POR: DIEGO MARTÍNEZ ESTÉVEZ
SINTÉTICOS ANTECEDENTES:
El mes de diciembre de 1932, las fuerzas paraguayas ocupaban
el sector Loa – Bolívar – Jayucubas – Platanillos, alcanzando con sus puestos
avanzados las inmediaciones de Campo Jurado sobre el camino a Ballivian. La
Ocupación de Campo Jurado le abría un expedito paso a Ballivian, situado en la
retaguardia profunda de todo el dispositivo boliviano, por tanto, era urgente
conjurar este peligro. Por entonces se encontraba al mando del ejército en
campaña, el general José Luís Lanza que dispuso el empleo de dos fuerzas para
apoderarse de Platanillos.
La maniobra consistió en realizar una operación de doble
desbordamiento con una reducida unidad de infantería (dependiente de la 8va
División), desde el sur y desde norte (Camacho) con otra, esta última,
dependiente de la Tercera División. El resultado final fue el desalojo
paraguayo de sus trincheras en Platanillos y posterior repliegue hasta las
cercanías de Fortín Corrales.
Los pormenores de la maniobra fueron las siguientes:
El 12 de diciembre, la Columna que partió de Camacho con
dirección a Loa, sostuvo un encuentro con un puesto adelantado comandado por el
capitán ruso Korsakoff, quien y junto a otros murió y el resto huyó a caballo,
por lo que fue necesaria la intervención de otra unidad montada: un escuadrón
del regimiento Ingavi que se apoderó de Fortín Corrales. Con esta operación, la
columna del norte se encontraba en condiciones de atacar Bolívar; las tropas
del sur retomaron Platanillos y Jayucubás. Los paraguayos, acosados por ambos
extremos, se replegaron sobre Bolívar donde con antelación habían preparado sus
posiciones para una nueva defensa, pero al cerciorarse que podían serles
cortada su retirada y no obstante de disponer apreciables fuerzas como para
resistir un fuerte ataque, abandonaron Fortín Bolívar retirándose a Corrales.
Reconquistado la línea de Platanillos – Jayucubás – Bolívar
– Loa, el Comandante en Jefe del Ejército en Campaña decidió crear el Segundo
Cuerpo de Ejército con la 8va. y la Tercera División, esta última con misión de
operar sobre Corrales y Toledo. La gran unidad de combate estaba integrada por
el Regimiento Warnes 9 de Infantería, el Regimiento Ingavi 4 de Caballería y
una sección de Artillería de la Batería 9, más cuatro camiones desvencijados.
Entretanto, las tropas paraguayas (D.C.2 y R.A. 1 “Valois
Rivarola de más de mil plazas, cuyo comandante, el mayor M. Castagnino fue
relevado del mando y puesto a disposición de la justicia militar en Isla Poi),
derrotadas en Platanillos, Loa y Bolívar, se concentraron en Fortín Corrales
donde recibieron refuerzos, entre estos, el Regimiento de Caballería “San
Martín” integrado en parte con personal de procedencia argentina.
Al constatarse que Fortín Corrales se encontraba reforzado,
la Tercera División recibió como refuerzo al Regimiento 30 de Infantería,
(cuyos componentes, en su mayoría eran soldados cruceños) y al Destacamento del
teniente coronel Zelaya, que también en parte estaba compuesto por soldados
cruceños.
Luego de un reconocimiento en fuerza, la noche del 31 de
diciembre de 1932, la fuerza boliviana atacó Corrales por tres líneas: el
Regimiento Ingavi por una senda que se dirigía a “Pozo 15 de mayo”; el
Regimiento 30 de Infantería por la senda Quiroga; el Warnes marchó frontalmente
a lo largo de la vía Bolívar – Corrales, seguido por la Batería de artillería
9.
El enemigo que se hallaba bien atrincherado, resistió por
ocho horas y la abandonó dejando gran cantidad de munición, equipo y
herramientas, así como armas, también a sus muertos, entre estos, oficiales y
soldados extranjeros del Regimiento San Martín.
Los defensores, al huir en densos y desordenados grupos
fueron castigados por el fuego flanqueante de las ametralladoras y fusiles; su
retaguardia fue también cortada por una compañía al mando del capitán Varnoux
produciéndose otra sangría y capturaron dos camiones, 14 soldados así como la
documentación de Fortín Corrales.
En estas circunstancias apareció un automóvil desde la
dirección de Toledo donde venían el coronel Melgarejo – comandante del
Regimiento San Martín - más otros oficiales; el motorizado fue detenido por una
cerrada descarga de disparos y sus ocupantes huyeron mimetizándose entre el
monte; Melgarejo fue herido. Por detrás les seguía una compacta columna de
tropas paraguayas que fueron contagiadas por el pánico de las diezmadas
unidades que venían huyendo de Corrales y se sumaron a la loca carrera al Este
de Corrales.
Al día siguiente de este hecho ( 2 de enero de 1933), las
patrullas de la Tercera División constataron tantos cadáveres enemigos
insepultos que le dieron a este sitio el nombre trágico de “El campo de los
muertos”.
Las bajas sufridas por las unidades bolivianas alcanzaron a
doce y otros tantos levemente heridos. Entres los muertos se lamentó la del
tenientecoronel Guillermo Sánchez que a la cabeza de su regimiento llegó hasta
veinte metros de las posiciones enemigas donde fue alcanzado por un proyectil.
Dos semanas más tarde, la tarde del 13 de enero, cuando las
unidades de la Tercera División se encontraban dislocadas en el sector de
Corrales, fueron atacadas sin éxito. Los atacantes, al retirarse dejaron en el
campo varios muertos, entre ellos el del teniente López; abandonaron su
ametralladoras pesadas y livianas, fusiles y cargadores, así como algunos
caballos.
La tarea de recoger tanto implemento dejado por los que
trataban de retomar el fortín, así como el entierro de los muertos, exigió una
labor de mucho trabajo para los soldados de la Tercera División que para el 13
de enero de 1933 contaba con 1.458 hombres, 34 ametralladoras livianas, 11
ametralladoras pesadas, dos cañones y 1.366 fusiles.
No pudiendo retomar Corrales, las tropas paraguayas
decidieron organizarse defensivamente en Puesto Betty a donde llegaron mayores
refuerzos de Toledo y procedieron nuevamente a atacar a los bolivianos,
quienes, previendo otro y más fuerte ataque, mejoraron sus posiciones de
Corrales. En la mañana del 23 de enero – 33, el silencio fue roto por la rotura
de ramas y gajos. El enemigo intentaba cercar al fortín y para impedirlo, el
comando de la Tercera División logró hacer avanzar por el fango de los caminos
y en penosas marchas, a los regimientos 12 y 40 de infantería. En la mañana del
30 de enero, una fracción de infantería que incursionó en la retaguardia
paraguaya influyó en el desenlace final. La intensidad del ataque enemigo fue
disminuyendo hasta que con asombro, los defensores pudieron observar su
repliegue, producto de las graves pérdidas sufridas durante los combates
parciales de los días anteriores. Sin embargo, al día siguiente se reanudó el
ataque sobre distintos puntos de la posición defensiva boliviana, sólo hasta
que los defensores de lanzaron al contraataque poniéndolos en fuga.
Seguidamente se ejecutó el avance y ataque sobre el fortín paraguayo Toledo.
Hasta el 2 de febrero de 1933, la Tercera División
incrementó su fuerza y llegó a contar con 2.491 hombres.63 ametralladoras livianas,
29 ametralladoras pesadas, 2.369 fusiles y 4 cañones; distribuidos en siete
regimientos, un escuadrón y una batería de artillería.
Ese 2 de febrero, una columna de 3.618 bolivianos inició su
ofensiva sobre Toledo. “cambas y collas”, integrando sus respectivas unidades o
entremezclados en otras, rivalizaban por ser los mejores exponente de valentía
y sangre fría, lo que en lenguaje militar se expresa como el “gran espíritu de
cuerpo”, reinante en en el Segundo Cuerpo de Ejército, cuyo efectivo total,
estaba lejos de aproximarse a la magnitud de esta organizaciòn, denominada
doctrinariamente como "Gran Unidad de Batalla".
La Tercera División (reforzada), marchó en tres columnas; en
total seis regimientos, apoyados por dos baterías de artillería. Más atrás y en
actitud de reserva: dos regimientos y un escuadrón.
El enemigo se hallaba dislocado en extensas líneas de
trincheras, a lo largo del camino que de Corrales conduce a Toledo. Ante la
presión boliviana, los defensores se escurrían con dificultad en dirección a
Puesto Betty.
En el trayecto de Corrales a Puesto Betty, existía una
extenso campo de pasto, llamado Campo Grande, donde las patrullas bolivianas
apoyadas por el fuego aéreo, sorprendieron fracciones paraguayas que
abandonaron en el campo un telémetro, un soporte de anteojo de artillería,
cinco cajones con granadas de mortero y otros materiales. La patrulla observó
la precipitada fuga de una columna de camiones.
Entre el 6 y 10 de febrero, las unidades de vanguardia
limpian de enemigo el camino y las sendas y el bosque adyacente. Son los
primeros testigos en observar escenas espeluznantes: por doquier hallan
cadáveres de soldados paraguayos a medio sepultar en estado de putrefacción;
muestran su rostro en actitudes de angustia y desesperación y muchos yacen con
sus miembros carcomidos por los gusanos. Tales escenas son el resultado de la
desordenada retirada paraguaya hacia Toledo.
PUESTO BETTY: LA POSICIÓN DEFENSIVA FUERTEMENTE ORGANIZADA.
El 11 de febrero – 33 Puesto Betty que se hallaba a tres y
medio kilómetros de fortín Corrales fue conquistado sin resistencia. La
patrulla desprendida del Regimiento 24 de Infantería se sorprendió por la
majestuosa construcción de la posición defensiva de Puesto Betty. Era un
sistema de atrincheramiento completo, perpendicular al camino de Corrales a
Toledo, no le faltaba nada para defenderse por largo tiempo. Las extensas y
profundas zanjas contaban con alojamientos subterráneos para el personal,
reforzados con robustos troncos, dotadas de nichos para munición y las
ametralladoras. Era todo un sistema defensivo, semejante a las construcciones
de la Primera Guerra Mundial.
Un prisionero declaró que después de Puesto Betty no había
más obstáculos hasta Toledo. Interrogado el prisionero del porqué del nombre de
Puesto Betty, manifestó que posiblemente les era extraño a que tan importantes
obras de fortificación les hubieran bautizado con el nombre de Puesto Betty; el
caso era que Betty era una mujer de Asunción que acompañó a las tropas y murió
a consecuencia del fuego de fusilería. Poco después, algunas patrullas que se
dedicaron a reconocer este campo atrincherado y despejar de enemigos los
recintos y vías de comunicación internas del campo, de improviso se detuvieron
ante el cadáver de una mujer de gran estatura y rubia de cabellera; cuando se
disponían a darle sepultura, escucharon un fuerte griterío y algunos disparos,
eran grupos de paraguayos que aparecieron en las proximidades y se lanzaron en
frenética huída hacia el Este.
A la retirada paraguaya de esta fortaleza le seguirían las
acciones deToledo, donde se desarrollaría una de las más sensacionales batallas
de la Campaña del Chaco.
El presente resumen, extractado del libro titulado: ACCIONES
MILITARES EN TOLEDO Y CORRALES, del autor, el coronel boliviano Enrique
Vidaurre, está dedicado a aquellos amigos paraguayos interesados en identificar
a esa valerosa mujer que marchó a la guerra y murió en ella imbuida quién sabe
de cuántas razones.
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