Por: Rolando Carvajal / Publicado en el periódico Pagina
Siete el 18 de enero de 2017.
En el verano lluvioso de Cobija no lo es todo el aroma de la
tierra roja y húmeda, que a ratos es desplazada por la fragancia del jarajorechi,
la esencia que se expande en la atmósfera de la capital pandina.
Tampoco lo es la brisa brasileña que sopla desde la otra orilla del río
Acre, ni la continua e influyente migración altiplánica desde los tiempos del
general José Manuel Pando y sus batallones paceños de 1902, ni el predominio
oriental desde la era dorada de Nicolás Suárez Callaú y su emporio del caucho
hacia 1890.
Ni siquiera lo es el portugués acelerado de los vecinos del
norte, hablado con mayor frecuencia en tiendas y residencias médicas; ni el
español colla-camba de los mercados, oficinas y colegios, donde se asientan
migrantes del altiplano y de los valles.
Es, más bien, el entorno socialmente diverso y de pluralidad
étnica el que le da el aire de multiplicidad cultural que ostenta la capital
pandina, y que emana en cada rincón: de un parque, calle, restaurante o
cualquier ambiente público, como en ninguna otra parte de Bolivia.
Con base en la milenaria presencia indígena amazónica -hoy
desplazada hacia reductos alejados, donde yaminahuas, machineris, araonas y
pacahuaras procuran no desaparecer- la diversidad se respira especialmente en
el mestizaje, que deviene de añejas incursiones poblacionales desde diversas
geografías y tiempos.
La más antigua: el coloniaje hispano, desplegado desde las
Misiones Jesuiticas de Moxos y aún desde Santa Cruz, con enclaves en Riberalta
y Trinidad, aunque ya hacia 1500 el Imperio inca intentaba establecer el gran
Paitití en esta región. Luego, la llegada intermitente de portugueses y otros
expatriados, con escala en Manaos, Belén de Pará, Porto Velho o Río Branco.
También la migración japonesa que, a fines del siglo XIX,
comenzó a poblar la "barraca Bahía”, proveniente de la alta cuenca del río
Madre de Dios.
Grandes aventuras decimonónicas, como el caucho de Tambopata
o el tren transamazónico, y hazañas, como la travesía de un barco por tierra,
lograda por Fermín Fitzcarraldo, uniendo mediante un istmo o varadero las
cuencas fluviales del Ucayalí y Madre de Dios, en 1894. Llevaron por entonces a
familias niponas a recalar en "La perla del Acre”, incluso antes de la
guerra con Brasil (1902-1903).
Llamada "Barraca Bahía” en tiempos de Suárez,
"Puerto Bahía” desde su fundación, en 1906, y Cobija desde 1908, era en
sus inicios un punto de acopio de pesadas bolachas de goma cercano a
"barraca Porvenir”, otro de los bastiones de la casa Suárez, con cuartel
general en Cachuela Esperanza, entre Riberalta y Guayaramerín.
De aquel tiempo data la descendencia actual de los Shimokawa
y Suzuki, de los Fukumoto y Murakami, entre otras familias ya tradicionales en
Pando, que en varios casos, junto a los locales Ojopi, Queteguari, Yapovenda,
por ejemplo, se han unido a los Melena o Silva para conformar frondosas
familias.
"Aquellos nipones constructores del tren amazónico,
bajando por el Tahuamanu, llegan a Barraca Porvenir pasando por Filadelfia,
donde algunos decidieron quedarse… los más continúan hacia Riberalta y el resto
a Puerto Bahía”, relata Pinki Landívar Higashi, en su columna publicada en Sol
de Pando.
Más emigrados
A mediados del año pasado, en una entrevista con Sol de
Pando, el capitán de aviación civil Anibal Arab Fadul -cuyo nombre conserva el
nuevo aeropuerto entregado en 2016, en reemplazo del que sirvió desde 1984-
recordó entre sus condiscípulos de los años 40 y 50 a los hermanos Von Boeck,
Hassad, Farah y Maradés, junto a los Díaz, Coelho y Watanabe, entre varios
hijos de migrantes libaneses, alemanes, italianos, portugueses y japoneses.
Apellidos de honda raíz cruceña, como los Vaca Diez, Alpire,
Fernández, Gutiérrez, Reyes o Bravo, incluidos los de origen sefardí (Antelo, Cortez,
Cuéllar, Peña, Ribera) se enlazan en oportunidades con otros, como Nina,
Condori o Mamani, de la migración quechua y aymara, que forman un 40% de la
población actual (32% en 2008, según un estudio del PIEB).
Como diría José Salmón, Cobija "tiene un aspecto
peculiar, sui géneris, que no es boliviano; es decir, no es colla, ni beniano,
ni cruceño. Tampoco es una ciudad brasileña, ni tiene parecido a ninguna otra”
(Por tierras calientes, 1928).
Quizá por ello no sorprende que el mayor héroe regional sea
Bruno Racua (1879-1832), un tacana proveniente de Ixiamas, de la selva paceña.
Al mando de Suárez, en barraca Porvenir, Racua entrenó, en 1902, la partida de
flecheros que incendiaron un polvorín brasileño en la otra orilla del Acre,
mientras el capitán Federico Román y su patrón encabezaban la "columna
Porvenir”, dispersando entre todos a tropas brasileñas y siringueiros
mercenarios, como apuntan reseñas del periodista Irguen Rosas y el historiador
Raúl Calderón.
Racua, Suárez, Pando
Tampoco extraña que un escultor de los valles cruceños,
David Paz, famoso por las efigies de su Madre india, Cañoto y El chiriguano, en
Santa Cruz, entre otras obras en hormigón, sea el autor de una columna de 14
metros de altura erigida en homenaje a los héroes de la batalla de Bahía que,
junto a la naturaleza y la vigencia indígena, exalta las figuras de Pando,
Suárez y Racua.
La triple efigie está emplazada en el centro de la
exterminal área. La rodean el popular Parque piñata, el museo municipal y el
monumento al Carretero y su histórico carretón oriental.
Alrededor del obelisco, Paz, discípulo de Lorgio Vaca,
diseñó cinco bloques representando lo más significativo de las provincias
pandinas: el caudal de los ríos y su riqueza piscícola en Madre de Dios y
Manuripi, la siringa en Abuná, las etnias amazónicas en Federico Román y la
exuberancia de la flora en Nicolás Suárez.
Hoy en Cobija, Pando, ya no viven de las bolachas de caucho,
pero sí de las regalías e impuestos petroleros (75 millones de dólares promedio
anual entre 2005 y 2013, según YPFB) y del comercio legal e ilegal, desde
puertos chilenos o la frontera con Brasil, y de la exportación de almendra (190
millones de dólares en 2015, según los productores). Esos montos bajaron en
2016, desnudando la crisis después de la bonanza.
Sin embargo, su ancestro indígena, expresado en el rostro y
contextura de buena parte de sus habitantes originarios, permanece y retrotrae
a la toponimia de los ríos, donde es frecuente el "manu” de Manuripi,
Tahuamanu, Manurimi o Manurape.
Otra denominación alude a los sayubú, esa variedad de
picaflores que merodean con avidez los jarajorechis, libando el néctar de esta
azucena amazónica que en Tarija llaman amancayas.
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- LA PANDINA CONSUELO DÍAZ FUE LA PRIMERA MISS BOLIVIA
- LA BATALLA DE RIOSINHO Y MAXIMILIANO PAREDES
- 26 DE ENERO DE 1903.- EL PRESIDENTE PANDO DECIDE INTERVENIR PERSONALMENTE EN EL ACRE
- REFRESCANDO LA MEMORIA HISTÓRICA NACIONAL, 6 DE AGOSTO DE 1825: CREACIÓN DE BOLIVIA
- 9 DE FEBRERO DE 1906.- FUNDACIÓN DE COBIJA
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- LA PANDINA CONSUELO DÍAZ FUE LA PRIMERA MISS BOLIVIA
- LA BATALLA DE RIOSINHO Y MAXIMILIANO PAREDES
- 26 DE ENERO DE 1903.- EL PRESIDENTE PANDO DECIDE INTERVENIR PERSONALMENTE EN EL ACRE
- REFRESCANDO LA MEMORIA HISTÓRICA NACIONAL, 6 DE AGOSTO DE 1825: CREACIÓN DE BOLIVIA
- 9 DE FEBRERO DE 1906.- FUNDACIÓN DE COBIJA
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