Foto: Créditos Córdova Ortega.
“QUÉ LINDO ES PELEAR POR LA PATRIA”
“QUE BELLO DEBE SER MORIR DEFENDIÉNDOLE. LO ÚNICO QUE QUISIERA, DESPUÉS DE CADA COMBATE ES BESAR A MIS HIJOS…”
“HABÍA QUE EXTERMINAR AL ENEMIGO, Y ASÍ LO HICE. LAS PILAS ENVALENTONADAS POR EL ALCOHOL, NOS ASALTARON CINCO VECES... DESPUÉS DE ESTOS ATAQUES, LOS ENEMIGOS, QUEDARON TENDIDOS SIN VIDA EN EL MONTE…”
MAYOR DESIDERIO ROCHA URQUIETA (1902-1934)
Guerra del Chaco
El bravo capitán Rocha había venido al mundo en la ciudad de Cochabamba el 11 de febrero de 1902. Había hecho sus primeros estudios en la Escuela “Bolívar”, y cuando cumplió 17 años de edad ingresó al Colegio Militar para seguir la carrera de las armas.
Rojas Silva, Boquerón, Arce, Kilómetro Siete, Gondra, Conchitas y Cañada Cochabamba, son testigos fieles y severos de su glorioso camino. Fue uno de los pocos que con los restos del bizarro regimiento Campos se quedó a resistir la avalancha enemiga en Kilómetro Siete, después de la vergonzosa retirada de Alihuata. Ascendido por méritos de guerra al grado de Capitán, en marzo de 1933, había pasado en mayo al valeroso Campero 5º de Infantería. Luego, a principios de 1934, era profesor y Sub-Director de la Escuela de Oficiales de Reserva que había sido instalado en el Condado (Ballivián). Después había pasado a comandar el Batallón Rocha de Ametralladoras, la mejor reserva que tenía el I Cuerpo de Ejército, arma a la que profesó intensa afición y cariño, como lo demuestra la siguiente narración de un excombatiente que luchó a su lado: “Pasaría media hora, de pronto se incorporaron todos los del regimiento 36. Hubo un momento de sorpresa. Nadie articuló una palabra. Y, tras un instante de suspensión, hubo un estrepitoso clamoreo. ¡El Himno Nacional! “Exactamente. El Capitán Rocha hacía funcionar una ametralladora pesada y le graduaba magistralmente la vivacidad o intermitencia del fuego, que daba la impresión de un tambor redoblando el compás de nuestro himno. Recordándolo mentalmente o tarareándolo, coincidía inconfundiblemente la música con el bien medido tableteo. El Himno Nacional en ametralladora “era su especialidad”. El infatigable Rocha, el patriota de corazón, supo cumplir el juramento que había hecho a su esposa de defender a su patria hasta morir, como se vé en los siguientes acápites de una de las últimas cartas que había escrito un mes antes de ingresar al templo de la inmortalidad: “La razón porque durante varios días no te haya escrito —le dice—, es la de mis recargadas ocupaciones. Cubrimos el sector Conchitas, donde actúo como Jefe de Estado Mayor de Destacamento. “Mi batallón de ametralladoras se portó con lujo de coraje. Me llegó el momento de vengar la muerte de mi hermano Walter. No desmayé un solo momento; en mi faena trabajé de día y de noche.
Había que exterminar al enemigo, y así lo hice. Las pilas envalentonadas por el alcohol que beben antes de entrar al combate, nos asaltaron cinco veces consecutivas durante el día y en las noches hasta tres veces. Después de estos ataques, el enemigo, en su mayor parte, quedó tendido sin vida en el monte; los sobrevivientes retrocedieron llevándose gran número de heridos.
"He cumplido el deber de boliviano y la obligación de hermano. Esto no quiere decir que aquí he terminado. No he de perder ninguna oportunidad para cumplir mi juramento de defender mi patria hasta morir. “El día de ayer vino el Presidente, Dr. Salamanca, quien me felicitó dos veces delante de la tropa en formación. Muchos actos de heroísmo realizados por Rocha, posiblemente los más meritorios, permanecen ignorados. El último fue en Cañada Cochabamba, cuando al mando de su Destacamento, como delegado del Alto Comando para cortar la retirada al enemigo, supo comportarse como un verdadero héroe; pues cayó abatido por tres heridas mortales cuando al notar la flaqueza de sus soldados les había arengado mostrándoles el camino de la victoria tratando de infundirles valor y confianza para luego ubicarlos personalmente en las posiciones.
¡Era el 20 de mayo! (1934) Pues herido de gravedad en ambas piernas y en el pecho, había seguido alentando a los suyos hasta el último momento, es decir hasta que fue transportado a Ballivián a donde no alcanzó a llegar, pues falleció en el camino. Su muerte había causado en el ejército combatiente grandes manifestaciones de pesar, que fueron demostradas cuando eran trasladados sus sagrados despojos desde la humilde capilla ardiente que había sido eregido en un pahuichi de Ballivián, hasta la pista de aviación en medio de grandes manifestaciones de dolor. Muchos discursos habían sido pronunciados por sus camaradas y por los intelectuales que permanecían en Ballivián, antes de ser embarcados en el avión que debía transportarlos hacía la tierra que le viera nacer, en tanto que como homenaje póstumo era ascendido al grado de Mayor. Fue un patriota decidido, como lo demostró poco antes de su muerte en la acción de Conchitas, según uno de sus apologistas póstumos, cuando dice: “Le vi, aquella noche en el vivac junto a sus soldados, después de la ruda batalla de Conchitas. Empolvada su camisa de kaki, chispeantes aún sus ojos con la fiebre de la pelea, buscaba en la música un alivio para sus nervios en tensión. Cuando la mano prodigiosa de Armando Montenegro, puso con su guitarra en el silencio de aquella noche sin estrellas la cálida emoción de una melodía del valle, al hombre que desafiaba a su propio destino bajo tempestades de acero le vi enternecerse como un niño. “Qué lindo es pelear por la patria” nos decía, con esa proverbial llaneza criolla. “Que bello debe ser morir defendiéndole. Lo único que quisiera, después de cada combate es besar a mis hijos”, y abstraído parecía pensar en su riente campiña lugareña”. (La guerra con el Paraguay — Cnel. Julio Diaz A.) #cortegosky
Gloria a los hermanos Rocha. Heroicos hijos de esta ensangrentada tierra. Serán siempre recordados como auténticos hombres llenos de valor y desdén por su vida. Murieron en su ley.
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