Por: Karina Olarte Q. - Comunicadora Social / Asociación
Boliviana de Investigadores de la Comunicación (ABOIC) / Miembro de InvestigaSur
Colectivo Tarija, Bolivia - kolarte@gmail.com // Foto: Plaza principal de Tarija.
En el caso de Tarija, la llegada de la primera imprenta a la
ciudad se produjo en 1850 durante el gobierno del Gral. Manuel Isidoro Belzu.
Al respecto, Carlos Montenegro cita revelaciones que se publicaron en La Época de
La Paz:
Hasta entonces Potosí, Oruro y Tarija no la tenían
[imprenta]: hoy las capitales de estos tres departamentos poseen una imprenta
costeada por el gobierno... Al de Tarija, cuyos habitantes hicieron repetidas
reclamaciones por medio de su prefecto, se le proporcionó otra que hoy sirve
para la publicación de El Telégrafo, sin gravamen de los fondos públicos
(Montenegro, 1984: 90).
Bernardo Trigo indica que el nombre de dicha publicación es
erróneo porque, de acuerdo al Sr. Daniel Sosa, ahijado de Federico Lacunza
quien habría sido el editor del primer periódico tarijeño, “el nombre de dicha
publicación fue El Cóndor de Bolivia, redactado por el prefecto Mariano Donato
Muñoz y por el Comandante General Manuel Othón Jofré” (Trigo, 1939:232)2. Por
su parte, Octavio O’Connor D’arlach (1975) indica que el 10 de julio de 1850
apareció en Tarija el primer número de El Cóndor de Bolivia, editado en la
Imprenta del Estado que estaba instalada en el Cabildo.
Hasta el momento, no se ha podido localizar ejemplares de
los periódicos anteriormente mencionados, ni en archivos, ni en hemerotecas
nacionales ni locales, ni en la Prefectura del departamento de Tarija donde
habría sido editado el Cóndor, cuando el cargo de prefecto recayó en Mariano
Donato Muñoz y el de Comandante en el Gral. Manuel Othón Jofré.
Bernardo Trigo indica que en la imprenta denominada “del
Estado” se editaron hojas sueltas sin valor ya que se trataba de simples
ensayos de juventud. También afirma contar con datos parciales acerca de una
publicación denominada La Dignidad, donde se reflejan los pensamientos políticos
del prefecto Muñoz, quien se distinguió por ocupar el mismo cargo en Cochabamba
y otros como funcionario público a nivel nacional y a nivel internacional como
diplomático.
Se sabe poco acerca de la gestión de Muñoz en la Prefectura
de Tarija: efectivamente, debido a un incendio producido en el Cabildo, se ha
perdido la memoria de esa época al quemarse los archivos y memorias que se
resguardaba allá. Por tanto, no se cuenta con suficientes elementos para poder
caracterizar esta etapa histórica para la prensa tarijeña. Muñoz estuvo
vinculado al entorno de Melgarejo (fue su ministro de 1864 a 1871) y se
desempeñó en el campo político como diputado así como prefecto de Cochabamba. En
1855 se editó el semanario La Espada, redactado por el Gral. Timoteo Raña y José
del Carpio para sostener la candidatura del Gral. Celedonio Ávila.
La Imprenta del Estado, luego de publicar eventualmente El
Telégrafo, se dedicó a imprimir obras de devoción, novenas, cartillas y
membretaba las hojas para las oficinas públicas hasta que una de las varias
revoluciones terminó con la maquinaria. “Muchos años pasó Tarija sin imprenta
hasta que por los años 1860 ó 1861, manuel Anselmo Serrano trajo una de Potosí
llamándola Imprenta de Serrano” (O’Connor d’Arlach, 1890:17).
El 30 de noviembre de 1870 salió a la luz pública La
Juventud Revolucionaria redactada por don Manuel Anselmo Serrano y José Benito
Caso: “... sirvió de órgano al grupo revolucionario que derrotó al presidente
de la República, Mariano Melgarejo y dio a la publicidad los documentos del
movimiento producido en Tarija el 25 de diciembre de ese año”. (O’Connor d’Arlach,
1890:17). Con esta publicación, editada en la imprenta de Serrano, se reinicia
el trabajo periodístico en Tarija que nuevamente cuenta con los medios técnicos
necesarios para la impresión.
Siguiendo al escritor Bernardo Trigo, encontramos El Tribuno
del Pueblo que se publicó de manera eventual a partir del 6 de marzo de 1871
bajo la redacción de Napoleón Raña y Demetrio Valdez. En el mismo año salió a
la luz El Río Bermejo redactado por Ignacio Hurtado; esta publicación llegó a
conseguir una subvención mensual del gobierno nacional: recibía 16 pesos con la
condición de mandar al ministro de gobierno 25 ejemplares y entregar a la
Prefectura 75 para circulación gratuita. El gobierno de la época, a cargo de
Agustín Morales Hernández, fue considerado como despótico y se declaró enemigo
de Belzu cuando apoyaba al presidente José Ballivián (1841-1847). En 1864,
Morales ayudó a Mariano Melgarejo a dar su golpe de Estado (1864) pero posteriormente,
se volvió contra él y lo depuso luego de los seis años de gobierno melgarejista
(1871).
El 12 de febrero de 1872, a iniciativa del munícipe Bernardo
Trigo Hevia y Vaca, se editó El Boletín Municipal de Tarija que resumía las
labores municipales de la ciudad. El mismo año se publicó El Congreso
Constitucional, a cargo de José María Pizarro. En 1873 salió a la luz pública El
Elector como “publicación eventual”; fue órgano oficial de la Prefectura a la
cabeza del Cnl. Antonio Paradiz durante el gobierno de Morales, fue redactado
por Manuel Anselmo Serrano e Higinio Raña (1871-1872).
Al margen del ámbito eminentemente político que
caracterizaba a las anteriores publicaciones, en 1874, Miguel Lora publicó el
semanario literario El Recreo que, de acuerdo a B. Trigo, “...el público
fanático e ignorante de esa época lo consideró con tendencias ‘heréticas y
pornográficas’, motivo por el que tuvo que suspender sus ediciones explicando
que se había adelantado en su aparición” (1991:120).
El periodismo se convierte en una actividad asidua en Tarija
desde 1875, lo que refleja la existencia de un fructífero campo de desarrollo
de la intelectualidad regional que, a partir de las corrientes políticas y eruditas
emanadas de periódicos y publicaciones extranjeras y nacionales, permiten
identificar las ideas progresistas de intelectuales bolivianos y extranjeros.
Uno de los comunes denominadores de la élite de intelectuales
que escribieron en las páginas de los periódicos del siglo XIX fue mirar
permanentemente hacia Europa, de donde se nutrían ideológica y culturalmente.
Por lo tanto el modelo que alimentaba buena parte de nuestra prensa, reflejado
en crónicas, ensayos, historias, relatos y correspondencia, provenía de
Francia, Inglaterra o la misma España. Algunos colaboradores extranjeros en
periódicos como La Estrella de Tarija fueron José Enrique Rodó (escritor uruguayo,
ensayista del modernismo hispanoamericano), Ricardo Palma (escritor peruano,
cuentista hispanoamericano destacado), Carlos Walker Martinez (abogado y escritor
chileno, representante de su gobierno en Bolivia en dos oportunidades (1876 y
1873). Mientras que entre otros colaboradores destacan Nicolás Bolet Pedraza,
Isidoro Laverde Aramayo, José M. Barreto, Pedro Pablo Figueroa, Aureliano García,
Eva Canel, Lola Larrosa y la Baronesa de Wilson.
1880 fue un año fundamental para la cultura y la identidad
boliviana porque emergen pensamientos de emancipación, progresismo y “rebeldía”
política por los románticos al romper los últimos lazos con el pensamiento
colonial. Después de la Guerra del Pacífico, se evidenció la necesidad de
indagar sobre “nosotros mismos”, los bolivianos, antes altoperuanos y ahora con
muchas heridas a flor de piel.
Solamente para graficar esta situación, en periódicos como El
Pueblo, El Trabajo y La Estrella de Tarija, la guerra fue totalmente rechazada
y de ninguna manera justificada; se daba noticias sobre la misma pero
refiriéndose a ella como un indignante enfrentamiento donde los gobernantes y
el Ejército no podían ceder ante las implicancias de la cuestión bélica.
La decepción hacia la política hizo del periodismo una herramienta
poderosa y una palestra para la expresión de los ideales sociales, políticos e
ideológicos de los redactores y editores de las publicaciones que, en última
instancia, se adscribían a una corriente político-ideológica.
En ese contexto en las últimas décadas del siglo XIX podemos
destacar periódicos según su adscripción pública como conservadores y liberales.
En Tarija existieron muestras periodísticas de apoyo a ambas corrientes
ideológico-políticas.
Ante la emergencia de los potentados mineros, los
terratenientes sintieron que ‘el poder se les iba de las manos’ y la política
no estaría manejada exclusivamente por ellos , lo que les empuja a realizar una
“política de compromiso” entre ambos sectores a través de la figura de Mariano
Baptista que era un hacendado cochabambino y cuya familia poseía grandes
extensiones de tierra, pero al resurgir la minería, tomó contacto con los
potentados mineros y en su condición de abogado fue su defensor y
representante. Por ello se logra, con el “compromiso” entre terratenientes y
mineros, un acercamiento expresado en la postulación de Baptista a la
presidencia de la República al concluir el mandato de Aniceto Arce (1888-1892).
En el periodo de post guerra del Pacífico se fortalecieron
las propuestas e iniciativas de quienes consideraban que la República
democrático liberal fundada en 1825 requería importantes cambios; entre ellas,
se destacó la corriente liberal. En cambio, los conservadores buscaban recuperar
y mantener el espíritu de la República con la conservación del Estado, posiciones
que adquirieron amplia difusión a través del periodismo.
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