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EL PROTOCOLO CONFIDENCIAL DEL TRATADO DE 1904

Por: Walker San Miguel / Abogado, exministro de Defensa y cónsul general en Chile. / Publicado en el periódico Página Siete, el 23 de marzo de 2014.

El citado instrumento tiene una importancia fundamental, ya que ratifica que la cuestión marítima de Bolivia estaba presente en todo el proceso de negociación del Tratado de 1904.
Cuando Chile y Bolivia suscribieron el Tratado de Paz y Amistad del 20 de octubre de 1904, tenían plena conciencia de que la cuestión marítima boliviana no había sido resuelta. Después de la firma de ese instrumento, Chile se ha empeñado en mostrar que "no tiene temas pendientes con Bolivia” y que todos los diferendos se habían zanjado con el citado documento.
Sin embargo, el mismo 20 de octubre de 1904 se firmó otro documento entre las partes, se trata del Protocolo Confidencial, considerado complementario al Tratado de Paz y que contiene un expreso compromiso por el cual ambos Estados acuerdan unir esfuerzos para asegurar, por todos los medios, que la República de Chile disponga plenamente sobre Tacna y Arica, provincias peruanas que aún estaban en poder de Chile, pero cuyo estatus jurídico aún no se había definido a esa fecha.

Resulta curioso que los historiadores no se hayan detenido en analizar dicho protocolo, al que se le dio en su tiempo el carácter de "secreto”. Es más, en varias obras orientadas a tratar la cuestión marítima simplemente no se lo menciona.
En el libro publicado el año 1919 Anotaciones para la historia de las negociaciones diplomáticas con el Perú y Bolivia 1900-1904, escrito por el exministro de Relaciones Exteriores de Chile, Emilio Bello Codesido –también suscribiente a nombre de su país del Tratado de 1904– encontré la expresa mención del Protocolo Confidencial y me detuve a analizarlo a la luz del Derecho Internacional.
El citado instrumento tiene una importancia fundamental, ya que ratifica que la cuestión marítima de Bolivia estaba presente en todo el proceso de negociación del Tratado de 1904 y demuestra que Chile le ofreció a Bolivia una salida al Pacífico por territorios que aún eran peruanos pero cuya posesión la tenía Chile. 

ANTECEDENTES

Para entender plenamente el Tratado de 1904 es necesario remontarnos al Pacto de Tregua de 1884. El ilustre potosino Antonio Quijarro fungía el año 1883 como canciller de Bolivia (siendo presidente el general Narciso Campero) y en esa calidad emitió el memorándum "Acerca de los motivos que dificultan el ajuste de paz con Chile”, documento que fue presentado en el seno del Congreso Nacional a fines de ese mismo año y que sirvió de base para la posterior firma del Pacto de Tregua en abril de 1884. 
Quijarro menciona en su memorándum-informe a las conferencias diplomáticas desarrolladas en Arica en el mes de octubre de 1880, cuando ya habían cesado las balas de los cañones y los gritos de guerra. A esas conferencias asistieron como plenipotenciarios bolivianos Mariano Baptista y Juan C. Carrillo, quienes en un informe expreso a la Cancillería señalaban que "nada fue bastante a alterar la invariable resolución mantenida por los Exmos. Plenipotenciarios chilenos sobre la apropiación definitiva de todo el Litoral boliviano, y del peruano hasta Camarones, como base sine qua non de cualquier arreglo” (sic). 
Los plenipotenciarios bolivianos informaron también sobre las "proposiciones dominantes” que exigía Chile: "cesión incondicional de los territorios de Bolivia y Perú al sur de la quebrada de Camarones; pago solidario por las repúblicas aliadas de veinte millones de pesos; retención de los territorios de Moquegua, Tacna y Arica, mientras se da cumplimiento a esa y otras obligaciones, esto es, indefinidamente” (sic).
El informe del canciller Quijarro al Congreso reitera que "por actos ulteriores y de alta solemnidad confirmó el Gobierno de Chile su propósito indeclinable de anexar los territorios del departamento litoral de Cobija y de la provincia de Tarapacá, reteniendo, para absorber después, Arica y Tacna”. El informe refiere también que Chile se negó tajantemente a tratar conjuntamente con un agente de la República de Perú el reclamo de Bolivia y que finalmente Perú aceptó que "los territorios de Tacna y Arica quedan en posesión de Chile durante diez años, a partir del día en que se verifique el tratado de paz. Expirado este plazo se convocará un plebiscito que decidirá si esos territorios pertenecerán a la soberanía de Chile o si volverán a la del Perú” (sic).
Chile triunfó en su intento de tratar por separado con Perú y con Bolivia las negociaciones para firmar una paz preliminar. Suscribió con Perú el Tratado de Ancón (1883) y con Bolivia el Pacto de Tregua (1884). En el de Ancón, los Estados pactaron que Chile consolidaba su presencia en Tarapacá, mientras que Tacna y Arica estaban pendientes de un referéndum o plebiscito por el cual los habitantes de dichas provincias decidirían si querían pertenecer a uno u otro país. El acto plebiscitario debía tener lugar diez años después de la ratificación del tratado. 
Bolivia, por su parte, se vio obligada a entregar a Chile la posesión de todo el litoral y sus riquezas, obligándose ambas partes a "preparar y facilitar el ajuste de una paz sólida y estable entre las dos repúblicas” como reza el Pacto de Tregua de 1884. Como quiera que Bolivia planteó inmediatamente la necesidad de obtener una salida propia al Pacífico, las negociaciones entre nuestro país y el vecino Chile se concentraron en los últimos años del siglo XIX en ese propósito; siendo la prueba más palpable la suscripción de los tratados de Paz, Transferencia de Territorios y Comercio que se firmaron en Santiago el año 1895. Estos acuerdos contenían, en lo esencial, el compromiso de Chile de otorgar a Bolivia esa salida propia por los territorios de Tacna y Arica.
En su libro -publicado en Santiago el año 1919 por la Imprenta La Ilustración-, Emilio Bello señala que "en esta solución quedaba indeterminado el puerto o sección de territorio que adquiriría Bolivia, desde que se interponía una circunstancia incierta, cual era la de conocer de antemano el resultado del plebiscito en Tacna y Arica para averiguar si Chile podría transferir esos territorios a Bolivia”.
El Tratado de Transferencia de Territorios sustancialmente establecía que Chile le otorgaría a Bolivia ambas provincias peruanas (Tacna y Arica) y así permitiría su acceso al Pacífico, o al menos le entregaría Arica, pero para ello, Chile tenía que obtener el triunfo en el plebiscito. Es más, el Tratado preveía que si Chile no lograba anexar a su soberanía ambas provincias asumía el compromiso de ceder a Bolivia el dominio definitivo de la caleta Vítor para así otorgarle su ansiada salida propia al Pacífico.
Pero, una serie de confusas situaciones políticas y diplomáticas -y la excesiva politización del problema en el Congreso boliviano- conspiraron contra esos propósitos. Los tratados de 1895 no surtieron efecto y entonces Chile dio un giro a su política respecto a Bolivia y a su demanda marítima; envió a su plenipotenciario Abraham Koening a La Paz a proclamar que "Chile no debe nada a Bolivia”.

NEGOCIACIONES PREVIAS AL TRATADO 

Bello Codesido afirma que en las negociaciones para llegar a un tratado definitivo de paz con Bolivia, ésta exigía obtener una salida propia al Pacífico. Recuerda en su libro que dicha exigencia era ineludible y que ya fue contemplada por los negociadores de 1884 "como base necesaria para llegar a una solución definitiva”.
Sin embargo, afirma Bello, "esa condición, de que no era dable prescindir, envolvía un grave problema territorial, al cual los resultados de la guerra daban un carácter excepcionalmente delicado”. Se refiere a la imposibilidad de Chile de aceptar que se interrumpiera la continuidad de su territorio, que se había agrandado con las incorporaciones de las provincias peruanas Tarapacá, Tacna y Arica, "más allá de los límites septentrionales del antiguo litoral boliviano”.
Emilio Bello señala que ya en febrero de 1884 se indicó a los plenipotenciarios bolivianos Salinas y Boeto que la idea de ajustar una tregua indefinida tenía como propósito preparar "nuevas inteligencias para soluciones más estables, de recíproca conveniencia”. 
Apunta además que la solución de carácter transitorio fue propuesta por el canciller chileno de aquella época, Aniceto Vergara Albano, y que ésta "tenía muy estrecha relación con la idea de satisfacer las aspiraciones de Bolivia una vez que se definiera con arreglo al Tratado de Ancón, la nacionalidad definitiva de los territorios de Tacna y Arica, sometidos a un régimen especial hasta que se llenara la condición del plebiscito en él estipulado”.
Después del fracaso de los tratados de 1895, Chile dejó de ofrecer a Bolivia una solución a su problema portuario. Ofreció entonces sumas de dinero, ferrocarril para conectarla con el Pacífico y que a cambio Bolivia abandonase su pretensión a un puerto en el Pacífico. Los gobiernos se dedicaron entonces a buscar una solución definitiva que culminase en un tratado de paz. Pero la República de Perú veía con gran preocupación que Chile quisiera disponer de Arica sin que aún haya adquirido la soberanía de esa provincia y desplegó la misión a cargo de Javier Prado Ugarteche para ejercer influencia a fin de evitar que Chile y Bolivia lleguen a un acuerdo que involucre a Tacna y Arica, territorios que Perú esperaba recuperar.

EL PROTOCOLO CONFIDENCIAL 

Los negociadores de Chile y Bolivia tenían listo el documento que más tarde constituiría el Tratado de Paz y Amistad a fines del año 1903. El tratado sería firmado el 20 de octubre de 1904 y en él se incluirían los más duros términos de una realidad lacerante, producto del control y dominio total que Chile tenía sobre el Litoral boliviano. Bolivia reconocía el dominio absoluto y perpetuo de Chile sobre los territorios ocupados por éste en virtud del Pacto de Tregua de 1884. Chile se obligaba a entregar a Bolivia 300 mil libras esterlinas en dinero en efectivo, a cancelar los créditos que Bolivia reconocía a las compañías mineras y a construir un ferrocarril a su costa para conectar Arica con El Alto de La Paz.
El Tratado de 1904 reconoce a favor de Bolivia "el más amplio y libre derecho de tránsito comercial por su territorio y puerto del Pacífico” -frase que no condice con la realidad llena de obstáculos al comercio exterior de nuestro país.
¿Había Bolivia resignado definitivamente su demanda de tener un puerto propio sobre el Pacífico al suscribir el Tratado el 20 de octubre de ese año? No. Bolivia estaba lejos de archivar su demanda por cuanto ella se sustentaba y aún se sustenta en el principio universal de justicia internacional.
Bolivia había perdido más de 400 kilómetros de costa sobre el Pacífico, su Litoral había quedado en manos de Chile y además Chile poseía territorios de Perú: Tarapacá, Arica, Tacna, Moquegua y hasta la misma capital peruana Lima habían caído por el impulso bélico de las fuerzas de ocupación chilenas.
Pasadas las acciones de guerra, desarmada la Alianza Peruano-Boliviana y con el temor que Chile intentara ocupar incluso más territorios de Bolivia, nuestros gobernantes y diplomáticos intentaron sostener un statu quo que fuera menos desfavorable a las grandes desgracias acontecidas. Pero, cancelar la demanda, autocercenarse un derecho o asentir en quedarse mutilada de por vida no pasó por la mente de la diplomacia boliviana.
El propio Emilio Bello Codesido, actor directo de las negociaciones entre la potencia vencedora y la depauperada Bolivia expresa en su libro que "llegó el momento de suscribir el pacto solemne que pondría término definitivo a esas negociaciones” (refiriéndose al Tratado de Paz y Amistad de 1904) y apunta que, al mismo tiempo, "correspondía dar forma al compromiso previo, en virtud del cual quedaría expresado confidencialmente el acuerdo de unir la acción de ambos gobiernos en orden a asegurar por todos los medios de que uno y otro país pudieran disponer el dominio de Chile sobre los territorios de Tacna y Arica”.
El relato de Emilio Bello sobre lo ocurrido en octubre de 1904 es esclarecedor, señala que "Perú agotó en esos momentos todos sus esfuerzos ante el Gobierno de Bolivia para hacerlo desistir de suscribir ese compromiso” (se refiere ahora al Protocolo Confidencial). También comenta que "alguna vacilación se produjo a última hora en la Cancillería Boliviana, pues su representante en Santiago manifestó haber recibido instrucciones de no suscribir el Protocolo Confidencial.
El excanciller chileno continúa su vívido relato: "el día 20 de octubre se procedió a firmar en Santiago en la sala de despacho del Ministro de Relaciones Exteriores, el Tratado de Paz y Amistad, y al mismo tiempo, y con iguales solemnidades externas, el Protocolo Confidencial Complementario de dicho tratado”. 
Luego, sabemos por la pluma del propio Bello, que el carácter secreto o confidencial de tal protocolo fue levantado por haberse extraviado el original que se guardaba en el archivo reservado de la Cancillería chilena. Incluso nos informa que éste y otros documentos llegaron a manos del Gobierno de Perú y que se publicaron en la prensa peruana entre los años 1909 y 1910.
"Es de suponer, pues, que el Protocolo Complementario del Tratado de Paz con Bolivia se encuentre actualmente en algún archivo especial de la Cancillería Peruana, lo que no es bastante para hacer desaparecer el convenio mismo, ya que se trata de un acto histórico del cual tiene constancia la otra parte contratante y que puede fácilmente reconstituirse”, dice Emilio Bello. 
En lo que el ex canciller chileno se equivoca es en afirmar que dicho Protocolo "no ha corrido igual suerte en la Cancillería de Bolivia” y es que la verdad es otra, puesto que en nuestra Cancillería tampoco existe copia del protocolo confidencial firmado en Santiago el 20 de octubre de 1904.

DERECHO INTERNACIONAL 

¿Por qué Bolivia se comprometía en el Protocolo Confidencial a "cooperar con todos sus elementos al triunfo de Chile en el plebiscito”? Dicho acto plebiscitario -que finalmente nunca se produjo- iba a sellar los destinos de Tacna y Arica, las provincias peruanas que Chile aun mantenía bajo su dominio desde el Tratado de Ancón de 1883.
A la luz del Derecho Internacional, un compromiso de tal naturaleza no podía realizarse sin una prestación recíproca de la otra parte. Si por el Tratado de Paz Bolivia cedía todo su extenso litoral a Chile y recibía a cambio la promesa de construirse un ferrocarril, ¿cuál era la prestación debida por Chile ante el compromiso boliviano de hacer todo lo posible para que Chile triunfe en el plebiscito y por tanto consiga el dominio soberano sobre Tacna y Arica? Una sola es la respuesta a esta pregunta: Bolivia asumió dicho compromiso porque subyacía al Tratado -que se firmaba en esa misma fecha- la cuestión no resuelta hasta entonces, su pedido de tener un puerto propio sobre el Pacífico, pedido que se había mantenido constante desde el fin de las acciones bélicas.
Es enormemente significativo que el mismo día, en la misma sala del despacho del ministro de Exteriores de Chile (autor del libro publicado el año 1919) y con las solemnidades del caso se hubiera suscrito un Protocolo Complementario al que se le dio el carácter de "secreto”. Chile buscaba afanosamente asumir el dominio soberano de Tacna y Arica, y Bolivia requería por razón de justicia un puerto soberano al Pacífico.
Chile y Bolivia estuvieron a punto de consensuar un "canje” de territorios el año 1895 que le habría permitido a Bolivia satisfacer su justa demanda. Ese canje no podía realizarse sobre exterritorios bolivianos (bajo el argumento chileno en sentido que no se podía dividir en dos su territorio agrandado después de la Guerra del Pacífico) y la única posibilidad viable era otorgarle a Bolivia un acceso costero en el norte que no podía ser otro que Arica, ciudad-puerto que tenía otra cualidad: había sido el puerto natural de Bolivia incluso antes de convertirse en república independiente.
Pero, en 1895 y 1904 Arica no tenía aún el estatus de dominio a favor de Chile. Es más, Perú lo consideraba una "provincia cautiva” y lo reivindicaba. Por tanto, cobra sentido el Protocolo Confidencial al amparo del Derecho Internacional, Chile reconocía implícitamente que Bolivia tenía derecho a un espacio geográfico que la conecte con el océano Pacífico y le pedía a cambio su ayuda, su cooperación para conseguir que Tacna y Arica pasaran a su dominio en el futuro plebiscito. 
Chile jamás ignoró que el Tratado de 1904, al no resolver el problema nodal de Bolivia y de cercenarle su acceso al mar, no lograría una paz y amistad auténticas. Tan cierto es lo que acabo de señalar que el propio Emilio Bello, el canciller firmante por Chile del Tratado y de su Protocolo Confidencial se pregunta en su libro: "¿No era la construcción de este ferrocarril, en el cual se ha invertido la suma de tres millones de libras esterlinas, el medio más eficaz para resolver con el concurso y la influencia de Bolivia el problema del plebiscito en Tacna y Arica?”. Y se responde: "…en lugar de acercarnos a la realización de las expectativas fundadas en el Tratado de 1904, vemos hoy debilitada la situación creada con dicho Pacto. Ya no satisface las aspiraciones de Bolivia su comunicación directa al Pacífico por un ferrocarril que le da una salida que puede considerar como propia. De nuevo renace la antigua exigencia de adquirir la zona de costa que le otorgaban los Pactos de 1895. ¿Se puede destruir así el edificio en que descansa la paz y amistad pactadas definitiva y solemnemente en 1904?”. 
Bello apunta, finalmente: "… no podemos ni debemos poner en duda la amistad de Bolivia, su lealtad y consecuencia con los compromisos que la ligan a nuestro país. Su aspiración de puerto propio la hemos considerado siempre legítima y respetable. Independientemente de la situación creada por el Tratado de Paz con Chile ¿por qué no podría esa aspiración traducirse en futuros acuerdos basados en compensaciones suficientes y equitativas?”, apunta el excanciller.

COROLARIO

Intentaré responder a las preocupaciones de Emilio Bello en su libro publicado el año 1919. Primero diré que un edificio que no tiene cimientos sólidos ha de derrumbarse más pronto que tarde. El Tratado de 1904 carecía de dichos cimientos, por eso es que Bolivia nunca lo consideró definitivo porque no resolvió la esencial cuestión boliviana: su acceso soberano al Pacífico del que fue privado por un acto violento alejado de principios básicos del derecho y la justicia internacionales.
El Protocolo Confidencial al Tratado de 1904 pone en evidencia que ni Bolivia renunció a acceder al Pacífico ni Chile desconocía la importancia de asentarse plenamente en Arica, territorio que siempre había servido a Bolivia como puerto de conexión. Este reconocimiento de parte de Chile era tan absoluto que aún sin tener la soberanía plena de la provincia de Arica disponía de ese territorio para darle una conectividad a Bolivia a través del ferrocarril, y era tan evidente la necesidad que tenía Chile de lograr el dominio de ese territorio que comprometía a Bolivia a "cooperarle con todos sus elementos” para que Chile triunfase en el plebiscito previsto en el Tratado de Ancón.
Será materia de otro trabajo de investigación, pero la historia reconoce que Bolivia no claudicó jamás en su demanda de obtener un acceso soberano al Pacífico; estuvo atenta a la negociación chileno-peruana con respecto al destino de las provincias de Tacna y Arica, y cuando finalmente los gobiernos de Chile y Perú lograron el acuerdo de "Tacna para el Perú y Arica para Chile” que se vislumbra en el Tratado de Lima de 1929, nuestra Cancillería emitió una circular de protesta por haber sido marginada de dicho acuerdo.
Estos hechos demuestran una vez más la importancia que tenía para Chile adquirir Arica y para Bolivia acceder al Pacífico por ese mismo lugar. El Protocolo Confidencial al Tratado de 1904 refleja esa misma y coincidente visión: Arica, siempre Arica. Y lo reflejaron también los pactos de 1895 y las negociaciones previas al Tratado de 1904. Y por si fuera poco, los actos posteriores al Tratado de 1904 en los cuales la demanda boliviana continuó resonando, también ubican a la ciudad de Arica y más propiamente al sector norte de dicha ciudad como el sitio previsto para reparar la injusticia y finalmente reconocerle a Bolivia el derecho de tener un puerto propio. Las notas de 1950 y los acuerdos de Charaña de 1975 ratifican este mismo criterio.
Emilio Bello, el excanciller chileno que firmó el Tratado de 1904 y su Protocolo Complementario Confidencial, reconoce expresamente en su libro que Chile debe traducir en nuevos acuerdos la aspiración boliviana -a la que califica de legítima- de obtener un puerto propio. En lo único que se equivoca Bello es que un país al que se le ha privado injustamente de acceso al Pacífico, al que se le ha obligado a ceder "a perpetuidad” su extenso y rico litoral que al año de 1879 tenía más de 200 kilómetros de frente costero, no "aspira” a volver al Pacífico sino que reclama que se le haga justicia y se le otorgue al menos un puerto soberano, al que sin duda tiene derecho. 
Corresponderá a las nuevas generaciones reparar esa injusticia, con creatividad y con mirada al futuro aprendiendo las lecciones del pasado. Estoy seguro que Chile y Bolivia, más temprano que tarde, se darán otra oportunidad para resolver esta cuestión pendiente y así trazar juntos nuevos derroteros de integración en esta parte del orbe.
Puntos de vista
Karen longaric 
Abogada internacionalista
Es un documento jurídicamente valioso
En efecto, el protocolo confidencial al Tratado de 1904 es un documento jurídicamente valioso. Lamentablemente, al parecer, no existen piezas originales de éste.
Sin embargo, historiadores e internacionalistas, tanto chilenos como bolivianos, lo han citado en interesantes documentos, que son testimonios valiosos de ese triste episodio de la historia compartida con Chile, cuando, bajo presión y coacción, se obligó a Bolivia a firmar el Tratado de 1904, que, como bien dijo un ilustre historiador boliviano, "es un tratado que restableció la paz, pero no la amistad”. 
Respecto del protocolo, denominado "secreto”, el excanciller de Chile Emilio Bello Codecido -quien además firmó el Tratado de 1904 en representación de Chile-, en anotaciones publicadas el año 1919, refiere el contenido y las derivaciones del protocolo secreto. En el documento, Bolivia se comprometía a realizar los máximos esfuerzos para que Chile pueda lograr el dominio soberano de los territorios de Arica y Tacna. Es de suponer que Chile, una vez ganado el plebiscito pactado con Perú, cedería Arica en favor de Bolivia. 
Bajo ese análisis, no cabe duda que la cita que Emilio Bello Codecido hace del "Protocolo Confidencial” al Tratado de 1904 podría constituirse en una valiosa pieza probatoria para Bolivia, si es arrimada a la memoria boliviana, que en las próximas semanas se presentará en la Corte Internacional de Justicia.cuestión”.
Lo cierto es que Alberto Gutiérrez, el plenipotenciario boliviano en Santiago, convino finalmente en suscribir el documento confidencial "atenuada en sus términos, pero que mantenía en el fondo el compromiso de Bolivia de cooperar con todos sus elementos el triunfo de Chile en el plebiscito” (a ese año varios miles de ciudadanos bolivianos vivían en Arica y eran potenciales votantes en el plebiscito).
Fernando Salazar paredes Abogado internacionalista
Tiene un valor histórico, pero no genera derecho
La historia refleja los hechos sucedidos. La historia jurídica tiene como fuentes primarias escritos que textualmente demuestran lo acontecido. Una fuente secundaria, como es un relato posterior unilateral, no siempre es fidedigno.
Es evidente que Alberto Gutiérrez cuenta que el canciller chileno Bello Codesido exigía la firma de un instrumento adicional al Tratado de 1904, relativo al plebiscito sobre Tacna y Arica. Es también cierto que el plenipotenciario boliviano no contaba con las instrucciones para ello; sin embargo, suscribió dicho instrumento –difícil afirmar si era un "Protocolo” propiamente dicho– a título personal y sujeto a aprobación del Ejecutivo. Enterado de este particular, el presidente Ismael Montes lo rechazó indignado y –dicen– lo destruyó en presencia del propio Gutiérrez. Aparentemente, a través de alguna extraña y dolosa artimaña, la inteligencia peruana consiguió el otro original, el chileno, de ahí que no hay pistas del manuscrito ni en Bolivia ni Chile. Si el documento en verdad existió o existe, tampoco es válido puesto que Bolivia no lo ratificó; es más, quien en ese momento estaba investido con el ius representationis omnimodae del Estado lo rechazó, destruyó e impidió su procesamiento.
El valor del documento es histórico y referencial, pero no genera derecho. No obstante, el episodio resulta útil y valioso para reafirmar que el Tratado de 1904 no resolvió las nefastas consecuencias de una guerra de conquista y que, hasta hoy, nuestro forzado enclaustramiento se convierte en una amenaza a la paz de la región.

Estos hechos demuestran una vez más la importancia que tenía para Chile adquirir Arica y para Bolivia acceder al Pacífico por ese mismo lugar.

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