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POR LA RUTA DE ALCIDES D´ORBIGNY

Publicado en el periódico La Patria, el 24 de julio de 2016.

Los más grandes escritores de Bolivia le dedicaron muchas líneas, con tono de respeto, admiración y agradecimiento, aunque extranjero él, hizo mucho por Bolivia en los albores de nuestra independencia. 
Alcides d´Orbigny, sabio naturalista francés, después de presentar en 1825 su primer ensayo dentro del campo de las Ciencias Naturales a la Academia de Ciencias en París, fue elegido por su gobierno para realizar por América del Sur un viaje de exploración, contaba apenas con 23 años. Aunque el objeto principal de su misión era el estudio de las Ciencias Naturales, sin embargo, abarcó otros campos con el mismo interés, así como la Geografía, Historia, Etnología, Geología, Arqueología, Botánica, Zoología, Mineralogía, Lingüística, Estadística y otras artes como el dibujo, constituyéndose además en un gran escritor y poeta al narrar sus experiencias. (A partir de este momento prepare su atlas o mapa de Bolivia).

A mediados de 1826, D´Orbigny ya estaba en América, quedándose en total ocho años hasta 1834. En nuestro país (Bolivia) estuvo tres años, desde 1830 hasta 1833. Exploró todas las zonas geográficas de nuestro territorio, desde las cordilleras y el altiplano, pasando por los valles y los yungas, hasta las selvas y llanuras del oriente. En suma, estudió a la Bolivia profunda en todos sus aspectos. 
Llegado a América (Abya Yala), su primer destino fueron las costas del Brasil, donde emocionado por la vegetación exuberante dijo: "Ambiente embalsamado por el perfume de mil flores llegaba hasta mí, haciéndome gustar inefables y dulces emociones", luego pasa por Uruguay y llega hasta Buenos Aires (Argentina). Desde Buenos Aires continuó su viaje hacia el Norte, utilizando el río Paraná llegó hasta las puertas de Asunción (Paraguay). Esta experiencia le hace posteriormente decir: "Subí como 350 leguas por este inmenso río, cuya majestuosa corriente es de esperar que algún día se verá surcada por centenares de embarcaciones, las que impulsadas por el vapor ascenderán hasta Chiquitos (Bolivia), haciendo así más inmediata la comunicación de Bolivia con Europa". Avizora nuestra salida al Atlántico por la vía del río Paraguay que antes de la Guerra del Chaco este río era nuestro en su mayor extensión.
Posteriormente, D´Orbigny estuvo un año recorriendo todas las provincias del Noreste argentino, al cabo se trasladó a las pampas argentinas de la Patagonia, donde estuvo otros ocho meses. En esta región vivían todavía y luchaban contra la colonización los aguerridos indios puelches, aucas y patagones. Regresó a Buenos Aires cuyo ambiente era de completa anarquía. Decidió navegar por el Atlántico Sur y pasar el cabo de Hornos para dirigirse a Chile, que también se hallaba con turbulencias políticas, por lo que pasó a Bolivia y dice de nuestro puerto: "Cobija puerto de Bolivia, me saludó desde luego con el imponente aspecto de las montañas que lo coronan". Confirma que teníamos costa. 
LA ZONA ANDINA
Continúa su navegación hacia el Norte llegando al puerto de Arica, luego por tierra se encamina a Tacna, ambos territorios eran peruanos en ese tiempo. Casi inmediatamente asciende a las cordilleras (cordillera occidental) por el camino de Palca y de Tacora, por empinadas y agudas crestas, llega hasta la cima de la cadena del Chulluncayani (cerca al límite con Perú y Chile), desde donde pudo contemplar con admiración la dilatadísima extensión que se desplegaba ante sus ojos (se refería al altiplano boliviano), señala: "Nunca vi en estos un aspecto tan grandioso y de tanta majestad". También menciona al lago Titicaca y dice: "Al paso que hacía al Norte veía brillar, por encima de las columnas que lo circunscriben, algunos espacios de las cristalinas aguas del famoso lago de Titicaca, misteriosa cuna de los hijos del sol". También observa a lo lejos la cordillera central o real y dice: "en medio de estas alturas se levantan el Huayna Potosí, el Illimani y el nevado de Sorata (Illampu)…estos tres gigantes de los montes americanos, cuyas resplandecientes nieves se dibujan, por sobre las nubes, en el fondo azul oscuro de ese cielo el más transparente y bello del mundo". D´Orbigny bajó al altiplano boliviano atravesándolo por la provincia de Pacajes llega a la ciudad de La Paz, la antigua Choqueyapu (campo de oro).
ZONA SUBANDINA
Apoyado por el gobierno del Mariscal Andrés de Santa Cruz, quien le brindó toda clase de ayuda, dice: "Impaciente por ver la provincia de Yungas, de la que me decían tantas maravillas, dirígeme a Palca, y una vez puesto sobre la cumbre de la cordillera oriental (central o real). Volviéndome hacia el lado de La Paz aún veía las áridas montañas y ese cielo siempre puro,.. Más, que contraste por el lado de los Yungas. Hasta quinientas o seiscientas varas debajo de mí, montañas entapizadas de verde terciopelo…".
"Cuando las nubes se entreabrían, yo descubría a una inconmensurable profundidad debajo de esta zona límite de la vegetación activa, el verdor azulado oscuro de las vírgenes selvas, que guarnecen por todas partes un terreno tan accidentado". Visita sucesivamente en los Yungas: Yanacachi, Chulumani, Irupana, etc., pasando alternativamente del lecho de los ríos a la cumbre de las montañas, encontrando plantas prodigiosas.
D´Orbigny después de haber estudiado minuciosamente esta provincia, tan abundante en recursos continúa por las provincias de Sicasica y Ayopaya, pasando por Cajuata, Suri, Inquisivi y Palca, hasta trepar nuevamente la cordillera Oriental (Real o Central), "de donde cayeron de repente mis miradas, a algunos millares de pies, sobre los ricos valles de Cochabamba y de Cliza". Después de admirar los valles cochabambinos donde había más vida, le hace decir: "Se creería ver allí la tierra prometida en el seno del desierto". Recorrió sucesivamente las provincias de Cliza, de Mizque y de Valle Grande, siguiendo por el camino de Punata, Pocona Totora, Pampa Grande y Samaypata (el poyo del descanso). 
ZONA DE LOS LLANOS
Después de descansar un poco deja Samaipata. D´Orbigny se dirige hacia el Este, a los pocos días descubre unos llanos calurosos cubiertos de bosques en cuyo centro se ve sentada la tranquila ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Después de estudiar sus alrededores penetra más adentro, con el propósito de conocer a los pueblos indígenas. Llega a la provincia de Chiquitos y recorre las poblaciones de San Javier, Concepción, San Miguel, Santa Ana, San Ignacio, San Rafael, San José y Santiago (en Santa Cruz). Al final después de alabar la naturaleza de estas regiones señala: "Confieso que nunca me había sentido tan maravillado en presencia de las bellezas de ese suelo, cubierto por un dosel tan espléndido".
Dejando Santiago y atravesando bosques inmensos llega a Santo Corazón, (extremo Sudeste de Bolivia) que era en ese tiempo el extremo del mundo, nadie podía pasar más adelante. Pero él avanza y llega hasta el río Otuquis, se cerciora de que en las riberas de este río podía crearse un puerto cómodo y situado a muy poca distancia del río Paraguay, apto para tener una salida al océano Atlántico por este río.
En medio de las inmensas y sombrías selvas que separan las provincias de Chiquitos (Santa Cruz) con Moxos (Beni), corre el río San Miguel, sus orillas están habitadas por los guarayos, y dice de ellos: "Estos hombres de la simple naturaleza, a quienes jamás atormentó la envidia; el robo, esta plaga moral de las civilizaciones más groseras como de las más refinadas tampoco es conocido".
Después recorre la provincia del Carmen de Moxos y dice: "Viven allí divididos en diez naciones diferentes y que hablan distintas lenguas, unos pueblos, todos dedicados a la navegación y que conocen perfectamente las más pequeñas vueltas y revueltas de esos canales naturales, diariamente cruzados por ellos en canoas hechas de un solo tronco de árbol, el cual es ahuecado a fuerza de hierro y fuego". 
Navega por el río Blanco y el río Itonama llega al río Machupo, visita los restos del esplendor organizado por los jesuitas: Concepción de Baures, Magdalena, San Ramón y San Joaquín (en el Beni). Bajando por el río Machupo hasta el Itonama desemboca en el Iténez o Guaporé, llega finalmente a la confluencia de los ríos Guaporé y Mamoré. El río Mamoré tan ancho como el Guaporé, le enseña sobre sus riberas las hermosas misiones de la Exaltación, de Santa Ana, de San Xavier, de la Trinidad y de Loreto.
Abandona los llanos de Moxos inundados una parte del año y ayudado por los Cayuvavas, los mejores remeros, sube por el río Mamoré hasta su confluencia con el río Chapare y por este hasta su unión con el río Coni. A los 15 días de una penosa navegación se encontró con la nación de los yuracarés. Señala que las selvas vírgenes del Brasil no se comparan con la vegetación de estas bellísimas comarcas, dice: "El viajero se siente transportado, su imaginación se exalta; pero si despertando de su arrobamiento desciende dentro de sí mismo, y osa medirse en cotejo con una creación tan imponente, cuán nulo y exiguo se encuentra! ¡Y cuanto entonces, por la conciencia de su pequeñez, y de su debilidades presencia de tamañas grandezas, viene a desmayar su orgullo!".
Dejando esas bellísimas comarcas, empieza su ascensión sobre las montañas, llena de precipicios, ve cambiar a la naturaleza hasta llegar a los nevados y tenderse en él, dice: "Finalmente la nieve había sucedido a los encantadores sitios de las regiones cálidas, que alborozan con su algazara mil pintados pajarillos".
Continúa su camino y observa "crestas enmarañadas, separadas por gargantas profundas, detienen frecuentemente al viajero en medio de sus riscos" (se encuentra nuevamente en la cordillera central o real). La famosa gruta de Palta- Cueva colocada entre dos crestas que era preciso traspasar le muestra que es peligroso detenerse entre ellos, en suma es un camino difícil por lo largo y escabroso del mismo. Esa experiencia también le motiva a buscar una nueva ruta para llegar de Cochabamba a Moxos.
Después de bajar los riscos baja a los valles de los indios quechuas, llegando de regreso nuevamente a Cochabamba, donde se encontraba el gobierno, quienes aprueban su plan de buscar esa nueva ruta y una mejor comunicación con Moxos, no sin antes prevenirle que tendría que luchar con los obstáculos de la naturaleza y con las naciones salvajes, como en efecto fue, se enfrentó a un mundo desconocido y peligroso. 
EN BUSCA DE UNA NUEVA RUTA DE COCHABAMBA A MOXOS
El 2 de Julio de 1832 sale de Cochabamba, le acompañaban esta vez un religioso un colaborador (Tudela) como traductor y un grupo de indígenas que llevaban los víveres, sube por la cuesta de Tiquipaya llegando hasta Tutulima, pasando de este modo sin obstáculos la cordillera. Al frente se encontraban las selvas vírgenes, sigue su exploración por la quebrada de Tulipa. Dice: "Tan pronto el torrente se hallaba de tal suerte encajonado que nos veíamos forzados a trepar por las laderas y a andar de precipicio en precipicio, pasando y repasando el torrente, luchando contra la corriente más impetuosa y metiéndonos en el agua hasta la cintura. Aquí era preciso construir una balsa para atravesarlo, aculla, abrirse paso con hacha en mano por entre bosques enmarañados".
Pensando que ya se encontraba sobre uno de los tributarios del río Mamoré, pero para su sorpresa se presenta a su frente una cadena de elevadas montañas y el río se desvía por otro rumbo (noroeste). Cree perdida sus esperanzas. Decide pasar la cordillera, encontrándose en el punto más alto se encuentra envuelto por nubes que dificultan su visibilidad, por suerte se abrieron las nubes por un momento, y dice: "Se me reveló un horizonte inmenso: los últimos repechos de las montañas…bajaban serpenteando lentamente hacia un mar de verduras sin límite, el cual estaba formado por las florestas de la llanura". Observa las quebradas en busca de un río y lo encuentra, dice: "Era este, como el puerto que aparece al navegante al cabo de una prolongada travesía, era el resultado de mis cálculos, el triunfo de mis ideas, un tributario en fin del río Securí (Secure), que yo había dejado cerca de la Trinidad de Moxos".
Baja por la cresta de las mismas montañas y llega al poblado de los yuracarés, quienes le acogieron y deciden colaborar con él. Le construyen una canoa y tres de ellos le acompañan como remeros llevando como alimentación solo yucas y otras raíces, las aguas estaban demasiado bajas y el río lleno de saltos, llegando hasta la confluencia del río Icho (Ichoa), arrastrando la canoa, devorados por las picaduras de los mosquitos llegando hasta el río Securí (Securé), siempre navegable, en el trayecto alimentándose de la pesca y la caza, pero al final solo pescado sin sal como único alimento, después de haber visto muchos ríos considerables se presentó el Mamoré en toda su grandeza. Al fin se encontraba en Moxos, después de un viaje de 40 días. Había cumplido su propósito de ofrecer al gobierno de Bolivia una nueva vía para sus transacciones comerciales.
Terminadas sus investigaciones D´Orbigny se embarca nuevamente, sube por el Mamoré hasta su confluencia con el río Sara, de esta pasa al río Piraí, llegando al puerto de los Cuatro Ojos, cerca de Santa Cruz. Después de estar 50 días en la ciudad hospitalaria de Santa Cruz de la Sierra (posiblemente dejó descendencia) se dirigió de nuevo a las montañas, llegando a Samaipata, de ahí se encamina a Chuquisaca, en el camino visita Vallegrande, baja por el río Grande o Guapay. Atravesando las montañas y los fértiles valles de las provincias de la Laguna y de Yamparáez, llega a Sucre capital de Bolivia. Dejando esa ciudad atravesó el Cachimayo y el Pilcomayo llegando a Potosí, y dice: "Ciudad de riqueza proverbial; Admiré en ella sus grandes lagunas artificiales, sus numerosos ingenios, su Casa de la Moneda, y trepé luego sobre su cerro cribado de boca minas, de las que han salido tantísimos millares de pesos, sin que haya esto mejorado la condición de los indígenas".

De Potosí se dirige a Taropaya (Tarapaya), a Yocalla, y Tolapalca, baja al valle de Ancacato, el lago de Panza y continuando por el valle de Cóndor Apacheta se encuentra en extensas llanuras que le conducen hasta Oruro. En la provincia de Carangas vio chullpas (tumbas) y pucaras (fortalezas). Regresa a Oruro, continúa su exploración por Caracollo, Sicasica, Calamarca hasta La Paz, de donde pasó a Tiahuanaco, tan célebre por sus ruinas. Recorre con examen los contornos del inmenso lago de Chucuito (Titicaca), vuelve a pasar la Cordillera Occidental y se dirige al puerto de Arica. Dice: "Después de visitar los puertos de Islay y del Callao (Perú), me embarque definitivamente en Valparaíso para pasar a Francia, en compañía de seis jóvenes bolivianos, nombrados por su gobierno para estudiar en Europa la metalurgia". Empieza su regreso en los primeros días de octubre de 1833, y a principios de 1834 ya estaba en su patria Francia después de una ausencia de ocho años. Después escribió sus experiencias en varios tomos, que en su mayor parte no los conocemos. Hacer un turismo de aventura por estas rutas que exploró vio y admiró Alcides D´Orbigny sería lo ideal. Así, nosotros llegaríamos a querer y valorar aún más a nuestra querida patria, llena de riquezas en todos los sentidos.

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