El Deber Extra - Santa Cruz - Bolivia, Mayo de 2004
Soldados chilenos con uniforme militar de Bolivia y defendiendo el territorio
boliviano. No, no es ficción. Ocurrió hace casi 70 años y en la Guerra del
Chaco. Éste es un episodio poco conocido de dicho conflicto bélico que, de
alguna manera, nos acercó al vecino país, porque tuvo como protagonistas a un
centenar de hombres que luego retornaron a Chile con las marcas de un doloroso
conflicto, pero con una visión distinta de Bolivia. Otros, los menos, optaron
por reiniciar sus vidas por estas tierras
Se alistó como voluntario en el Ejército boliviano dejando
atrás varios años de una activa vida política en su país y convencido de que la
causa boliviana en la guerra era más que justa. Con ese mismo convencimiento
gestionó ante personeros chilenos el derecho del país a tener una salida
marítima. Aquiles Vergara Vicuña dejó testimonio de ello en sus
libros, en los que también expresó su apego a Bolivia, donde decidió vivir y
pasar los últimos días de su vida.
Vergara Vicuña nació el 12 de junio de 1895 en Viña del Mar. Era nieto del
destacado político liberal Benjamín Vicuña Mackena y de José Francisco Vergara
Echevers, uno de los ministros de Chile durante la Guerra del Pacífico. Estudió
en la Escuela Militar y egresó en 1914 como oficial de artillería. Estuvo en
Cuba y España cumpliendo diversas misiones para su país. Estos viajes le
permitieron iniciarse en la escritura. En los años 20 dejó la vida militar para
dedicarse a la política, donde se desempeñó como diputado del partido Radical y
luego fue ministro de Justicia e Instrucción Pública en el Gobierno de Carlos
Ibáñez. En 1930, junto a su esposa Anita Petre, visitó por primera vez Bolivia
y Perú. De ese viaje dejó testimonio en dos escritos. Luego de un intento
frustrado por retornar a la política, decidió abandonarla y se anotó como
voluntario para la Guerra del Chaco en 1934.
“Tenía la conciencia de estar viviendo una etapa singular de mi existencia,
casi novelesca; había vuelto al ejercicio de la vocación de mi niñez, comenzaba
a olvidar las desazones de la incomprensión y de la estulticia turiferaria de
ese triste y envilecedor medio político chileno en que, por un concepto recto y
puro de patriotismo, había quemado inútilmente mis alas de luchador y la fe en
la bondad de los hombres. Me sentía nuevamente sereno y fuerte en un medio que
no me pertenecía por cuna, pero al cual me sentía ya ligado por los lazos
ideológicos y afectivos que crean y justifican las adopciones. No pedía más”,
escribió en “El Caldero del Chaco”.
Ingresó como teniente coronel y no pidió ningún trato excepcional, sino
igualitario al de los otros oficiales de su rango. Fue destinado como
Comandante de Artillería del Primer Cuerpo de Ejército.
Finalizada la contienda bélica fue invitado por el Estado Mayor del Ejército
Boliviano a escribir junto con el teniente coronel peruano, Julio Guerra, una
historia del conflicto. Obra que, desde 1936, encararía solo y que empezaría a
publicar entre 1940 y 1945. El resultado de ese trabajo fueron siete volúmenes
bajo el título de Historia de la Guerra del Chaco. Este trabajo aún sirve
de fuente para muchos investigadores, pero también ha sido muy cuestionado por
los historiadores Roberto Querejazu y Juan Lechín Suárez.
Radicado con su esposa en Bolivia llegó al cargo de general de brigada sin que
hubiese renunciado a su nacionalidad chilena e incursionó en política a finales
de los 40. Vergara Vicuña fue también un gran activista por los derechos
bolivianos al mar. Hizo gestiones ante políticos chilenos, recibió algunos
apoyos, pero también duras críticas de sus paisanos.
Retirado del Ejército boliviano se dedicó a la pintura y a la enseñanza de
esgrima. Además, construyó su casa en La Paz haciendo una réplica de un
castillo que vio en España y que aún queda al lado del Hospital Obrero de La Paz.
Cultivó amistad no sólo con militares, sino también con intelectuales como Raúl
Botelho Gonsálvez. Vergara falleció en 1968 a la edad de 73 años.
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