Procesión en la plaza de Sorata en 1930, durante una fiesta patronal.
La quina es la corteza de un árbol (Cinchona calisaya) que era utilizada, antes
del descubrimiento de América, por las culturas precolombinas del Perú, como un
medicamento para combatir la malaria.
La corteza fue descubierta a principios del siglo XVII en el Virreinato del
Perú, Corregimiento de Loja, cerca del pueblo de Malacatos (hoy Ecuador); se
empleaba como tónico, extracto, tintura o jarabe.
La quina contiene diversos alcaloides como la quinina, quinidina, cinconina y
cin-conidina, todos sirven para combatir el paludismo o malaria.
Sus virtudes fueron reconocidas en Europa recién en 1631, fecha en que fue
llevada por el jesuita Alonso Messia Venegas a Roma, enviado por el primer
farmacéutico del Colegio Máximo de San Pablo de Lima (Perú), el jesuita
italiano Agustino Salumbrino quien había observado en el Perú, su uso para
eliminar las tembladeras producidas por el paludismo, malaria, terciana (fiebre
cada 3 días) o chujchu (tembladera).
Desde 1638 el tratamiento de la malaria en Europa se basó en un extracto de la
corteza del árbol de la quina, extracto que contenía la quinina.
Se dice que el nombre del género “Cinchona” proviene del apellido de la condesa
de Chinchón (esposa del Virrey del Perú o conde de Chinchón) a quien la quina
curó.
La quina se comenzó a usar masivamente en el siglo XIX para la obtención de la
quinina. Su incidencia en el volumen de exportación era ya importante en 1826,
cuando Pentland (británico) elaboró un informe sobre Bolivia, en el que asignó
a la quina un 12 % del total de productos exportados.
En 1830 el Presidente de Bolivia Andrés Santa Cruz, otorgó facilidades legales
a quienes organicen empresas para explotar la quina y así poder obtener más
impuestos para Bolivia.
El auge de la explotación de la quina se produjo en 1850, cuando numerosos
pio-neros se adentraron en las zonas tropicales de Bolivia, como Mapiri,
Guanay, Apolo e Ixiamas, para extraer la corteza.
La existencia de un banco rescatador de quina y el monopolio estatal para su
exportación, así como los altos costos de transporte de las regiones
productoras del norte de La Paz hasta la costa, imposibili-taron un mayor
desarrollo de la produc-ción.
En 1850 en Mapiri y Guanay (provincia Larecaja) existían rescatadores como Otto
Richter, en Apolo (provincia Franz Tamayo) rescatadores como Aurelio Arias y en
Ixia-mas (provincia Iturralde) habían rescata-dores como Leandro Loayza y
otros.
En estas 3 provincias había plantaciones silvestres de quina amarilla (Cinchona
cali-saya). Generalmente los rescatadores no pagaban todo en dinero a los
explotado-res, sino en víveres, ropa y otros. Así por ejemplo, se cuenta que la
ex casa Gunther de Sorata, pagaba inclusive, parte de la quina a los
rescatadores, con botellas de champán francés, que importaba directa-mente
desde Europa.
En 1879 Otto Richter tenía un almacén en la calle Comercio de la ciudad de La
Paz, donde rescataba quina, oro y objetos de plata, asimismo vendía enlatados y
otros productos importados y realizaba gi-ros a Lima, Londres, París y
Frankfurt (Alemania).
Los precios de la quina decayeron notablemente en 1880 debido a que en 1865 el
británico Ledger llevó desde el Alto Beni, 12 libras de semillas de los
ár-boles de quina a la Isla de Java, en las Indias Orienta-les Holandesas
(actual-mente Indonesia-Asia).
En 1930 el sudeste asiá-tico producía el 90 % de la producción mundial de
qui-na. En 1930 químicos ale-manes sintetizaron el Ata-brine (clorhidrato de
quina- crina) más eficaz que la quinina y menos tóxico. En 1944 los quí-micos
estadounidenses Robert Woodward y William Doering consiguieron sintetizar la
quinina a partir del alquitrán mineral.
La explotación de la quina y su posterior traslado al principal centro de
acopio como fue Sorata, debió lograr un “gran movi-miento económico” en esa
población, res-tos de este apogeo que pueden incluso observarse hasta el
presente, reflejados en las imponentes construcciones de esa localidad.
Para la explotación de la quina, prime-ramente se ubicaban los diferentes
árboles en la selva, posteriormente se procedía a derribarlos (se producía la
extinción de los árboles) para luego extraer toda la corteza (quina). El
rendimiento aproximado era de unos 4 a 6 quintales de corteza de quina de un
gran árbol. Entre los peligros que se podían tener al explotar la quina estaban
los encuentros con los animales de la sel-va, principalmente con el oso
jucumari (oso andino o de anteojos). Los explotadores durante su tarea en la
selva, veían también a componen-tes de la etnia leca.
Son legendarios los viajes de los comerciantes enterna-dos y con corbata por
los ríos Mapiri, Kaka y Tipuani, en las balsas de troncos de madera balsa,
embarcaciones que eran impulsadas a remo por balseros lecos.
Las cortezas se transporta-ban por ejemplo, desde Ma-piri en mulas a centros de
acopio, como Sorata (7 días de caminata desde Mapiri hasta Sorata), a la casa
Richter (1830-1880) y lue-go a la casa Gunther (1880-1940), donde se procedía
con su comercialización (rescate) y clasificación, para su posterior transporte
en camiones marca “Sau-rer” y su exportación vía Puerto Pérez en el Lago
Titicaca y luego al Puerto de Mollendo en el Océano Pacífico, para finalmente
trasladar la quina a los paí-ses de ultramar (Estados Unidos y Europa).
En Estados Unidos la quina era utilizada para combatir la temible malaria o
palu-dismo, enfermedad para la cual hasta el presente no existe una vacuna.
Era la famosa “cadena de comerciali-zación” selvas larecajeñas-Sorata-Puerto
Pérez-Puerto Mollendo-Ultramar, “cadena de comercialización” que hizo lo que
Sora-ta fue y nunca más volvió a ser (gran movi-miento económico, uso de
pianos, sillas y otros de origen norteamericano y europeo y la presencia de una
“sociedad” culta, en fin, exquisita).
Recordemos que asimismo se comerció con otros productos como la goma y el oro.
Los diversos transportes (barcos, camio-nes, etc.) para no retornar vacíos a
Sorata, llevaban una infinidad de mercaderías a Sorata tales como pianos,
champán fran-cés, sillas austriacas, teteras suecas, etc.
En 1883 se iniciaba la construcción del Canal de Panamá y la malaria junto con
la fiebre amarilla cobraban la vida de 200 trabajadores cada mes.
En la década de 1940 existió un primer reavivamiento en el comercio de la
quina, debido a la Segunda Guerra Mundial, don-de las plantaciones de quina de
Indonesia cayeron en manos de Japón. Debido a la malaria murieron cerca de
60000 soldados norteamericanos en la II Guerra Mundial.
Entre 1960 y 1970 se produjo un segun-do reavivamiento de la comercialización
de la quina, principalmente para su uso en la Guerra de Vietnam (Vietnam del
Norte ver-sus Vietnam del Sur, con la participación de Estados Unidos, donde
los soldados enfermaban con malaria, paludismo o ter-ciana). La quina salía en
avión desde Mapiri hacia la ciudad de La Paz. Entre algunas de las rescatadoras
ubicadas en la ciudad de La Paz, estaban “Gasser” y “Estrella Azul”.
La malaria o paludismo es una enfermedad humana, de las aves y de los monos,
cau-sada por la infección de un protozoo del género Plasmo-dium transmitido por
la pica-dura de un mosquito del gé-nero Anopheles. Los sínto- mas generales de
la malaria son escalofríos, sudoración y fiebre intermitente (cada 3 ó 4 días).
Existen 4 formas de malaria según el agente cau-sal, así se tienen las debidas
a Plasmodium: (1) vivax, (2) falciparum, (3) malariae y (4) ovale.
Actualmente ya no se usa la quina porque existen medicamentos sintéticos menos
tóxicos que la quinina; así por ejemplo actualmente en los diferen-tes
hospitales de Bolivia, para el tratamien-to de la malaria se usa el fármaco
llamado cloroquina. Se debe recalcar que también en 1973, existían pacientes
con casos combinados (ejemplo P. falciparum + P. vivax) en la frontera con el
Brasil. Actual-mente un tipo de malaria muy difícil de combatir, también es
traída por personas que llegan a Bolivia, procedentes del África.
Toda esta espléndida historia fue retrata-da en fotografías por el ojo mágico
de un alemán, quien vivió en la Provincia Lareca-ja y Sorata, él fue conocido
simplemente como “Ferman”.
Publicado en el periódico El Diario, 13 de Octubre de 2015.
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