Por: Pablo Peralta M. / La Paz / Pagina Siete, 20 de abril de 2014.
"Las raíces de la crisis (de la UDP) aún siguen vigentes porque no hemos
logrado una estructura económica capaz de generar riqueza”, sostiene Flavio
Machicado, quien fue ministro de Finanzas durante el último Gobierno de Hernán
Siles Zuazo (1982 -1985).
Machicado fue un protagonista de primera fila del proceso de diálogo que
promovió la Iglesia Católica, con el fin superar la crisis económica y política
que caracterizó a ese periodo.
Esa etapa crítica, con una situación inflacionaria insostenible, tuvo como
actor principal a Siles, quien encabezando la Unidad Democrática Popular (UDP)
lideró un Gobierno que heredó una "economía en ruinas” y un Legislativo
adverso.
La inestable situación obligó al caudillo establecer una huelga del hambre en
1984. Ante ello, con el fin de encontrar una salida a la crisis, la Iglesia
propuso un gran diálogo entre partidos, empresarios y trabajadores para
posibilitar un "pacto social”.
Machicado relata que el diálogo no cuajó porque los partidos tenían intereses a
futuro. Pero eso sí, el principal logro que consiguió fue pacificar al país.
Siles terminó renunciando a su mandato. Le sucedió Víctor Paz Estenssoro y se
estableció el Decreto Supremo 21060.
El intento de pacto es recuperado por Machicado en el libro Lecciones en democracia,
que se presentará el miércoles en la Universidad Católica a las 19:00.
¿Siles Zuazo tuvo un mal cálculo al prometer 100 días para resolver la crisis?
Todos los presidentes suelen pedir "100 días de tregua para resolver el
problema”. Obama habló también de 100 días. Ahora bien, se trata de una fórmula
que no estuvo en concordancia con la realidad. 100 días no es nada para
resolver un problema de carácter estructural como el que tenía -y aún tiene-
Bolivia.
¿Por qué la UDP se atrevió a asumir el Gobierno en 1982, sabiendo que no
tendría control del Legislativo y que eso le iba a ser adverso?
No estuve en los preámbulos de ese proceso. Pero entiendo que ahí se plantearon
dos corrientes. En la primera tesis lo que se propuso fue que la recuperación
de la democracia se la hiciera a través de nuevas elecciones, en las que
probablemente don Hernán pudo haber obtenido una mayoría en el Congreso y por
ende gobernabilidad.
No obstante, la prisa impidió tener un Gobierno de transición y llamar a
elecciones, que hubiera sido lo más sensato en ese momento. Había premura y
ansiedad, además de la presión de los partidos políticos, creo particularmente
del MIR, que quería el poder ya de inmediato.
Eso evidentemente hizo que don Hernán se precipitara y aceptara las peores
condiciones para asumir el Gobierno.
Una fuerza mayoritaria en el Legislativo entonces fue el MNR, liderado por
Víctor Paz Estenssoro. ¿Hubo una animadversión entre Siles y Paz?
Había más bien una animadversión personal entre Siles y Juan Lechín, que fue un
factor determinante. En los 70 fui asesor de la COB y estuve próximo a Juan
Lechín, quien me mostró entonces un encono personal hacia Siles. Es como si
hubiera dicho "a este señor no lo voy a dejar gobernar”, y como que todas
las presiones salariales, que eran muy justas, fueron muy fácilmente manejadas
por Juan Lechín.
Paz Estenssoro también tenía su juego, que era recuperar el poder y ésa era una
oportunidad de hacerlo. Pero lo hacía a través del Congreso y en una alianza
que no estaba pactada (con ADN). Cuando la clase trabajadora presionaba por
salarios, el Congreso apoyaba, entonces era absolutamente inmanejable el
Gobierno.
¿Cuál fue el rol de la Iglesia en el proceso de diálogo que se entabló para
intentar superar la crisis?
La Iglesia jugó al proceso de mediación. Existían dos condiciones para ello:
una es que el nuncio Alfio Rapisarda -a quien dedico este libro- con mucha
lucidez vio el momento difícil y en consecuencia empujó a la Iglesia boliviana
a asumir una postura de mediación. Él estaba muy convencido de cómo era el
juego político de Bolivia.
La segunda condición fue que los obispos que habían en ese momento eran
realmente hombres extraordinarios, y el propio presidente de la Conferencia
Episcopal Boliviana, monseñor Luis Rodríguez, era muy lúcido y comprometido con
el tema, en particular preocupado por la crisis social que se podía
venir.
¿Cómo nació la idea de establecer el proceso de acercamiento entre los
distintos actores del espectro nacional?
Todo este proceso se inició con la presencia del nuncio monseñor Alfio
Rapisarda, que casualmente se encontró conmigo. Como él sabía que yo fui
ministro de don Hernán, me planteó su preocupación, y luego junto a monseñor
Alejandro Mestre, los tres, en la Nunciatura, planteamos todo este esquema, con
el objeto de llevarle a don Hernán no solamente una salida, sino de que él
también diera a su vez la salida del pacto social, que le gustó mucho.
Ya en el diálogo ¿por qué Siles decide renunciar a su mandato?
La idea del pacto, que lo plantea además Siles al convocar al encuentro, no
cuajó en los partidos políticos. Una lección que saco de aquello es que: los
bolivianos no somos capaces de sentarnos a discutir nuestros problemas, no
queremos enfrentar los problemas en forma conjunta, porque nos basamos en la
idea de que alguien es culpable de algo. Y en ese caso el estigma fue Siles
Zuazo.
Cuando lee el libro (Lecciones en democracia), uno se da cuenta que de entrada
se plantea: "señores, hay que sacar a Siles Zuazo del Gobierno”. ¿Para
qué? Para que surjan los nuevos salvadores de la patria, llámese Paz
Estenssoro, Jaime Paz Zamora, los que tenían que entrar otra vez en las lides
de las elecciones una vez que Siles Zuazo se haya retirado del Gobierno. La
Iglesia decía "no, hay que discutir los problemas estructurales”.
Ésa fue la lucha que tuvo la Iglesia y ésa fue la gran desilusión que tuvieron
los obispos, quienes decían "no hemos propiciado esto para sacar a Siles
Zuazo del Gobierno, sino para discutir los problemas de la crisis del país, y
ustedes no quieren discutir, quieren sacarlo a Siles Zuazo”.
Entonces, se llegó a un punto en que Siles vio que políticamente era imposible
entrar a la discusión de la crisis, y la crisis no admitía mucho tiempo de
discusión, porque había que actuar rápidamente. Y toma la decisión de dejar su
Gobierno.
¿En la actualidad, cómo diría usted que nos encontramos en el país, después de
esa crisis?
Las raíces de la crisis siguen vigentes porque no hemos logrado una estructura
económica capaz de generar riqueza, y no hemos logrado una actitud capaz de que
la sociedad asuma su responsabilidad plenamente.
Es decir, no hemos logrado que la sociedad boliviana, como tal, asuma su
responsabilidad en la generación de la riqueza, en el fortalecimiento de sus
instituciones; sino que siga siendo un país rentista, con el papá Estado y sin
jugar el papel que le corresponde porque la sombra de lo político es muy
grande.
"Estoy convencido de la necesidad de un pacto social... y buscar la unidad
para enfrentar nuestros problemas”.
"Las raíces de la crisis siguen vigentes. No hemos logrado una estructura
económica capaz de generar riqueza”.
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