Por Ing. Rafael Mariotti. / Fragmento extraído de: ABC COLOR / Publicado originalmente en el grupo de Facebook "Memorias de la Guerra del Chaco"
En medio del fragor de la peor de las actitudes destructivas
del ser humano: la guerra, es notable cómo el alma de las personas se inclina
hacia aquel deseo profundo de paz y fraternidad, a pesar de las terribles
circunstancias, las razones superiores de patria, del deber, de las
irrecusables órdenes superiores. Y fechas emblemáticas como el día de Navidad
hacen aflorar estos deseos en las personas.
Aquí narro un relato del boliviano Alex Pedraza, quien
publicó esta historia en un sitio web dedicado a la Guerra del Chaco.
Leyendo el diario de mi abuelo, el sargento Juan Francisco
Pedraza Méndez, saco esto que él escribió:
23 de Diciembre de 1932
Tan solo se escuchan algunos disparos, ya no como hace pocos
días, donde los pilas intentaron sacarnos a toda costa. Es triste ver a los
amigos morir. Desde Boquerón he visto a muchos amigos quedar allí con un tiro,
por eso no hablo mucho con ninguno. No quiero que sean mis amigos porque
después duele llorar por el amigo muerto. Sigo pensando en mi casa y en mis
padres y hermanos. Dejo de escribir; tan solo quiero dormir, fueron noches en
desvelo.
24 de Diciembre de 1932
Llegó una noticia. Se había firmado un alto al fuego por 24
horas por Navidad. Qué alegría en mi alma, pero tristeza en mi corazón. ¡Cómo
podremos festejar la Navidad si estamos matándonos como animales, aun hasta el
animal más desgraciado tiene compasión para con sus semejantes! Nos dieron el
rancho con un pedazo de carne, más un paquete de cigarrillos y un puñado de
coca como regalo. El comandante nos felicitó y nos dijo que descansemos porque
terminadas las 24 horas comenzaríamos a realizar un ataque contra los pilas.
Todos nos miramos con profunda tristeza. Del hueco de mis ojos salieron
lágrimas al recordar las navidades en mi casa. Todos en la casa siempre cumplimos
con ayudar a mi madre en limpiar la casa, ayudar en la cena, que siempre era un
lechón que mi padre metía al horno, justo a las 12. Todos en familia comíamos,
y siempre mirábamos los regalos que mi padre con sus propias manos hacía con
mucho cariño para sus hijos y mi madre siempre haciendo muñecas para las hijas.
Cuando recuerdo eso, maldigo la guerra que me está quitando mi juventud, pero
qué puedo hacer. No puedo huir porque sería un deshonor a mi padre que peleó
contra los brasileros en el acre, y siempre me decía: hijo, la patria al igual
que Dios es lo primero. Bueno, mamá y papá, feliz Navidad, tan solo les puedo
regalar una lágrima y que Dios les mande mis mensajes de que aún su hijo está
con vida, y antes de dormir les daré mis felicitaciones al enemigo.
Me contó mi abuelo que antes de dormir un rato, él gritó
¡Feliz Navidad pilas! y de la otra trinchera se escuchó ¡Feliz Navidad bolís!”.
Esta “tregua de Navidad” fue lograda por la intervención del
papa Pío XI (1857-1939). Se estaba combatiendo entonces la feroz batalla de
Saavedra. Tan solo dos días después los bolivianos lanzarían el célebre ataque
del 27 de diciembre de 1932.
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