Por: Tomas Molina Céspedes / 14 de junio de 2014. // Foto Manuel Marzana.
El entonces Teniente Coronel Manuel Marzana, chuquisaqueño, es quizás el máximo héroe de la Guerra del Chaco, defendió el Fortín Boquerón por 20 días y causó más de 4.000 bajas al enemigo. Fue capturado el 29 de septiembre de 1932 y estuvo prisionero en el Paraguay por casi cinco años. Durante su cautiverio, ante el maltrato que sufrían los prisioneros bolivianos, en fecha 19 de agosto de 1934, envió una carta al Estado Mayor Paraguayo, algunos de cuyos párrafos transcribimos a continuación:
“Una vez más me veo obligado a denunciar ante su autoridad varios hechos que se han producido últimamente… Desde hace cuatro meses aproximadamente, los prisioneros venimos siendo hostilizados con verdadera saña y odio por las fuerzas que nos custodian… A partir de los primeros días del mes de mayo del presente año, ya veníamos dándonos cuenta de que a los oficiales prisioneros en Campo Grande se los sometía a una cantidad de privaciones, aparte de que anteriormente se cometieron con algunos de ellos un sinnúmero de vejámenes y actos violentos (golpes de puño, látigo, cuchillo y palo)… No hace mucho que en el acantonamiento de jefes un soldado paraguayo descargó golpes de machete en la cabeza del Mayor Árias, por no haber entendido o interpretado éste las señas o ademanes que le hiciera el soldado de referencia. Un oficial ha sido despojado de su ropa y flagelado, posiblemente por la infracción de algún Reglamento que no conocemos ( a Acebey le echaron sal en sus heridas). Es verdaderamente inconcebible que en pleno siglo XX se registre este atentado contra la dignidad personal ( y como ese caso son los de los oficiales Navia, Mariaca, Canelas, Morató, Araníbar, Capriles, etc.)… El oficial paraguayo Duarte Bogado disparó su revolver contra un oficial prisionero acompañado de los insultos más soeces, sin que intervenga el Comandante del acantonamiento, teniente Miguel Godoy. Seguramente el subteniente Luis Romero habría caído víctima de otros disparos que nuevamente se disponía a hacerle su agresor. ¿Qué decir de la falta de alimentación que produjo dos muertos y setenta casos de enfermedad? Todo lo relatado culminó el 11 de julio con un ultraje incalificable: en el puesto de guardia se maltrataba lastimosamente al teniente Nemesio Justiniano… lo que justamente ocasionó indignación general y una protesta enérgica de sus compañeros de prisión… Un jefe paraguayo calmó los ánimos exasperados… Se impuso arresto riguroso a todos los oficiales de Campo Grande en los galpones… Otros oficiales, introducidos en una habitación, fueron apaleados; otros quedaron encerrados en letrinas. Hubo asimismo prohibición absoluta de mantener correspondencia epistolar y telegráfica por un lapso aproximado de tres meses; igualmente privación de agua para aseo personal (durante tres meses no se les permitió bañarse) y rasgado su ropa; reducción de la alimentación diaria a dos platos de maíz cocido, con unas galletas duras y de la peor calidad…”
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