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LA NEGRA ÉPOCA DEL BANZERATO EN BOLIVIA

La gestión de Banzer “fue de fuerza, una dictadura”, según palabras de uno de sus ministros del interior, Alfredo Arce Carpio. El septenato (1971 -1978) dejo, ante todo, las marcas de una represión sin precedentes en la historia de Bolivia.
Loyola Guzmán, presidenta de la asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por la Liberación Nacional (ASOFAMD) destaco que durante el banzerato hubo 100 desapariciones (incluidos 40 en Argentina y 3 en Chile). En el libro Nunca Más para Bolivia, el padre jesuita Federico Aguilo totalizo 39 asesinatos políticos, 429 muertos en enfrentamientos y masacres y 100 torturados que salieron con vida. Según la Asociación de periodistas, hubo entre octubre de 1971 y diciembre de 1977, alrededor de 14750 encarcelados, 19140 exiliados políticos y 780000 exiliados económicos.

La dimensión del genocidio llevo a la dictadura de Banzer al tribunal Bertrand Russell de Roma, que la declaro, en 1974, culpable de violaciones graves, repetidas y sistemáticas de los derechos humanos junto a Brasil, Chile y Uruguay. El informe sobre la Violación de derechos Humanos en Bolivia, publicado en 1976 por la central Obrera Boliviana (COB), detallo que los métodos de tortura fueron golpes de puño, quemaduras de cigarrillos, introducción de alfileres y astillas, golpes de correa, violación, picana, chancho, cortaduras, el tubo de goma, garrote de dos pulgadas y torturas psicológicas. Los campos de concentración se generalizaron. El Panóptico, el campo de Madidi, Viacha, el campo de concentración de Achocalla, la isla de Coati, fueron algunos de los escenarios del terrorismo de Estado.
Según la COB, hasta 1976, 104 periodistas fueron perseguidos, desterrados y/o torturados, cifra que representa más del 50 por ciento del cuerpo profesional de cronistas de Bolivia. En el juicio de responsabilidades a la dictadura (de Banzer), Quiroga Santa Cruz enumero 78 periodistas desterrados y 19 emisoras de radio y diarios cerrados o sancionados. El diputado socialista denunció también la inmigración racista planeada desde el gobierno para afincar a un grupo colonizador de Sudáfrica.  
Las masacres son un emblema de época.
El cruento golpe del 21 de agosto de 1971 fue un anticipo de los años que vendrían. Aunque la Cruz Roja contabilizo 98muertos. La cifra total es una incógnita. La brecha estimada por el programa monitor de la televisión alemana es de 100 a 1000 víctimas. En el paraninfo de la universidad de Santa Cruz murieron 24 ciudadanos. Algunos de los heridos fueron asesinados en el hospital. Durante la matanza de la universidad Mayor de San Andrés de La Paz (UMSA) hubo 5 muertos, varios heridos y el apresamiento de 240 estudiantes que fueron trasladados al regimiento Bolívar de Artillería, erguido ya como campo de concentración. Pese a haber sido Ministro de Educación durante el barrientismo, Banzer cerro el ciclo escolar en 1971 y en 1974.
Las matanzas de campesinos fueron algunos de los hitos de la represión. Los sucesos de la masacre del Valle comenzaron  el 20 de enero de 1974, cuando el gobierno dicto un piquete de medidas que incluyo el aumento en más del 100% de los precios del azúcar, arroz, harina, fideos y café (hay que sumarle la devaluación, en 1972, y la caída del poder adquisitivo). Al grito de “Morir a bala antes que de hambre”, comenzaron los bloqueos de caminos. En el Valle cochabambino se escucharon tres ráfagas, comenzó la matanza. “Hemos visto montones de cadáveres de campesinos amontonados como leña”, relato un soldado. El último informe oficial afirmo que hubo 13 muertos, 10 heridos y 21 presos. Según la investigación de la asamblea permanente de Derechos Humanos, la cifra total mínima fue de 70 a 80 muertos y desaparecidos; en algunos medios militares se hablaba de 100 a 200 muertos.
Horas después de la masacre más sangrienta de su régimen, Banzer pronuncia una de sus  frases antológicas: “A ustedes, hermanos campesinos, voy a darles la consigna como líder: el primer agitador que vaya al campo, yo los autorizo, me responsabilizo, pueden matarlo. Si no, lo traen aquí para que se entienda conmigo personalmente”.
A los pocos días, el general Carlos Álvarez, convocado para restablecer la calma en el departamento, sostuvo que “no importa que mueran unos cuantos si la mayoría puede vivir feliz”.
Recién en 1978, Banzer volvió a hablar del tema: “La masacre de Tolata (uno de los lugares de la tragedia) fue protagonizada por extranjeros”, denuncio, y prometió fotografías que demostrarían su acusación.
A la hora de dar precisiones, Banzer responsabilizó a cubanos en combinación con el dirigente chileno Carlos Altamirano.
La intervención a la “conjura extraterritorial”,  a los extranjeros a los antipatria”, será una forma de justificar el acuerdo  entre las dictaduras del Cono Sur para pelear contra el plan “subversivo internacional”. Ese fantasma recorrió su gobierno, fue su sombra. Cuando hubo una fuga masiva  en el campo de concentración de la isla de Cuati, el gobierno señalo que la acción recibió poyo desde el exterior, ya que había una red política que financiaba desde afuera. El demonio de la conspiración supranacional, ficticio o real, ya estaba creado. Había que unirse para aniquilarlo.
LA Masacre del Valle tuvo otras consecuencias decisivas para el banzerato. El su libro Oprimidos pero no vencidos, lo socióloga boliviana Silvia Cusicanqui explico que todo el poder “de negociación y aun las formas simbólicas de participación campesina en las decisiones estatales se habían esfumado… bajo el régimen de Banzer.
El pacto Militar-Campesino, que había sido uno de los sostenes del banzerato agonizaba.
El aislamiento de Banzer de la sociedad civil continúo. En noviembre de 1974, rompió la alianza con el MNR y la FSB,  que conformaban el Frente Popular Nacionalista (FPN), y su gobierno devino verde oliva puro. La llegada al poder de Pinochet, el autogolpe de Juan María Bardoberry, la permanencia del modelo militar brasileño y las críticas en el interior del Ejército al FPN incidieron en el viraje. Con las primeras medidas impuso el Servicio Civil Obligatorio, que permitía reclutar a toda persona mayor de 21 años y el reemplazo de dirigentes de sindicatos y asociaciones civiles por coordinadores designados por el gobierno. Anuncio que se iba a quedar seis años más. Como nunca, creyó en su inmortalidad.
Esta nueva fórmula militar pura, anti partidista, vino acompañado del aumento del precio del estaño. Se duplicaron los ingresos por las exportaciones en lo que constituiría el mayor excedente comercial de la historia de Bolivia. Pero el auge inicial ceso, El endeudamiento será clave en la crisis del banzerato. El economista Gerardo Terna Belmont explico que la deuda tomo cuerpo entre 1974 y 1978, y más específicamente entre 1975 y 1976: “El origen de la crisis del endeudamiento se encuentra en el improductivo uso y destino de la deuda”. Dunkerley señalo que la deuda pasó de 782 millones de dólares en 1971 a 3.101 millones en 1978.    
Para un gobierno neoliberal como el suyo –así  lo definió Silvia Rivera-, la inflación era (es) un delito. Por eso, vale la pena destacar que durante el banzerato la inflación acumulada llego al 131.8% con un promedio anual de 18,8%, es decir, tres veces superior al del gobierno de Torres. Otro de los puntos oscuros fue la cuestión bancaria. El aval otorgado por la banca estatal en favor de las empresas privadas sobrepaso en 17 veces el capital de la propia entidad y muchos de los créditos no fueron  devueltos. En su ensayo Los rapaces, Mario Lara Claros informo que se entregaron unos 100 millones de dólares a terratenientes, cooperativistas y agricultores sin control alguno. También señalo que con el golpe de 1971, el MNR y la FSB se repartieron el botín bancario: el Banco del Estado para el primero y el Banco Agrícola para el segundo.

Fuente: El asesinato de Juan José Torres: Banzer y el Mercosur de la muerte. De Martín Sivak – Buenos Aires Argentina. 

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