Robin KIERA / Universidad de Hamburgo / home@r-kiera.de /
Artiulo originalmente titulado: El Gran Mariscal Otto Philipp Braun: una
carrera transatlántica. / 2015.
Una vez que el Gran Mariscal de Montenegro Otto Philipp
Braun (Felipe Braun) pisó suelo europeo, en Londres, en marzo de 1840, después
de 22 años de ausencia, demoró solo unos pocos días hasta que recibió una
invitación para entrevistarse personalmente con uno de los políticos más
importantes de su tiempo, el ministro de relaciones exteriores británico Lord
Henry John Temple Palmerston.
El motivo para el encuentro no fue solo el tiempo agitado
que vivió Braun en Sudamérica, ni únicamente su participación en las guerras
por la Independencia bajo el mando de Simón Bolívar en la Gran Colombia, Perú y
Bolivia (1820-1825), ni solo su participación en las batallas de Junín y
Ayacucho o su tiempo al lado de Antonio José de Sucre en Bolivia (1825-1828) y
más tarde al Sur de la Gran Colombia junto a Juan José Flores (1828-1829). El
objetivo principal tampoco fue solamente el ascenso de Braun al círculo de
poder de Andrés de Santa Cruz (1830-1839), su papel protagónico en la
organización de la Confederación Perú-Boliviana y la concesión del bastón
mariscal o luego la caída de la administración de Santa Cruz.
Palmerston y Braun hablaron seguramente poco sobre los
acontecimientos políticos sudamericanos y las experiencias personales, más bien
sobre temas políticos actuales. Braun no fue invitado como un repatriado sin
influencias, sino como el representante oficial del partido político de Andrés
de Santa Cruz para diálogos políticos con la corona británica.
Pero no se quedó solo en eso. Braun jugó un papel político
importante en el espacio político del mundo atlántico hasta finales de la
década de 1850. Para esta labor se comunicó no solo a través de cartas, también
emprendió numerosos viajes transatlánticos. Su ejemplo es una muestra de
actores concretos que impulsaron proyectos políticos específicos en el mundo
atlántico con acciones que contribuyeron a constituir, con ellas, el Atlántico
como espacio político.
Un pequeño compendio de diferentes estaciones en la vida de
Felipe Braun nos muestra, por una parte, lo extraordinario que fue su carrera
militar - como hasta ahora el único gran mariscal sudamericano no nacido en el
continente. Por otra parte, se ubica dentro de una serie de políticos y
militares sudamericanos-europeos que actuaron en la política en el espacio
atlántico del siglo XIX.
Entre estos se cuentan, solo de la red de Braun, a: Simón
Bolívar, Francisco de Paula Santander, Juan José Flores, Andrés de Santa Cruz,
Manuel Isidoro Belzu, José María Linares, Casimiro Olañeta, José Joaquín de
Mora, Juan García del Río, Daniel Florencio O’Leary, Ramón Herrera y Pedro José
de Guerra. Sobre alguno de ellos trataremos más adelante. Lo descrito nos
plantea la pregunta de: ¿cómo pudo convertirse el hijo de una familia burguesa
de una provincia alemana y un insignificante voluntario del ejército de Simón
Bolívar en un político apreciado de la región andina sudamericana y del mundo
atlántico? Este desarrollo, entre los años de 1840 hasta 1860, se puede
explicar a través del ascenso socio-político y militar de Braun, durante las
décadas de 1820 y 1830 en la América del Sur.
Juventud transatlántica
Braun nació el 13 de diciembre de 1798 en Kassel, Alemania,
durante un agitado tiempo entre Revolución, Reforma y Restauración.
Acontecimientos como la Ilustración europea, la Revolución Francesa y la
Independencia de los Estados Unidos, dejaban claro a los contemporáneos, cómo
la sociedad y la historia era transformable a través de revoluciones,
coaliciones de guerra, así como también a través de la ascensión de Napoleón,
los cambios en las fronteras y el derrumbamiento de antiguos Estados.
La juventud de Felipe Braun finalizó abruptamente en la
primavera de 1814. En este tiempo y con 16 años de edad, transitó del banco
escolar a presentarse como voluntario de los cazadores a caballo de Hesse. Esta
unidad pertenecía al recién reclutado ejército de Hesse como parte del ejército
de coalición formado por los principados alemanes que luchaban contra de
Napoleón. Braun hizo parte de la campaña solo por medio año. A pesar de que el
ejército de Hesse no participó de las principales luchas de esta guerra
europea, sino que se encargaba de sitiar algunos fuertes, Braun pudo tener la
experiencia del reclutamiento, la organización y el manejo de ejércitos de masa
modernos.4 De igual manera, experimentó el asedio, los bombardeos de fuertes y
el conocimiento de técnicas de luchas y de guerras modernas. Más adelante,
Braun recurriría a todas estas experiencias prácticas. Luego de su regreso a
Kassel, estudió veterinaria entre los años de 1815 a 1818 en Hannover y
Gotinga.
Paralelamente absolvía entrenamientos prácticos en equitación
militar y cortesana. Debido a la fuerte crisis económica que afrontó Europa se
le dificultó el inicio en su vida profesional, por esta razón decidió emigrar a
los Estados Unidos. Allí proyectaba empezar una nueva vida como veterinario.
Dotado de un capital considerable emprendió su primer viaje transatlántico en
la primavera de 1818. Sin embargo, las expectativas de Braun en los Estados
Unidos se vieron frustradas ya que no consiguió establecer un consultorio como
veterinario con suficientes ingresos. Al fracasar su plan decidió viajar a
Haití en el cambio de año de 1818 a 1819, con la meta de conseguir establecerse
como caballerizo del rey Henri I., que reclutaba en ese tiempo, expertos
europeos para la edificación de su reino.6 Braun consiguió ganar del rey la
construcción de un criadero de caballos según el modelo europeo, pero Henri I.
no le retribuyó por sus actividades. Las negociaciones con los representantes
del rey fracasaron y Braun no pudo imponerse en el entorno de la corte. Después
de advertir su perjuicio, decidió dejar atrás Haití. Los reiterados fracasos
entre 1818 y 1820 fueron una experiencia amarga para Braun, pero le
posibilitaron ganar experiencia intercultural, aprender nuevos idiomas, saber
manejarse como forastero en otras culturas y países extranjeros y reunir sus
primeras experiencias con el poder político alrededor de un jefe de Estado. El
éxito de Braun en el
Ejército Patriota de Simón Bolívar se puede explicar a
través de estas experiencias y aclimatación en el continente – al contrario de
los muchos voluntarios que de Europa viajaron directamente a Sudamérica.
Braun en la guerra de Independencia Sudamericana
En mayo de 1820 dejaba Haití un Felipe Braun, visiblemente
más maduro, que dejaba atrás sus “travesuras juveniles” en Sudamérica y que a
pesar de todas las “dificultades y molestias iré por el mundo de forma
honesta.”
Pero Braun no se unió enseguida al ejército de Simón Bolívar
luego de dejar Haití, primero trabajó unos meses en Barranquilla, como
comerciante de caballos. En esta ciudad colombiana estableció amistad, por
ejemplo, con el Oficial del Estado Mayor del Ejército Patriótico Francisco
Burdett O’Connor. En agosto de 1820 se vinculó al ejército de Bolívar.
En los siguientes cuatro años, entre 1820 a 1824, se perdió
en la masa del Ejército Libertador, ya que no tuvo ningún papel relevante
militar o políticamente. Esto cambió a causa de la
Batalla de Junín, en agosto de 1824. “Conforme al relevo
regular, el Mayor Felipe Braun dirigió en ese día la vanguardia de las columnas
y esto fue – sin duda- una gran suerte par nosotros“1; así informó Francisco
Burdett O’Connor, oficial del Estado Mayor del ejército de Bolívar y testigo
presencial de la batalla, en sus memorias. La buena suerte hace referencia
sobre todo, a que Felipe Braun consiguió impedir en la Batalla de Junín la
destrucción de la caballería republicana, que seguramente habría sido derrotada
en número, gracias a u valiente ataque frontal, así como a través de “trucos
tácticos” que contravenían la doctrina militar de entonces. Más todavía: a
través de su valentía personal y de su liderazgo por largo tiempo en la unidad
conformada, Braun hizo posible la victoria de Bolívar. La Batalla de Junín
catapultaba al oficial, hasta aquel momento insignificante, en el entorno
directo de Bolívar. Braun fue elogiado en el informe oficial de la Batalla y
posicionado en el orden del día en un lugar prominente. También le fue
reconocido su merito personalmente por Bolívar durante un banquete; más tarde
fue ascendido y recompensado económicamente. Era considerado por sus
contemporáneos como una de los personajes decisivos en la Batalla de Junín.12
Unos meses después, el 8 de diciembre de 1824, se produjo la última gran
batalla de las guerras por la Independencia – la Batalla de Ayacucho. En ella
se destacó Felipe Braun, de igual manera, junto con su unidad, pero no de forma
tan decisiva como en Junín. Para la época, Braun ya era parte del entorno de
los oficiales influyentes de Bolívar. Un mes antes, los 18 oficiales más
importantes del Ejército Patriótico realizaron un llamamiento al Congreso de la
Gran Colombia, el cual fue firmado, entre otros, por Braun.13 Desde la Batalla
de Junín gozaban de gran estimación sobre todo como experto militar. Un tiempo
atrás ya algunos habían observado la gran disciplina de sus unidades y la
habilidad táctica del alemán. No obstante la Batalla de Junín explicitó a todos
los participantes las capacidades militares y estructurales del rendimiento de
Braun como oficial. De igual manera les llamó la atención sus capacidades a los
oficiales del bando contrario. 15 Braun no sólo recurrió a sus experiencias
prácticas en las guerras de Liberación contra Napoleón y su estudio en
equitación, sino también por ejemplo, tradujo las instrucciones de caballería
de Federico II el Grande y las adaptó a las condiciones locales; de igual
manera capacitó a su unidad de acuerdo a los conocimientos modernos.16 Esto fue
enormemente apreciado en un tiempo en que escaseaban oficiales capacitados.
Después de las Batallas de Junín y Ayacucho se derrumbó definitivamente la
dominación realista en el Perú – aunque no en todo el país. En el Alto Perú
(Bolivia actualmente) se mantenían aún algunas fuerzas realistas a pesar de su
difícil situación estratégica.
Lealtad política: con Sucre en el Alto Perú y con Flores en
la Gran Colombia
Simón Bolívar encargó a Antonio José de Sucre terminar con
la última resistencia militar realista en el Alto Perú. Cuando Sucre entró a La
Paz en febrero de 1825 con divisiones peruanas y colombianas, Felipe Braun se
encontraba también en sus filas. La presencia del Ejército internacional
Libertador consiguió también finalizar el dominio colonial en el Alto Perú.
Para los protagonistas, los desafíos no terminaban con la imposición militar de
la independencia política de España de los países andinos sudamericanos – por
el contrario, se iniciaban unos nuevos. Inmediatamente después de la victoria,
Sucre debió reorganizar las estructuras estatales destruidas. Para las
funciones políticas más importantes, Sucre recurrió a menudo a sus compañeros
combatientes – la mayoría de ellos militares extranjeros como él mismo. Luego
de la creación de la República de Bolívar en Agosto de 1825 y de la asunción
del mando oficial de Antonio José de Sucre como presidente, en mayo de 1826,
éste implementó reformas ambiciosas en la economía, el Estado y la sociedad del
país. Al mismo tiempo reinaba en Bolivia una profunda crisis socio-económica
producto de las guerras por la Independencia. Además, la transformación del
ejército activo patriota en un ejército de guarnición pacífico no se configuró
de forma muy fácil. Junto a estos problemas internos iba en aumento la presión
de la política exterior al gobierno –hasta que Sucre, después de un atentado,
debió entregar su cargo para luego desplomarse su gobierno totalmente. Él y sus
compañeros de armas debieron abandonar Bolivia en 1828.17 A pesar de las crisis
políticas y personales, Felipe Braun salió fortalecido durante este tiempo.
Junto a nuevas muestras de su rendimiento militar, también demostró a Sucre y a
la facción de Bolívar, su lealtad política incondicional. Esta lealtad lo
consolidaba en una posición firme frente al entorno inmediato de Bolívar, Sucre
y Flores.
Felipe Braun estuvo establecido con su unidad en La Paz
desde febrero hasta octubre de 1825. Luego fue desplazado a Cochabamba.18 Una
de las tareas más importante que tenía era la de mantener la disciplina de los
soldados. Antonio José de Sucre acentuaba en una carta privada, que de otra
manera las consecuencias serían “incalculables”.19 Al respecto tenía razón. El
14 de noviembre de 1826 desertaron 173 Granaderos, es decir, aproximadamente la
mitad del regimiento. En su huida a la Argentina saquearon pueblos y ciudades
bolivianas.
Esta rebelión mostró a todos los opositores políticos del
gobierno (internos y externos), que el mismo Sucre no podía confiar más en su
cuerpo de élite. Periódicos críticos de Bolívar en la Gran Colombia y Argentina
celebraron a los desertores. 20 Para Sucre fue muy clara la relevancia política
del suceso y reaccionó de acuerdo a la circunstancias. Por ello levantó graves
recriminaciones contra Braun e incoó un sumario contra él.
Braun garantizó su lealtad. 29 El 1° de mayo de 1828, 5.000
soldados peruanos traspasaron el río fronterizo peruano-boliviano Desaguadero.
30 La invasión fue liderada por el antiguo camarada de Ayacucho Agustín
Gamarra. Braun debió esperar en Arica después del atentado y luego le fue
ordenado trasladarse con todas las fuerzas disponibles al cuartel general del
ejército boliviano en el centro de Bolivia. Pero sobre todo los problemas
políticos internos del país hacían difícil la defensa militar. El ejército
boliviano se encontraba en retirada. Su liderazgo era irresoluto y desunido. En
esta situación se distinguió la personalidad de Braun por su valor y su
eficiencia militar, cuando emprendió un ataque de sorpresa nocturno contra el
superior ejército peruano. Seguidamente, se dio a la marcha hacia La Paz, donde
siguió organizando la defensa como Prefecto y Comandante militar. Dentro de un
corto tiempo ordenó un completo batallón de infantería con 1.500 voluntarios y
amenazó las líneas de abastecimiento de Gamarra. Cuando se enteró de la
capitulación de Piquiza el 6 de julio 1828, suspendió todas las hostilidades.
Pero no lo hizo sin condiciones. Braun exigió de Gamarra una declaración de
seguridad para la retirada de sus soldados de Bolivia. El camino a Guayaquil
debía estar “libre de sorpresas de cualquier tipo.”31 Junto a la protección a
sus soldados, para Braun – como último representante de la tropa colombiana
auxiliar en Bolivia – era también importante la seguridad del presidente Sucre
en arresto domiciliario. Hasta ahora se desconocía que Braun exigió como
condición para su retirada sin problemas, la entrega de garantías de seguridad
para el indefenso Antonio José de Sucre. Durante las vehementes negociaciones
secretas, Braun dejó saber entre líneas, que podía emplear de lo contrario,
todo el potencial militar de las unidades que todavía estaban bajo su orden. 32
Junto a las negociaciones, Braun ayudaba concretamente en la organización del
viaje del presidente derrocado – se encargó de coordinar una fragata francesa
para la travesía hacia la Gran Colombia. Juan José Flores celebró públicamente
la arribada de su camarada e intercedió ante Bolívar a favor de emplear al
alemán en el ejército del Sur colombiano.36 De igual manera Sucre no olvidó la
misión que Braun realizó por él. 37 Desde luego, en el siguiente enfrentamiento
la Guerra grancolombo-peruana de 1828 a 1829, Braun participó como líder
político y militar en el Sur de la Gran Colombia. En la Batalla de Tarquí el 26
de febrero de 1829 se destacó nuevamente su personalidad y ayudó en asegurar la
independencia de esta región del Ecuador.38 En especial el posterior presidente
ecuatoriano Juan José Flores no olvidaría nunca esta acción militar. Luego de
la victoria, Sucre encargó a Braun el controlar el cumplimiento del Convenio de
Girón como representante diplomático superior en el cuartel general del
adversario caído.39 Lo anterior indica que Braun estuvo en las condiciones de
transferir al Perú y Bolivia su adquirida influencia y prestigio a través de
las fronteras de los países y de las rupturas personales. En su última estancia
en la región, a mediados de la década de 1820, Braun se había ocupado de la
reparación de las sillas de montar y del herrado de los caballos; para la época
era parte integral del liderazgo político-militar de la región.
Contactos a través de su carrera: junto a Andrés de Santa
Cruz 1830-1839 Al finalizar su misión diplomática Braun pasó algunos meses en
Valparaíso, Chile, antes de viajar a Arequipa, Perú. Se encontraba aún como
oficial al servicio de la Gran Colombia. Bolívar había sugerido a Flores
solicitar a Braun a la Gran Colombia. En efecto, Flores le propuso a Braun el
mando de la caballería del Departamento del Sur.40 Pero el alemán contaba
también con una oferta del presidente boliviano Andrés de Santa Cruz. Braun le
pidió permiso a Bolívar para poder ponerse al servicio de Santa Cruz. Al mismo
tiempo, podría mediar entre ambos, cuya buena relación se había enturbiado en
los años anteriores.
A pesar de que Santa Cruz había señalado una y otra vez, la
segura desintegración de la GranColombia y el hecho de que el Estado, al que
había jurado fidelidad no existía más de facto, Braun solo inició su servicio
en Bolivia después que un Simón Bolívar gravemente enfermo, le otorgara permiso
para ello en septiembre de 1830.42 Paralelamente, había dejado asegurada su
estancia en el Perú con el presidente Gamarra. 43 Varios políticos importantes
de la Sudamérica andina tomaron parte del proceso de reclutamiento de Braun:
Bolívar, Sucre, Flores, Gamarra y Santa Cruz.
Una vez que las dificultades en su comienzo ya no estaban,
Braun pudo entrar al servicio como General de la Caballería. De 1830 hasta 1832
estuvo activo en La Paz y Cochabamba. De 1832 hasta 1835 fue Prefecto y
Comandante militar del departamento La Paz. Santa Cruz nombró a Felipe Braun
como Ministro de Guerra en junio de 1835. Con este nombramiento Braun tomó
parte del Consejo de Ministros del gobierno – el mayor órgano ejecutivo del
país. En este cargo trabajó poco debido a que fue destituido por Santa Cruz
como General al mando. Éste había intervenido en la guerra civil peruana con un
ejército imponente. Santa Cruz podía confiar en la eficiencia militar de Braun.
Éste comandó la caballería bolivariana, luego todo el ejército del Sur. También
administró como Comandante del ejército los departamentos de Puno y Arequipa y
llevó la responsabilidad como Jefe General de las Fuerzas Armadas. Al término
de la expedición militar Braun fue nombrado nuevamente como Ministro de Guerra,
Prefecto y Comandante del ejército del departamento de La Paz. Desde mediados
de la década de 1830, Braun pertenecía al círculo más importante de las
personas de confianza de Santa Cruz y fue también un apoyo seguro para el nuevo
Estado conformado por éste: la Confederación Perú-Boliviana
(1836-1839). Cuando Argentina y Chile atacaron militarmente al nuevo Estado,
Braun se encargó, como General al mando, del contraataque a la invasión
argentina al Sur de Bolivia de 1837 a 1838. Después del victorioso combate en
Montenegro, Santa Cruz ascendió a, su general más exitoso, a Gran Mariscal – el
mayor honor militar.44 Braun había pasado en un corto tiempo de ser un experto
militar a un importante sostén político del gobierno de Santa Cruz y un íntimo
colaborador del presidente. Gracias a sus diferentes funciones oficiales pudo
tener, al mismo tiempo, diversos contactos con importantes políticos y
militares en Bolivia – así como también en Perú y Argentina.
La red de Braun en Sudamérica
Felipe Braun cuidó durante toda su vida su red de personas
influyentes de la región. Ésta estaba conformada, en su mayoría, por compañeros
de armas de Santa Cruz, como también, de expertos administrativos y militares
reclutados para el aparato gubernamental en los países vecinos y en Europa.
Entre ellos se pueden enumerar al británico William Miller, el irlandés
Francisco Burdett O’Connor, el español José Passamán, el chileno Ramón Herrera,
el colombiano Juan García del Río así como el español José Joaquín de Mora.
Junto a estos extranjeros, Felipe Braun mantuvo intensivas relaciones con
militares bolivianos y políticos, así como también con protagonistas políticos
del Perú, Chile, Argentina, Ecuador y Colombia.
Entre los que se pueden mencionar: el presidente boliviano
Andrés de Santa Cruz, José Miguel de Velasco, José Ballivián, Sebastián Ágreda
y Manuel Isidoro Belzu, el vicepresidente boliviano Mariano Enrique Calvo, el
presidente ecuatoriano Juan José Flores, el presidente colombiano Tomás
Cipriano Mosquera y José del Carmen Triunfo, el presidente peruano Luis José de
Orbegoso y Agustín Gamarra, los políticos bolivianos Manuel Buitrago y
Francisco de Paula Belzu, el político argentino Elías Bedoya y el político
chileno Benjamín Viel. Braun conoció algunos de ellos como superiores – es el
caso del posterior presidente boliviano Manuel Isidoro Belzu.45 Cuando la
Confederación Perú-boliviana se desintegró, Braun pudo apoyarse en su red
personal. Es decir, como partidario reconocido de Santa Cruz fue destituido de
todos sus cargos oficiales y expulsado del país. A pesar de ello, pudo contar
con el apoyo de sus amigos poderosos. Una muestra fue la oferta de asilo que
recibió desde Argentina, a pesar de que unos meses atrás había humillado al
país militarmente.46 La razón para su apoyo fue el papel que jugó Braun y su
rendimiento durante el “brillante y memorable día de Junín”.47 De igual manera
el presidente ecuatoriano Juan José Flores le ofreció también su ayuda. Éste
escribió a su homólogo Gamarra para pedirle que dejara salir a Braun de forma
segura del Perú y le ofreció su apoyo amplio invitándole a ir al Ecuador.48
Braun aceptó la invitación.
Braun como agente transatlántico 1839-1841
Felipe Braun abandonó Bolivia en julio de 1839 para viajar
del Perú al Ecuador. Allí se quedó cuatro meses, gracias al apoyo de su amigo
Juan José Flores. Santa Cruz y varios de sus aliados exiliados se encontraban
allí en ese momento. Mientras Felipe Braun continuó viaje a Europa, los
partidarios del presidente derrocado, preparaban el regreso de Santa Cruz al
palacio presidencial boliviano. Igualmente, dentro de Bolivia trabajaban
aliados de éste en la restauración de su gobierno. El 10 de junio de 1841 el
presidente Velasco fue derrocado por
Sebastián Ágreda. Mariano Enrique Calvo tomó por un corto
tiempo la presidencia. Al final, con la invasión de Gamarra se precipitó una
tregua entre seguidores de Santa Cruz, Ballivián y Velasco. José Ballivián
contraatacó la invasión peruana y como vencedor se mudó al palacio presidencial.
Santa Cruz y sus partidarios no se rindieron en sus intentos
de sustituir a Ballivián en los siguientes años. Felipe Braun tomaba parte de
estos esfuerzos.49 Viajó a Europa en 1840.
Lo hizo, no sólo por razones personales, también porque
había recibido un encargo por parte Santa Cruz: debía motivar al imperio
británico en intervenir a su favor en Sudamérica. Para ello, trabajaba de forma
muy cercana con José Joaquín de Mora, el antiguo representante diplomático de
la Confederación Perú-boliviana en Londres.50 Braun le hizo llegar una carta de
Santa Cruz al Ministro de Asuntos Exteriores Lord Palmerston a través de Mora.
Por su parte Palmerston invitó a Braun a una entrevista oficial en la Foreign
Office y lo recibió el 11 de abril de 1840. Éste no consiguió que la corona
británica se movilizara en concretizar alguna ayuda para Santa Cruz. En los
meses siguientes, cuando Braun había vuelto de su tierra natal Kassel, acordó
con Mora la manera de proceder con la corona británica para influenciarla en
participar en la política de los países sudamericanos andinos a favor de Santa
Cruz. Durante su estadía en Europa, Braun cuidó continuamente su red de
contactos con actores políticos europeos y en especial, con aquellos del otro
lado del Atlántico. Aquí se cuentan el seguidor de Santa Cruz Mariano Enrique
Calvo y José Manuel Loza – y el mismo Santa Cruz.52 Estuvo en contacto con
representantes de las dos facciones más importantes de Bolivia, es decir,
aquella partidaria de José Miguel Velasco y la otra de José Ballivián – a pesar
de que también lo pudieran contar, y lo contaran, como parte del partido de
Santa Cruz. Braun atendía, más allá del Atlántico, sus contactos con todos los
partidos políticos más importantes de Bolivia. Por ejemplo, con el grupo de
Velasco – a través de su antiguo secretario Manuel Buitrago. Éste le había
prometido su fidelidad y lealtad luego de la caída del gobierno y mantuvo su
promesa.53 Paralelamente Braun tuvo comunicación con políticos influyentes como
Casimiro Olañeta y José Agustín de la Tapia.54 Con ellos, se intercambiaba
impresiones sobre la situación política del momento. Braun también se contactó
con aliados de José Ballivián – como Pedro José Guerra, el antiguo
representante diplomático de la Confederación en París y para la época el
patrocinador de José Ballivián. Luego de su regreso a Bolivia, Braun consiguió
acceso a Ballivián a través de Guerra.
Continua influencia en el mundo atlántico 1841-1855 Felipe
Braun no permaneció largo tiempo en Europa. A comienzos de 1842 llegó nuevamente
a Sudamérica. Velasco había sido derrocado durante ese intervalo de tiempo y
Ballivián ocupaba el palacio presidencial. Poco después de su llegada a Chile
en abril de 1842 Braun comenzó a movilizar sus contactos con la administración
de Ballivián. Retomó contacto con Manuel Buitrago, Pedro José de Guerra y
Casimiro Olañeta. Buitrago había servido primero a Velasco y había tratado a
Ballivián de „traidor“.56 Estos cambios de lealtad no eran extraños para este
periodo. Buitrago parecía alegrarse en recibir noticias de Braun e intentó
ganar a Braun para el nuevo gobierno. Le escribió al alemán afirmando que
hablaría con el presidente Ballivián para sondear las posibilidades de su forma
de regreso a Bolivia. En efecto, Ballivián instruyó más tarde a los agentes
fronterizos, que “recibir a Braun en Bolivia, General que prestó grandes
servicio al país, es para mí de gran alegría”.
Pedro José de Guerra no sólo intentó posibilitar el regreso
de Braun a Bolivia, también mediaba entre los dos antiguos amigos Braun y
Ballivián. De alguna manera Guerra armonizó la relación de Braun y Ballivián:
éste ilustraba la relación de ambos: “ustedes son como una pareja de
enamorados, en la cual cada uno espera, que el otro hable con el otro”.58 No se
presentó una conciliación o una discusión entre Ballivián y Braun. Algunos
partidarios del presidente Ballivián no estuvieron de acuerdo con el regreso de
Braun a Bolivia, por esta razón el presidente era prevenido por sus amigos
privados como José Passamán y Ramón Herrera; pues “mientras Don Andrés viva, el
actual jefe de gobierno lo seguirá contemplando con desconfianza”.
Esto podría significar la muerte, por lo que Braun no asumió
el riesgo y renunció a su intención de regresar a Bolivia. Aunque Braun siempre
acentuó que se había retirado de la política y únicamente deseaba volver a
Bolivia como persona privada para mantener sus negocios de bienes y como
propietario de minas. El presidente Ballivián tuvo toda la razón de tener
desconfianza de Braun – como reconocido partidario de Santa Cruz – ya que el
alemán estaba al corriente de los planes de Andrés de Santa Cruz.60 Cuando en
el año 1843 se difundió el rumor sobre un golpe de Estado de partidarios de
Santa Cruz, Braun le comunicó a sus contactos en la administración de Ballivián
que pronto partiría a Europa , quienes celebraron esta decisión.
En febrero de 1843 fracasó un intento de golpe de Estado
liderado por partidarios de Santa Cruz. Braun negó su participación frente a
terceros. No obstante Manuel Buitrago indicó, de forma rotunda en su escrito de
finales de mayo de 1842, que Braun se reunió con Gregorio Gómez de Goytia y
Sebastián Ágreda y otros exiliados seguidores Andrés de Santa Cruz, en Tacna a
comienzos de 1843; es decir en vísperas del intento de golpe de Estado. Braun
había sido visto varias veces con otros actores.62 La participación de Braun
puede confirmarse de igual manera en una carta escrita en Chile por Juan García
del Río, político y diplomático y antiguo ministro de Santa Cruz, en la que
éste felicitaba eufórico a Braun a pesar del fracaso de la expedición. García
del Río se disculpó ante Braun por no haber mantenido en privado algo que no
estaba al corriente de todos – lo que subrayaba una vez más las circunstancias
conspirativas del intento de golpe de Estado.
Braun permaneció al Sur del Perú y en Chile luego del
fracasado intento de golpe a comienzo del año de 1843. Santa Cruz aceleró sus
preparativos de viaje al Perú luego de la ejecución de sus compañeros de armas
en Bolivia por el presidente Ballivián y planeaba una expedición contundente.
Cuando Santa Cruz llegó al Sur del Perú en 1843, sus aliados ya habían
adelantado los preparativos. Por ejemplo, habían reunido una serie de
seguidores – sobre todo militares – en Arica y Tacna para invadir a Bolivia y derrocar
el gobierno de Ballivián. En este grupo se encontraba Sebastián Ágreda,
Gregorio Gómez de Goytia y Felipe Braun. Este último había dejado Valparaíso a
principio de octubre de 1843.64 Mientras Andrés de Santa Cruz desembarcaba fue
descubierto y detenido a principio de noviembre de 1843.
Con esto acaba el proyecto de revolución llevado a cabo por
sus partidarios reunidos en Arica y Tacna.65 Felipe Braun abandonó rápidamente
el país con destino a Europa. Para inicios de marzo de 1844 se encontraba de nuevo
en Kassel – sin haber vuelto a entrar a Bolivia, como deseaba. 66 El contacto
con los representantes del presidente Ballivián: Manuel Buitrago, Pedro José de
Guerra y Casimiro Olañeta se interrumpió luego del intento de golpe fallido de
finales de 1843. Esta conexión no se volvió a retomar hasta el de Casimiro
Olañeta – esto es lo que sugieren las fuentes disponibles.
Felipe Braun volvió a La Paz en noviembre de 1845. Luego de
pasar casi dos años en Europa. Su entrada se organizó por la parte peruana de
Tacna hasta Bolivia después que fuera solicitado por Manuel Buitrago, de igual
manera como en el año de 1843.67 A pesar del completado tiempo de carencia, el
presidente José Ballivián desconfiaba profundamente de Felipe Braun. Un año
después, a finales de noviembre de 1846, una carta directa de José Ballivián a
Braun puso fin a los largos años de silencio entre ambos. Tanto el presidente
como el derrocado Ministro de Guerra se habían negado obstinadamente a
comunicarse directamente entre ellos luego del difícil año de 1839. Pero a
finales de noviembre de 1846 llegó una carta del presidente boliviano a la casa
de Braun en La Paz68 a pesar de que el presidente seguía tenido desconfianza a
Braun. El restablecimiento de la comunicación tuvo otra razón: a comienzo de
mes llegaron a un nuevo punto álgido las largas tensiones entre Perú y Bolivia.
Parecía desatarse una nueva guerra.69 En esa situación se dirigía Ballivián a
Braun, pidiéndole el apoyo – en caso de guerra – a su antiguo amigo. Braun le
aseguró a Ballivián que no estaría disponible como aliado para disputas
internas en Bolivia y en el caso de que Perú atacara a Bolivia, él lucharía al
lado de Ballivián “con la espada en la mano y el fusil al hombro.”70 Pero esta
guerra no se produjo. A finales de 1847 Ballivián debió abdicar.
Poco después, en enero de 1848, José Miguel Velasco se
convirtió, por cuarta vez, en presidente. Un importante partidario fue José
María Linares, que intentó conseguir desde mayo hasta septiembre de 1848, el
regreso de Braun para realizar un constructivo trabajo conjunto. Braun se había
refugiado en el Perú por los enfrentamientos políticos.71 De hecho viajó a
Bolivia en noviembre de 1848, sin embargo, no participó de ninguna forma en el
nuevo gobierno. Para esto tendría poca ocasión, ya que el 6 de diciembre de
1848 se imponía Manuel Isidoro Belzu como presidente luego de varios
levantamientos contra José Miguel Velasco.72 Manuel Isidoro Belzu estaba
volcado en estabilizar el gobierno y el orden estatal.
Para ello, intentó conseguir la creación de una coalición
con todos los partidos más relevantes, es decir, con los seguidores de Santa
Cruz, Velasco y de Ballivián. Belzu promulgó una serie de edictos de
tolerancia, ordenó el regreso de los oponentes exiliados e integró a personas de
otros partidos en su administración. Sin embargo, su éxito fue parcial. Belzu
intentó afiliar a Felipe Braun en su administración, dentro de su concepto de
integración, a pesar de ser este un aliado reconocido e influyente de Santa
Cruz.73 Días después de haber alcanzado el poder Belzu se contactó con Braun
como representante central del partido de Santa Cruz, para pedirle que tomara
parte de la nueva administración.74 Braun le aseguró a Belzu que: “usted
siempre va a tener un lugar especial entre mis buenos amigos”, haciendo
énfasis, al mismo tiempo, que deseaba una situación política tranquila y el
descanso del país, pero que no deseaba, ni volver a la vida pública ni
inmiscuirse en asuntos secretos. A pesar de la negación recibida, Belzu no se
intimidó y mantuvo sus esfuerzos de convencimiento. El 22 de febrero de 1849,
diez años después de la abdicación de Santa Cruz, Belzu suspendió todos los
decretos depuradores del año de 1839. Belzu confirmó en todo espacio público,
el honor, la consideración y el prestigio de los antiguos protagonistas y
nombró entre otros, a Braun como
General de División en la clasificación del ejército
boliviano.76 Un día después, el Comando
General de La Paz anunció a Felipe Braun la rehabilitación
dispuesta por el presidente y se le expidió la convocatoria oficial.77 Luego de
diez años, Braun estaba nuevamente al servicio oficial de la República. No se
trató únicamente de la adjudicación de un cargo público, sino sobre todo del
restablecimiento público del honor de la persona de Braun, como también la
confirmación pública de la alianza entre Belzu y los aún numerosos partidarios
de Santa Cruz.
El 15 de marzo de 1849 Felipe Braun recibió del palacio
presidencial el nombramiento como “Comandante General del Departamento de La
Paz“, es decir, como el Comandante en Jefe militar del departamento La Paz. Al
respecto el Ministro General y representante del presidente, Luis de la Tapia,
apelaba al patriotismo de Braun y enfatizaba que Belzu no aceptaría ninguna
excusa.78 Braun, ahora nuevamente activo como General de División al servicio
de la república boliviana, llevó a cabo la orden del presidente, a pesar de sus
insistentes negaciones de servir al poder de un presidente que diera un golpe
de Estado, ni de querer participar en las luchas de poderes internas. Pero
exactamente esto fue lo que hizo. En los anteriores días fueron sofocadas
varias revoluciones de seguidores de José Ballivián – también en La Paz. Belzu
había salido de la ciudad hacia poco junto con unidades militares en dirección
a otra región agitada y necesitó dejar en La Paz un comandante versado y con
imposición de mando. Felipe Braun obedeció la orden del representante suplente
del presidente, Luis de la Tapia y junto con él y otros partidarios de Belzu,
combatió la revolución en La Paz. Ésta no se trataba de una clásica
confrontación entre soldados leales y amotinados, sino que tomó dimensiones más
grandes cuando una gran parte de la población se levantó contra la rebelión de
las unidades militares estacionadas en la ciudad.79 Enfrente a esta situación,
Braun deseó una desvinculación del servicio activo lo más rápido posible.
Junto con las razones políticas y morales alegaba problemas
de salud.80 El 3 de abril de 1849, mientras la Revolución de Marzo fue
extinguida, recibió su desvinculación oficial y fue liberado de su cargo
militar.81 Esto sucedió con todos los honores formales – muy diferente a lo
sucedido diez años atrás en su última retirada y expulsión de Bolivia.
Otros partidarios de Santa Cruz fueron importantes soportes
del gobierno de Belzu durante la alianza política de las dos facciones, estos
ocuparon varios cargos influyentes en el Estado y el ejército. Al exterior los
tres años de la administración de Belzu tenía la apariencia de la restauración
de la administración de Santa Cruz.82 Braun conservó – a pesar de la negativa a
Belzu – el contacto continuo con el presidente y con su apreciado concejal, su
antiguo jefe. Esta comunicación no permaneció oculta a otros actores políticos.
Un agente secreto del gobierno argentino bajo Rosas consideraba a Braun, por su
posición central dentro de la red política del presidente y los partidarios de
Santa Cruz, como el jefe de la “logia crucista.”83 El historiador Andrey
Schelchkov considera a Felipe Braun – junto Pedro Sáenz – el principal actor
decisivo del partido de Santa Cruz durante la presidencia de Belzu. Braun fue,
sobre todo, quien coordinó una gran parte del trabajo político de la facción al
interior y exterior de Bolivia desde 1849.
Pero desde comienzo de 1851 fue creciendo la desconfianza
del presidente Belzu con respecto a los partidarios de Santa Cruz. Braun dejó –
oficialmente por razones personales- Sudamérica en abril de 1851. Otros
simpatizantes de Santa Cruz fueron desplazados sucesivamente de sus cargos. Braun
mantuvo correspondencia, no solo con leales partidarios del presidente como
Francisco de Paula Belzu o José Agustín de la Tapia, sino también con voces
críticas como el comerciante Pedro Sáenz.85 En especial, Braun no insistía en
la idea de conseguir que Andrés de Santa Cruz, que vivía en el exilio en Paris,
remplazara a Belzu como presidente, no compartía la opinión de Sáenz – no
todavía.86 Luego, en la primera mitad del año de 1852 se produjo el rompimiento
definitivo entre el partido de Santa Cruz y del presidente Belzu. En su
ausencia, Braun fue suprimido de la clasificación oficial de los rangos
militares y despedido del ejército de forma deshonrosa. A pesar de que
Francisco de Paula intervino entre Braun y Belzu, la ruptura no se pudo
impedir. La dimensión personal de esta disputa política tuvo la consecuencia
que Braun cedió en su visión escéptica y su postura negativa frente al proyecto
de retorno de Andrés de Santa Cruz e inició su apoyo rápido y consecuente. En
esta parte hay que acentuar, que fueron las acusaciones de participación en una
conspiración de los opositores y las medidas represivas tomadas por la
administración de Belzu, lo que llevo a Braun a los brazos de los enemigos del
presidente. Casi en la misma medida en que la administración de Belzu
desconfiaba de Braun y lo apartaba de discusiones internas, ganaba en
intensidad la comunicación de Braun con la oposición como Pedro Sáenz en
Sudamérica, así como también con Andrés de Santa Cruz en Paris.87 Braun viajó
varias veces en los años de 1853 y 1855 de Kassel a Paris para encontrarse
personalmente con Santa Cruz. Desde mediados de 1853 intercambiaron ideas sobre
las nuevas políticas de desarrollo en Sudamérica, así como también discutían
sobre un concepto de intervención en la política boliviana. Con estas
conversaciones se cristalizó la idea de Santa Cruz desde enero de 1854, que la
oposición actual contra Belzu a causa de sus desacuerdos crónicos, no podría
ganar sin un candidato adecuado que consiguiera unir en una sola facción, los diferentes
partidos.89 Esta argumentación fue tomada por Santa Cruz de algunos opositores
bolivianos que vivían en Perú, quienes solicitaban de forma vehemente su
regreso – entre ellos también el mencionado comerciante de quina Pedro Sáenz.
Mientras tanto, el escepticismo mencionado por Braun en 1852 se había acabado y
ahora seguía, en gran medida, las consideraciones de Santa Cruz.
El papel de Braun durante 1854, año lleno de discusiones, no
estuvo limitado al de un interlocutor experto. También fungía sobre todo, como
el hombre de enlace transatlántico de Andrés de Santa Cruz con los políticos
sudamericanos más importantes. Por ejemplo, se dirigió a él con esta intención
muchos años después de su último contacto el antiguo Ministro de Relaciones
Exteriores y presidente juez en el Tribunal Superior de Argentina, Facundo de
Zuviría, que ya en 1839 tomó parte de la organización del posible exilio de
Braun en Argentina.91 Pues Zuviría “sin conocer el paradero actual del General,
me dirijo a Usted como uno de sus amigos.”92 La razón del comunicado era que
Zuviría escuchó por un amigo en común en Chile, que Santa Cruz planeaba
regresar a Sudamérica. El político argentino proponía, a través de la mediación
de Braun con su antiguo protector, organizar un pasaje seguro para Braun a
través del territorio argentino hacia la frontera Sur de Bolivia. Braun reenvió
la carta a Santa Cruz de inmediato. Éste hacia énfasis en que la oferta del
influyente Zuviría era muy seria y por lo tanto debía recibir una respuesta
correspondientemente formal. Al final se pudo comprobar que una llegada por el
Perú era más complicada de lo pensado. En octubre de 1854 Andrés de Santa Cruz
tomó la decisión de regresar a Sudamérica a inicios del siguiente año, en 1855
y participar en marzo o abril en las elecciones presidenciales de Bolivia.94
Braun se encargó de organizar junto a los preparativos del viaje, el apoyo
político para la campaña electoral de Santa Cruz. Debía reclutar y hacer
propaganda, especialmente en el Perú y Argentina a los exiliados opositores
bolivianos que habían prometido su apoyo a Santa Cruz, de igual manera también
en Bolivia.95 Entretanto, Santa Cruz viajaba por Argentina a la frontera sureña
de Bolivia. En marzo de 1855 Braun llegó a Panamá; a finales de abril se
encontraba, luego de diversas paradas en Lima en la Tacna peruana. Allí Braun
correspondió rápidamente al pedido de Andrés de Santa Cruz y se puso en
contacto con bolivianos de la oposición exiliados. Se reunió, por ejemplo, con
José María Linares, para que éste movilizara su apoyo a la candidatura de
Andrés de Santa Cruz, entre otros actores políticos importantes, como el
objetivo de conseguir formar una oposición unificada.98 Pero todos los
esfuerzos de Braun fracasaron muy rápido por la situación política.
Pues ésta se diferenciaba enormemente de la realidad que
habían señalado y aseveraban los
actores políticos, en los años anteriores, al otro lado del
Atlántico.
Por lo tanto Braun debió informarle a su compañero Santa
Cruz, a mediados de mayo de
1855, sus tristes consideraciones sobre la situación: “aquí
nadie tiene la voluntad verdadera de trabajar a su favor o por algún otro. Y en
el caso también de que alguno ofreciera su gran ayuda (lo que yo dudo), le
faltan a estos actores los medios necesarios para conseguir un resultado
adecuado”. Braun juzgó la situación de forma muy clara: „Debo confesarle algo
mi querido amigo, usted fue engañado.”100 Braun enfatizaba que Santa Cruz fue
atraído bajo el juego de falsas creencias para sacarlo de su situación
confortable y segura en Europa y llevarlo a Sudamérica; para que luego las
ayudas prometidas a través del Atlántico fueran negadas. Braun intentó dejarle
claro a Santa Cruz con palabras insistentes, que no podría esperar nada
positivo de su estancia en Sudamérica o de su participación en la campaña
electoral por la presidencia en Bolivia. Mucho más, su reputación se vería
seriamente afectada. Braun movilizó sus contactos con reconocidos opositores
bolivianos y también su red personal. Esta red confirmaba sus consideraciones.
De Bolivia recibió cartas que dejaban claro, que Santa Cruz no tendría ninguna
opción de ganar en las elecciones.101 Sus contactos que vivían en Perú y
Bolivia pronosticaban éxito en las elecciones, únicamente a Córdova y Linares.
Braun debió tener razón con sus estimaciones y asumió que podría tener también
consecuencias personales para él este desarrollo decepcionante. Se abstuvo, por
lo tanto, de seguir realizando otras actividades políticas para Santa Cruz.
Esta decisión tuvo también una razón económica, ya que todos los agentes que
apoyaron abiertamente a Santa Cruz, como Pedro Sáenz, fueron castigados por la
administración de Belzu con restricciones de sus actividades económicas. Para
evitar una situación parecida contra él, Braun escribió al presidente boliviano
Belzu, antes de la carta enviada a Santa Cruz, a finales de abril de 1855.
En su escrito le comunicó a Belzu que durante la campaña
electoral y la elección presidencial no viajaría a Bolivia, sino que
permanecería con su familia en Arequipa en sus actividades privadas, con ello
evitaría cualquier sospecha falsa. Después de las elecciones, Braun felicitó
por su victoria al General Jorge Córdova. Éste aceptó el gesto sumiso y le
autorizó la entrada al país. Al contrario de los gobiernos anteriores, Córdova
renunció a la posibilidad de integrar a Braun en la política del momento. Lo
que fue una clara muestra de que había finalizado el tiempo de la generación de
Junín y Ayacucho en posiciones políticas prestantes. En los siguientes años
Felipe Braun no participó más en la vida política. A principios de 1857 se
encontraba de nuevo en Alemania y a mediados de 1859 regresó a Bolivia. El
presidente Linares se refirió a él en su bienvenida a Bolivia como: “un
apreciado General y un viejo amigo.” Pero Braun no estaba aliado
políticamente con nadie, aunque en conflictos interiores estatales en Bolivia
seguía apareciendo como mediador – así llegó de nuevo a Bolivia a mediados de
1859. Por ejemplo, cuidó su contacto personal con el presidente José María
Linares. No es improbable que Braun acompañara al presidente personalmente en
su salida del palacio presidencial luego de su derrocamiento en enero de 1861,
con unos pocos acompañantes más.103 Posteriormente, Braun medió entre el
Coronel Balsa y el presidente Ácha por la Masacre de Yañez, donde muchos de sus
conocidos fueron víctimas, como el antiguo presidente Jorge Córdova, Francisco
de Paula Belzu y José Agustín Tapia. 104 A finales de 1861 Braun dejó Bolivia
para siempre y pasó su vejez en Europa.
Liderazgo político europeo
Los líderes políticos europeos reconocieron la reputación de
Braun en Sudamérica y lo aceptaron como un interlocutor de su mismo nivel. Lord
Palmerston inició esta consideración en 1840. Más de 11 años después Braun consiguió
tener la oportunidad de una audiencia con el Presidente del Estado francés
Louis Napoleón.105 30 años después de la Batalla de Junín y más de 16 de la
disolución de la Confederación Perú-Boliviana consiguió también, a través de su
viejo amigo Santa Cruz, una audiencia privada con el Ministro de Relaciones
Exteriores francés Édouard Drouyn de Lhuys.106 Sin bien se desconoce el
contenido de la entrevista, la invitación en sí es una muestra de la larga
duración del acceso que tuvo Braun a líderes políticos. El alemán tuvo las
condiciones de transferir su influencia política y su autoridad social a través
de las fronteras de los países, entre diferentes facciones políticas, de
rupturas personales y también pudo transferir éstas a través de las fronteras intercontinentales.
Conclusiones
Uno de los objetivos de la reconstrucción de la biografía de
Felipe Braun fue poder responder a la pregunta de ¿cómo un emigrante
insignificante de una provincia alemana pudo llegar a convertirse en un actor
central en la vida política y militar de los países andinos sudamericanos y su
espacio político atlántico? El otro objetivo fue poder reconstruir las visiones
del espacio histórico de Braun para con ello ganar conocimiento de su entorno.
El ascenso de Felipe Braun en la élite política andina
sudamericana durante las guerras de Independencia sudamericanas liderada por
Simón Bolívar y en los gobiernos de Antonio José de Sucre y Andrés de Santa
Cruz en Bolivia entre las décadas de 1820 y 1830, le posibilitó impulsar proyectos
políticos en este y al otro lado del Atlántico, entre los años de 1840 y 1850.
A esto se cuenta el intento de movilizar a la corona británica para su
intervención a favor de Santa Cruz en Bolivia, así como también la elaboración
detallada de planes revolucionarios o la planeación de la participación
proyectada a elecciones al otro lado del Atlántico. En todos estos proyectos no
parece haber desempeñado ningún papel relevante el lugar donde se encontraba.
Felipe Braun – como mucho de los actores transatlánticos – dejó el continente
sudamericano, pero al mismo tiempo permaneció como parte de ese espacio
político.
En este trasfondo se plantea sobre todo la pregunta: ¿si no
es válida la limitación implícita o explícita de la Atlantic History de inicios
del siglo XIX para Braun y su red? Después de todo, Braun y sus contactos
estuvieron activos en la política del mundo atlántico hasta bien entrada la
década de 1850. Por lo que se presenta la hipótesis que esta limitación – la
cual puede ser muy razonable seguramente para otros objetos históricos- puede
ser reflexionada para actores después de las guerras por la Independencia. Es
por esto, que podría ser ventajoso si otros estudios pudieran investigar y por
ende aclarar, hasta qué punto puede ser mantenida en principio, la limitación
de la Atlantic History.
La reconstrucción de la biografía de Braun, por otra parte,
señala que no solamente el espacio atlántico estuvo unido por las relaciones
demográficas, económicas y las ideas socio- históricas – como muchos estudios
de historia Atlántica lo sugieren. También estuvieron marcadas por conexiones
políticas. El ejemplo de Braun indica, que protagonistas concretos llenaban
este espacio en una escala individual biográfica, con acciones totalmente
concretas, de encuentros, viajes y cartas. El Atlántico como espacio político
no fue para estos actores una noción abstracta, sino la realidad de la acción
social donde ellos se movían.
Por último, la reconstrucción de la biografía de Braun
dirige la atención a la pregunta: ¿cómo en el “siglo de los Estados nacionales”
personajes políticos pudieron impulsar, al parecer sin dificultad, proyectos
políticos más allá de las fronteras nacionales y continentales – sin ninguna
limitación de estas fronteras?110 ¿Estaban en realidad pocamente limitadas a un
espacio nacional las bases previas políticas de los protagonistas activos desde
inicios de siglo XIX hasta mediados del mismo? ¿Mucho menos de lo que se tenía
pensado?
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