Por: Rafael Sagárnaga L.
/ Los Tiempos de Cochabamba, 3 de Octubre de 2016.
Hace 30 años, entre
septiembre y octubre de 1986, Bolivia amaneció durante semanas a la espera de
resolver una intriga: ¿a quién realmente pertenecía la megafábrica de droga
donde había sido asesinado uno de los científicos cruceños más
destacados?
La conmoción se desató ese 5 de septiembre. Una
expedición científica se había adentrado a aproximadamente 750 kilómetros al
noreste de Santa Cruz. Sobrevolaba la zona de Huancahaca, en medio de una selva
de rasgos prístinos. Y aquella mañana los investigadores cometieron un error
fatal: aterrizaron su avioneta en la meseta de Caparú, sobre la pista de una
narcofábrica, a la que confundieron con una estancia.
Al bajar de la aeronave se les acercaron dos
individuos armados con ametralladoras. El naturalista Noel Kempff Mercado,
quien lideraba el grupo, al advertir el error expresó: “Nosotros somos personas
de paz, venimos en misión científica y no somos policías”. Fueron sus últimas
palabras. Segundos después una ráfaga acabó con su vida.
Los vigías de la narcofábrica tampoco tuvieron
contemplaciones con los otros tres miembros de la expedición. De inmediato
victimaron al guía Franklin Parada Auclos. El piloto Juan Cochamanidis fue
asesinado minutos más tarde mientras intentaba huir por medio del bosque. Sin
embargo, Vicente Castelló, un científico español, logró sobrevivir. Escapó sin
que lo alcancen las balas y se escondió entre las lianas del monte durante
horas.
Entonces tuvo la suerte de observar y llamar la
atención de otra avioneta. Hizo señales y logró que aterrice. Subió a la nave y
pidió a los pilotos que despeguen de inmediato alertándolos de que los sicarios
podían volver. Tras llegar a Santa Cruz informó sobre las muertes del
renombrado científico boliviano y sus acompañantes.
TODO A FAVOR DE LOS NARCOS
Sin embargo, sucedió lo probablemente más inesperado:
recurrentemente los operativos de rescate y de intervención armada del lugar se
fueron postergando y hasta abortando durante más de 72 horas. El asombro creció
puesto que precisamente en aquellos días se encontraban en Bolivia aeronaves y
tropas estadounidenses. Helicópteros “Black Hawk”, aviones hércules y Marines
habían llegado para combatir el narcotráfico. Las excusas sumaron desde
dificultades de comunicación con las autoridades responsables hasta falta de
gasolina o mal clima.
Cuando las primeras autoridades arribaron a Huanchaca,
parte de las instalaciones habían sido desmanteladas. Quedaban esparcidos por
una virtual ciudadela restos de precursores y droga. El escándalo estalló y
llegó hasta el Congreso boliviano donde se exigieron explicaciones y se
conformó una comisión investigadora.
“Una relación de las principales declaraciones
prestadas por autoridades civiles y militares sobre los sucesos de Huanchaca
ante la Comisión Mixta del Congreso confirma, una vez más, que la mayor
responsabilidad pesa sobre el Ministro del Interior (Fernando Bartelemy) por
haber suspendido un operativo listo para rescatar a las víctimas y dar con los
asesinos, conociendo que se trataba de narcotraficantes”. Así relataba el
diario “Hoy” las primeras conclusiones de los parlamentarios, el 4 de octubre de
1986.
La investigación estableció diversas responsabilidades
de militares, policías y miembros del Gobierno de Víctor Paz Estenssoro por
encubrir el incidente en Caparú. Sin embargo, nadie fue procesado. Peor aún,
dos meses después de la masacre en Huanchaca, Edmundo Salazar, el diputado que
presidía la comisión investigadora, fue asesinado.
“Las mafias del narcotráfico parecen infranqueables”,
había declarado horas antes de recibir cuatro balazos en la puerta de su casa.
BANZER Y LA HISTORIA DE HUANCHACA
¿Quiénes iniciaron Huanchaca? Cosas del destino, dos
inversores alemanes en 1912 construyeron en la zona una barraca gomera en el
afán de aprovechar el auge del caucho. Recordaron el nombre de célebres minas
de plata en el Pacífico y la llamaron Compañía “Huanchaca”. Probablemente
ignoraban que aquel nombre quechua significa “puente de penas”, todo un lúgubre
presagio. Luego, durante más de seis décadas, permaneció abandonada y
transitada apenas por miembros del pueblo guarasugwe (1).
Fue entonces cuando empezó la historia de aquella mega
narcofábrica. El país vivía bajo la dictadura de Hugo Banzer Suárez, el primer
gobierno boliviano identificado por tener sólidos nexos con el narcotráfico.
Solamente que en esos tiempos la “guerra contra las drogas” no había empezado y
primaba la Guerra Fría y la “lucha contra el comunismo”.
Durante aquel Gobierno la producción de coca destinada
a la cocaína creció de 6.800 toneladas a 16.817, vale decir, 247 por ciento,
materia suficiente para 62 toneladas de cocaína.
Decenas de autoridades y personalidades influyentes
del esquema banzerista devinieron en destacados narcotraficantes. Varios de sus
allegados, incluidos su yerno, Luis Alberto Valle, su esposa, Yolanda Prada, y
su primo, Guillermo Bánzer, fueron descubiertos en actividades narco (2). En el
complemento de aquella tiranía, el “Delfín” de Bánzer, Juan Pereda Asbún, duró
cuatro meses en el poder. A Pereda, mientras fungía como Ministro de Gobierno,
el destino lo acercó a un futuro narcoemblema. En agosto de 1976, Bánzer le
regaló 7.200 hectáreas en el noreste cruceño (3). La zona que el dictador
obsequió a su “Delfín” fue precisamente Huanchaca.
Cuatro años más tarde surgió un narcoescándalo
sostenido. Tras cuatro presidencias fugaces llegó al poder Luis García Meza.
EE.UU. no reconoció a este Gobierno que apenas escondía su evidente relación
con narcotraficanes, nazis y hampones. Sin embargo, lo que precipitó su
caracterización como narcodictadura constituyó un escándalo internacional
gestado en un programa de televisión. El 1 de marzo de 1981, el hombre fuerte y
Ministro de Gobierno de aquel régimen, Luis Arce Gómez, cayó en desgracia. Fue
calificado como el "ministro de la cocaína" por el célebre periodista
estadounidense Mike Wallace.
En el programa "60 Minutos", Wallace
presentó un documental sobre los vínculos de Arce con las mafias de la droga.
Además, el reportaje destacaba la participación en esas actividades de otros
miembros de la dictadura, entre ellos el Ministro de Educación, Coronel Ariel
Coca Aguirre. Coca era también propietario de tierras obsequiadas por Bánzer
cuatro años antes, en la zona de Huanchaca.
El reportaje contenía imágenes, investigaciones
oficiales e incluso una entrevista con Arce Gómez. Se sumaba a una serie de
trabajos como los de Newsweek en EEUU, Veja en Brasil, Marca en Perú y Der
Spiegel en Alemania (4).
La narcofama precipitó al régimen. El hoy reo Luis
García Meza, pese a que había anunciado que gobernaría 20 años, renunció el 2
de agosto de 1981.
UNA NARCODICTADURA PARA LA CIA
Sin embargo y curiosamente, las narcodictaduras
bolivianas no sólo generaron desafectos e indignación en las esferas del poder
estadounidense. Narcogenerales y narcocoroneles no resultaron precisamente
marginados y despreciados por los poderosos de la primera potencia mundial.
Durante su dictadura, Bánzer era elogiado por su
colaboración con los gobiernos republicanos de Richard Nixon y Gerald Ford,
aunque con matices.
“El presidente Bánzer – dice un informe al Secretario
de Estado Henry Kissinger- es del área de Santa Cruz y fue apoyado en su
movimiento revolucionario de 1971 por intereses políticos y económicos en Santa
Cruz. Como tal, tiene obligaciones con este grupo, particularmente desde que ha
indicado repetidamente que volvería a vivir en Santa Cruz luego de su
alejamiento de la Presidencia... Éste es un punto importante ya que mucha gente
cree que Santa Cruz es el centro para el tráfico de cocaína”. Se trata de uno
de los párrafos de un documento confidencial desclasificado 25 años después en
EEUU (5).
Y, claro, Juan Pereda Asbún y Ariel Coca también
gozaron de amores y desamores en EE.UU. Ambos, por ejemplo, cedieron sus
tierras en Huanchaca a la empresa estadounidense Nuevo Mundo Ltda. Los
propietarios de la empresa eran Ronald Bruce Lindemberg y Stephen Green
Youngman. En realidad se dedicaban al narcotráfico. Dos de los hijos de
Lindemberg fueron arrestados por ese delito en 1980 y a él se le confiscó una
avioneta que trasladaba cocaína valuada en cerca de 500 mil dólares (6).
Pereda, con el tiempo, pasó a una vida discreta.
Reapareció ante los medios el 17 de agosto de 2010 en Santa Cruz. Tras un escándalo
en vía pública, se supo que sufría de severa adicción a la cocaína (7). Murió
en noviembre de 2012. Coca, pese a que la DEA le confiscó avionetas con droga,
también pasó a una vida de terrateniente relativamente discreta. Reapareció en
1986, sorprendentemente como colaborador de la DEA en pesquisas sobre la gran
fábrica de droga, ubicada en la zona de Huanchaca (8).
HUANCHACA, NICARAGUA E IRÁN
Sin duda, la figura de Ariel Coca marca la etapa de
mayor intensidad en la relación odio – amor que las dictaduras bolivianas
tuvieron con EE.UU. El Gobierno de García Meza y Arce Gómez mereció
una guerra abierta desde la prensa y el Gobierno estadounidense, pero tuvo una
singular contraparte: una intensa relación con la Agencia Central de Inteligencia
(CIA), la ultraderecha del Partido Republicano y la dictadura militar
argentina. Los militares argentinos eran por entonces los principales aliados
de los servicios de inteligencia y la ultraderecha estadounidenses en
Latinoamérica. Fueron el Gobierno que más colaboró a García Meza.
Esa sociedad tuvo efectos globales. La narcodictadura
quería eternizarse en el poder gracias a la economía de la droga. La CIA, la
ultraderecha republicana y los argentinos buscaban resolver una difícil
ecuación: ¿cómo sostener la guerrilla de la “Contra” nicaragüense en
Centroamérica sin fuentes de financiamiento oficiales? La fórmula resultó
inmediata: producir cocaína en Bolivia, venderla masivamente en EE.UU. y usar
buena parte de las ganancias en la compra de armas para los “contras”. El
negocio luego se ampliaría a la venta encubierta de armas a Irán para usar esos
fondos en la compra de cocaína.
El golpe de García Meza es considerado en Bolivia el
último manotazo de las dictaduras. Paradójicamente, a nivel internacional, se
convirtió en el “big bang” de una nueva era de operaciones encubiertas. La CIA
juntó a varios de sus conocidos. Los criminales nazis Klaus Barbie (quien
trabajó para la CIA desde 1945) y Otto Skorzeny, devenido en traficante de
armas, articularon la estrategia. Diversas versiones aseguran que operadores
diplomáticos y políticos de EE.UU. como Jesús Rodríguez, David Greenly y Manuel
Rocha supervisaban su funcionamiento. El teniente coronel Oliver North
encabezaba todo el megaoperativo.
Mientras tanto, grupos de paramilitares y los
militares más comprometidos con García Meza marcaban literalmente a fuego las
rutas de exportación de droga. El plan concentraba sus contactos con los
narcotraficantes Roberto Suárez Gómez, “el padrino” y, su sobrino Jorge Roca
Suárez, alias “el techo de paja”. Suárez trabajaba con el cártel de Medellín al
que remitía pasta base. Roca optó por la producción completa propia y la ruta
del Golfo de México.
Poco a poco, Roca concentró el negocio y Suárez Gómez
entró en desgracia.
El “techo de paja” logró instalar la mayor fábrica de
droga de la que hasta entonces se haya tenido memoria. La instalación, una
ciudadela capaz de producir 1,5 toneladas de droga semanales, funcionaba en la
planicie de Huanchaca (9).
Cinco años más tarde, en 1984, el derribo de un
narcoavión en Nicaragua develó el escándalo “Contras”. Coincidentemente, el
propio Mike Wallace, en “60 Minutos” amplificó la denuncia (10). El peso de
aquella crisis llegó en los años venideros a frenar una candidatura a la
presidencia en EE.UU., la de Oliver North.
DOBLE CRISIS EN BOLIVIA
En septiembre de 1986 el desaprensivo y trágico viaje
de Kempff Mercado y sus colaboradores elevó aquella crisis a niveles sin
precedentes dentro y fuera de Bolivia.
El presidente Víctor Paz Estenssoro apenas cumplía
trece meses del nuevo mandato y el embajador de EE.UU., Edward Morgan Rowell,
diez meses en su cargo. Pero la crisis fue tal que unas semanas después del
caso Huanchaca, Rowell salió Bolivia, en un hecho sin precedentes.
Paralelamente, y con Rowell en el ojo de la tormenta, el caso Huanchaca
modificó la relación de fuerzas dentro del régimen de Paz Estenssoro.
La cima del narcoescándalo llegó cuando Rowell y el
jefe de la DEA en Bolivia, Frank Macolini, llevaron el resultado de las
investigaciones estadounidenses al presidente Paz Estenssoro. El Embajador
llegó a Palacio Quemado con la conciliación de una ruda disputa entre los
informes de la DEA y la CIA. La Agencia Central era dirigida en Bolivia por el
oficial político de la Embajada David Greenly. En Palacio Quemado participaron
en la cita sólo cinco personas. Junto a los ya mencionados se hallaban
presentes el entonces ministro de Planeamiento, Gonzalo Sánchez de Lozada y el
Secretario de la Presidencia, Juan Carlos Durán.
Los estadounidenses comunicaron a Paz Estenssoro que
entre las personas involucradas en el caso se hallaba una perteneciente al
círculo íntimo del Presidente. Tras releer el informe, Paz Estenssoro tomó
cierta distancia y permaneció reflexivo durante varios minutos. Luego, Sánchez
de Lozada comunicó a los estadounidenses: “El Presidente prevé entregar el
Gobierno a una junta militar. Advierte que este informe implica una nueva
interrupción de la democracia en Bolivia”.
En medio de la tensión generada por el Mandatario,
Sánchez de Lozada propuso una salida concertada que, finalmente, aceptó el
embajador Rowell. El nombre de la persona aludida fue eliminado del informe y
Paz sorteó aquella crisis.
Sin embargo, el narcoescándalo causó una baja
inesperada. Macolini, el Jefe de la DEA, hizo llegar a sus superiores en EE.UU.
el dato de que Rowell había alterado el informe. Días más tarde, Rowell
abandonó Bolivia sin dar mayores explicaciones. Su cargo fue ocupado
interinamente por David Greenly hasta el final de la gestión (11).
LA ERA DE LOS SÁNCHEZ
Sin embargo, en el Gobierno boliviano aquella crisis
pareció haber beneficiado a algunos políticos. Desde aquel diciembre de 1986,
el poder que adquirieron tanto Sánchez de Lozada como Durán sólo tuvo parangón
en los viejos caudillos del MNR. El primero fue tres veces candidato y dos
Presidente en las siguientes cuatro elecciones. Juan Carlos Durán resultó
nominado candidato emenerrista en los restantes comicios de 1997. Junto a ellos
emergió un tercer operador político con amplio poder interno en esos 17 años:
Carlos Sánchez Berzaín. Antes de ganar predominancia en filas del MNR, Sánchez
Berzaín sólo había destacado por una singular actividad: su bufete defendió a
peces gordos del narcotráfico ligados a la dictadura de Luis García Meza. En
1985 se identificó su presencia en el caso “Tauro” que afectaba a Jorge “techo
de paja” Roca. Sí, el propietario de Huanchaca (12).
Aún con narcocasos ligados a sus huestes (como un
narcoavión con 4,5 toneladas en 1995), los Sánchez gozaron sostenidamente de
las simpatías estadounidenses. El 26 de junio de 2002, cuatro días antes de las
elecciones presidenciales, en Chimoré, el entonces embajador Manuel Rocha de
EE.UU., frente al presidente Jorge Quiroga, dijo: “El electorado boliviano debe
considerar las consecuencias de escoger líderes de alguna manera conectados con
el narcotráfico y el terrorismo”. Aludía a Evo Morales, buscando claramente
favorecer la candidatura de Sánchez de Lozada. Varios autores (13) relacionan a
Rocha con el escándalo Irán Contras.
Y si de acogidas y buena conducta se trata, el “techo
de paja”, tras entregarse a las autoridades en 1993, fue extraditado a EE.UU.
Está considerado entre los ex narcotraficantes que lograron rehabilitarse, casi
todos ajenos al Cártel de Medellín. Allí estudió arquitectura y derecho en
prisión. A principios del segundo gobierno de Sánchez de Lozada los bienes que
se le habían incautado en Bolivia a la familia Roca Suárez, fueron devueltos
(14).
A 30 años de la mayor narco crisis boliviana --no
exclusivamente boliviana--, sólo dos personas resultaron purgando penas por el
caso: los dos sicarios brasileños que dispararon contra la delegación
científica. Hasta hoy no se sabe quién era aquel angustiante año de 1986 el
influyente operador de la mega narcofábrica de Huanchaca.
"El golpe de García Meza es considerado en
Bolivia el último manotazo de las dictaduras. Paradójicamente, a nivel
internacional, se convirtió en el “big bang” de una nueva era de operaciones
encubiertas"
"La crisis fue tal que unas semanas después del
caso Huanchaca, el Embajador estadounidense, Edward Morgan Rowell, salió de
Bolivia en un hecho sin precedentes. Con Rowell en el ojo de la tormenta, el
caso Huanchaca modificó la relación de fuerzas dentro del régimen de Paz
Estenssoro"
Notas
(1) Artículo titulado “¿Y qué tiene que ver
Huanchaca…?”, Jorge Alberto Landívar Cabruja, ex director de la Fundación Noel
Kempff, biblioteca del Cebem.
(2) La droga el dinero y las armas. Alaín Labrousse,
responsable del Observatorio Geopolítico de las Drogas, Editorial Siglo XXI
(1993).
(3) El Juicio a La Dictadura. Marcelo Quiroga Santa
Cruz (Citado por Martín Sivak en El Dictador Elegido, Plural Editores (2001).
(4) El Cuartelazo, Gregorio Selser (Citado por Martín
Sivak en El Dictador Elegido, Plural Editores (2001).
(5) El Dictador Elegido, Martín Sivak, Plural
Editores, pag. 187 (2001).
(6) Revista Tierra Lejana, edición del 21 de junio de
1999.
(7) Red Erbol y varias agencias de prensa.
(8) La Guerra de la Coca, Róger Cortez, FLACSO CID, pag.
48 (1992)
Cocaine Import Agency.
(9) Narcos, Banqueros y Criminales, Juan Salinas,
pags. 33 -40 (2005).
(10) Salinas, como otros autores, compilan los datos
del escándalo Irán – Contras que fue investigado por una comisión del Congreso,
encabezada por el senador John Kerry. Kerry fue candidato a la Presidencia de
EE.UU. en 2004 y es actual Secretario de Estado.
(11) Testimonio de Ramiro Paz Cerruto, Economista,
asesor de Naciones Unidas, ex subdirector del Periódico HOY e hijo del
presidente Paz Estenssoro *
(12) El Juguete Rabioso, artículos de Fernando
Esquivel y Wilson García Mérida, (octubre de 2003).
(13) Narcos, Banqueros y Criminales, Juan Salinas,
pags. 33 -40 (2005).
(14) Vuelve el represor de cocaleros, Red Voltaire,
Wilson García Mérida (01-10-2002).
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- ROBERTO SUÁREZ GÓMEZ Y SU IMPERIO CONSTRUIDO CON EL NARCOTRAFICO
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El narcotráfico en Bolivia ha penetrado en la política y la población desconoce la verdadera historia de Huanchaca ,cree aun en los politicos implicados en el encubrimiento del narcotráfico.
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