Imagen ref. // Por: Aldo Luna Maceda publicado en el
periódico El Diario el 15 de Noviembre de 2016.
Ante los preparativos y desplazamientos de los invasores
peruanos al mando del Gral. Agustín Gamarra, ocupada la ciudad de La Paz, se
produjo la unidad de los bolivianos, al mando del Gral. José Ballivián, quien
decidió iniciar el combate. Es digno de mención el hecho de que inclusive los
partidarios del retorno del Mariscal Andrés de Santa Cruz renunciaron a sus
pretensiones políticas para ponerse a órdenes del Gral. Ballivián, quien en sus
proclamas manifestó que el Gral. Gamarra hallaría su tumba en suelo boliviano.
Entre tanto el Gral. Gamarra se encontraba en La Paz, cuya
población le demostraba resistencia y animadversión con actos de hostilidad.
Viendo esta situación, el general peruano se retiró de La Paz y se dirigió a
Viacha. El Gral. Ballivián se encontraba acampado en Sica Sica y de ahí se
desplazó hacia Ingavi, campo abierto cerca de la población de Viacha, al nivel
del cerro de las Letanías.
El choque armado se produjo a hrs. 10.45 de la mañana del 18
de noviembre de 1841 en el campo abierto de Ingavi. Las tropas bolivianas con
una bravura sin límite y con el deseo de castigar al invasor, dominaron desde
el comienzo la situación, haciendo retroceder a las tropas peruanas, causando
grandes bajas y prisioneros. Para desgracia de los invasores, el Gral. Gamarra
recibió una descarga mortal, cayendo al pie de su caballo y su hijo que le
acompañaba, apenas pudo cerrarle los ojos y darle el póstumo adios.
Derrotados los peruanos, cayó preso el Gral. Ramón Castilla
y junto a él 24 coroneles, 150 jefes de distintas graduaciones, 3.200 soldados,
8 cañones, 3.400 fusiles y fue deshecha su caballería. En esta forma el Gral.
Ballivián epilogó su decidida actuación militar con esta brillante victoria.
A propósito de esta acción, sucedió que me encontraba
escuchando la versión con los oficiales y soldados del regimiento Bolívar 2° de
Artillería, junto con el Dr. Guaraz eminente galeno. Lo increíble es que decían
que esa batalla se repetía todos los años, en la fecha en que se llevó esta
acción de armas en Viacha. El mismo comandante del Regimiento expresó que había
visto la repetición de esa memorable batalla, lo que fue corroborado por los
soldados que hacían la guardia nocturna en los muros periféricos del
Regimiento. Por ello, la tropa temía hacer la guardia en ese sitio, ya que eran
frecuentes los desmayos y hemorragias producidos por las apariciones de
soldados fantasmagóricas del más allá.
El Dr. Guaraz manifestó que era imposible lo que contaban y
que apostaba dos docenas de cerveza al comandante del regimiento para constatar
esa visión. Efectuada la apuesta, se esperó pacientemente a que llegara el 18
de noviembre. En la noche esperada nos reunimos oficiales, soldados, el Dr.
Guaraz y mi persona para verificar tal historia.
Con tal motivo, nos desplazamos por el regimiento hasta la
última guardia o extremo y esperamos hasta la una de la mañana, y para sorpresa
nuestra, ocurrió lo increíble, lo espantoso, fueron apareciendo en la brumosa
noche, formas humanas en una actividad frenética entablando una batalla campal,
el humo y las cargas de la caballería, el estruendo de los cañones y la
gritería de los soldados que combatían, provocando en nosotros un enorme susto
y sorpresa. Lo increíble es que los cabellos del Dr. Guaraz se volvieron
blancos por la impresión recibida de semejante aparición. ¿Será que es un
fenómeno de la cuarta dimensión? ¿Será que ondas magnéticas eléctricas se
trasladan en el tiempo y el espacio para reproducir hechos del pasado? ¿Un
fenómeno paranormal?. Es un gran misterio. . .
Complementando la nota, casos como el relatado, ocurrieron
en diferentes épocas y en distintos lugares donde se realizaron horrendas
batallas. Otro testimonio sobre batallas lleva-das a cabo por ciertos espíritus
ocurrió durante la Primera Guerra Mundial (1914 - 1918). Todo el día se había
estado combatiendo en la disputada “tierra de nadie” alemanes y franceses. Por
la noche de aquel dramático día de septiembre, la lluvia había arreciado y las
acciones habían decaído, sólo el resplandor de aislados cañonazos alumbraban
las trinchera alemanas, la noche era oscura. En el sector encomendado al
capitán Eric von Henkel, había hambre, sed, cansancio, desesperación por falta
de suministros.
También se estaba en espera de los reemplazos, pues los
diezmados combatientes alema-nes estaban cansados y agobiados de combatir, de
pronto, y muy cerca de la media noche, el soldado Hans Braún que estaba de
guardia, gritó entusiasmado anunciando la llegada de las tropas frescas. Todo
el pelotón de la trinchera 127 se puso de pie y levantando la manos daban la
bienvenida a los hombres que llegaban para reemplazarlos.
De pronto, en medio de la oscuridad, cuando la columna se
fue acercando más, los soldados alemanes retrocedieron pálidos y aterrorizados,
lo que llegaba a las trincheras era un ejército de muertos, un ejército de
calaveras en formación perfecta, eran las almas, los espíritus de los miles y
miles de muertos, caídos en esas mismas trincheras, y que esa noche se
levantaban para tomar el lugar de los vivos y continuar la lucha.
Llenos de espanto y terror, los soldados del capitán Henkel
huyeron a refugiarse en lo más profundo de las trincheras. Sin embargo, no sólo
fueron los alemanes quienes vieron a sus muertos compatriotas llegar a las
trincheras, también los centinelas franceses, desde el otro frente, fueron testigos
de este fenómeno espantoso, al igual que los alemanes, también abandonaron sus
puestos de vigilancia y huyeron despavoridos del lugar.
Al día siguiente, los soldados dieron su informe a sus
superiores de lo visto aquella noche, naturalmente que no les creyeron tal
infundio. Existen otros ejemplos antiguos, relativos a este fenómeno, pero hoy,
la ciencia trata de enterrar como a los muertos con el manto de la superstición,
arguyendo que fueron espejismos o efectos de los fenómenos naturales como la
neblina o simplemente la imaginación de los soldados que vieron caer en el
campo de batalla a sus camaradas y el deseo de volverlos a ver con vida entre
sus filas combatiendo.
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- Historias de Bolivia.
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