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PATIÑO MODERNIZA SUS EQUIPOS, DISPUTAS EN LOS ALREDEDORES DE "LA SALVADORA"

Foto: Valparaíso - Chile familia Patiño, c. 1904: René, Albina Rodríguez Ocampo, María Elena, Antenor, Graciela y Don Simón I. Patiño. Credito: Fundación Simón I. Patiño.

Fuente: Llallagua: historia de una montaña de Roberto Querejazu Calvo.

Patiño estableció su cuartel general en Oruro. Dejó a Alberto Nanetty como administrador de "La Salvadora" y encomendó a su hermano Ernesto G. Quiroga, a quien lo unía un entrañable afecto, que sirviese de enlace entre la mina y la ciudad, encargándose, al mismo tiempo, de atender asuntos en Llallagua, Uncía y otros puntos donde se requería una persona de su más absoluta confianza.
Era urgente tener más terreno en la montaña. Con cuatro hectáreas su empresa estaba condenada a consumirse a sí misma en poco tiempo. No había espacio para maniobrar. Las pequeñas áreas alrededor de "La Salvadora" fueron obtenidas con el nombre de "Demasías Juan del Valle". Al lado se pidieron cuatro hectáreas con la denominación "Tres Socias", no como concesión "socavonera" sino para tener campo para los trabajos exteriores. En mayo de 1903 se solicitaron 20 hectáreas llamadas "Inca" entre "La Salvadora" y la concesión "San José" de la "Compañía Minera de Uncía". El dueño de ésta, Juan B. Minchin, formuló oposición afirmando que no había terreno franco. Se entró en un pleito que terminó mediante una transacción cuatro años más tarde. 
No existía ningún plano minero de la región y esto era semillero de discordias. Minchin, por su propia cuenta, en su condición de ingeniero, hizo un levantamiento de todas las concesiones existentes en la montaña de Llallagua en 1903. Encontró que había terreno franco en medio de los intereses de Pastor Sainz, que había pasado desapercibido para éste. Pidió la "Intermedia" entre "Realenga", "Quimsachata" y "San José Chico". Sainz resistió la intromisión. En 1905 ambos llegaron a una transacción general y la "Intermedia" pasó a ser propiedad de Sainz. 

En 1907 Patiño obtuvo orden judicial para tomar posesión de las 20 hectáreas de su pedimento "Inca". Ahora era la "Compañía Estañífera de Llallagua", que un año antes había comprado los intereses de Pastor Sainz, la que negaba que hubiese terreno disponible. Patiño ordenó a Nanetty que concurriese al acto acompañado de todo el personal de empleados y obreros de "La Salvadora". "Tenían la obligación de apoyar a la organización en la que se ganaban la vida". Por su parte, el directorio de la empresa chilena había cablegrafiado a su administrador desde Santiago: "Está usted autorizado para resistir e impedir la operación a toda costa". El empleado de la compañía Llallagua, Ubaldo Parada, llegó a agredir al abogado de Patiño, Valerio Delgado, e insultó al intendente de Uncía. Pese a la resistencia, Patiño tomó posesión de "Inca". A poco, trabajadores de uno y otro lado estuvieron a punto de atacarse con puños y barrenos cuando una galería abrió inesperada comunicación sobre la propiedad ajena. Patiño pidió amparo al Presidente de la República, Eliodoro Villazón, contándole lo ocurrido: "La gente de la compañía Llallagua desvió una galería y saliendo del perímetro de sus concesiones atravesó una distancia de más de 200 metros llegando hasta la veta de "La Salvadora" dentro de mi propiedad. El señor Julio Foster Recabarren, gerente y administrador de la compañía Llallagua, ha declarado que se tomó esa acción siguiendo el consejo de su abogado boliviano, señor Benigno Guzmán, lo que me parece escandaloso... ". 
En 1912, el técnico Jorge Bastide, que dirigía los trabajos en una de las galerías de la empresa Patiño, persiguió la ramificación de una veta sin hacer mensuras apropiadas de su avance. En un momento dado los disparos de dinamita abrieron comunicación con una galería de la organización chilena. Otra vez los obreros de ambos costados se amenazaron con sus herramientas y explosivos. Máximo Nava, a la sazón gerente de Patiño, y Emilio Díaz, administrador de la "Llallagua", detuvieron la beligerancia de sus hombres, suspendieron labores en la zona llamada Quimsachata, y acordaron definir el problema en los estrados judiciales. 

La compañía chilena pidió el apoyo de su gobierno y éste movilizó a su misión diplomática en La Paz. El presidente Villazón escribió a Patiño recomendándole buscar un arreglo amigable. El minero respondió: "Comprendo perfectamente las preocupaciones que le está causando la compañía Llallagua con sus quejas y reclamos y tengo mucho interés en la comisión que usted está enviando para que averigüe todo lo ocurrido. De acuerdo con sus deseos trataré de llegar a un acuerdo amistoso". El asunto siguió discutiéndose los años posteriores. Intervino también el presidente Ismael Montes. El abogado Arturo Loaiza defendió los puntos de vista de Patiño frente a las argumentaciones del diplomático chileno Alberto Yoacham Vargas. Finalmente, árbitros dirimidores determinaron que la empresa Patiño había avanzado en terreno ajeno extrayendo 10.000 quintales de barrilla de estaño. Simón I. Patiño aceptó el fallo. La empresa chilena cobró una indemnización de 400.000 libras esterlinas. Ante los reclamos contrarios la rebajó a 200.000. Durante los años siguientes se discutió la forma de pago: ¿Sería en barrilla, en dinero o permitiendo a los acreedores extraer mineral de la propiedad de su deudor? Se optó por este tercer sistema. Entre 1919 y 1921 la "Compañía Estañífera de Llallagua" cobró el total de su indemnización sacando mineral de la rica veta "Regis" de Patiño. 

El montaje del ingenio pedido a Alemania en 1901 se lo hizo bajo la dirección de los ingenieros germanos Gustavo Hinke y N. Bunch, contratados en Chile. Se lo ubicó en las afueras del pueblo de Uncía, al lado del ingenio "Victoria" de Minchin.
Se planteó entonces el problema del acarreo del mineral desde la cumbre Juan del Valle hasta el ingenio, una distancia de varios kilómetros en pendiente. El servicio de llamas era lento e inseguro. Lo había experimentado ya Patiño cuando tuvo arrendado el pequeño ingenio Catavi, de Sainz. Propuso al indio que le servía como arriero que ampliase su negocio comprando burros para sustituir a las llamas. Él adelantaría el capital necesario y firmaría un contrato asegurando abundante carga. 

-"Los burros son caprichosos, patrón" -respondió el indio-. "Algunas veces no quieren trabajar y se quedan empacados. En la época de lluvias los senderos son resbaladizos y los burros pueden caerse en los barrancos con su carga. No se los puede apurar. Avanzan al paso que ellos quieren... Tu proposición es interesante, señor, pero con burros es diferente". 
Simón I. Patiño nunca olvidó la tozudez de su amigo. En el correr del tiempo, cuando alguna vez tuvo que rechazar proposiciones de negocios que no le convenían, contestó con maliciosa sonrisa y dejando desconcertado a su interlocutor: "Su proposición es interesante, señor, pero con burros es diferente".

El substituto de los burros fue un andarivel que conectó el socavón en la cumbre Juan del Valle con el ingenio Miraflores en el pueblo de Uncía. Se lo adquirió en Alemania a un costo de miles de libras esterlinas. 
Durante algún tiempo Patiño vendió sus minerales en Europa por medio de la firma de Félix Avelino Aramayo, que le hizo importantes adelantos de dinero para ayudarlo en sus necesidades, cada día mayores. Aramayo le propuso comprarle la mitad de su negocio y tomar la dirección técnica y administrativa. Patiño rechazó la oferta y poco después canceló sus contratos y deudas con Aramayo. Decidió una venta más directa de sus barrillas por medio del "Banco de Tarapacá y Argentina Limitado" (que en 1907 se convirtió en el "Banco Anglo - Sudamericano" y desde 1936 en el "Banco de Londres y Sud América). 

Patiño tenía menos tiempo para visitar la mina con la frecuencia de antes. Pidió a Nanetty en junio de 1905: "Le agradeceré mucho que me escriba con frecuencia y con más detalle. Quiero estar siempre bien informado de todo lo que está pasando allí... Quiero que los inventarios se hagan con mucha exactitud. Estos y los libros de contabilidad deben estar listos a principios del próximo mes, con los comprobantes de caja clasificados, de manera que el contador de esta oficina encuentre todo en orden cuando vaya a hacer la inspección". 
En 1907 la salud de Nanetty decayó. Patiño lo dejó como administrador de "La Salvadora" pero puso sobre él a Máximo Nava, con el cargo de gerente. Nava era ingeniero y hombre de gran vitalidad y coraje. 

Jorge Zalles, que visitó la región de Llallagua en este período, comentó en su libro "Quinientas Leguas a Través de Bolivia": "De Huanuni a Uncía se hace el trayecto siguiendo el río hasta la cordillera de Bombo... De la cumbre de Bombo descendimos a una profunda quebrada. La senda para las mulas sigue el lecho de esta quebrada, luego cambia de dirección y asciende otra vez a la serranía, aproximándose a la célebre mina de Pastor Sainz, que ha dado una fortuna a su propietario. Esta mina, por los informes que tomamos, tiene los metales más ricos de la zona. El sistema de trabajo en la empresa es muy anticuado y casi todo se hace a mano y siguiendo sistemas primitivos. La mina está situada en la parte media de la montaña cerca del pueblo de Llallagua. Dejamos esta población y continuamos nuestro avance faldeando la montaña. Al oscurecer nos aproximamos al ingenio Victoria de la empresa de Juan B. Minchin. El gerente de la mina, señor Montieth, nos proporcionó alojamiento por esa noche en la casa de administración que ofrece bastante comodidad. No tuvieron igual suerte nuestro animales, pues nos fue muy difícil conseguir forraje. Sin embargo, a indicación del mismo gerente, conseguimos algo de la empresa del señor Patiño, que se halla un poco más arriba. Al día siguiente subimos a la mina de Minchin, que está cerca de la cumbre del cerro y distante una legua del ingenio. Los metales se bajan por medio de un andarivel. La mina tiene varias galerías principales, pero no se halla completamente preparada... Penetramos con alguna dificultad hasta los frontones de donde se extraen los minerales, que son de buena calidad. Dentro de la mina nos era difícil andar y teníamos que ir de cuclillas... Afuera tuvimos una espléndida vista. A nuestros pies se hallaba la empresa de Sainz, hacia el costado derecho el pueblo de Uncía con dos ingenios y viviendas para 4.000 habitantes. Más allá un valle en forma de enorme cuenca con algunos caseríos y a nuestro frente la cordillera de Chayanta. Todavía más lejos y solo entre nubes pudimos descubrir los altos cerros de Colquechaca. En la tarde del mismo día visitamos el ingenio Miraflores del señor Patiño, cuyas instalaciones estaban por terminarse. Allí vimos un motor de gas de antracita, del último modelo descubierto en Alemania, que tiene la ventaja de que con muy poco carbón se obtiene el máximo de fuerza... Aparatos muy bien montados para la lixiviación de los minerales y el andarivel en construcción que debe bajar los minerales desde la mina. Esta empresa por su equipo será la primera de su clase. No tiene ni capital ni elemento extranjero en ella". 

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