“Los guerreros de Jumbate eran enormes, gigantes”. El alcalde de Tarabuco,
Eliseo Sesgo, cuenta lo que escuchó desde niño de su abuela: “Los tarabuqueños
—dirigidos por los militares Calisaya, Carrillo, Miranda y Pacori— vencieron a
los españoles disfrazando arbustos con ponchos”.
Fue el 12 de marzo de 1816, en tiempos de batallas independentistas, cuando un
grupo de combatientes del pueblo de Jumbate (cercano a Tarabuco) registró una
estratégica victoria sobre el ejército realista. “El pasaje aparece apenas
citado en textos históricos; la mayor fuente de información es la tradición
oral ”, explica el antropólogo Milton Eyzaguirre. La representación de los
guerreros como gigantes no es casual pues la característica vestimenta de los tarabuqueños
incluye el nnku o capa, las ojotas con altas plataformas y la montera de cuero
con flores “que los hacen ver como seres mucho más grandes que el promedio”.
La Villa de Tarabuco (Chuquisaca) fue fundada por orden del virrey Francisco
Toledo el 29 de junio de 1870 en las faldas del cerro Kjara Kjara. Sin embargo,
su historia se remonta al menos 500 años antes, cuando floreció el reino
Yampara “en un territorio que hoy cubre las provincias de Oropeza, Yamparáez,
Tarabuco, Zudáñez, en Chuquisaca, y una parte del norte de Potosí”, sostiene
Gladys Vedia en el ensayo Tarabuco: música, danza y colorido (Revista Agua del
Inisterio Nº 3, Fundación La Plata)
Los Yampara fueron dominados por el imperio inca que envió una casta de guerreros que tenían la misión de frenar los avances chiriguanos a la zona “que era considerada frontera del imperio”, recalca Eyzaguirre.
Con la llegada de los españoles, Tarabuco tuvo una población mestiza que
conservaba el espíritu militar como herencia y que, hacia fines del siglo XIX,
apoyó mayoritariamente el proyecto independentista. “El 12 de marzo fue la gran
batalla en Jumbate”, cuenta el alcalde Sesgo. Los españoles eran más que los revolucionarios
pero éstos idearon la estrategia de disfrazar los arbustos de payares con sus
ponchos para que el enemigo gaste sus municiones y cansado, sucumba ante los
tarabuqueños.
“Desde entonces, el baile del pujllay —tradicionalmente un agradecimiento a la
Pachamama por la cosecha— se convirtió también en una celebración de la
victoria militar”, puntualiza el antropólogo. Y es en Jumbate, precisamente,
donde mañana 70 comunarios repetirán con su danza su tributo a los
guerreros.
Fuente: www.derechoshumanosbolivia.org / Foto: Hombre de Tarabuco.
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