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CAÍDA DEL PRESIDENTE JOSÉ MARÍA LINARES LIZARAZU

El 14 de enero de 1861 el Presidente José María Linares fue depuesto de su cargo por un golpe preparado por sus estrechos consejeros; Ruperto Fernández, Manuel Antonio Sánchez y el General Achá.  Posterior a esto tuvo que Salir al exilio en Tacna.

JOSÉ MARÍA LINARES (1810-1861)

Político y abogado boliviano, nacido en Potosí en 1810 y fallecido en Valparaíso (Chile) en 1861. Gobernó dictatorialmente la República de Bolivia entre 1857 y 1861.
Pertenecía a la linajuda familia, de origen español, de los condes de Casarreal. Estudió Leyes y, desde su juventud, ocupó importantes cargos públicos. Participó como jurista en las comisiones que elaboraron los Códigos jurídicos bolivianos. Fue ministro del Interior y ministro plenipotenciario en la corte madrileña entre 1840 y 1841. Su oposición al movimiento de Regeneración nacional le obligó a exiliarse en España en 1841. Siete años después pudo regresar a Bolivia y fue elegido presidente del Congreso.
Apoyó al presidente José Miguel de Velasco contra el general Manuel Isidoro Belzú. Al ser derrocado Velasco en 1848 por un golpe militar dirigido por Belzú, Linares se vio de nuevo forzado a abandonar Bolivia. Se estableció en Argentina, desde donde promovió algunas intentonas insurreccionales contra el régimen de Belzú.

13º PRESIDENTE DE BOLIVIA (1857 – 1861)

Tras la retirada de éste en 1855, pudo regresar a Bolivia. Presentó su candidatura a la presidencia de la República, pero las elecciones, que parecieron en principio concederle una clara victoria, fueron adulteradas por los belzistas, y Jorge Córdoba, yerno de Belzú, fue proclamado presidente. El 8 de septiembre de 1857, Linares se puso al frente del movimiento insurreccional que depuso a Córdoba tras dos años de gobierno dictatorial. Córdoba fue expatriado y Linares reconocido como presidente.
Con su subida al poder concluyó el período belzista de la historia boliviana. El suyo fue el primer gobierno civil que conoció Bolivia desde su independencia. Su gobierno despertó grandes expectativas. El país requería una profunda reforma que acabara con el desorden interno y estabilizara la caótica situación económica. Pero Linares, que se había erigido en el paladín del cambio político, abandonó todas sus promesas en cuanto se vio investido de poder. En marzo de 1858 estableció un régimen dictatorial, abrogándose poderes extraordinarios con la excusa de imponer su programa reformista contra los sectores del ejército y del clero que se oponían a él. La característica más sobresaliente de su mandato fue la feroz persecución de la disidencia política y la brutal violencia ejercida contra la insurrecciones populares que estallaron contra su gobierno a lo largo y ancho del país. Perdió el apoyo de las oligarquías que le habían aupado al poder y, estando ya gravemente enfermo, fue derrocado por un golpe de Estado encabezado por sus propios colaboradores, el ministro Fernández de Achá y el coronel Sánchez. Fue sustituido en la presidencia por un triunvirato provisional y expatriado. Se estableció en la ciudad chilena de Valparaíso, donde murió a los 51 años.

GOLPE DE ESTADO

Como no tenía el propósito de perpetuarse en el mando, trató de convocar a elecciones populares para la transmisión legal del mismo. El caudillismo militar, que aún no se había extinguido, conspiró constantemente contra el Dictador. Un golpe de Estado fraguado por dos de sus ministros, Achá y Fernández, en connivencia con el comandante de La Paz, el general Sánchez, le depuso el 14 de enero de 1861.  El dictador había sido traicionado por sus favoritos y luego exiliado del país.
Murió seis meses después en su exilio de Valparaíso, Chile, el 23 de octubre de 1861.

CURIOSIDAD

Mientras se encontraba como embajador de Bolivia en España, le toco firmar el tratado en que esa nación reconoció oficialmente la Independencia de Bolivia (desde 1825). A su regreso al país salió elegido diputado y, a poco, presidente del poder legislativo.
Cabe recordar, que en vez de retirarse de la vida pública e irse a vivir definitivamente a España, con todo el dinero que había heredado (al ser el descendiente de una familia de la nobleza española); Linares lo puso todo en su actuación política en el país. Llegó a gastar toda su fortuna en intentar y empeñarse obstinadamente en convertirse en Presidente de Bolivia hasta el extremo de morir casi en la miseria. Pero al final, su ferviente perseverancia lo llevó a subir a la presidencia del país; aunque cabe aclarar que esto después de haber financiado económicamente varios levantamientos militares y revueltas populares desde 1848, contra los gobiernos de los presidentes Manuel Isidoro Belzú y Jorge Córdova (a este último logró derrocarlo en la Batalla de Cochabamba de 1857).
Cabe acotar que Linares fue el primer presidente civil de Bolivia. 

PERSONALIDAD

La figura de Linares es singular y sugestiva. De estatura más bien mediana y delgado, de corte elegante y esbelto. Con aire de mando imponente y suave al mismo tiempo. Frente alta, ancha, verdaderamente espaciosa y despejada, con sienes amplias. Cabello negro, cuidadosamente peinado. La cara un tanto alargada y de piel blanca, tostada por el sol de la puna. Ojos negros y grandes. De una serenidad hecha de meditación y melancolía. Su fisonomía trasunta gran austeridad y aristocracia, la de un caballero.
Era considerado un jinete audaz y arrojado. De modales rápidos y nerviosos, sin dejar de ser ceremoniosos. Cortés y valiente solía según las personas que lo conocieron ser intolerante y algo brusco en la réplica, cuando se le contradecía; pero siempre con estilo y altura impecables, y cierto aire de superioridad, como de quien tiene la razón de su parte. Jamás se escuchó un insulto a nadie, aunque alguna vez se exaltara.
Excelente orador y pensador e incansable en sus labores y trajines. Intransigente con los demás, veraz como pocos gustaba de expresar la verdad, con justa indignación y cierta dureza.

SEMBLANZA DE JOSÉ MARÍA LINARES POR: IGNACIO VERA RADA

Nació este ilustre hijo altoperuano un 10 de julio de 1810 en Potosí, a los pies de la montaña de plata. Primogénito de los andaluces José Linares y Josefa Lizarazu, ambos gentes de hidalga cuna de la sociedad española, siempre, desde niño, encarnó al prototipo del hombre enérgico, fuerte y estudioso.
Ingresó al Colegio Seminario, semillero de teólogos y doctores, y su juventud fue monótona, aislada y reconcentrada en su instrucción. Era alto, delgado, moreno, de frente amplia, una espesa barba negra le cubría los angulosos pómulos y su mirada de lince penetraba hasta lo más hondo; de finas maneras, seducía a las damas, y de porte señorial, sabía distinguirse entre los varones.
Fue nombrado por el mariscal Sucre profesor de retórica de la institución donde estudiaba, y fue aplaudido por el Libertador por sus dotes intelectuales y de doctor silogístico.
Posteriormente fue nombrado Prefecto de Potosí y más tarde diputado del Congreso Constituyente de 1839; allí descolló como orador, tanto así que algún historiador lo comparó con Casimiro Olañeta. A veces hacía alardes de erudición y otras su verbo era implacable con sus enemigos políticos, entre los que estaba el vencedor de Ingavi.
Rondaba las tres décadas de vida y este joven diputado resaltaba en el Congreso merced a sus lúcidos y grandilocuentes discursos; dominador como era, no permitía que nadie objetara sus diagnósticos políticos. Su corazón, humano al fin, contuvo pasiones y odios, hambre de lustre y deseo de gloria. Pero era leal con sus amigos y condescendiente con los menesterosos, despreciaba la iniquidad y la vulneración de la ley. Sabía del lustre de su cuna y era un celoso católico, y por esas razones jamás estuvo envuelto en escándalos vulgares ni en reyertas que no fueran las políticas. Quebrantos morales y físicos mermaron su ser, y cruzó el Atlántico para ajustar en España asuntos de índole privada, donde recibió la cuantiosa fortuna que sus antepasados le legaran. Era joven y rico, pero no se entregó a la fiebre de las frivolidades sino al estudio. En la Península hizo revalidar su título de abogado y se dedicó al ejercicio del Derecho, resaltando también en los estrados judiciales e impresionando a todos por su elocuencia jurídica. Estando en la tierra de sus ascendencias, fue nombrado Ministro Plenipotenciario ante el gobierno español e hizo reconocer por éste la independencia de Bolivia.
Alcides Arguedas dice de Linares: “…no se dejó seducir por la expectativa de los triunfos fáciles, y gran parte de su tiempo lo dedicó al estudio y a los viajes. Estuvo en Francia, Suiza e Italia; aprendió a habla el francés; anduvo mezclado en aventuras galantes propias de su edad, y, por doquier, trataba de enterarse de la política interior de cada país, de sus particularidades y de las cuestiones sociales inherentes a cada uno”.
Fue Presidente de la República y luego se proclamó Dictador. Clausuró el Congreso y redujo los sueldos de los funcionarios. Disciplinó al ejército y le quitó el poder que tenía sobre los asuntos públicos. Su objetivo de moralizar el país no lo pudo ver realizado porque la incipiente conciencia institucional de la nación le dio una dura bofetada.
Murió solo y enfermo, recordando en su lecho las horas tristes de su vida política. Pero esta clase de hombres dejan legado a la posteridad. Y por eso su paso por el gobierno constituye el dechado de la austeridad y la legalidad, y su personalidad el tipo ideal de gobernante.
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Este artículo es una recopilación de los siguientes artículos:

www.ecured.cu/Jos%C3%A9_Mar%C3%ADa_Linares

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