliviano comenzó a madurar la idea de arrendar el Acre a algún consorcio
internacional que pudiese hacerse cargo en su nombre de su administración. Era
una idea típicamente liberal, gestada y encomendada por empresarios mineros.
Félix Avelino Aramayo, entonces embajador de Londres, asumió esta iniciativa
por encargo del Gobierno y luego de prolongadas y controvertidas gestiones
logró un acuerdo con el consorcio Anglo Americano que terminó de constituir
“The Bolivian Sindicate” el cual debía administrar y recaudar las rentas públicas
en el Acre por un periodo de 30 años a cambio de recibir el 40% de las rentas
recaudadas.
El historiador boliviano Valentín Abecia califica este
contrato de administración como “un negocio desgraciado en todos los aspectos”.
Desde el inicio se advirtieron dudas en torno a la composición, capacidad y
legitimidad del consorcio extranjero. El contrato, como tal también fue
observado así como la ausencia de un representante del sindicato en el país.
Las dificultades principalmente vinieron, sin embargo, desde
el propio Brasil. Las Cancillerías de ese país y del Perú reaccionaron
airadamente pidiendo explicaciones formales sobre la presencia del “Bolivian
Sindicate” en el Acre. El nuevo Canciller brasileño, Barón de Rio Branco,
inicio una vigorosa campaña denunciando este acuerdo y señalando que el mismo
permitía la presencia de intereses internacionales extraños en la amazona y
exigía su inmediata derogación. Al mismo tiempo reiteraba sus intereses en el
territorio “en litigio” del Acre, proponiendo al Gobierno boliviano diversas
proposiciones de canje territorial o la adquisición del mismo.
La posición del Gobierno liberal presidido por José Manuel
Pando fue debilitándose rápidamente. Propuso sin éxito un arbitraje
internacional sobre las posesiones del Acre, al tiempo que intentaba explicar
los alcances del acuerdo con el sindicato dudando ya de la pertinencia del
mismo.
En el marco de esta delicada situación, las autoridades
bolivianas de Puerto Acre en el antiguo Puerto Alonso incrementaron los
impuestos de aduana. Esta circunstancia determinó un nuevo alzamiento de los
colonizadores brasileños: fue el comienzo de la llamada segunda revolución del
Acre. Plácido de Castro lideró este nuevo y contundente movimiento, atacando
esta vez la posible presencia del consorcio extranjero en la región. Brasil
tomó nuevamente Puerto Acre ocupando también otras posiciones bolivianas. La
barraca Bahía del empresario boliviano Nicolás Suárez fue también ocupada; y
Suárez resolvió asumir la defensa de sus propiedades organizando la famosa
“Columna Porvenir” en la que tuvieron destacada actuación el después coronel y
general del ejército Federico Román y el indígena tacana Bruno Racua.
El gobierno boliviano intentó dar marcha atrás de su
relación con Bolivian Sindicate, solicitando la anulación del contrato, mas la
gestión no tuvo éxito. El consorcio alegó que ya había iniciado inversiones.
Poco después los administradores extranjeros iniciaban conversaciones con el
Gobierno del Brasil que terminó comprando sus derechos.
En noviembre de 1903 se firmó el Tratado de Petrópolis.
Bolivia cedía casi 200.000 kilómetros cuadrados de su Acre al Brasil, a cambio
de compensaciones económicas y el tratado actual de fronteras. Los territorios
cedidos forman las actuales ciudades de Brasiléia y Epitaciolandia, vecinas de
Cobija, en el llamado Alto Acre brasileño. En enero de 1904 el Parlamento
boliviano ratificó ese tratado en medio de una débil aunque reprimida censura
popular y casi, se diría, con alivio.
Los conflictos en el remoto Acre habían llegado así a su
fin...
En la fotografía: El Batallón de Ismael Montes. Durante la
primera campaña del Acre, en 1899, el coronel Ismael Montes que fue Ministro de
Guerra en el Gobierno de José Manuel Pando, organizó el Batallón Independencia
Segundo de Línea, más conocido como la “Columna Montes” compuesta por 200
hombres, de los cuales murieron 138 diezmados por el clima y las enfermedades
tropicales de la región.
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