Por: Walker San Miguel / Abogado, exministro de Defensa y
cónsul general en Chile. / Publicado en el periódico Página Siete, el 23 de
marzo de 2014.
El citado instrumento tiene una importancia fundamental, ya
que ratifica que la cuestión marítima de Bolivia estaba presente en todo el
proceso de negociación del Tratado de 1904.
Cuando Chile y Bolivia suscribieron el Tratado de Paz y
Amistad del 20 de octubre de 1904, tenían plena conciencia de que la cuestión
marítima boliviana no había sido resuelta. Después de la firma de ese
instrumento, Chile se ha empeñado en mostrar que "no tiene temas
pendientes con Bolivia” y que todos los diferendos se habían zanjado con el
citado documento.
Sin embargo, el mismo 20 de octubre de 1904 se firmó otro
documento entre las partes, se trata del Protocolo Confidencial, considerado
complementario al Tratado de Paz y que contiene un expreso compromiso por el
cual ambos Estados acuerdan unir esfuerzos para asegurar, por todos los medios,
que la República de Chile disponga plenamente sobre Tacna y Arica, provincias
peruanas que aún estaban en poder de Chile, pero cuyo estatus jurídico aún no
se había definido a esa fecha.
Resulta curioso que los historiadores no se hayan detenido
en analizar dicho protocolo, al que se le dio en su tiempo el carácter de
"secreto”. Es más, en varias obras orientadas a tratar la cuestión
marítima simplemente no se lo menciona.
En el libro publicado el año 1919 Anotaciones para la
historia de las negociaciones diplomáticas con el Perú y Bolivia 1900-1904,
escrito por el exministro de Relaciones Exteriores de Chile, Emilio Bello
Codesido –también suscribiente a nombre de su país del Tratado de 1904–
encontré la expresa mención del Protocolo Confidencial y me detuve a analizarlo
a la luz del Derecho Internacional.
El citado instrumento tiene una importancia fundamental, ya
que ratifica que la cuestión marítima de Bolivia estaba presente en todo el proceso
de negociación del Tratado de 1904 y demuestra que Chile le ofreció a Bolivia
una salida al Pacífico por territorios que aún eran peruanos pero cuya posesión
la tenía Chile.
ANTECEDENTES
Para entender plenamente el Tratado de 1904 es necesario remontarnos
al Pacto de Tregua de 1884. El ilustre potosino Antonio Quijarro fungía el año
1883 como canciller de Bolivia (siendo presidente el general Narciso Campero) y
en esa calidad emitió el memorándum "Acerca de los motivos que dificultan
el ajuste de paz con Chile”, documento que fue presentado en el seno del
Congreso Nacional a fines de ese mismo año y que sirvió de base para la
posterior firma del Pacto de Tregua en abril de 1884.
Quijarro menciona en su memorándum-informe a las
conferencias diplomáticas desarrolladas en Arica en el mes de octubre de 1880,
cuando ya habían cesado las balas de los cañones y los gritos de guerra. A esas
conferencias asistieron como plenipotenciarios bolivianos Mariano Baptista y
Juan C. Carrillo, quienes en un informe expreso a la Cancillería señalaban que
"nada fue bastante a alterar la invariable resolución mantenida por los
Exmos. Plenipotenciarios chilenos sobre la apropiación definitiva de todo el
Litoral boliviano, y del peruano hasta Camarones, como base sine qua non de
cualquier arreglo” (sic).
Los plenipotenciarios bolivianos informaron también sobre
las "proposiciones dominantes” que exigía Chile: "cesión
incondicional de los territorios de Bolivia y Perú al sur de la quebrada de
Camarones; pago solidario por las repúblicas aliadas de veinte millones de
pesos; retención de los territorios de Moquegua, Tacna y Arica, mientras se da
cumplimiento a esa y otras obligaciones, esto es, indefinidamente” (sic).
El informe del canciller Quijarro al Congreso reitera que
"por actos ulteriores y de alta solemnidad confirmó el Gobierno de Chile
su propósito indeclinable de anexar los territorios del departamento litoral de
Cobija y de la provincia de Tarapacá, reteniendo, para absorber después, Arica
y Tacna”. El informe refiere también que Chile se negó tajantemente a tratar
conjuntamente con un agente de la República de Perú el reclamo de Bolivia y que
finalmente Perú aceptó que "los territorios de Tacna y Arica quedan en
posesión de Chile durante diez años, a partir del día en que se verifique el
tratado de paz. Expirado este plazo se convocará un plebiscito que decidirá si
esos territorios pertenecerán a la soberanía de Chile o si volverán a la del
Perú” (sic).
Chile triunfó en su intento de tratar por separado con Perú
y con Bolivia las negociaciones para firmar una paz preliminar. Suscribió con
Perú el Tratado de Ancón (1883) y con Bolivia el Pacto de Tregua (1884). En el
de Ancón, los Estados pactaron que Chile consolidaba su presencia en Tarapacá,
mientras que Tacna y Arica estaban pendientes de un referéndum o plebiscito por
el cual los habitantes de dichas provincias decidirían si querían pertenecer a
uno u otro país. El acto plebiscitario debía tener lugar diez años después de
la ratificación del tratado.
Bolivia, por su parte, se vio obligada a entregar a Chile la
posesión de todo el litoral y sus riquezas, obligándose ambas partes a
"preparar y facilitar el ajuste de una paz sólida y estable entre las dos
repúblicas” como reza el Pacto de Tregua de 1884. Como quiera que Bolivia
planteó inmediatamente la necesidad de obtener una salida propia al Pacífico,
las negociaciones entre nuestro país y el vecino Chile se concentraron en los
últimos años del siglo XIX en ese propósito; siendo la prueba más palpable la
suscripción de los tratados de Paz, Transferencia de Territorios y Comercio que
se firmaron en Santiago el año 1895. Estos acuerdos contenían, en lo esencial,
el compromiso de Chile de otorgar a Bolivia esa salida propia por los
territorios de Tacna y Arica.
En su libro -publicado en Santiago el año 1919 por la
Imprenta La Ilustración-, Emilio Bello señala que "en esta solución
quedaba indeterminado el puerto o sección de territorio que adquiriría Bolivia,
desde que se interponía una circunstancia incierta, cual era la de conocer de
antemano el resultado del plebiscito en Tacna y Arica para averiguar si Chile
podría transferir esos territorios a Bolivia”.
El Tratado de Transferencia de Territorios sustancialmente
establecía que Chile le otorgaría a Bolivia ambas provincias peruanas (Tacna y
Arica) y así permitiría su acceso al Pacífico, o al menos le entregaría Arica,
pero para ello, Chile tenía que obtener el triunfo en el plebiscito. Es más, el
Tratado preveía que si Chile no lograba anexar a su soberanía ambas provincias
asumía el compromiso de ceder a Bolivia el dominio definitivo de la caleta
Vítor para así otorgarle su ansiada salida propia al Pacífico.
Pero, una serie de confusas situaciones políticas y
diplomáticas -y la excesiva politización del problema en el Congreso boliviano-
conspiraron contra esos propósitos. Los tratados de 1895 no surtieron efecto y
entonces Chile dio un giro a su política respecto a Bolivia y a su demanda
marítima; envió a su plenipotenciario Abraham Koening a La Paz a proclamar que
"Chile no debe nada a Bolivia”.
NEGOCIACIONES PREVIAS AL TRATADO
Bello Codesido afirma que en las negociaciones para llegar a
un tratado definitivo de paz con Bolivia, ésta exigía obtener una salida propia
al Pacífico. Recuerda en su libro que dicha exigencia era ineludible y que ya
fue contemplada por los negociadores de 1884 "como base necesaria para
llegar a una solución definitiva”.
Sin embargo, afirma Bello, "esa condición, de que no
era dable prescindir, envolvía un grave problema territorial, al cual los
resultados de la guerra daban un carácter excepcionalmente delicado”. Se
refiere a la imposibilidad de Chile de aceptar que se interrumpiera la
continuidad de su territorio, que se había agrandado con las incorporaciones de
las provincias peruanas Tarapacá, Tacna y Arica, "más allá de los límites
septentrionales del antiguo litoral boliviano”.
Emilio Bello señala que ya en febrero de 1884 se indicó a
los plenipotenciarios bolivianos Salinas y Boeto que la idea de ajustar una
tregua indefinida tenía como propósito preparar "nuevas inteligencias para
soluciones más estables, de recíproca conveniencia”.
Apunta además que la solución de carácter transitorio fue
propuesta por el canciller chileno de aquella época, Aniceto Vergara Albano, y
que ésta "tenía muy estrecha relación con la idea de satisfacer las
aspiraciones de Bolivia una vez que se definiera con arreglo al Tratado de
Ancón, la nacionalidad definitiva de los territorios de Tacna y Arica,
sometidos a un régimen especial hasta que se llenara la condición del
plebiscito en él estipulado”.
Después del fracaso de los tratados de 1895, Chile dejó de
ofrecer a Bolivia una solución a su problema portuario. Ofreció entonces sumas
de dinero, ferrocarril para conectarla con el Pacífico y que a cambio Bolivia
abandonase su pretensión a un puerto en el Pacífico. Los gobiernos se dedicaron
entonces a buscar una solución definitiva que culminase en un tratado de paz.
Pero la República de Perú veía con gran preocupación que Chile quisiera
disponer de Arica sin que aún haya adquirido la soberanía de esa provincia y
desplegó la misión a cargo de Javier Prado Ugarteche para ejercer influencia a
fin de evitar que Chile y Bolivia lleguen a un acuerdo que involucre a Tacna y
Arica, territorios que Perú esperaba recuperar.
EL PROTOCOLO CONFIDENCIAL
Los negociadores de Chile y Bolivia tenían listo el
documento que más tarde constituiría el Tratado de Paz y Amistad a fines del
año 1903. El tratado sería firmado el 20 de octubre de 1904 y en él se
incluirían los más duros términos de una realidad lacerante, producto del
control y dominio total que Chile tenía sobre el Litoral boliviano. Bolivia
reconocía el dominio absoluto y perpetuo de Chile sobre los territorios
ocupados por éste en virtud del Pacto de Tregua de 1884. Chile se obligaba a
entregar a Bolivia 300 mil libras esterlinas en dinero en efectivo, a cancelar
los créditos que Bolivia reconocía a las compañías mineras y a construir un
ferrocarril a su costa para conectar Arica con El Alto de La Paz.
El Tratado de 1904 reconoce a favor de Bolivia "el más
amplio y libre derecho de tránsito comercial por su territorio y puerto del
Pacífico” -frase que no condice con la realidad llena de obstáculos al comercio
exterior de nuestro país.
¿Había Bolivia resignado definitivamente su demanda de tener
un puerto propio sobre el Pacífico al suscribir el Tratado el 20 de octubre de
ese año? No. Bolivia estaba lejos de archivar su demanda por cuanto ella se
sustentaba y aún se sustenta en el principio universal de justicia
internacional.
Bolivia había perdido más de 400 kilómetros de costa sobre
el Pacífico, su Litoral había quedado en manos de Chile y además Chile poseía
territorios de Perú: Tarapacá, Arica, Tacna, Moquegua y hasta la misma capital
peruana Lima habían caído por el impulso bélico de las fuerzas de ocupación
chilenas.
Pasadas las acciones de guerra, desarmada la Alianza
Peruano-Boliviana y con el temor que Chile intentara ocupar incluso más
territorios de Bolivia, nuestros gobernantes y diplomáticos intentaron sostener
un statu quo que fuera menos desfavorable a las grandes desgracias acontecidas.
Pero, cancelar la demanda, autocercenarse un derecho o asentir en quedarse
mutilada de por vida no pasó por la mente de la diplomacia boliviana.
El propio Emilio Bello Codesido, actor directo de las
negociaciones entre la potencia vencedora y la depauperada Bolivia expresa en
su libro que "llegó el momento de suscribir el pacto solemne que pondría
término definitivo a esas negociaciones” (refiriéndose al Tratado de Paz y
Amistad de 1904) y apunta que, al mismo tiempo, "correspondía dar forma al
compromiso previo, en virtud del cual quedaría expresado confidencialmente el
acuerdo de unir la acción de ambos gobiernos en orden a asegurar por todos los
medios de que uno y otro país pudieran disponer el dominio de Chile sobre los
territorios de Tacna y Arica”.
El relato de Emilio Bello sobre lo ocurrido en octubre de
1904 es esclarecedor, señala que "Perú agotó en esos momentos todos sus
esfuerzos ante el Gobierno de Bolivia para hacerlo desistir de suscribir ese compromiso”
(se refiere ahora al Protocolo Confidencial). También comenta que "alguna
vacilación se produjo a última hora en la Cancillería Boliviana, pues su
representante en Santiago manifestó haber recibido instrucciones de no
suscribir el Protocolo Confidencial.
El excanciller chileno continúa su vívido relato: "el
día 20 de octubre se procedió a firmar en Santiago en la sala de despacho del
Ministro de Relaciones Exteriores, el Tratado de Paz y Amistad, y al mismo
tiempo, y con iguales solemnidades externas, el Protocolo Confidencial
Complementario de dicho tratado”.
Luego, sabemos por la pluma del propio Bello, que el
carácter secreto o confidencial de tal protocolo fue levantado por haberse
extraviado el original que se guardaba en el archivo reservado de la
Cancillería chilena. Incluso nos informa que éste y otros documentos llegaron a
manos del Gobierno de Perú y que se publicaron en la prensa peruana entre los
años 1909 y 1910.
"Es de suponer, pues, que el Protocolo Complementario
del Tratado de Paz con Bolivia se encuentre actualmente en algún archivo
especial de la Cancillería Peruana, lo que no es bastante para hacer
desaparecer el convenio mismo, ya que se trata de un acto histórico del cual
tiene constancia la otra parte contratante y que puede fácilmente
reconstituirse”, dice Emilio Bello.
En lo que el ex canciller chileno se equivoca es en afirmar
que dicho Protocolo "no ha corrido igual suerte en la Cancillería de
Bolivia” y es que la verdad es otra, puesto que en nuestra Cancillería tampoco existe
copia del protocolo confidencial firmado en Santiago el 20 de octubre de 1904.
DERECHO INTERNACIONAL
¿Por qué Bolivia se comprometía en el Protocolo Confidencial
a "cooperar con todos sus elementos al triunfo de Chile en el plebiscito”?
Dicho acto plebiscitario -que finalmente nunca se produjo- iba a sellar los
destinos de Tacna y Arica, las provincias peruanas que Chile aun mantenía bajo
su dominio desde el Tratado de Ancón de 1883.
A la luz del Derecho Internacional, un compromiso de tal
naturaleza no podía realizarse sin una prestación recíproca de la otra parte.
Si por el Tratado de Paz Bolivia cedía todo su extenso litoral a Chile y
recibía a cambio la promesa de construirse un ferrocarril, ¿cuál era la
prestación debida por Chile ante el compromiso boliviano de hacer todo lo
posible para que Chile triunfe en el plebiscito y por tanto consiga el dominio
soberano sobre Tacna y Arica? Una sola es la respuesta a esta pregunta: Bolivia
asumió dicho compromiso porque subyacía al Tratado -que se firmaba en esa misma
fecha- la cuestión no resuelta hasta entonces, su pedido de tener un puerto
propio sobre el Pacífico, pedido que se había mantenido constante desde el fin
de las acciones bélicas.
Es enormemente significativo que el mismo día, en la misma sala
del despacho del ministro de Exteriores de Chile (autor del libro publicado el
año 1919) y con las solemnidades del caso se hubiera suscrito un Protocolo
Complementario al que se le dio el carácter de "secreto”. Chile buscaba
afanosamente asumir el dominio soberano de Tacna y Arica, y Bolivia requería
por razón de justicia un puerto soberano al Pacífico.
Chile y Bolivia estuvieron a punto de consensuar un
"canje” de territorios el año 1895 que le habría permitido a Bolivia
satisfacer su justa demanda. Ese canje no podía realizarse sobre exterritorios
bolivianos (bajo el argumento chileno en sentido que no se podía dividir en dos
su territorio agrandado después de la Guerra del Pacífico) y la única
posibilidad viable era otorgarle a Bolivia un acceso costero en el norte que no
podía ser otro que Arica, ciudad-puerto que tenía otra cualidad: había sido el
puerto natural de Bolivia incluso antes de convertirse en república
independiente.
Pero, en 1895 y 1904 Arica no tenía aún el estatus de
dominio a favor de Chile. Es más, Perú lo consideraba una "provincia
cautiva” y lo reivindicaba. Por tanto, cobra sentido el Protocolo Confidencial
al amparo del Derecho Internacional, Chile reconocía implícitamente que Bolivia
tenía derecho a un espacio geográfico que la conecte con el océano Pacífico y
le pedía a cambio su ayuda, su cooperación para conseguir que Tacna y Arica
pasaran a su dominio en el futuro plebiscito.
Chile jamás ignoró que el Tratado de 1904, al no resolver el
problema nodal de Bolivia y de cercenarle su acceso al mar, no lograría una paz
y amistad auténticas. Tan cierto es lo que acabo de señalar que el propio
Emilio Bello, el canciller firmante por Chile del Tratado y de su Protocolo
Confidencial se pregunta en su libro: "¿No era la construcción de este
ferrocarril, en el cual se ha invertido la suma de tres millones de libras
esterlinas, el medio más eficaz para resolver con el concurso y la influencia
de Bolivia el problema del plebiscito en Tacna y Arica?”. Y se responde:
"…en lugar de acercarnos a la realización de las expectativas fundadas en
el Tratado de 1904, vemos hoy debilitada la situación creada con dicho Pacto.
Ya no satisface las aspiraciones de Bolivia su comunicación directa al Pacífico
por un ferrocarril que le da una salida que puede considerar como propia. De
nuevo renace la antigua exigencia de adquirir la zona de costa que le otorgaban
los Pactos de 1895. ¿Se puede destruir así el edificio en que descansa la paz y
amistad pactadas definitiva y solemnemente en 1904?”.
Bello apunta, finalmente: "… no podemos ni debemos
poner en duda la amistad de Bolivia, su lealtad y consecuencia con los
compromisos que la ligan a nuestro país. Su aspiración de puerto propio la
hemos considerado siempre legítima y respetable. Independientemente de la
situación creada por el Tratado de Paz con Chile ¿por qué no podría esa
aspiración traducirse en futuros acuerdos basados en compensaciones suficientes
y equitativas?”, apunta el excanciller.
COROLARIO
Intentaré responder a las preocupaciones de Emilio Bello en
su libro publicado el año 1919. Primero diré que un edificio que no tiene
cimientos sólidos ha de derrumbarse más pronto que tarde. El Tratado de 1904
carecía de dichos cimientos, por eso es que Bolivia nunca lo consideró
definitivo porque no resolvió la esencial cuestión boliviana: su acceso
soberano al Pacífico del que fue privado por un acto violento alejado de
principios básicos del derecho y la justicia internacionales.
El Protocolo Confidencial al Tratado de 1904 pone en
evidencia que ni Bolivia renunció a acceder al Pacífico ni Chile desconocía la
importancia de asentarse plenamente en Arica, territorio que siempre había
servido a Bolivia como puerto de conexión. Este reconocimiento de parte de
Chile era tan absoluto que aún sin tener la soberanía plena de la provincia de
Arica disponía de ese territorio para darle una conectividad a Bolivia a través
del ferrocarril, y era tan evidente la necesidad que tenía Chile de lograr el
dominio de ese territorio que comprometía a Bolivia a "cooperarle con
todos sus elementos” para que Chile triunfase en el plebiscito previsto en el
Tratado de Ancón.
Será materia de otro trabajo de investigación, pero la
historia reconoce que Bolivia no claudicó jamás en su demanda de obtener un
acceso soberano al Pacífico; estuvo atenta a la negociación chileno-peruana con
respecto al destino de las provincias de Tacna y Arica, y cuando finalmente los
gobiernos de Chile y Perú lograron el acuerdo de "Tacna para el Perú y
Arica para Chile” que se vislumbra en el Tratado de Lima de 1929, nuestra
Cancillería emitió una circular de protesta por haber sido marginada de dicho
acuerdo.
Estos hechos demuestran una vez más la importancia que tenía
para Chile adquirir Arica y para Bolivia acceder al Pacífico por ese mismo
lugar. El Protocolo Confidencial al Tratado de 1904 refleja esa misma y
coincidente visión: Arica, siempre Arica. Y lo reflejaron también los pactos de
1895 y las negociaciones previas al Tratado de 1904. Y por si fuera poco, los
actos posteriores al Tratado de 1904 en los cuales la demanda boliviana
continuó resonando, también ubican a la ciudad de Arica y más propiamente al
sector norte de dicha ciudad como el sitio previsto para reparar la injusticia
y finalmente reconocerle a Bolivia el derecho de tener un puerto propio. Las
notas de 1950 y los acuerdos de Charaña de 1975 ratifican este mismo criterio.
Emilio Bello, el excanciller chileno que firmó el Tratado de
1904 y su Protocolo Complementario Confidencial, reconoce expresamente en su
libro que Chile debe traducir en nuevos acuerdos la aspiración boliviana -a la
que califica de legítima- de obtener un puerto propio. En lo único que se
equivoca Bello es que un país al que se le ha privado injustamente de acceso al
Pacífico, al que se le ha obligado a ceder "a perpetuidad” su extenso y
rico litoral que al año de 1879 tenía más de 200 kilómetros de frente costero,
no "aspira” a volver al Pacífico sino que reclama que se le haga justicia
y se le otorgue al menos un puerto soberano, al que sin duda tiene
derecho.
Corresponderá a las nuevas generaciones reparar esa
injusticia, con creatividad y con mirada al futuro aprendiendo las lecciones
del pasado. Estoy seguro que Chile y Bolivia, más temprano que tarde, se darán
otra oportunidad para resolver esta cuestión pendiente y así trazar juntos
nuevos derroteros de integración en esta parte del orbe.
Puntos de vista
Karen longaric
Abogada internacionalista
Es un documento jurídicamente valioso
En efecto, el protocolo confidencial al Tratado de 1904 es
un documento jurídicamente valioso. Lamentablemente, al parecer, no existen
piezas originales de éste.
Sin embargo, historiadores e internacionalistas, tanto
chilenos como bolivianos, lo han citado en interesantes documentos, que son
testimonios valiosos de ese triste episodio de la historia compartida con
Chile, cuando, bajo presión y coacción, se obligó a Bolivia a firmar el Tratado
de 1904, que, como bien dijo un ilustre historiador boliviano, "es un
tratado que restableció la paz, pero no la amistad”.
Respecto del protocolo, denominado "secreto”, el
excanciller de Chile Emilio Bello Codecido -quien además firmó el Tratado de
1904 en representación de Chile-, en anotaciones publicadas el año 1919,
refiere el contenido y las derivaciones del protocolo secreto. En el documento,
Bolivia se comprometía a realizar los máximos esfuerzos para que Chile pueda
lograr el dominio soberano de los territorios de Arica y Tacna. Es de suponer
que Chile, una vez ganado el plebiscito pactado con Perú, cedería Arica en
favor de Bolivia.
Bajo ese análisis, no cabe duda que la cita que Emilio Bello
Codecido hace del "Protocolo Confidencial” al Tratado de 1904 podría
constituirse en una valiosa pieza probatoria para Bolivia, si es arrimada a la
memoria boliviana, que en las próximas semanas se presentará en la Corte
Internacional de Justicia.cuestión”.
Lo cierto es que Alberto Gutiérrez, el plenipotenciario
boliviano en Santiago, convino finalmente en suscribir el documento
confidencial "atenuada en sus términos, pero que mantenía en el fondo el
compromiso de Bolivia de cooperar con todos sus elementos el triunfo de Chile
en el plebiscito” (a ese año varios miles de ciudadanos bolivianos vivían en
Arica y eran potenciales votantes en el plebiscito).
Fernando Salazar paredes Abogado internacionalista
Tiene un valor histórico, pero no genera derecho
La historia refleja los hechos sucedidos. La historia
jurídica tiene como fuentes primarias escritos que textualmente demuestran lo
acontecido. Una fuente secundaria, como es un relato posterior unilateral, no
siempre es fidedigno.
Es evidente que Alberto Gutiérrez cuenta que el canciller chileno
Bello Codesido exigía la firma de un instrumento adicional al Tratado de 1904,
relativo al plebiscito sobre Tacna y Arica. Es también cierto que el
plenipotenciario boliviano no contaba con las instrucciones para ello; sin
embargo, suscribió dicho instrumento –difícil afirmar si era un
"Protocolo” propiamente dicho– a título personal y sujeto a aprobación del
Ejecutivo. Enterado de este particular, el presidente Ismael Montes lo rechazó
indignado y –dicen– lo destruyó en presencia del propio Gutiérrez.
Aparentemente, a través de alguna extraña y dolosa artimaña, la inteligencia
peruana consiguió el otro original, el chileno, de ahí que no hay pistas del
manuscrito ni en Bolivia ni Chile. Si el documento en verdad existió o existe,
tampoco es válido puesto que Bolivia no lo ratificó; es más, quien en ese
momento estaba investido con el ius representationis omnimodae del Estado lo
rechazó, destruyó e impidió su procesamiento.
El valor del documento es histórico y referencial, pero no
genera derecho. No obstante, el episodio resulta útil y valioso para reafirmar
que el Tratado de 1904 no resolvió las nefastas consecuencias de una guerra de
conquista y que, hasta hoy, nuestro forzado enclaustramiento se convierte en
una amenaza a la paz de la región.
Estos hechos demuestran una vez más la importancia que tenía
para Chile adquirir Arica y para Bolivia acceder al Pacífico por ese mismo
lugar.
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