Por: Hugo R. Suárez Calbimonte / El Diario, 12 de Noviembre
de 2013.
La conflagración bélica con Chile de 1879, ha dado lugar a
que se libren muchas batallas emergentes de la invasión chilena a territorio
boliviano. Una de las batallas que constituye un hecho histórico de mucha
importancia es la BATALLA DE CANCHAS BLANCAS, acción que fue injustamente
ignorada por historiadores y la propia historia general de Bolivia.
Es pues de justicia conocer un hecho de impresionante
demostración de heroísmo y más aún si el 12 de noviembre de 1879 se recuerda el
aniversario de esta batalla, que fue protagonizada por un contingente de la
5ta. División compuesta por voluntarios del Sud de Bolivia.
Cabe corregir al historiador O‘connor, en su lacónico pero
valioso aporte, que se trata del Cnl. Ezequiel Apodaca y no Epifanio Apodaca,
pues, a la sazón, hemos accedido a un valiosísimo documento oficial del archivo
de las FF.AA., como son las “Memorias del Cnl. Ezequiel Apodaca –Potosí –
Cotagaita – Camino a Canchas Blancas – 1879 – 1880”, escrito por el coronel
tarijeño Apodaca, Jefe de Estado Mayor de la 5ta. División al mando del Gral.
Narciso Campero.
En la presentación de la indicada memoria, el Cnl. Edmundo
Sanabria Morales, Jefe del Departamento V –Historia del Comando en Jefe de las
FF.AA., concluye una exhaustiva investigación sobre el particular con lo
siguiente: 1o. Que por haberse tomado en la Batalla de Canchas Blancas,
importante documentación que comprometía seriamente a Chile con la Argen-tina,
Chile logró que le entreguen dicho documentación; 2o. Hubo un pacto entre
chilenos y grupos corruptos de bolivianos que se prestaron para hacer
desaparecer de la historia a la Batalla de Canchas Blancas y así sepultar “LA
GLORIA MÁS GRANDE DE BOLIVIA EN LA GUERRA DEL PACÍFICO”, según textual
afirmación del Cnl. Sanabria.
Cuando revisamos las memorias del Cnl. Apodaca vemos con
estupor la desesperante situación de los patriotas de la 5ta. División que a
toda costa querían avanzar contra el enemigo, siendo frenados por los planes
político-personales del Gral. Narciso Campero (afirmaciones textuales de la
Memoria analizada).
El relato personal del Cnl. Apodaca cursante en su memoria,
en fecha 12 de noviembre de 1879, es una página que se inscribe, en el marco de
nuestra historia, en una de las narraciones más impresionantes que confirma el
heroísmo del soldado boliviano.
La tropa boliviana comandada por el Cnl. Lino Morales, con
una disciplina digna de encomio, comiendo en túneles, sola en las noches y en
el día esperando en la aridez de la zona, sin dar lugar a que el ene-migo
aviste siquiera el único largavistas, al que lo tapaban con un tul negro y
utilizando sigilosos chasquis en una altura de Canchas Blancas, esperaron a los
chilenos en las cercanías de una laguna. La patrulla de exploración chilena
descubrió la laguna y avisó a toda la tropa chilena de la existencia de agua;
en horas de la noche en forma impresionante la caballería chilena se agolpó tropezán-dose
en la laguna y cuando se encontraban cuadrúpedos y humanos bebiendo el agua,
desmontados, en se-gundos, “los sanlorenceños del Méndez atacaron a cuchillo y
machete limpio al enemigo y tomaron de inmediato la retaguardia más profunda.
Desde el fondo de la batalla se sentía dolorosos ayes, cuando las tropas de San
Lorenzo hundían sus filos en el vientre enemigo o en la garganta y, hasta se
vio cuadros de lucha debajo del caballo, cuerpo a cuerpo y escucharse tremendas
interjecciones chapacas”.
El Cnl. Ayoroa que al igual que el Cnl. Villarpando con los
del “Ayacucho”, se-guían persiguiendo al enemigo, a las 3 de la mañana habló a
la tropa con llanto emo-cionado que contagió a todos y dijo entre otras cosas:
“Soldaditos. . . queridos hijos míos... indiecitos queridos, ustedes han
salvado a Potosí... lloro de emoción por-que hemos ganado, hemos defendido la
Patria, desde aquí abandonados por...” lanzando adjetivos contrarios al Gral.
Campero.
El 20 de noviembre, continúa la Memo-ria, “Fue muy triste, despedimos
a todos los que iban a reunirse con el General Nar-ciso Campero en la región de
Tonave, o sea que ahora los vencedores de Canchas Blancas, por orden suprema,
retrocedían como vencidos”.
De parte del Cnl. Lino Morales, adjunto a la Memoria precedente,
se establece co-mo resultado favorable para Bolivia, entre otros, nada menos
que 330 muertos y 400 heridos chilenos, 480 caballos, 550 entre mulas y burros,
bastante material bélico, etc., y especialmente documentación que comprueba que
Chile buscaba ocupar los departamentos de Potosí y Chuquisaca, contra con
frontera con Brasil y Paraguay y, algo muy grave, levantar a este último país
contra Argentina e invadirlo luego de una supuesta ayuda boliviana.
EPOPEYAS HEROICAS; BATALLA DE CANCHAS BLANCAS
Por: Rodolfo Becerra / Este artículo fue publicado en el periódico
El Diario el 8 de Abril de 2015. - bdlarltd@hotmail.com.
Cada año los bolivianos rememoramos el sublime sacrificio de
Eduardo Abaroa, en aquella heroica gesta del 23 de marzo de 1879, cuando los
valientes civiles bolivianos, junto a los soldados replegados de Antofagasta y
de otros sitios ocupados por la rapacería chilena, hicieron frente a un
ejército regular, en desiguales condiciones, pero con fiereza que produjo el
primer héroe de la contienda provocada por la invasión chilena.
Pero hemos olvidado una epopeya gloriosa que siguió con la
batalla de Canchas Blancas en la que una fracción de la famosa Quinta División,
le infringió una derrota calamitosa al invasor que preparaba su ingreso hacia
Potosí.
El 12 de noviembre de 1879 fue un día memorable que,
injustificadamente, ha sido olvidado en nuestros fastos militares. Se justifica
que Chile haya procurado borrar esta fecha, porque mancilló su orgullo basado
en esa falsedad de que su ejército nunca fue vencido, contrariando episodios
como Paucarpata, Canchas Blancas, Tambillos y Tarapacá. Lo reprochable en Bolivia
es que se lo ha procurado ocultar para dejar en el limbo traiciones de
prominentes personajes que se enlodaron al tapar esa victoria, donde se
destacaron tarijeños y chicheños que en muchas ocasiones desde las hazañas de
la Independencia y de la Confederación han mostrado su bravura. Si no aparecían
el diario del Cnl. Ezequiel Apodaca y el parte de Lino Morales, Canchas Blancas
y Tambillos, batallas legendarias, no los habríamos conocido y no tendríamos
ningún recuerdo épico de esa invasión infame de 1879, que ha ocasionado el
injusto encierro de Bolivia.
Después de una larga inactividad en Cotagaita, que
exasperaba a los jefes y tropa, finalmente el ejército de la V División se
movió hacia San Cristóbal, en dirección a Canchas Blancas y Calama, en medio de
indecisiones y contradicciones, dividiéndose la tropa, unos hacia el norte a
Oruro con fines conspirativos y otros para ir al frente contra Chile, pero en
condiciones de escasez de toda índole. En todo ese lapso se entrenó a los
soldados, a los indígenas que sirvieron diestramente como chasquis y se les dio
entrenamiento en el manejo de hondas y aun de palomas mensajeras para las
comunicaciones.
Hicieron lo posible para hacer frente al enemigo con
bravura, tesón y patriotismo, según sale de la valiosa memoria de Apodaca, que
nos hace colegir la actuación ambivalente del Gral. Campero, que se confirmó en
los hechos, porque prefirió cambiar el rumbo de su marcha hacia Calama,
dirigiéndose a Oruro para atender sus asuntos políticos, olvidando la lucha
contra la invasión chilena.
Durante la última quincena de diciembre de 1879 y principios
de enero, hubo una serie de actuaciones contradictorias e innecesarias y se
especula sobre la revolución contra el General Daza, en confabulación con
Aniceto Arce y otros Jefes en Tacna. Se refiere a la confusión y anarquía que
reinaba en la tropa, que se preocupaba porque la V División, conformada con
tanto esmero y sacrificio, para lo único que serviría era para bajar al
gobierno. El 28 de diciembre se produjo el golpe preparado con mucha antelación
y aun se arregló el asunto de Camarones, que sirvió para la destitución del
Gobierno; lo peor es que se ocultó el triunfo de Canchas Blancas, guardándose
los partes, con la idea de que “hay que fregar a los dacistas”. Por otro lado,
está el parte del Coronel Lino Morales de 13 de noviembre de 1879.
El 12 de noviembre, desde las cinco de la tarde, los
chasquis y algunas patrullas adelantadas traían informaciones del avance
chileno. “A las siete de la noche nuestros vigías vieron la enorme polvareda
que levantaba el enemigo, viniéndose con toda franqueza rumbo a la khocha de
agua, que era la única de la región y ubicada en la base de la garganta de
nuestras posiciones. Calculando su llegada a caballo repartimos las bebidas a
nuestros soldados, los que tomaron su merienda hacía una hora y, cuando
repartimos el última yambui en el extremo del ala derecha, las tropas chilenas
-seguramente sus caballos sintieron la humedad de la aguada que, sedientos se
precipitaron en confusión- se lanzaron en desorden polvoriento sobre el agua, y
al borde de la khocha se pisaron los unos a los otros, para llegar primero a
tomar agua”.
“En ese momento vino la orden, se deslizaron silenciosamente
los bolivianos y atacaron frontalmente, mientras que los indios ganan la
retaguardia del enemigo para caerse sobre sus provisiones y destrozarles la
cerca a pedradas aprovechando la noche.
Los chilenos reciben la sorpresa desmontados, y ven caer en
masa primero sobre su caballería, los caballos inmediatamente son dispersados o
tomados por los nuestros y llevados a buen recaudo, mientras que se sigue
acometiendo a lo largo de las columnas chilenas, ya totalmente sorprendidas y
confusas, pues con el primer plan se dividió a los enemigos con una maniobra
del ala izquierda que se encajó entre ellos, mientras que los de la derecha
atacaban a su retaguardia y los indios y parte del Ayacucho a su Estado Mayor”.
“Los sanlorenceños del Méndez atacaron a cuchillo y machete
limpio al enemigo y tomaron de inmediato la retaguardia más profunda”. “Desde
el fondo de la batalla, se sentía dolorosos ayes cuando las tropas del San
Lorenzo hundían sus filos en el vientre enemigo o en la garganta y hasta se vio
cuadros de luchas debajo del caballo, cuerpo a cuerpo y escucharse tremendas interjecciones
chapacas. Transcurrió más de tres cuartos de hora y los tiros se fueron
alejando y conforme íbamos avanzando sobre el enemigo. De rato en rato aún se
sentía el silbar de piedras de hondas indias dando caza a algún fugitivo. En
este afán llegó la media noche y los chilenos quedaron rechazados,
destrozados”. “El coronel Juan Bautista Ayoroa y sus tropas siguieron
persiguiendo al enemigo con la caballería que ahora teníamos abundante”.
“A las tres de la mañana, están de regreso Ayoroa y
Villarpando. Este deseó hablar a sus soldados a quienes sólo atina a decirles:
¿Soldaditos… queridos hijos míos ( un llanto profundo no lo deja hablar) y
sigue: soldaditos, indiecitos queridos, ustedes han salvado a Potosí y la
Patria… Lloro de emoción, decía, porque hemos ganado, hemos defendido la
Patria, desde aquí, abandonados por ese kuchi de Campero”.
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Yo, Hugo R. Suárez Calbimonte, afirmo que he escrito ese artículo periodístico sobre la Olvidada Batalla de Canchas Blancas, el 12 de noviembre de 1996, aniversario de aquella gesta boliviana, siendo falsa la fecha que se indica precedentemente.
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