Este artículo fue extracto de uyuniweb.com
/ (Historia basada en el reportaje del periódico Semana-1933, de Ultima
Hora-1979 y Prensa Libre (Sucre) 1990 y (La Paz) 2002.
Agustín Míguez ingresó a la guerra del Chaco con sólo 13
años de edad. De actuación decidida y valiente, ascendió a cabo. Su historia
debe servir de ejemplo a todas las generaciones por su civismo y amor a la
patria.
Impresionante relato de un niño nacido para la gloria. Un
rostro infantil que reflejaba el entusiasmo de la batalla. Un cuerpecito
delgado y unos ojos ingenuos que brillan, como si el resplandor de los
relámpagos de la trinchera, encendiera en su espíritu un misterioso coraje.
Agustin Míguez Torrico, pequeño en edad y estatura,
fabricaba sus rifles con la fantasia de palos y ruidosos disparos de boca.
-¡Pam, pam, pam! ¡Mueran los vende patria!
En su sangre llevaba la herencia de su padre; el indomable
Juan Míguez, brillante constructor de las famosas guitarras "Míguez"y
mentado luchador republicano.
Nace su obsesión
Corrían los días de 1928 y al conocer, por un tío, sobre el
ataque paraguayo al fortín Vanguardia, el pequeño reaccionó furioso y preguntó
cómo llegar a ese lugar. Desde entonces pretendía estar en el Chaco, pero era
muy niño. Sin embargo la oportunidad llegó años más tarde. Cuando el ataque a
fortín Chuquisaca, Agustín Míguez ya tenía 13 años de edad. Y 13 años para un
hombrecito de su temple, son ya un argumento indiscutible. Nada le detendría
ahora. Pero vio con los ojos arrasados de lágrimas partir una mañana, lo más
florido de la juventud boliviana. Entre ellos, sus hermanos Félix y Juan que
fueron incorporados al 14 de infanteria.
Agustin los siguió hasta los aledaños de la campaña y los
vió perderse entre hurras y gritos de defender a la patria.
Ni su madre le detiene
La oposición de su madre, Rosa Torrico, y su avidez por
experimentar la vida militar, libran una ruda batalla en su conciencia. La
madre es el ser más lleno de ternura y para un niño como Agustin, la madre lo
es todo. Pero para él hay algo mejor aún: la patria.
- Si no me deja marchar usted madre, me perderé. Le dice. Y
ella sabe que si lo hará porque Agustín es un muchacho dispuesto a cumplir lo
que dice.
Finalmente Agustín parte hacia Charagua. Allí los jefes
militares quedan sorprendidos por el arrojo y audacia del pequeño. Sin embargo
se oponen a su incorporación. Admiran la decisión, pero no pueden permitir que
un niño concurra a las trincheras. Por ello lo apartan para restituirlo a su
casa. El se "pierde"inmediatamente y el 19 de julio, eludiendo el
control, se incorpora en el glorioso 14 de infanteria. Empieza una ruda jornada
con rumbo a Tarija. Allí, el jefe del cuerpo vuelve a apartarlo pero Agustin es
terco y vuelve a burlar toda inspección logrando avanzar hasta Villamontes.
El día más lindo de mi vida
Después de tanta penuria sufrida de la constante oposición y
dificultad, es separado por tercera vez del regimiento y ahora de forma
definitiva.
Encolerizado, un militar le ha dicho que" la batalla
requiere de hombres, no de niños". Contempla desconsolado como parten los
camiones repletos de soldados y vaga por las calles de Villa Montes: el 14 de infantería
lo ha abandonado.
Sin embargo llega "el día más feliz" de su vida:
el 1 de agosto.
Ese día persigue a uno de los camiones que partía al Chaco y
dispuesto a no ceder esta vez, se sube al vehículo sin mayor trámite ni orden.
El carácter resuelto del niño convence finalmente a los jefes, que al no
poderlo retornar a casa, lo nombran estafeta.
El muchacho revela una vehemencia extraordinaria, finalmente
consiguió lo que su corazón pedía afanoso: lucha, fuego, metralla y defensa de
la patria.
El sabor de la pólvora
¡Ya está en el Chaco! Y dispuesto a trabajar en lo que le
pidan. Transcurren los últimos meses de 1932. Esta experiencia es lo mejor que
le ha pasado. El 13 de octubre cuando formaba parte de una patrulla de
exploración tuvo que participar en una emboscada tendida por el enemigo. Las
balas silbaban sobre su cabeza con ese raro y tétrico gorjeo, cual si fueran
aves infernales. El niño soldado no es un estorbo, pues su participación es
valiosa en las distintas misiones. El 1 de enero partió en una nueva patrulla.
Avanzaron dos kilometros delante de "Corrales" y allí cae muerto el
coronel Sanchez. Entonces, desafiando a las balas, Agustín se adelanta
cauteloso, toma el revólver del militar y la documentación que portaba. Así
impide que el enemigo conozca secretos que habrían sido perjudiciales para
nuestro ejército.
Dos teléfonos
Entre los oficiales y soldados, se reconoce la valentía del
niño que ahora es designado telefonista. Su misión es peligrosa, puesto que
debe informar sobre el curso de los combates y llevar el aparato
permanentemente. Durante la toma de Bolívar, grande fue el asombro de sus
compañeros cuando lo vieron portando dos teléfonos en lugar de uno. Y es que
Agustín, además de cumplir con su deber, se dio tiempo para tomar prisionero¡Un
teléfono paraguayo! Definitivamente el niño Agustín es un soldado y de los
mejores. El 2 de octubre de 1932 y por orden del Comando del Segundo Cuerpo de
Ejército, es ascendido al grado de Cabo.
Pertenece después al regimiento Colorados, al Chorolque y al
Castrillo.
En marzo de 1933 es evacuado del fortín Platanillos por una
mordedura de víbora y es hospitalizado. En medio de la solidaridad y luego de
sanarse, retorna a la guerra.
¿Qué lo impulsó Agustín?
"Volví por segunda vez al ver el entusiasmo, la euforia
de la juventud, ya que en esa fecha me exhibían como ejemplo. Todo fue por
levantar la moral. Me presentaban en colegios, instituciones cívicas, me daban
diplomas, invitaciones y todo tipo de agasajos. Ademas que ya me creía un
hombrecito. Partí al Chaco y en la zona de operaciones me incorporé al
regimiento Castrillo, donde permanecí hasta el final de la guerra, el 14 de
junio de 1935". Las acciones de guerra más importantes en las que
participó Agustín fueron: "Platanillos", "Corrales",
"Fernández", "Bolívar","Loa",
"Picuiba", "Irindague", "Boyuibe",
"Mandayapecua", "La Penca", "Camacho".
Aún hasta nuestros días, quienes conocen la historia del
niño Míguez, no comprenden el valor y el sacrificio, mostrados por un pequeño
que abandonó sus juegos infantiles para constituirse en el soldado más joven de
las trincheras bolivianas.
Ni el ardiente clima, ni la hostil vegetación. Ni el hambre,
la sed y menos el temor a los combates, doblegaron al soldado niño que cumplió
34 meses y 18 días de servicio activo.
Su hermano Félix murió en la guerra. Sólo Juan fue
desmovilizado con él. Pero falleció tiempo después. Luego se trasladó a
Lima-Perú, donde residia su madre junto a Matilde, su hermana.
La post guerra
Agustín Míguez se casó con Isabel Dávila y tuvo 5 hijos:
Nora, Dante, Rolando, Juan y Omar. Autodidacta y enamorado de los libros,
radicó en Uyuni buen tiempo hasta que se trasladó a La Paz en la década del
setenta. Sus últimos años los dedicó a servir a la ciudadania como oficial de
Registro Civil en la zona de Villa Adela. El Alto no quedó indiferente con el
niño héroe y por ello la Alcaldia inmortalizó con su nombre, la calle 3 de la
zona 12 de octubre. Posteriormente su natal Sucre, siguió el ejemplo con una
hermosa avenida.
------------------------
Links relacionados:
No hay comentarios:
Publicar un comentario