El día 19 de febrero de 1935, el Subteniente de Reserva
Félix Méndez Arcos fue convocado por Bernardino Bilbao Rioja, Comandante de las
fuerzas bolivianas que defienden Villamontes, para recibir una misión especial.
Bilbao Rioja le pidió a Méndez Arcos que sea su Sección la que refuerce la zona
de mayor presión del ataque por venir, porque todos los demás refuerzos se han
enviado a las paredes del “bolsón”, que aún sujeta a las tropas paraguayas. Es
la más peligrosa situación en la que se ha colocado a la Sección de Méndez
Arcos desde que comenzó su servicio en la guerra.
Méndez Arcos se convirtió en oficial de Reserva debido a la
escasez de oficiales profesionales que acusa el Ejército boliviano; que ha tenido
que promover a sus combatientes más veteranos y destacados para formar un nuevo
cuerpo de oficiales. Pero Méndez Arcos era todo menos un improvisado en las
cuestiones de la guerra. Él había realizado su servicio militar en el
Regimiento “Pérez” el año 1924, destacándose en el manejo de ametralladoras.
Este conocimiento le fue de mucha utilidad al desatarse la Guerra del Chaco; y
le permitió hacer la transición del Regimiento 20° de Infantería al Regimiento
6° de Infantería, el legendario “Campos”.
La foja de servicios del Teniente de Reserva Méndez Arcos
estaba llena de destacadas actuaciones en China Vieja, Pozo Tortuga, Campo
Jurado, San Antonio, Picada Medina, Cañada Strongest y Laguna Nery. Y sus
superiores aún tenían fresco en su memoria el recuerdo de su milagrosa hazaña
en el cerco de “El Carmen”, de donde pudo evadirse sin perder a ninguno de los
hombres de su Sección.
Ya va a despuntar el sol de este 20 de febrero de 1935.
Méndez Arcos recorre las posiciones que él y sus hombres han habilitado para
mejorar su defensa. Habla con cada uno de ellos.
¡Ponte a cubierto Manuel! Ordena Méndez Arcos al soldado
Manuel Villa. ¡Quiero devolverte en una pieza a tu esposa y a tus diez hijos!
Ahora le digo como le dije a mi esposa mi Teniente, contesta el soldado Villa:
¡Que la patria disponga de mis hijos, yo me voy a defenderla!
Genaro, Cleto ¿Listos para “trabajar”? El beniano Genaro
Arispe y el potosino Cleto Barrera, muy amigos ambos, responden con una
sencilla mueca, quieren mostrar su más desafiante “cara de guerra”, ante el
Comandante.
Manuel, hay dos botones de tu camisa que se están cayendo
¿Acaso un sastre no debería estar con los botones bien costurados? Le dice
Méndez Arcos, queriendo gastarle una broma al soldado Manuel Roncal. A los que
voy a costurar a balazos es a los “pilas” mi teniente. Responde el veterano
soldado.
¡Ya deja de limpiar tu rifle Valentín! le aconseja el
Teniente al Soldado Valentín Barrios. Un potosino, mecánico de profesión, a
quien le encanta reparar cosas.
Méndez Arcos quisiera haber trabajado mejor en sus
parapetos, pero no hubo tiempo. Más bien que el Soldado Cleto Barrera Martínez,
un recio potosino que se desempeñaba como jornalero antes de la guerra los ha
dirigido bien a todos, para sacarle provecho a las palas que les dieron para
cavar sus zanjas.
Luego Méndez Arcos se acerca al soldado Bernabé Zárate,
quien tararea una canción mientras va anotando notas musicales en una pequeña
libreta. Bernabé es maestro de música y les aseguró a todos que los va a
inmortalizar en una cuequita. ¿Ya está la canción? Pregunta el Teniente. Ya
casi, ya casi, mi Teniente. Contesta Bernabé.
Humberto ¿Enviaste el dinero a tu familia? Pregunta el
Teniente al soldado orureño Humberto Navarro, quien le contesta: Si mi
teniente, envié todo y pedí que le entreguen 10 o 15 Bs. a mi hermana; además
encargué misa de 7 Bs. mi Teniente.
Sólo faltaba un puesto por verificar, el Puesto de
Centinela, guardado por el soldado potosino Emiliano Colque Berríos. Méndez
Arcos había encomendado a Colque la vital misión de ser Centinela porque le
había acompañado desde el principio en esta guerra. Sabía, además, que la
profesión de sastre le había dado a Colque una paciencia infinita. ¡Estamos
seguros bajo su guardia! Cavilaba el Comandante de la Sección.
Méndez Arcos continúa caminando, todo está tan tranquilo que
pareciera que no hay una guerra alrededor suyo. La tranquilidad del momento le
permite al Teniente volar con su mente de regreso a Cochabamba, hacia su esposa
y sus hijos. Siempre ha sido el mejor refugio recordar a sus hijos, Luis, María
y el pequeño Félix, jugando una tarde de domingo. Pero el recuerdo al que se
aferra Méndez Arcos no estaría completo sin la imagen de su esposa. ¡Ah Julia!
Cómo quisiera el veterano guerrero tomarla de la mano y alejarse, perderse en
ese recuerdo…y vivir.
Un disparo rompe el silencio. La realidad de la guerra
difumina rápidamente ese momento de ensoñación. Pero antes de que toda la
escena desaparezca, Félix Méndez Arcos se apresura a acercar sus labios a la
frente de esa evocación de su esposa para darle un beso.
¡Adiós Julia! Llegó la hora… la Patria me necesita.
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Sección Méndez Arcos: La Sección de Hierro
Sbtte. Féliz Méndez Arcos
Sldo. Emilio Colque Berríos
Sldo. Valentín Barrios Molina
Sldo. Lorenzo Vargas Paco
Sldo. Eduardo Aranibar Pérez
Sldo. Cleto Barrera Martínez
Sldo. Alejandro Choque Quispe
Sldo. Genaro Arispe Orellana
Sldo. Ruperto Hinojosa Nogales
Sldo. Enrique Marca Chura
Sldo. Florentino Lanosa Álvarez
Sldo. Demetrio Fernández Estrada
Sldo. Cruz Quispe Huaycho
Sldo. Angel Navaja Cayo
Sldo. Timoteo Gonzáles Gutiérrez
Sldo. Francisco Camargo Alegre
Sldo. Claudio Caballero Carpio
Sldo. Felipe Zárate
Sldo. Pedro Elías Ávila
Sldo. Cecilio Álvarez Veisaga
Sldo. Bernabé Zárate Marín
Sldo. Damián Vázquez Pillco
Sldo. Humberto Virgilio Navarro Castro
Sldo. Manuel María Roncal Erquiela
Sldo. Manuel Villa Nicasio
(Datos recogidos del Fascículo Histórico: La Sección de
Hierro; Figueroa Buitrago, Mario – Responsable; La Paz – 1982)
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(Fotografía aportadas por José Manuel Torrico Aparicio)
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