Es el amanecer del día 23 de marzo de 1879. Los 120
defensores de la población boliviana de Calama están apostados en la margen
derecha del río Loa, guarneciendo los pasos que permiten el cruce del río. Los
ciudadanos piensan defender con sus vidas los puentes de Hayta, Carvajal,
Chinchurry y del Topater. Las tropas chilenas paulatinamente adoptan su
formación de combate. Los bolivianos esperan con ansiedad creciente el ataque
chileno, que se producirá pronto.
A las 08 de la mañana, el Coronel Sotomayor, Comandante del
destacamento chileno tomó la iniciativa ordenando que varias columnas
realizaran la aproximación a los pasos de Carvajal y del puente Topater.
El puente Topater está defendido por Eduardo Avaroa y 12
rifleros. Luego de denodado combate, los defensores logran rechazar a las
tropas chilenas hasta en tres oportunidades. Ante el fracaso, el Coronel
Sotomayor tiene dudas acerca de esta misión. Ha llevado consigo a una fuerza de
1.400 efectivos y el núcleo de esta fuerza eran tres compañías del Regimiento
“Segundo de Línea”, que fue organizado reclutando trabajadores chilenos del
Puerto de Antofagasta. Aquellos que recibieron con vítores el desembarco de las
fuerzas chilenas y causaron desmanes en el puerto aquel 14 de febrero de 1879.
¡Estas tropas no están listas! Piensa Sotomayor, mientras
observa inquisitivamente al Comandante del Regimiento “2° de Línea”, el Coronel
Eleuterio Ramírez, quien no puede ocultar su nerviosismo al ver fracasar a las
tropas que le fueron encomendadas para su preparación y adiestramiento.
No resultando la maniobra, Sotomayor ordena que 50 jinetes
ataquen el paso de Carvajal, para forzarlo y poder flanquear a los defensores bolivianos.
Pero la carga de caballería también es rechazada con energía.
Ante la ineficacia de la caballería y de la infantería,
Sotomayor ordena usar los ocho cañones de que dispone, emplazados en las faldas
de la Colina Topater, frente al puente del mismo nombre. Ante el fuego de la
artillería chilena, finalmente los puntos de defensa van cediendo. (Díaz
Arguedas) En el puente Topater todos los defensores fueron abatidos, excepto
por un único riflero que continúa resistiendo. El último defensor, Eduardo Abaroa,
sigue disparando con su rifle hasta que se le agotan las municiones y luego
dispara con su boca. No quiere dar ni pedir cuartel.
Avaroa ha dejado el mundo terrenal para ingresar a la casa
de los Inmortales.
Al final del día, Calama ya está en poder del invasor y toda
Atacama se encuentra bajo la ocupación chilena. Ante la complacida mirada del
Coronel Ramírez, el Teniente chileno Telésforo Barahona recibe el honor de ser
el Portaestandarte del Regimiento “Segundo de Línea”, por su "heroico"
comportamiento en la toma de la población boliviana. Ramírez puede descansar
tranquilo, sus hombres, a pesar de la tenaz resistencia boliviana, finalmente
se deshicieron de todos los defensores.
Pero el espíritu de Avaroa no tiene descanso. ¡Los agresores
deben pagar! Especialmente aquellos que fueron cobijados por Bolivia en sus
tiempos de necesidad y prefirieron morder la mano del país que les recibió con
benevolencia.
Es el mes de noviembre de 1879, la Guerra que se pelea ahora
en territorio peruano se torna cada vez más adversa para los aliados peruanos y
bolivianos. El 19 de noviembre, los aliados fueron derrotados en la Batalla de
San Francisco (Dolores) y los restos de su ejército avanzan hacia el norte con
la esperanza de poder reagruparse.
La caballería chilena, al mando del Coronel Vergara, ha
detectado la columna aliada y confirmó que su destino es Tarapacá, y así lo
informó a sus superiores. ¡Es el momento de acabar por completo con el Ejército
Aliado! El Comando chileno envió inmediatamente hacia Tarapacá un fuerte
contingente de las tres armas –infantería, caballería y artillería-, al mando
del Coronel Luis Arteaga. En el núcleo de esta fuerza se encuentra el
Regimiento “Segundo de Línea”, que había ocupado Calama el pasado 23 de marzo.
Las tropas chilenas llegaron a Tarapacá a las dos de la
mañana del 27 de noviembre. El Coronel Arteaga organizó la fuerza a su mando en
tres destacamentos: El Primer Destacamento, al mando del Coronel Eleuterio
Ramírez, con la misión de ocupar el villorrio de Huarasiña y seguir hacia
Tarapacá, por el curso del río; Segundo Destacamento, al Mando del Coronel
Arteaga, con la misión de atacar frontalmente desde las alturas de la ladera
oeste de Tarapacá; Tercer Destacamento, al mando del Coronel Santa Cruz, que
debía situarse en el paso de Quillahuasa para cortar la retirada de las tropas
aliadas, que debía producirse luego del ataque chileno. (Díaz Arguedas)
En Tarapacá, el Ejército Aliado se encontraba desorganizado
y presa de un cansancio extremo, como resultado de la derrota de San Francisco.
La fuerza chilena estaba a punto de concretar un ataque por sorpresa, pero su
aproximación fue advertida por una “rabona” que dio la voz de alarma en el
campamento aliado. Las tropas aliadas, prácticamente sin órdenes salieron
rápidamente a trabar combate.
Los Batallones peruanos “Zepita” y “2 de mayo”, comandados
por el Coronel Cáceres, ascendieron la ladera oeste de la quebrada y tomaron
contacto con las tropas del Coronel chileno Santa Cruz, batiéndolas a la
bayoneta y poniéndolas en fuga.
Mientras tanto, en la parte baja de la quebrada, a las
afueras del poblado de Camarones, también se producía un enfrentamiento
sangriento. El coronel chileno Eleuterio Ramírez, liderando el centro del
ataque chileno, con el Regimiento “Segundo de Línea”, avanzó con dirección a la
población de Tarapacá. Ramírez se encontró con las Divisiones Cuarta y Quinta,
desatándose el combate más encarnizado de la Batalla. La Quinta División
peruana había llegado en las últimas horas desde el Puerto de Iquique para
reforzar al Ejército Aliado y sus combatientes eran mayoritariamente
bolivianos.
En el centro del contraataque aliado, saliendo de la espesa
nube de tierra y pólvora, emerge el Batallón boliviano “Loa”, que forma parte
de la Quinta División peruana. Todos los integrantes del Batallón -oficiales,
clases y soldados- eran bolivianos. Marchan con decisión y su avance es guiado
por las poderosas fuerzas del destino hacia el lugar donde se encuentra el
Regimiento chileno “Segundo de Línea”.
El choque fue violento y sangriento. El Regimiento chileno
“Segundo de Línea” fue barrido totalmente del campo de batalla por el Batallón
boliviano “Loa”. En la furia del combate, el “Segundo de Línea” chileno llegó
incluso a perder su estandarte, que fue tomado por el soldado cochabambino
Pascual Mérida, quien se lo arrebató al abanderado chileno, Teniente Telésforo
Barahona, luego de matarlo en combate singular. De esta forma, el centro del
ataque chileno, comandado por el Coronel Eleuterio Ramírez, fue quebrantado
totalmente.
El Coronel Ramírez se replegó e intentó resistir en el
caserío de San Lorenzo, junto al Capitán Necochea y 45 soldados sobrevivientes.
Los chilenos fueron intimados a rendirse, pero continuaron combatiendo.
Finalmente, su posición fue incendiada, pereciendo envueltos por el fuego,
tanto el Comandante chileno como sus restantes hombres.
La batalla de Tarapacá, que debía ser el final del Ejército
Aliado, concluyó con éxito total para las armas aliadas. En el enfrentamiento
había sido desbaratado el Regimiento “Segundo de Línea”, muerto su Comandante
el Coronel Eleuterio Ramírez y capturado su Estandarte.
Se había hecho justicia con los defensores de Calama,
aquellos que habían derramado su sangre sobre el rio Loa… y nada menos que a
manos del Batallón boliviano “Loa”.
Loa a Eduardo Avaroa. ¡Gloria y victoria para Bolivia!
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Pintura al pié: fragmento del mural de la Academia Boliviana de Historia
Militar, La Paz-Bolivia
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