(Foto: Hipertextual)
Por: Lupe Cajías - Periodista / Página Siete, 14 de agosto de 2016
El nacionalsocialismo fue una realidad en Bolivia de 1933 y 1945 entre
instructores militares, comerciantes, profesores, profesionales y otros alemanes
que vivían en el país.
Hubo también simpatizantes bolivianos: políticos y diplomáticos; militantes del
Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR, 1941), de Falange Socialista
Boliviana (FSB, 1937), del Partido Socialista (fundado por Enrique Baldivieso
en 1934), además de otros pronazis que defendían a Hitler en artículos de
prensa o reuniones sociales. Casi todos relacionados por la Embajada de
Alemania en Bolivia, la cual cumplió el rol de reclutar adeptos y difundir las ideas
del nazismo.
Irma Lorini (La Paz, 1942) presentó su nuevo trabajo de investigación en abril:
Los nazis en Bolivia; sus militantes y simpatizantes 1929-1945 (Plural, 2016)
dando continuidad a sus obras sobre los partidos políticos y las corrientes nacionalistas
surgidas en torno a la Guerra del Chaco.
Ella es historiadora de la Universidad Mayor de San Andrés y forma parte de un
grupo de élite dentro de esa carrera, tanto por su formación como por su
involucramiento en las luchas sociales y el compromiso con la búsqueda de la
verdad; además tiene varios otros estudios en universidades latinoamericanas y
europeas.
Es descendiente del farmacéutico italiano Doménico Lorini, descubridor del
tónico de coca que fue base de la Coca Cola. Creció en ambiente de saberes
diversos. Por motivos de persecución política salió a Argentina y luego a
Europa donde radica hace años. Vive entre Alemania y Bolivia junto a sus cuatro
hijos y varios nietos. Esa doble residencia le ha facilitado la consulta en los
archivos oficiales de ese país y verificar la correspondencia sobre Bolivia
para este trabajo.
Entre las fuentes aprovechadas están cartas, informes, telegramas encontrados
en el Archivo Político del Ministerio de Relaciones de Alemania, en el Archivo
General de Alemania y en archivos bolivianos. Ficha noticias de la prensa de la
época. Así también acude a los excelentes libros de Antonio Mitre y de León
Bieber sobre la colonia alemana en Bolivia a inicios del siglo XX y su
significativa influencia en la política y en la economía boliviana.
Propagación del nazismo
Lorini explica el contexto internacional con la llegada del fascismo a Italia,
la victoria del franquismo en España y los avances incontenibles del nazismo en
Alemania, mientras en América Latina -especialmente en el Cono Sur- se
desarrollaban ideas y grupos nacionalistas, antiimperialistas, y otras
corrientes ideológicas que también entreveraban socialismo, autoritarismo,
rechazo a las antiguas oligarquías y a los partidos tradicionales (liberales,
conservadores).
En Bolivia, las protestas sociales de fines de los años 20 y la respuesta de la
rosca minero feudal precipitaron la Guerra del Chaco. Las trincheras fueron
simiente fértil para el nacimiento de los partidos políticos que influyeron
durante el siglo XX. Falange, el PS, el MNR y las logias militares (Razón de
Patria, RADEPA, Estrella de Hierro) fueron los espacios más fructíferos para
escuchar y adherirse al pensamiento nazista alemán, sobre todo en su fase del
nacionalismo autoritario.
Lorini indaga el rol de la embajada alemana en Bolivia para ganar adeptos para
el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP, por su sigla en alemán);
además de los papeles cumplidos por los colegios alemanes, los centros
culturales, el Club Alemán que aglutinaban a la importante colonia de
comerciantes y profesionales que vivían en La Paz, Oruro, Cochabamba, Santa
Cruz (algunos casados con bolivianos y de segunda generación).
Aunque de los 2.000 residentes alemanes en Bolivia apenas unos 200 se
convirtieron en propagandistas del nazismo, éstos lograron ocupar espacios
estratégicos tanto civiles como militares y políticos. No eran muchos, pero
eran influyentes.
Lorini describe varios momentos en el Colegio Alemán en La Paz y en el Centro
Escolar Alemán como contactos del régimen de Berlín, pero anuncia para el
futuro un estudio más detallado.
El Chaco y el nacionalismo
El primer momento de expansión de los simpatizantes del NSDAP se dio alrededor
de la Guerra del Chaco, sobre todo por los resultados adversos para Bolivia.
Recuerda Lorini el apoyo militar alemán desde los años 20, incluso con figuras
tan em lemáticas como Ernest Rhöm que estuvo entre 1929 y 1930 prestando
servicios en el Estado Mayor y luego en reparticiones militares de Sucre, Uyuni
y Oruro.
Rhöm militaba en el nacionalsocialismo desde 1923 y en las tendencias más
duras. Eran los paramilitares utilizados como fuerzas de choque y representaban
una visión de muchos germanos después de la derrota en la Primera Guerra
Mundial, el tratado de Versalles, la República de Weimar. El sentimiento de
pérdida fue transformado en amenaza para ocupar otra vez Europa y quizá el
mundo entero.
Civiles y militares que estuvieron en las arenas del Chaco, tanto en Bolivia
como en Paraguay, entendían ese sentimiento, lo compartían y, en el caso
boliviano, estaban dispuestos a devolver la "razón de patria”, la dignidad
del país. La idea de "nación” reemplazó las antiguas discusiones liberales
como la "cuestión del indio”.
Los gobiernos del llamado socialismo militar de David Toro y de Germán Busch
(1936- 1939) fueron un preámbulo, interrumpido brevemente durante los gobiernos
de Carlos Quintanilla y Enrique Peñaranda (1939- 1943), para luego crecer como
fuerza central bajo el régimen de Gualberto Villarroel (1943- 1946). La
tendencia nacionalsocialista, incluso con rasgos antisemitas nazistas como lo
demuestra el primer programa del MNR, dio el exitoso golpe militar en 1943.
Lorini cita muchas notas de los archivos políticos de la Cancillería alemana
donde está clara la simpatía con la que Berlín evaluaba los acontecimientos en
Bolivia.
Villarroel fue visto por Washington como aliado al Eje, corriente que también
crecía en la Argentina peronista y en Brasil. Ese gobierno se debatió entre su
extrema crueldad contra la oposición y una política favorable a los obreros y a
los indígenas. Terminó ensangrentado el 21 de julio de 1946. El colgamiento del
Presidente y de sus edecanes fue una imitación de lo sucedido poco antes con
Benito Mussolini en Italia.
El libro de Lorini se limita a la etapa entre las guerras mundiales y no nombra
las herencias fascistas que llegaron hasta los años 80, como la participación
de alemanes en el golpe de Hugo Banzer (1971), el refugio a Klaus
Barbie/Altmann y su influencia en las Fuerzas Armadas bolivianas o la
conspiración de los "Novios de la Muerte” como aliados siniestros de Luis
García Mesa.
La obra es novedosa y muy útil, pero una vez más lamentamos que los
historiadores no cuiden la redacción. El texto tiene cantidad de faltas de concordancia
verbal, de confusión en los tiempos verbales, puntación, e incluso de oraciones
sin verbo. No parecen ser sólo errores de imprenta. Hay incluso fechas
incoherentes.
Otros asuntos tocan al fondo. Por ejemplo, sólo se coloca el apellido de los presidentes
o se habla de Tristán Marof sin presentarlo. Sobran los adjetivos y los juicios
de valor. Hay mucha repetición de ideas y de datos porque no hubo,
aparentemente, una revisión posterior.
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