Excombatientes bolivianos de la Guerra del Pacífico que participaron en la Batalla del Alto de la Alianza.
Según afirma el historiador don Julio Díaz Arguedas, el ejército de Bolivia en
febrero de 1879 contaba con 2.175 elementos de tropa distribuidos en tres
batallones de infantería: "Daza", "Sucre" e
"Illimani", llamados también "Colorados",
"Amarillos" y "Verdes" por el color de la chaqueta de su
uniforme; dos secciones de artillería y como caballería un grupo de húsares y
otro de coraceros. En absoluta desproporción con tan escasos soldados existían
16 generales, 219 coroneles y tenientes coroneles, 215 mayores, 100 capitanes y
256 tenientes y subtenientes, o sea, 800 militares.
El exceso de jefes y oficiales resultó providencial para dar comandantes a los
numerosos contingentes de voluntarios que se presentaron en respuesta al
llamado del gobierno, a fin de constituir la Guardia Nacional Activa, y el
cuerpo de caballería denominado "La Legión Boliviana".
De acuerdo con la separación de clases sociales que existía en la época, los
llamados "jóvenes decentes" o juventud de la clase blanca se alistó
en la "Legión Boliviana" con sus propios caballos y aun con armas de
su propiedad quienes poseían rifles. Los de La Paz y Oruro integraron el
batallón "Murillo"; los de Cochabamba, el "Vanguardia"; los
de Sucre, Potosí y Camargo, el de los "Libres del Sur"; los de Santa
Cruz y Trinidad, el escuadrón "Velasco" y los de Tarija el escuadrón
"Méndez".
La juventud mestiza de las ciudades y capitales de provincias (en su mayoría
artesanos, maestros, oficiales y aprendices), integraron los batallones de
infantería. En el departamento de La Paz el "Victoria",
"Illimani 2", "Paucarpata" e "Independencia". En
el departamento de Cochabamba, el "Aroma", "Viedma" y
"Padilla". En Chuquisaca, el "Olañeta". En Oruro el
"Dalence". En los departamentos de Tarija y Potosí, el
"Bustillo", "Ayacucho", "Tarija" y
"Chorolque". En Colquechaca, el "Vengadores".
La clase mestiza de Santa Cruz y el Beni no fue llamada bajo banderas. Tampoco
la clase indígena de toda la republica que vivía marginada de toda actividad
nacional aparte de la de proporcionar siervos para el trabajo de las
propiedades rusticas de los terratenientes. Además, desde cuatro meses antes
venía siendo diezmada por el hambre y la peste que asolaban los valles
centrales.
Las principales ciudades se convirtieron en campamentos militares. Por las
calles circulaban a pie o a caballo gente en uniforme. Los toques de corneta y
músicas marciales se escuchaban por doquier y a diferentes horas de cada
jornada. Los batallones hacían ejercicios de marchas y despliegues a la vista
del público en el centro urbano y en las afueras. Las señoras y señoritas
confeccionaban estandartes y los bordaban con hilos de oro. Se oficiaban misas
de campaña. Se escuchaban arengas patrióticas. Todo era entusiasmo y animación.
De acuerdo con el mensaje que dirigió a la nación la noche del 25 de febrero
(1879), el Presidente Hilarión Daza tenía la intención de adoptar una
estrategia defensiva, manteniendo todas las fuerzas en el altiplano, esperando
que el ejército chileno subiese a las alturas e ingresase más al interior de la
republica. Empero, los urgentes llamados del gobierno del Perú, por medio de
don Serapio Reyes Ortiz, lo hicieron cambiar de criterio. En toda su actuación
en la guerra iba a subordinarse a los propósitos del aliado. Los telegramas
dirigidos por el señor Reyes Ortiz desde Lima le dijeron: "Salga división
vía Tacna" (3 de abril); "Chile declaró guerra al Perú. Salga
ejército inmediatamente a Tacna" (5 de abril)”; Vuele ejército" (7 de
abril).
Obedeció. "Voló" hacia la costa peruana con las tropas que estaban
listas en La Paz y Oruro, sin esperar que se le reuniesen las reclutadas en los
otros departamentos. Salió de la sede del gobierno el 16 de abril y el 30 del
mismo mes arribó a Tacna. Relata el diarista José Vicente Ochoa: "A la una
de la tarde, entre una lluvia de mixtura, entre vítores y otras manifestaciones
de entusiasmo, se presentó el General Hilarión Daza que con su militar apostura
atrajo las simpatías del pueblo que lo espectada. Iba acompañado de las
autoridades tacneñas, de los consejos departamental y municipal, los jefes de
su Estado Mayor, edecanes y cuatro coraceros de gran talla. Lo seguía el
ejército encabezado por el batallón "Colorados", al que seguían el
"Paucarpata" y "Bolívar" (Primera División);
"Sucre", "Dalence" y la artillería (Segunda División);
"Illimani", "Independencia", "Vengadores" y la
escolta (Tercera División). Entre la primera y la segunda división desfilaron
los 300 jinetes del "Murillo". Todos hacían un total de 7 generales,
124 jefes, 383 oficiales, 15 médicos, 2 capellanes y 5.421 soldados. El bello
sexo desde los balcones arrojaba ramilletes de flores. A las pocas cuadras de
la entrada estaba un elegante arco erigido por la colonia boliviana. La entrada
fue muy lucida. Se notaba en todos los semblantes la admiración y el respeto
que inspiraba nuestro ejército. Antes de retirarse a sus cuarteles hizo columna
de honor ante un retrato del Presidente del Perú".
Los cochabambinos del "Vanguardia" llegaron a Tacna el 2 de mayo. Los
chuquisaqueños el 9 y 19 del mismo mes. Los demás cochabambinos el 30 de junio.
Los cruceños y benianos el 13 de octubre. Potosinos y tarijeños quedaron
vagando durante meses en la altipampa a las órdenes del General Narciso Campero
y sólo llegaron a la zona de operaciones a principios del año siguiente (1880).
En descargo de las responsabilidades del General Daza es justo anotar que se
movilizó con las tropas que tenía listas hacia Tac na creyendo que el gobierno
de Lima pondría a su disposición parte de su escuadra y que se embarcaría en
Moliendo o Arica con destino al extremo sur del Perú, para de allí avanzar
sobre el litoral boliviano en busca de los chilenos.
Nunca hubo intención del gobierno peruano hacer ese traslado. Las fuerzas
bolivianas tuvieron que permanecer en Tacna, en un destierro indefinido, que
terminó un año más tarde, como corolario de la derrota del Alto de la Alianza.
Sólo una parte de ellas fue movida al departamento de Tarapacá, pero para
luchar, al lado d3 las peruanas destacadas anteriormente allí: por la
integridad territorial del país vecino.
Desde Tacna, el General Daza envió el siguiente mensaje al Presidente del Perú:
"Es en el seno de la verdadera confraternidad que vengo a unirme a usted,
para que con esfuerzos comunes mostremos al mal aconsejado Gobierno de Chile
que en América no es la fuerza el derecho". Contestó el General Mariano
Ignacio Prado: "Precisamente llega vuestra carta en el momento en que voy
a emprender la marcha en busca de nuestro común enemigo y tócame la dicha de
llevaros personalmente el abrazo cordial que el gobierno y el pueblo peruano
envían a sus hermanos de Bolivia. Estoy seguro como vos que la santa causa de
la justicia es propicia al Dios que rige el destino de las naciones y que el
valor de los ejércitos aliados reintegrará a Bolivia su territorio
usurpado...".
La interminable y aburrida permanencia en Tacna enfrió los ánimos de los
jóvenes guerreros que abandonaron sus hogares pletóricos de entusiasmo bélico,
ansiosos de enfrentar de inmediato al invasor de su patria, dispuestos a llegar
hasta el sacrificio de sus vidas, si era necesario, siguiendo el heroico
ejemplo de Eduardo Avaroa.
Del diario de Ochoa: "Es posible que tengamos que retornar todos a Bolivia
para hacer la guerra por Calama, es decir, una campaña propia en territorio
propio, pues la estancia en Tacna, que parece indefinida, no hace sino
aniquilar a nuestras tropas y también los fondos de nuestra caja de guerra. La
vida es carísima en esta ciudad. Se ha triplicado el valor de todo desde
nuestro arribo.
Siguen las hablillas de que el único objeto de habernos hecho venir hasta aquí
ha sido para proteger Tacna y Arica. Es curiosa esta paz en plena guerra. La
única señal de que estamos en campaña son los constantes ejercicios de
instrucción militar que se hacen a todas horas en las calles, plazas y goteras
de la ciudad. Anoche se efectuó un concierto en beneficio de las ambulancias
(Servicio Médico de Cruz Roja). Tomaron parte caballeros y señoritas de Arica y
Tacna. En el primer acto colaboraron algunos jóvenes del escuadrón
"Murillo". En compañía de algunas señoritas entonaron con toda
maestría los himnos peruano y boliviano".
Fuente: de Aclaraciones historicas sobre la Guerra del Pacifico de Roberto
Querejazu Calvo
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