Era el mes de abril de 1938.
El nuevo Vice Canciller
argentino le sopló al oído de la representación diplomática paraguaya, que en
el puerto de Arica se venía desembarcando material bélico con destino a
Bolivia.
Hasta ese momento, el Paraguay se negaba a disponer que su
ejército se replegara de sus posiciones alcanzadas durante la campaña.
Desde el mes de febrero de 1932 a febrero de1938 gobernaba
la Argentina el general Pedro Justo, el mismo que por intereses privados – de
muchas empresas argentinas y el suyo propio, que tenían fuertes inversiones
agroindustriales en territorio boliviano detentado por el Paraguay desde el
siglo pasado – empleó todo el poder estatal de su país para intervenir directa
e indirectamente junto con su aliada, en la guerra del Chaco. Para este
propósito, a pocas semanas de haberse posesionado como Presidente, emitió un
Decreto Supremo reservado, disponiendo que su gobierno, en caso de
desencadenarse la guerra con Bolivia, apoyaría al Paraguay. En seguida, destacó
a Bolivia como Agregado Militar al capitán Mac Hannaford con la exclusiva
misión de montar el aparato de espionaje. Meses más tarde desplegó en el flanco
derecho del ejército boliviano a 10 mil hombres para provocarlo, con la
finalidad de sumarse a la campaña.
Esta tarea le fue encomendada al mayor Juan
Domingo Perón. Simultáneamente, en el Cuartel General de Buenos Aires se
organizó un equipo de estado mayor conformado por coroneles y generales para
planificar las operaciones militares paraguayas, sustentados logísticamente los
diversos planes por barcos de guerra argentinos que desde Formosa transportaban
hasta el puerto de Asunción, camiones ( en total 2.100 aproximadamente),
material bélico, municiones, alimentos,artículos de sanidad y equipo diverso.
En este puerto eran reembarcados en barcos de empresas navieras argentinas y
llevados hasta sus propios puertos instalados en la retaguardia del ejército
guaraní. El apoyo también incluyó a cuatro mil mercenarios reclutados en Buenos
Aires, esto fue en el mes de mayo de 1934; fueron transportados en vagones
ferrocarrileros hasta Formosa, aunque un contingente menor ya venía revistando
en filas guaraníes, desde que estallara el conflicto.
Para desgracia del Paraguay, el 20 de febrero de 1938, Pedro
Justo fue reemplazado en la Presidencia por el abogado Jaime Gerardo Roberto
Marcelino María Ortiz Lizardi. Desde entonces, la política internacional
argentina con relación al Paraguay y Bolivia dio un giro, pues, ante la amenaza
de reiniciar las hostilidades que el Presidente German Busch Becerra, vertida
al Paraguay a través de su enviado especial – el teniente de Aviación Elías
Belmonte Pabón – el gobierno paraguayo comprendió que el nuevo gobierno
argentino ya no lo sostendría artificialmente como bebé en probeta, como lo
hiciera Pedro Justo a lo largo de los tres años que duró la campaña militar.
Lo que en tres años de batalla diplomática – desde junio de
1935 hasta febrero de 1938 - nuestra representación no lograba persuadir al
Paraguay de hacer retroceder a su ejército hasta los límites actuales, el
teniente Belmonte lo consiguió en tres semanas.
La razón para este cambio de mentalidad argentina era
simple:
El petróleo boliviano había sido recientemente nacionalizado
de su anterior poseedor – la Standard Oil – que durante el curso de la guerra
contrabandeaba el crudo por Bermejo hasta su refinería instalada en territorio
argentino de donde abastecía con combustibles y aceites, a la maquinaria bélica
paraguaya (desde el año 1924 ya lo venía contrabandeando).
Junto a Elías Belmonte viajó a Buenos Aires el ingeniero
Dionisio Foianini, fundador de Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia. En
la Cancillería argentina expuso las enormes ventajas económicas y militares que
representaba para la Argentina abastecerse del petróleo boliviano, en lugar de
proveerse de Canadá, México y Venezuela; fuentes estas, que de estallar la
guerra con Inglaterra por Las islas Malvinas, corría el riesgo de ser cortado
este suministro.
Así, con tan singulares representantes diplomáticos, Bolivia
rescató enormes fuentes de riqueza no sólo petrolera, sino y sobre todo,
gasífera y también vastos campos para el pastoreo y la siembra, servidos por
dos ríos, alcanzando de este modo EL OBJETIVO DE GUERRA DE BOLIVIA: la salida
soberana al Océano Atlántico a través del Río Paraguay.
Los tanques que se observan desfilando en la Plaza Murillo,
junto a la otra virtualmente arma disuasiva – el petróleo boliviano que dejaría
de ser abastecido al ejército, marina y aviación paraguaya, además del cambio
radical de la política argentina - le dieron a la diplomacia boliviana
acreditada en Buenos Aires, un determinante espaldarazo.
Por: Diego Martínez Estévez para: Historias de Bolivia
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