Por: Ricardo Aguilar / Publicado en el periódico La Razón,
el 2 de noviembre de 2015.
“Ningún militar, civil o mercenario fue juzgado (por la
masacre de Todos Santos, 2-11-79), siendo una deuda moral que se debe honrar
por los cientos de heridos, muertos, minusválidos y huérfanos que dejó Natusch
y sus cómplices del MNR”, dice Édgar Arandia.
Es cierto que nunca se juzgó a nadie por estos crímenes, no
se castigó a los culpables y no se los señaló para sancionarlos, siquiera,
moralmente. El número de muertos que ocasionó la represión en el breve, pero
mortífero, golpe de Alberto Natusch Busch, aliado al Movimiento Nacionalista
Revolucionario (MNR), es indeterminado hasta hoy; se habla de cientos de ellos,
cientos de heridos, cientos de afectados. Muchos de los responsables siguen con
vida.
Temprano en la mañana del 2 de noviembre de 1979, el pintor
Édgar Arandia subía desde la UMSA hacia la Pérez Velasco en una manifestación
en contra del golpe.
COB. La Central Obrera Boliviana había llamado a la
población a salir a las calles para defender la incipiente democracia (de
acuerdo con René Zavaleta en Las masas en noviembre).
Al llegar a donde hoy es Electropaz, los manifestantes
levantaron barricadas (“hasta los policías nos ayudaban”), también lo hicieron
más al norte, en la Pérez Velasco. Ya era cerca de las 10.00 cuando Arandia
decidió volver a casa, pasaba por la calle Pichincha y vio que habían niños
jugando. Quiso arrearlos para que vayan a sus casas cuando desde un tanque
dispararon en su dirección una ráfaga de metralleta.
“Fui herido el 2 de noviembre, a horas 10 de la mañana,
aproximadamente, en la calle Pichincha, tratando de proteger a un grupo de
niños que estaba por ese lugar”, relata.
En ese momento ya habían varios muertos. Antes, al pasar por
los baños públicos de la Pérez Velasco, Arandia vio personas heridas y muertas.
La Fuerza Aérea disparaba desde helicópteros a la multitud.
El proyectil que hirió al pintor le atravesó el estómago.
Perdió el conocimiento.
“Desperté en el TAM (Transporte Aéreo Militar, en la avenida
Montes) siendo interrogado por unos militares sobre una supuesta conspiración
armada: ‘¿dónde están las armas?’, preguntaban y solo atiné a apuntarme la
cabeza, diciéndoles que ésa era mi única arma”.
Las Fuerzas Armadas disparaban sin discriminar, desde
helicópteros, abrían fuego hacia la gente en el sector del Cementerio General,
donde la gente iba a recordar a sus muertos como es costumbre en esa fecha.
Un amigo de su familia reconoció a Arandia y logró que,
envuelto en una sábana, sea trasladado en camioneta, en medio de la balacera,
al Hospital General. La situación en este centro “era un total descalabro, un
pandemónium”.
El doctor Eduardo Chávez Lazo lo operó de emergencia. “Ese
día de noviembre, el cirujano Chávez salvó muchas vidas”.
Heridos. Los heridos llegaban “a montones”. La masacre duró
una semana, Las Fuerzas Armadas utilizaron tanques y helicópteros artillados en
Villa Victoria y los barrios de la ladera oeste.
La movilización y la huelga impidió que Natusch permaneciera
en el poder, siendo ésta la primera defensa obrera de la democracia
representativa: “En la demostración de su mejor estirpe, más como alma de la
sociedad civil que la de las inopes (pobres) demoras partidarias, la COB
convocó entonces a la huelga general. Esto mismo tenía ya su propia
profundidad. Era la primera huelga general obrera que se hacía en defensa de la
democracia representativa”, escribe Zavaleta en La masas en noviembre.
Hoy, Arandia sigue sufriendo las secuelas de la herida
sufrida ese día, así como lo hacen muchos sobrevivientes que quedaron
minusválidos. El Estado y los diferentes gobiernos posteriores que lo
administraron no han reparado la injusticia hasta el día de hoy.
“Me indigna que pasan tantos años y nunca han sancionado a
los culpables, muchos siguen vivos como Guillermo Bedregal”, compromete al que
luego fue Canciller de Natusch por tres semanas. Acusa también a otros que
murieron como Edil Sandóval Morón, Fellman Velarde, o el coronel Arturo Doria
Medina.
Para el pintor, ésta es una deuda moral del Estado.
“Esta misma saña luego se repetiría en julio del 80 (golpe
de Luis García Meza), pero a diferencia de la masacre de Todos Santos, los
principales responsables fueron encarcelados”, protesta.
Recuerda que una década atrás presentó sus documentos para
aplicar al resarcimiento a las víctimas de las masacres y dictaduras. Fue
rechazado. “Quería que se indemnice a mis hijos por los momentos de dolor y
sufrimiento que les causé, no solo por este suceso, sino por los meses que
estuve en la cárcel, durante la dictadura de Banzer, o el exilio durante García
Meza”.
Daños del golpe de Natusch
Matanza
Sin duda, el mayor daño del golpe de Alberto Natusch Busch
fue haber dejado cientos de muertos y heridos. La matanza fue de tal magnitud
que hasta ahora, nunca se pudo precisar la cifra.
Resolución
Otro daño del golpe de Natusch fue el desprestigio ante el
mundo. En La Paz se llevaba a cabo la Asamblea de la Organización de los
Estados Americanos, de la que resultó la resolución favorable a Bolivia en el
tema marítimo, lo cual se empañó por el golpe dado horas después.
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