Por: Carlos Fazio / Este artículo fue publicado en el Semanario Proceso de México el 27 de abril de 1985.
Es todo un personaje Igual envía cartas condicionadas al Presidente de Estados
Unidos, Ronald Reagan, que ofrece al mandatario boliviano Hernán Siles Zuazo un
crédito, para pagar la deuda externa del país.
Le gusta hacerse fotografiar acariciando a un auténtico leopardo, su mascota.
Tiene aproximadamente 53 años y pertenece a una de las familias más
tradicionales de El Beni, en la zona amazónica boliviana. Vive en la
clandestinidad, presumiblemente en Paraguay o Brasil. En Bolivia está
catalogado como “el enemigo público No 1”, le dicen “el rey de la cocaína” El
se autoproclama “patriota”, “defensor de los pobres” y “ganadero industrial” Se
llama Roberto Suárez Gómez.
Roberto Suárez Gómez es para la DEA (Drug Enforcement Administration, el
organismo estadunidense encargado de la lucha antinarcóticos), el mayor
distribuidor de cocaína en el mundo.
Ya en 1982 la DEA estimaba que el Grupo Suárez “producía” 1,000 kilogramos de
pasta básica de cocaína al mes (equivalente a entre 5 y 9 millones de dólares
mensuales) Pero actualmente su producción anual se calcula en 20,000 kilos Sus
laboratorios clandestinos se desparraman por Yepacaní, Puerto Villaroel y la
zona de Portezuelo (todas en la región de El Beni), pero la sede del Grupo
—considerando el de mayor “iniciativa” y “modernismo” de las tres mafias
bolivianas— está en la región de Montero, en Santa Cruz.
Roberto Suárez es un personaje controvertido En todo el mundo lo busca la
Interpol, por tener órdenes de captura en Estados Unidos y Bolivia, país éste,
donde el 23 de febrero de 1984 fue condenado, en ausencia, por la Corte Suprema
de Justicia de la Paz, a quince años de presidio, Sin embargo, está lejos de
ser repudiado por los bolivianos Por ejemplo, para los pobladores de Santa Ana
del Yacuma, en El Beni, es un hombre de leyenda Lo consideran un moderno Robin
Hood por sus tendencias filantrópicas Dicen que es el único que se ha
preocupado por construir escuelas y dotarlos de atención médica Inclusive, a
nivel nacional, es homologado con Simón Patiño, quien rescató la minería del
estaño, que estaba en poder de empresarios chilenos Así, se considera que
Suárez se adelantó a lo que de todos modos, en vista de la creciente demanda
estadunidense, habría hecho un industrial chileno, peruano o colombiano.
Aparentemente, Roberto Suárez sería una especie de héroe regional o patriarca,
con fama de benefactor y de cumplir sus compromisos y cuyas enormes utilidades
no serían mal vistas en tanto que se originan en el aprovechamiento del vicio
de los norteamericanos y no en el robo de las arcas fiscales.
Aunque fue candidato a diputado por El Beni durante la postulación del entonces
coronel Juan Pereda Asbún, en 1978 —cuando el después dictador “coordinaba” a
las mafias del narcotráfico—, y estuvo muy vinculado a los círculos de poder
económico boliviano, Roberto Suárez nunca fue ministro ni, al parecer, figuró
entre quienes se beneficiaron de los créditos “políticos” del Banco Agrícola en
los 70 cuando, bajo el gobierno de Hugo Bánzer, se consolidó el llamado
“superestado de la cocaína” en beneficio de una nueva fracción de la burguesía
vinculada al narcotráfico, que coincidió, también, con el desplazamiento a
extensas regiones del oriente boliviano (Santo Cruz, El Beni, Pando) de los
laboratorios clandestinos de drogas.
En este sentido, para muchos bolivianos Roberto Suárez resulta infinitamente
más respetable y honorable, con su fortuna hecha a base del tráfico de cocaína,
que decenas de hombres públicos que en el último decenio se hicieron
millonarios a base del dolo sistemático como ministros, gerentes generales y
directores de empresas estatales
Claro que esto no es ninguna excusa para sus actividades ilegales y criminales
Roberto Suárez no es solamente un delincuente; está también asociado con los
militares que en los últimos años ejercieron dictaduras en Bolivia.
Cuando en 1980 gobernaba a Bolivia Lydia Gueiler, tuvo lugar un hecho insólito
que después tendría explicación: el jefe del Servicio de Inteligencia del
Ejército, coronel Luis Arce Gómez, al mando de soldados y agentes armados,
asaltó el Ministerio del Interior y sustrajo, en dos camiones, toda la
documentación relativa al Servicio de Inteligencia de dicho Ministerio en la
que se hallaban también los expedientes de casos de narcotráfico Se alegó que
esta información era patrimonio del Ejército y que no podía estar a disposición
de un gobierno civil.
Poco después se produjo el golpe de Estado protagonizado por el general Luis
García Meza y el coronel Luis Arce Gómez, quien quedó como ministro del
Interior Fue el llamado golpe de los “cocadólares” “La mafia del narcotráfico
se había comprado un gobierno en el corazón del Continente”, expresó la prensa
internacional Estados Unidos suspendió relaciones diplomáticas y las oficinas de
la DEA se cerraron en Bolivia El senador DeConcini y el programa “Sesenta
minutos” de la cadena norteamericana CBS, conducido por Mike Wallace,
difundieron un programa con apoyo de la DEA, bajo el título “El ministro de la
Cocaína” El protagonista era Arce Gómez y Arce Gómez es primo hermano de
Roberto Suárez Gómez, el “rey de la cocaína”
En el curso del programa Wallace relató un operativo de la DEA, en mayo de
1981, que comprometía directamente a Roberto Suárez: “Suárez es conocido por
ser el mayor distribuidor de cocaína en el mundo y aparentemente estuvo
operando con miembros del gobierno de Bolivia El 18 de mayo (1981), un avión de
carga antiguo, transportando agentes de la DEA que simulaban ser compradores
involucrados, con la mafia, salió de Florida rumbo a Bolivia Tres días después,
en una franja de aterrizaje de la jungla, recogió 850 libras de pasta de
cocaína, por un valor de 300 millones de dólares en Estados Unidos El proveedor
era Roberto Suárez, primo del coronel Arce Gómez El pago para Suárez, 9
millones de dólares en efectivo, debía ser cobrado en el South Miami Bank, una
vez que el avión hubiera levantado vuelo Pero el hombre encargado de cobrar el
dinero no fue Suárez En su lugar fue enviado un emisario, Alfredo Gutiérrez,
expresidente de la Cámara Nacional de Comercio en Santa Cruz El filme de la DEA
muestra que Gutiérrez fue arrestado cuando entraba al Banco Fue encarcelado y
se le fijó una fianza de 3 millones de dólares Días después se recibieron en la
Corte de Miami, nueve declaraciones juradas provenientes de Bolivia, que
atestiguaban sobre la honestidad de Gutiérrez, y como resultado de esto, la
fianza fue reducida a un millón de dólares” (Gutiérrez pagó la fianza y quedó
en libertad)
El juez de la Corte de Miami, Scott Miller, dijo que entre las declaraciones
juradas traídas de Bolivia en favor de Gutiérrez figuraban “una del general
Echeverría, comandante de la 2da División del Ejército en Santa Cruz y otra del
coronel Coca, de la Fuerza Aérea Boliviana, también desde Santa Cruz”
En el programa, con la información proporcionada por la DEA y la justicia de
Estados Unidos, se mencionó como directamente implicados en el narcotráfico,
tanto a García Meza y Arce Gómez, como el Agregado Militar y Encargado de
Negocios en Caracas, coronel Norberto Salomón (“Bubi”), exedecán del general
Alfredo Ovando Candia y socio de Arce Gómez en una empresa de “taxis aéreos”,
al coronel Ariel Coca —el del “apellido predestinado”—, ministro de Educación
con García Meza, y vinculado con un contrabando de 100 kilogramos de pasta de
cocaína a Panamá, en 1979, y al general Hugo Echeverría, comandante de la 2da
División del Ejército en Santa Cruz, quien facilitó unos días antes del
“Cuartelazo de los cocadólares”, la toma de la ciudad por elementos de la Falange
Socialista Boliviana, que se apoderaron de los archivos sobre la droga de la
Prefectura y la Alcaldía y los incineraron.
Según la revista peruana Marka, el general Echeverría, junto con el coronel
Walter Seleme y el mayor Moisés Chirique, de la VI División del Ejército con
asiento en Trinidad, capital del Departamento de El Beni (quienes encabezaron
la primera sublevación de los “cocadólares” en 1979), son la cobertura militar
del grupo de Roberto Suárez La familia Gasser, dueña del mayor ingenio azucarero
“La Bélgica” y conspicua representante de la burguesía cruceña, provee la
cobertura para los depósitos millonarios en dólares (“lavados”) en el exterior,
especialmente en Miami Edwin Gasser es recordado sobre todo en la República
Federal Alemana porque fue a la prensa de ese país a la que confió, a
continuación del cuartelazo de Bánzer contra Juan José Torres, en 1971, que fue
él el principal financiador del golpe de Estado, y que no debió gastar
demasiado, porque “los generales bolivianos son baratos” (Bolivia, el
cuartelazo de los cocadólares, Gregorio Selser)
Según Marka, el coronel Arce Gómez también tenía un pie metido en esta mafia (a
Arce Gómez se le vincula con el Grupo de Jorge Nallar, la “mafia
siriolibanesa”, que creció a la sombra del ministro del Interior, general Juan
Pereda Asbún, en la primera etapa de Bánzer, y cuyos jefes operativos son los
hermanos Widen y Miguel Razuk y la que integraría también el coronel Natusch)
García Meza y Arce Gómez contaron para el golpe contra Lydia Gueiler con la
colaboración de bandas paramilitares organizadas, dirigidas por exnazis o
neonazis europeos y por agentes de los Servicios de Inteligencia de las Fuerzas
Armadas de Argentina.
El más importante del grupo era Klaus Altman o Klaus Barbie, “el carnicero de
Lyon”, culpable de haber dado muerte, mediante tortura, al líder de la
resistencia francesa Jean Moulin y de haber enviado a las cámaras de gas o
hecho fusilar a millares de patriotas franceses y judíos Altman-Barbie, quien
gozaba de protección del ejército boliviano desde que llegó al país en los años
cincuenta, fue funcionario del gobierno del general Hugo Bánzer.
Un operativo organizado por la policía italiana y la DEA norteamericana para el
secuestro en Santa Cruz de Pier Luigi Pagliai, llamado (Puttino” (“Querubín en
italiano), el 10 de octubre de 1982, reveló internacionalmente la importancia
que tenía este grupo en la política y en el narcotráfico en Bolivia Pagliai era
uno de los terroristas de derecha acusado de haber puesto una bomba en la estación
ferroviaria de Boloña, cuya explosión mató a 85 personas e hirió a 200 El
narcoterrorista había gozado en Bolivia de la plena protección del esquema
militar, como adscrito al Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas,
calidad en la que figuraba como mayor del Ejército argentino Mario Bonani Pero
al momento de su detención cumplía funciones de Coordinador Principal del
Consejo Nacional de la Lucha contra el Narcotráfico, bajo el nombre de Alberto
Costas Bruno, “nacido” en Bolivia.
Según la revista Panorama, de Italia, el grupo realizaba tareas políticas en
servicio del gobierno “y eliminaba bandas menores en el negocio del
narcotráfico, trabajando bajo las órdenes de Roberto Suárez Gómez”
Al parecer, todos los caminos conducen a un mismo nombre: Roberto Suárez Gómez
Cuando a finales de 1981 el Departamento de Estado norteamericano exigió como
prerrequisito para la reanudación de relaciones a nivel de embajadores, la
entrega de por lo menos tres de los cinco narcotraficantes bolivianos
reclamados por la justicia de Estados Unidos, las autoridades de La Paz
iniciaron una campaña publicitaria, con avisos por televisión y prensa escrita,
algunos con fotografías, en los que se ofrecía como recompensa un millón de
pesos bolivianos —40,000 dólares— a quien proporcionara información que
condujera a la aprehensión de los “buscados”
Verosímil o no, circuló entonces profusamente la versión de que Roberto Suárez,
el principal “buscado” por ese método norteamericano, había prometido “el
doble” de lo que ofrecía el Consejo Nacional de Lucha contra el Narcotráfico,
pero por conocer el nombre del informante o infidente.
El 2 de septiembre de 1982, El Diario de La Paz publicó en una página una carta
abierta de Roberto Suárez Gómez dirigida al Presidente de Estados Unidos,
Ronald Reagan, reclamando por la detención de su hijo Roberto Suárez Levi, de
22 años, en Locarno, Suiza, y trasladado a una prisión de Miami “sin haber
expedido la finalización de los trámites internacionales de extradición” Según
el firmante, Estados Unidos presionó al gobierno suizo con la amenaza de
actualizar y reactivar la Convención sobre el Rompimiento del Secreto Bancario,
lo que le habría significado a la banca suiza perder la clientela del mundo
financiero Tal situación llevó a Suárez a afirmar que su hijo “fue llevado
literalmente secuestrado”
En la misiva, Suárez le proponía a Reagan entregarse a la justicia de Estados
Unidos bajo dos condiciones: la libertad incondicional de su hijo (a quien
calificaba como un “rehén”) y el compromiso del gobierno de Reagan de que
depositaría en la cuenta del Banco Central de Bolivia el monto total de dólares
para cubrir la deuda externa boliviana, estimada entonces en 3,500 millones.
Aunque la propuesta fue calificada como “absurda” por un vocero de la DEA,
según un cable de AP de dos días después, porque para dicha organización es tan
importante el hijo como el padre, lo cierto es que Roberto Suárez Levi recuperó
su libertad Y de paso, Suárez Gómez quedó como un “romántico” y hasta “patriótico”
Cid Campeador andino, dispuesto a beneficiar a su país de un modo tan
heterodoxo Más curioso fue que no sólo el “gran público” se dejó impresionar
por la carta abierta de Suárez Según Amado Canelas Orellana, ex-senador y
político boliviano, coautor del libro Coca Cocaína, en conversaciones privadas,
miembros de algunos de los principales partidos políticos, como el MNR-I de
Siles Zuazo, el Partido Comunista (moscovita), el Partido Demócrata Cristiano y
desde luego la Falange Socialista Boliviana le comentaron elogiosamente la
carta abierta “Es más”, dice Canelas, “también consideraban que la salida para
la crisis económica boliviana estaría en promover el tráfico de cocaína,
llegando a algún tipo de entendimiento con Roberto Suárez”
En enero de 1983 Roberto Suárez volvió a ser noticia En momentos en que se le
buscaba intensamente en la zona selvática por elementos de represión al
narcotráfico, “el rey de la cocaína” era operado de la vesícula en la Clínica
Petrolera, el más importante hospital privado de Santa Cruz, ubicado en pleno
centro La misma prensa sabía que ahí estaba Suárez, pero la policía “llegó
tarde”
A principios de julio de ese año Roberto Suárez concedió una entrevista
“clandestina” a un grupo de periodistas bolivianos El narcotraficante negó
tener vinculación con el negocio de la droga, pero los periodistas pudieron
observar que las medidas de seguridad eran extremas y él mismo confirmó que
tenía a su servicio más de un centenar de hombres armados, “metralletas marca
Steyr Bainler, 12 aviones de combate, entre ellos seis ‘Tucano’, algunos de
ellos equipados con misiles y una nave de despegue vertical” En realidad, ni
los Tucano brasileños ni el supuesto Harrier de despegue y aterrizaje vertical
fueron nunca vistos ni fotografiados ni por la prensa ni por las autoridades,
por lo que se duda que los posea.
Fue en esa oportunidad cuando este “padrino” boliviano pidió hablar con el
presidente Siles Zuazo En realidad, ya un mes antes, por intermedio del
secretario privado de la Presidencia, Mario Alarcón, el doctor José Luis
Velázquez había solicitado una entrevista de Suárez con Siles La respuesta del
mandatario boliviano fue que no trataba con delincuentes
Según declaraciones de Mario Alarcón a la Comisión de Constitución Justicia y
Policía Judicial, el 17 de septiembre de 1984, “el presidente Siles llamó a su
despacho al presidente de la Comisión de Lucha contra el Narcotráfico, Rafael
Otazo y le narró su entrevista con Velázquez De un modo clarísimo le dijo: ‘Tú
verás qué haces’ Una vez dada la información a Otazo, el Presidente me dijo:
‘Si usted vuelve a tener contacto con ese Velázquez, dígale que visite a
Otazo'” Posteriormente el facultativo buscó a Otazo y éste viajó a El Beni y
tuvo una reunión con Suárez.
La entrevista se hizo pública en agosto de 1984 Otazo, ante la prensa, elogió a
Suárez Gómez como un ciudadano e “industrial ganadero”, que “habló con cariño
de sus proyectos para que este país progrese” Y dijo que Suárez Gómez había
ofrecido otorgar al gobierno de Siles Zuazo un crédito de 2,000 millones de
dólares en partidas de 500 millones semestrales Por su parte, en cartas
publicadas en la prensa, el hombre más buscado de Bolivia se refirió a Otazo
como “un hombre cuyos atributos personales jamás serían cuestionados por nadie
un honesto funcionario público un meritorio ciudadano” El 7 de septiembre el
gobierno cesó en sus funciones a Rafael Otazo.
A finales de octubre de 1984, Siles Zuazo ordenó la mayor ofensiva jamás
lanzada contra el imperio de la droga en Bolivia Seis avionetas Cessna, dos
modernos helicópteros Gaviao, un transportador Hércules 130 y un Fokker
camuflado, con un total de 150 hombres, se dirigieron a El Beni, centro de las
actividades del multimillonario Roberto Suárez Los pilotos desconocían el
objetivo.
El primero fue “Villa Gata”, una de las grandes haciendas de recreo de Roberto
Suárez Jorge Luna, de Prisma, quien participó en el operativo, describió así
“Villa Gata”: “Una gran valla de pelea de gallos es lo primero que ve el
visitante, rodeada de bien cuidadas jaulas para más de 50 gallos Luego, cerca
de un impresionante jardín de bellas rosas, otra jaula encierra a exóticos
ejemplares de la selva beniana: tucanes, papagayos, loros y otras coloridas
aves El famoso Leopardo de Roberto Suárez no estaba ese día en Villa Gata La
casona es cómoda pero sin grandes lujos, a la usanza de los ganaderos de la
región: tres grandes dormitorios, con modernos baños, un gran comedor y varios
locales para el esparcimiento, llenos de hermosas hamacas, algunos portales y terrazas,
muchas flores y dependencias secundarias, como para alojar a más de 40 hombres
Lo más enigmático: una caja fuerte que nunca pudo ser abierta. Esta misma
tarde, en similares operativos, la policía encontró un moderno campo de
entrenamiento paramilitar, con polígono de tiro, trincheras, campo de
obstáculos y alojamiento para cien hombres”
Otras tres haciendas, que los organismos de lucha contra el narcotráfico
señalaron como propiedades
de Roberto Suárez, fueron ocupadas, sin que hubiera resistencia, en un par de días: “Selva Negra”, “El Mosquito” y “San Vicente” Según las autoridades, “San Vicente” era el principal reducto de Suárez En la lujosa estancia, cuya vivienda cuenta con 40 habitaciones, una gran pista de baile, un salón de juego, una sala de radiocomunicaciones y aire acondicionado, no encontraron rastros de laboratorios de cocaína.
de Roberto Suárez, fueron ocupadas, sin que hubiera resistencia, en un par de días: “Selva Negra”, “El Mosquito” y “San Vicente” Según las autoridades, “San Vicente” era el principal reducto de Suárez En la lujosa estancia, cuya vivienda cuenta con 40 habitaciones, una gran pista de baile, un salón de juego, una sala de radiocomunicaciones y aire acondicionado, no encontraron rastros de laboratorios de cocaína.
La información oficial, suministrada por el subsecretario del Interior, Gustavo
Sánchez, indicó que con las haciendas incautadas, droga, aviones, armas, equipos
de comunicación y municiones, el daño infligido a Suárez Gómez superó los cien
millones de dólares.
Pero el “pez gordo” del narcotráfico en Bolivia, que inclusive mantiene una
polémica pública en la prensa con el embajador norteamericano en La Paz, Edwin
Corr (exfuncionario de la DEA), a quien acusa de proteger a ciertos
narcotraficantes, logró escapar.
Desde la clandestinidad, sigue actualmente desafiando al gobierno, a través de
cartas que hace llegar a la prensa local, en las que amenaza con “revelar”
nombres de funcionarios, supuestamente vinculados con el negocio de la cocaína.
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