Autocarriles en la cumbre del ferrocarril de la ciudad de La
Paz - Yungas - Beni. El Diario.
Por: S. ARTURO PIZARROSO / El Diario, 11 de Junio de 2013.
Hace un par de años (1928), me vi favorecido con una
invitación del ingeniero belga A. J. Lebrun, miembro de la Sociedad de
capitalistas belgas, para acompañarle en un viaje de estudio a la región de los
Yungas, a fin de darse cuenta de la ruta más directa del ferrocarril de La
Paz al Beni, por Yungas.
Salimos de la ciudad de La Paz, en una fresca mañana de
septiembre, en el tren del ferrocarril a Yungas; siendo lo más interesante del
viaje, el brusco descenso que se admira al transmontar la cumbre de la
cordillera, por en medio de atrevidos zigzagues de estrechas curvas
verdaderamente ingeniosas, más audaces que las de la Cuesta Colorada de la
línea Oruro-Cochabamba.
Baja el convoy, ofreciendo al viajero un paisaje
incomparable y grandioso, que, al decir del inteligente ingeniero, es un
paisaje maravilloso y salvaje, en medio de la Cordillera bravía y escarpada que
produce la sensación de vértigo; lo que hace admirar el poderío del hombre, que
nada en estos tiempos le es difícil de salvar, porque la Ciencia ha llegado a
tal extremo de progreso, que, a no dudar, pronto habremos descubierto el
Misterio de la Muerte. . .
A las doce del día, llegamos a la estación Hichuloma, que es
un lugar pintoresco y muy interesante, por la aglomeración de los viajeros y la
confusión de éstos en tomar sus mulos, unos para dirigirse al Sud, y otros al
Norte de Yungas. De este punto, se puede apreciar perfectamente la ruta que más
conviene para el ferrocarril al Beni, por Coroico. De Hichuloma, el final de
las rieles del mencionado ferrocarril, tomamos nuestras cabalgaduras, y
viajamos por en medio de bosques hermosos, abruptos, llenos de paisajes
incomparables, divisando bellas cascadas, con sus cabelleras blancas que parece
que cayeran del azul del infinito, y llegamos al término de nuestra primera
jornada: Bellavista.
Al día siguiente, frente a igual aspecto de maravillosa
naturaleza, pero entre bosques menos abruptos, cruzando bellos ríos
cristalinos, como es el Coroico, atravesamos por en medio de hermosas fincas,
rodeadas de cultivos de café, coca y cacao, y, bajo un sol cani-cular,
alcanzamos el final de nuestra segunda jornada: Coroico. Esta bella ciudad está
situada sobre faldas del Cerro Uchumachi, capital de la provincia de Nor-Yungas.
Es una ciudad muy bonita, y llena de un inmenso atractivo, debido a su clima
delicioso y a su envidiable posición topográfica, que aventaja a la de
cualquier otro pueblo de Yungas, por su proximidad al Beni.
Continuamos al día siguiente nuestro viaje, siempre en
mulos, a los primeros fulgores de una mañana serena y tropical, saludados por
cantos de hermosas aves de bellos plumajes. En esta tercera jornada, la
naturaleza se nos presenta bellísima e indescriptible. Y nos dice, francamente,
el señor ingeniero, lo siguiente:
–Recorrí varios puntos hermosos de la Suiza; pero estos
lugares que son “paraísos o selvas escondidas”, los encuentro superiores o
incomparables. ¡Es una Suiza superior, más bella y más poética!
Y cruzamos el río Santa Bárbara, y nos internamos en la
verdadera Selva Escondida, en donde, hace años, el suscrito escribió un tomo de
poesías con ese título. Penetramos por la vasta propiedad de Quenallata, que
tiene, más o menos, una extensión de una ocho o diez leguas cuadradas. En todo
el trayecto, el bosque es ya bravío, salvaje, primitivo; pues se encuentran
árboles tan corpulentos, que no alcanzan a abrazarlos ni tres hombres. Por
consiguiente, hay allí gran variedad de maderas preciosas, aprovechables para
cualquier trabajo en que quisiera el hombre emplearlas; diversidad de aves sin
cuento, de hermosos cantos y de bellos plumajes; cascadas maravillosas, cuyas
aguas bajan de 300 a 400 metros de altura; hay animales feroces, como el tigre
(jaguar), el puma, etc. Todas estas maravillas de la naturaleza se encuentran
en los lugares denominados: Chirqueño, Santa Rosa, Puente Armas, Choro, Puerto
Colón y Santa Ana. Es una verdadera lástima, que todos estos bellos lugares se
hallen despoblados, por falta de brazos humanos e inmigración europea, y
estando tan cerca de La Paz: a tres días de esta ciudad. Actualmente “The
Foundation” está trabajando un camino para automóviles de Hichuloma a los
Yungas. Así, muy pronto, haremos cómoda-mente el viaje, y lograremos poblar
estos fértiles lugares, tan apropiados para toda clase de trabajos de
agricultura tropical; pues aquí se producen admirablemente el algodón, la caña
de azúcar, la cascarilla, etc.
Seguimos el río Coroico, por su margen derecha, y llegamos
ese mismo día a Caranavi, a la hora del tramonto, en un crepúsculo tropical,
soñador. En el cristalino río de referencia, hemos podido apreciar abundancia
de pescados (sábalos), más exquisitos que los del mar.
Caranavi es un lugar muy pintoresco, bastante plano y lleno
de cultivos de caña de azúcar. Está bañado, por la margen derecha por el río
Yara o Taipiplaya y, por la izquierda, por el Coroico. Son tan caudalosos estos
ríos, que, para atravesarlos, tuvimos que hacerlo en “callapus” o balsas,
tripulados por “lecos”, o sea, gente de Guanay, bastante diestros en el manejo
de dichas embarcaciones, adaptables a esos ríos, y construídas con una madera
especial y liviana que se produce en abundan-cia en estos lugares.
Caranavi tiene una hermosa vega, llena de plantaciones de
caña, en una extensión tan sólo de 25 hectáreas, de las 735.000 que tiene de
tierras baldías la Compañía “The Bolivian Rubber Enterprise Ltd.” La
instalación de la fábrica es bastante regular, e igualmente el trapiche. La
producción mensual de alcohol es muy escasa, a causa de las maquinarias
rudimentarias, y la poca extensión de terrenos cultivados. El transporte de las
latas de alcohol se verifica en “callapus”, hasta Puerto Colón, y, desde este
lugar, mediante los indígenas fleteros, que la hacen valiéndose de mulas, por
el camino que ha abierto la Empresa, en la margen derecha del Coroico. La mayor
parte de los trabajadores son “lecos” del Guanay, Rurrenabaque y Riberalta.
El clima es bastante delicioso, y casi no hay enfermedades
palúdicas. La posición topográfica en que se encuentra Caranavi, es de un
porvenir muy lisonjero; pues es la vía más directa de La Paz al Beni. Desde
este punto, en balsas, se puede llegar en dos días a Riberalta. Es la ruta más
corta y directa para el proyectado Ferrocarril de La Paz - Yungas - Puerto Pando
- Beni; ofreciendo de esta manera, a la nación boliviana, un intercambio
comercial con el Beni y demás departamentos de la República.
La caña de azúcar tarda ocho meses en desarrollar. Crece
bien, y bastante alta y gruesa. La particularidad que tienen estas regiones del
valle de Coroico, es que la caña no necesita de riego, por ser el terreno muy
húmedo y cubierto todas las mañanas por una niebla que se desprende a manera de
lluvia, sirviendo de regadío a dichas plantas; cosa que no sucede en Sud
Yungas.
Estas son las ligeras consideraciones de este viaje que
realizamos con el ingeniero Lebrun; habiendo sido nuestro regreso a La Paz,
igualmente ameno y feliz, y conservado, grabado en el corazón el recuerdo
admirativo de esas bellas tierras noryungueñas, dignas de un porvenir muy
dichoso, que habrá de trocarse en venturosa realidad, dentro de pocos años.
La Paz (Bolivia), febrero, 1930.
No hay comentarios:
Publicar un comentario