El hecho histórico más sobresaliente que prueba el valor del General, ha sido relatado
por un testigo ocular.
Viajó el Presidente Barrientos Ortuño a Tarija con pequeña comitiva para
entregar viviendas a los trabajadores. Por diversas razones, el pueblo tarijeño
estaba soliviantado; en parte porque Tarija se sentía postergada en sus anhelos
de progreso, en parte porque el MNR y FSB habían realizado una intensa labor
proselitista contra el Gobierno. Estaban, además, irritados los estudiantes.
Tan grande era el descontento que se reunieron más de diez mil personas en la
plaza principal para agraviar al Presidente.
Recibido éste en el aeródromo, fue aconsejado por las autoridades y jefes de la
guarnición para no ingresar a la Prefectura por la plaza, donde seguramente
sería víctima de los ultrajes del populacho y muy posiblemente de un
atentado.
—Iremos por la ruta señalada y entraré por la plaza como debe ser —repuso el
Mandatario sereno y firme.
Media cuadra antes de llegar a la plaza tropezaron con la multitud que llenaba
la calle de muro a muro. Estallaron los silbidos y los improperios. El General
se abrió paso a fuerza de codos unas veces y otras con las culatas de los pocos
soldados que lo acompañaban. El acompañante que cuenta el suceso expresa: "Éramos
unos puntitos perdidos entre la multitud. Creí que nos iban a deshacer. Tuve
miedo. Y no sé cómo llegamos hasta las puertas de la Prefectura en medio de las
injurias y las caras exaltadas que brotaban de la muchedumbre."
Cuando el General quiso hablar del balcón prefectural fué ruidosamente
rechiflado. El pueblo no quiso oírle.
Barrientos, sin perder la calma, sin consultar a nadie, bajó a la calle y
dirigiéndose a los soldados de su guardia que ocupaban un camión, les ordenó
bajarse. Luego subía, él solo, al camión y desde allí gritó:
—¡Tarijeños! Ya han hablado ustedes. Ahora déjenme hablar a mí.
Sorprendidos por la audacia del Mandatario que se erguía, solo, contra la
multitud colérica, se oyeron todavía silbidos e insultos aislados. Luego el silencio
daba paso a la curiosidad.
El General habló con tal sagacidad, que desde las primeras frases conquistaba a
su auditorio. Comenzaron los aplausos y los vítores. Y cuando el Presidente
concluyó:
—He venido a realizar obras en beneficio de Tarija; acompáñenme a distribuir
las casas para los obreros tarijeños —fue alzado en hombros por el pueblo y
conducido, así, hasta el lugar de la ceremonia.
"Nunca vi un cambio tan radical en una muchedumbre, que de la furia
enconada pasó a la simpatía delirante" —confiesa el arquitecto Hugo López
Videla, a la sazón Presidente de "Conavi" y miembro de la comitiva
presidencial.
Fuente: EL GENERAL DEL PUEBLO de: Fernando Diez de Medina / 2005, La Paz-
Bolivia.
Foto: René Barrientos Ortuño y Fernando Belaunde Terry / Universidad San
Ignacio de Loyola - Peru.
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