Por: Pablo Michel / Historiador / Este artículo fue publicado
originalmente en el periódico digital www.oxigeno.bo
Después de los alzamientos del 25 de mayo en Chuquisaca y la
revolución del 16 de julio en La Paz, el Alto Perú inició el camino a su
independencia de la corona española. Se abrió un camino duro y agreste…
iniciando una guerra de desgaste con derramamiento de sangre de españoles,
mestizos, indígenas y negros.
Es importante enfatizar en el estudio historiográfico que:
fueron 16 años de una verdadera Guerra de Independencia; y no como algunos
historiadores afirman que “el Alto Perú solo tuvo que esperar a la llegada de
los Libertadores venezolanos para lograr su independencia”
Después de las famosas ejecuciones del 29 de enero de 1810
donde murieron los revolucionarios de La Paz encabezados por Murillo;
existieron en el transcurso del año varias otras ejecuciones, destierros
perpetuos, confiscación de bienes, azotes, encarcelamientos, prohibición… en
fin fueron alrededor de 2000 patriotas de las distintas clases sociales que
participaron y estuvieron implicados en la Revolución de Julio de 1809… y por
lo tanto también sentenciados….como diría el propio Brigadier Don José Manuel
de Goyeneche y Barreda en sus memorias: (Archivo del Conde de Guaqui) “Resultó
que las tres cuartas partes de la ciudad estaban comprometidas con la traición”
Entonces podemos establecer que el proceso historiográfico
conocido como Guerra de Independencia no fue la labor de unos cuántos… sino que
participaron los distintos estratos culturales, económicos y sociales del Alto
Perú… desde los doctores de Charcas, los ideólogos paceños, el bajo clero
criollo y mestizo hasta los acaudalados comerciantes que costearon los
altísimos gastos que significa esta empresa y por supuesto los guerrilleros de
las republiquetas y las ciudades importantes que en distintos momentos se
alzaron contra el régimen colonial.
LAS GUERRILLAS
Un aspecto crucial en el análisis de la independencia de
Bolivia es el rol que desempeñó el movimiento guerrillero también llamado el de
las “Republiquetas”. Esta denominación, que probablemente se debe a Bartolomé
Mitre, ha sido adoptada para significar la existencia de territorios
controlados por caudillos y montoneros que lograron imponer allí su autoridad y
su ley a despecho de la dictada por las dos cabeceras virreinales enfrentadas
en una cruenta guerra.
Y es aquí donde debemos hacernos una pregunta: ¿Son las
Republiquetas un anticipo de la Bolivia independiente y los jefes guerrilleros
precursores de ella?, ¿es sólo a partir de este hecho que empieza a surgir en
suelo de Charcas un sentimiento nacional o de pertenencia a si misma?
El ya fallecido historiador José Luís Roca en su libro Ni
con Lima ni con Buenos Aires expresa lo siguiente: “En realidad, el movimiento
guerrillero es sólo un hito del proceso que va a culminar con la formación de
un estado independiente en 1825”.
Es importante establecer que al fenómeno conocido
históricamente como Guerra de Guerrillas le precede la creación de la Audiencia
y todos los esfuerzos que esta hace para lograr un mejor status dentro del
imperio español. Lo notable del caso es que el ámbito sobre el que se va a
establecer la Audiencia (Kollasuyo y Antisuyo incaico) dará origen a la Bolivia
andina y a la amazónico-platense.
El hito posterior a las guerrillas, y el último del proceso
formativo del estado, es la constitución de la logia patriótica, compuesta por
próceres que conspiran y logran persuadir a Bolivar a dar paso a la República.
TUMUSLA… NUEVAS CONSIDERACIONES
Tumusla, en el análisis, es un combate poco conocido en
Sudamérica, pero su importancia radica en haber sido la última acción armada de
los españoles en América del Sur (gran simbolismo).
Como consecuencia de las victorias americanas en Junín el 6
de agosto de 1824 y Ayacucho el 9 de diciembre del mismo año, España perdía
definitivamente los territorios de Ecuador y Perú donde, por más de tres
siglos, había extraído grandes riquezas para las arcas de la Corona.
Previamente, como consecuencia de las “Guerras por la Independencia”, había
tenido que abandonar el entonces Virreinato del Río de la Plata, las Gobernaciones
de Paraguay y Montevideo y la Capitanía General de Chile.
Por disidencias internas entre los comandantes españoles,
las tropas del monárquico absolutista Pedro Antonio de Olañeta no habían
participado dentro del bando realista en las batallas de Junín ni en la de
Ayacucho y por eso se encontraban intactas en territorio altoperuano.
El triunfo americano en estas batallas y la capitulación
incondicional del 9 de diciembre de 1924, nos dan argumentos sólidos para
afirmar que el grueso del ejército realista había sido vencido, lo que solo
podía permitir pequeños combates en el futuro inmediato.
ALGUNAS POSTURAS REVISIONISTAS.
Hoy en día existen varias versiones de este episodio en la
historia de Bolivia:
La 1º corriente dice que: “Tumusla fue la última batalla en
la que se puso fin al yugo español”.
La 2º corriente establece que: “Tumusla fue la última acción
armada de los españoles en América del Sur”.
La 3º corriente va más allá y dice que “Bolivar no libertó
el Alto Perú, sino fue el Coronel Medinaceli”
La 4º corriente establece que “No hubo una batalla en
Tumusla, sino un motín”
La 5º corriente, afirma que: “No importa si hubo batalla o
no en Tumusla, lo importante es que en esa jornada se produjo el último disparo
en contra del coloniaje español”
¿Quién era el Brigadier General Pedro Antonio de Olañeta?
Pedro Antonio de Olañeta fue un hombre muy conservador,
absolutamente católico y leal a la Corona de España. Nacido en la provincia de
Vizcaya en 1789. Una vez que estuvo en Salta se dedicó al comercio de forma
exitosa, sobre todo en el Virreinato de la Plata y especialmente entre Potosí y
Buenos Aires. Desde 1810 sirvió al ejército realista y fue ascendido a general
después de la batalla de Viloma.
Se hizo famoso por sus entradas triunfales en la ciudad de
Salta, en 1817, 1820 y 1821; en esta última murió el héroe gaucho Martín
Güemes.
Las circunstancias que rodean a la muerte de Olañeta el 1 de
abril de 1825 en Tumusla, aún no están esclarecidas.
ANTECEDENTES.
La Revolución de Cádiz de 1820, llamada también la
“Revolución Liberal”, dirigida por Rafael de Riego había impedido de forma casi
dramática el envío de una gran expedición de tropas coloniales con destino al
Río de la Plata.
Fernando VII era obligado a someterse a la nueva
Constitución Liberal.
Por lo tanto fueron los asuntos internos de España que
también jugaron un papel importante en el desgaste y la no renovación de
efectivos militares leales a la Corona, que tanto se necesitaban en los teatros
de operaciones.
La 1ra. Versión del Cnl. Medinaceli dice que “...existió una
batalla en las cercanías del río Tumusla la cual ganaron los patriotas; el
combate se inició a las 3 de la tarde y concluyó a las 7 de la noche. Olañeta
contaba con 32 oficiales, 1.700 soldados; Medinaceli contaba con 26 oficiales,
30 artilleros y 360 hombres de caballería y 1.300 soldados. En esta acción
murió el General español Olañeta.”
La 2da. Versión, también del propio Cnl. Medinaceli relata
que “el Brigadier general Olañeta murió por un disparo hecho por la espalda;
Olañeta habría rodado por el cerro; horas antes hubo un motín de los que aún
estaban con él. El que le habría disparado era un teniente 2do. en venganza por
que Olañeta habría violado a la esposa de este el 25 de enero del mismo año.”
OTROS AUTORES SE REFIEREN DE LA SIGUIENTE MANERA:
Francisco Bourdett O`Connor, en sus memorias de 1869, se
refiere de la siguiente manera: “La presencia de los vencedores de Ayacucho
incrementó la defección de numerosos jefes realistas. Este fue el caso del
regimiento Dragones Americanos, acantonados en Oruro, compuestos por 600
hombres bien montados y con sables hechos en Potosí... en mi marcha me
encontraba encabezando la vanguardia de Ejército Libertador buscando al Gral. Olañeta
para mostrarle el acta de capitulación de Ayacucho y demandar su rendición;
apenas transcurridas tres leguas en mi marcha recibí un parte del teniente
coronel Medinaceli en el que me comunicaba que el 1º de abril, día Jueves Santo
había muerto el general Olañeta en Tumusla, en un motín ocurrido en su tropa.
Hice alto allí mismo y me regresé a la ciudad de Potosí…”
Julio Ortiz Linares (investigador chuquisaqueño) Se refiere
en su libro que “Carlos Medinaceli Lizarazu es un patriota olvidado”. “El verdadero
libertador de Charcas se llamó Carlos Medinaceli Lizarazu, librando la batalla
de Tumusla, decisiva para sellar la independencia del país que luego se
llamaría Bolivia. Él mismo tuvo la idea clara de de que estas tierras nazcan a
la vida republicana como una entidad distinta de Argentina y Perú. El coraje de
este hombre no fue perdonado por los “dos caras” por ello le habrían condenado
al olvido, haciendo que Sucre asuma el mando total luego de Tumusla”
Por todo lo anterior expuesto, llegamos a la conclusión de
que realmente existió un hecho armado… un combate.
Lo que no se ha establecido todavía es “de qué magnitud fue
este hecho”.
Definitivamente la batalla de Tumusla fue el último hecho de
armas en contra del ejército realista en el Alto Perú y por lo tanto su
importancia no está en discusión.
ULTIMAS POSTURAS
En el libro: “La Familia Canterac en América” (publicado
hace 3 años por la joven historiadora española María de los Ángeles Canterac y
Barba, descendiente directa del Gral. español Don José de Canterác (el que
firmara la capitulación ante el Gral. Sucre después de la batalla de Ayacucho),
establece según su investigación en oficios y documentos de los archivos de Las
Indias y Sevilla, que sí hubo una batalla en las regiones cerca de un río
llamado Tumusla, sin embargo en ningún párrafo de su libro menciona a este
hecho como Batalla de “TUMUSLA”, sino la “ULTIMA BATALLA DE POTOSÍ”, estas dos
batallas no son diferentes, sino se tratan del mismo hecho del día 1 de Abril
de 1825.
“Si la batalla de Ayacucho significó la derrota política y
militar de las colonias españolas en Sudamérica, la batalla de Potosí
representó un golpe aún más duro, el corte umbilical entre el cerro de Potosí y
España... ¡Oh Potosí, cuanto te debe Europa”
Don José de Canterác, Madrid, 1829
En otro capítulo referido al regreso del Gral. José de
Canterac a España después de la capitulación, la Dra. Canterac escribe: “El
Gral. de Canterac fue un hombre muy estricto y duro; pero también muy justo y
su honor no podía ser mancillado... cuando se enteró de los hechos del jueves
santo en Potosí (refiriéndose a los hechos del 1º de abril de 1825) estalló en
la más espantosa indignación.
“... el Gral. dijo: ahora la palabra de un Canterac ya no es
digna de confianza” Pues el tenía la idea que la rendición firmada por él y el
Virrey La Serna era definitiva y sellaba cualquier futura batalla o combate.
Los anteriores datos son importantes y arrojan nueva luz; no
solo por la investigación que sustenta el trabajo realizado por una Dra, en
Historia, sino también por tratarse de una descendiente directa del Gral.
realista Don José de Canterac.
Finalmente... que magnifico simbolismo para los
altoperuanos... “fue en el Alto Perú donde se inició la Guerra de la
Independencia y fue en el mismo Alto Perú donde se puso fin a más de 3 siglos
de coloniaje” Sobre Olañeta, paradójicamente 2 meses después de Tumusla, el rey
Fernando VII (ignorando la muerte de este) recompensa su lealtad a la monarquía
nombrándolo Virrey del Perú. (por supuesto este tipo de nombramientos y medidas
ya solo tenían un alcance simbólico; España estaba totalmente derrotada.)
TRANSFUGIOS Y “CAMBIOS DE CASACAS”
A lo largo de los 16 años que duró “nuestra” Guerra de
independencia, hubo muchos casos de cambio de bandos… como los ocurridos tras
la batalla de Huaqui cuando un grupo de patriotas cochabambinos renegaron de
Castelli para llegar a entendimientos con Goyeneche. Asimismo, en las mismas
republiquetas de Ayopaya, según los relatos de los propios patriotas se
registraron deserciones a favor del Virrey de Lima… y por el lado realista lo
propio… no hay que olvidarnos de los transfugios de los realistas al lado de
los patriotas, siendo el caso más notable el del batallón realista “Numancia”
(donde de muy joven sirvió Andrés de Santa Cruz)… el que íntegramente con
jefes, oficiales y tropa pasó al lado de San Martín en el Perú.
Y es bueno y saludable tocar este tema… pues varios de los
realistas que durante la Guerra de Independencia participaron a favor de S.M.
el Rey fueron los que entre 1824 y 1825 (cuando la causa realista estaba
perdida) resultaron “patriotas” y algunos incluso ocuparon puestos de importancia
en el naciente país. ¿Acaso no nos acordamos del Gral. Aguilera que proclamó la
independencia de Santa Cruz que años antes dio muerte en la batalla del Villar
al patriota Cnl. Manuel Ascencio Padilla? ¿no estuvo Aguilera implicado en las
correrías y muertes de patriotas sobre todo en el sur del Alto Perú? ¿No fue el
Cnl. Carlos Medinaceli Lizarazu (“vencedor de Tumusla” como lo conoce la
historia ) otro realista que participó junto a Olañeta en la muerte del famoso
patriota salteño Martín Güemes ?, ¿estos no participaron junto al famoso Gral.
Valdez, conocido como el “barbaducho” por su brutalidad de las patrullas de
“Dragones” que eran el terror de las poblaciones y sobre todo de los familiares
de los implicados patriotas?
El sino del transfugio, indudablemente lo existió desde las
Guerras entre Pizarristas y Almagristas, antes de las fundaciones de las
primeras ciudades en el Alto Perú… y continúan hasta hoy. Parece ser una
constante en nuestra idiosincrasia altoperuana.
Sin embargo (para descargo de los tránsfugas) Bolivia surgió
como un fenómeno por el cual muy pocos apostaron. Dentro de 13 años más Bolivia
cumplirá como país 200 años. En estos últimos años ¿cuántos países en todo el
mundo se crearon… y cuantos ya no existen…?. Bolivia pese a las coyunturas
internas y externas sigue existiendo como República o Estado Plurinacional … y
este, el pedido del mariscal Antonio José de Sucre que a manera qie pasan los
años se mantiene vivo y latente:
“Aún pediré otro premio a la Nación, el de no destruir la
obra de mi creación y mantener por entre todos los peligros la independencia de
Bolivia”
Antonio José de Sucre, 1828.
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