El Embajador Adalberto Violand entregando sus cartas credenciales ante el
presidente Pinochet al restablecerse las relaciones diplomáticas. | Foto: Sol
de Pando
La ruptura de las relaciones fue una respuesta a la negativa de Chile de
retirar su pretensión de resolver el tema del mar a través de un canje
territorial. “Al principio, el gobierno de Banzer aceptó esta solución, pero
después hubo una fuerte oposición en Bolivia contra ese canje de territorios”,
cuenta el historiador y diplomático boliviano Ramiro Prudencio Lizón,
quien además trabajó en la embajada boliviana en Santiago en esos días.
La Negociación de Charaña se inició con el conocido “Abrazo de Charaña”
(población boliviana en la frontera con ese país) entre los gobernantes de
facto Hugo Banzer y Augusto Pinochet, el 8 de febrero de 1975. El Abrazo
significó el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos
países, las cuales estaban rotas desde abril de 1962, durante la segunda
presidencia de Víctor Paz Estenssoro.
Aparte del carácter dictatorial de ambos gobiernos (Banzer se había instaurado
el 71 y Pinochet el 73), el intercambio de propuestas fue nutrido, da cuenta el
historiador Prudencio.
En un artículo escrito en el suplemento Animal Político de La Razón, en su
edición del 2 de octubre de 2011, Prudencio destaca que en diciembre del 75,
Chile presentó la propuesta de ceder a Bolivia un corredor al norte de Arica,
con continuidad territorial hasta el mar. “En el corredor estaban incluidos el
ferrocarril de Arica a La Paz, el aeropuerto de Chacalluta y el camino entre
Arica y Visviri, que está vinculado al de Charaña-La Paz.
En cuanto al litoral, éste comprendía ocho kilómetros de costa, lo que hubiera
permitido la construcción de un puerto más amplio que el de Arica, que abarca
sólo un kilómetro y medio”. El problema estuvo en que a cambio del corredor,
Chile exigió un territorio de igual dimensión: el muchas veces denostado “canje
territorial”.
Aunque “todo el 76 hubo encuestas en Bolivia que indicaban que la gente en
general estaba de acuerdo; después el gobierno de Banzer se fue debilitando,
reduciendo el apoyo que había tenido al principio; y la opinión pública cada
vez más fuerte se opuso y el argumento que tomó contra la negociación y contra
Banzer fue precisamente el canje territorial”, destaca.
Ahora, en perspectiva, dice esta vez el diplomático Prudencio Lizón, la ruptura
de relaciones es una demostración internacional “de que hay un problema todavía
no resuelto entre Chile y Bolivia. A Bolivia le interesa demostrar que todavía
hay la ruptura de relaciones, no hay embajadores, sólo tenemos cónsules”.
Hoy entre Bolivia y Chile hay una relación más comercial que política, aunque
en los últimos años, por la cercanía y por el intenso intercambio comercial que
hay con el vecino país, apunta el diplomático, “el cónsul se ha vuelto casi un
embajador”. Ahora, mientras no se resuelva el diferendo con Chile, o por lo
menos no haya un proceso cierto de solucionarlo, Bolivia no debe restablecer
relaciones diplomáticas, sentencia.
Resolución amistosa Sugerencia
Dado el ambiente boliviano-chileno, lo mejor para el país es buscar una
resolución amistosa con Chile en la Asamblea de la OEA; no una resolución como
la del 79, que aunque contundente alejó a ambos países.
Por: Iván Bustillos / Publicado en La Razón, 17 de marzo de 2012.
Los bolivianos sólo viven en ensueños porque está claro que Chile no les dará salida al mar; esto ya es majadero de vuestra parte.
ResponderEliminarNo les dara.. jajaja Payaso
Eliminar¿ aún quieren mar,ilusos?
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