El Diario de Asunción del 31 de diciembre de 1932, publicó un artículo
titulado: “Un ex– ayudante del general Kundt fue capturado en Asunción”. La
nota da cuenta de haber detenido a varios extranjeros sospechosos de ser
agentes secretos de Bolivia. Según El Diario asunceno, el delito de
espionaje había sido comprobado plenamente con respecto al capitán Ernesto
Keffman, disponiéndose las autoridades paraguayas a aplicarle la máxima
sanción358 . Otro caso del mismo matutino, fechado el 26 de enero de 1933,
sobre los procesos seguidos a agentes del servicio de Bolivia, señalaba que el
Juez Instructor decreto embargo de bienes, entre los procesados figuraban:
Frank Walterios Lucas y Ernesto Shuvested, el embargo tenía que cubrir la suma
de cincuenta mil pesos de curso legal (Ultima Hora, 8 de marzo de 1933, “¿Qué
se diría si tratásemos así a los espías al servicio del Paraguay?”).
El periódico boliviano Ultima Hora del 19 de enero de 1933, referente al agente
capturado indicaba que: “el Paraguay cometerá un nuevo e insensato crimen pues
el capitán Keffman no es conocido en Bolivia y nunca, que sepamos ejerció las
funciones que se le atribuyen para justificar su asesinato revestido de
apariencia legales”. Los diarios asunceños fueron insistentes en afirmar que
habían sido espías al servicio de Bolivia y pedía la pena máxima.
El matutino Universal del 9 de febrero de 1933 (La Paz) publicó un artículo
titulado: “El fantasma del espionaje en el Paraguay”. La nota refiere que: “En
todo tiempo ha constituido una de las más serias y tenaces preocupaciones del
Paraguay la actividad de los espías al servicio de Bolivia (...). Ven espías en
todas partes: en las iglesias, en los cuarteles, en los campos de
concentración, en las alcobas de las mujeres de vida alegre y, no es decir que
incluso los ven en el despacho de Ayala o junto al generalísimo Estigarribia”.
En efecto, la prensa asuncena “estaba plagada de informaciones sobre
actividades de los espías y no es exagerado decir que desde mucho antes de que
estallara el conflicto, han sido torturados y ejecutadas numerosas personas,
especialmente extranjeros, bajo la sindicación de ejercer espionaje. Porque hay
que tener en cuenta que allí no se andan en consideración de orden legal, como
ocurre en Bolivia. El juicio es sumarísimo, cuando se lo hace, pero por lo
general, a la acusación de espionaje le sigue la muerte. Tal ha ocurrido con
argentinos, alemanes, etc.”.
El 17 de enero de 1933, otro diario de Asunción informaba: “fue traído del
Norte engrillado un voluntario extranjero que había logrado incorporarse a
nuestra línea haciéndose pasar por uruguayo. Pero en Concepción, un herido
boliviano lo reconoció en uno de los hospitales de aquella ciudad,
identificándolo. Este espía está en un calabozo aquí en el capital. ¿Por qué se
los fusila? Hay que escarmentar a los espías”. El periódico Universal del 9 de
febrero de 1933 hacia saber que: “Las autoridades policiales prosiguen
extremadamente las medidas contra los espías que trabajaban al servicio del
gobierno boliviano. Hoy fueron detenidos en momentos en que intentaban
embarcarse con destino a Formosa dos mujeres que hace algún tiempo fueron
despedidas de un hospital de Bahía Negra por el mal trato que dicen pensaban a
los prisioneros. Se ha comprobado que estas mujeres enviaban desde Formosa
telegramas en clave a los altos jefes del ejército boliviano que se encuentra
en Villa Montes”.
La prensa paraguaya estaba plagada de este tipo de noticias. Los mismos diarios
daban cuenta, en sucesivas ediciones, de haber sido detenidos bajo tal
sindicación: Concepción, Idoyaga, Abelardo Cáceres y Vicente Bernal. En
consecuencia, el 8 de marzo de 1933, se conocía también otra detención de dos
espías bolivianos transportados en el buque de guerra “Tacuari”, estos agentes
desarrollaron sus actividades de espionaje en Isla Margarita bajo la dirección
del Cónsul de Bolivia en Murtinho. Las detenciones a presuntos agentes de
Bolivia fueron consecutivas. El afán de la prensa y las autoridades de Asunción
fue ejecutar a cuanto espía esté al servicio de Bolivia.
De acuerdo al El Diario de Asunción del 29 de junio de 1933, la policía de ese
país aseguro que apreso a uno de los jefes del espionaje boliviano.
“Según informes que hemos podido obtener, la de un agente al servicio del
espionaje boliviano. Se trata de un sujeto extranjero, radicado en la vecina
localidad de Clorinda. Este funesto personaje se dedicaba en nuestro país a
organizar una banda de espías de diversas nacionalidades. Para realizar este
propósito, ofrecía a los futuros espías sumas importantes de dinero argentino.
Una parte del tiempo lo dedicaba a conocer las importantes localidades, para
allí poder dejar constituida la sede de los mafiosos al servicio de Bolivia. A
menudo realizaba viajes a Formosa y luego se internaba hacia Salta, ciudad
Argentina fronteriza con Bolivia. Una vez realizada su misión regresaba a este,
para continuar sus repugnantes actividades. En uno de los hoteles cercanos al
puerto tenia instalado su ‘oficina técnica’. De origen europeo, nacionalizado
argentino, habla varios idiomas, incluso el castellano. Es un tipo fornido, de
cara roja y de buen aspecto físico. Sabemos que está seriamente comprometido y
esta es la hora en que debería rendir cuentas de sus actividades a la justicia
de nuestro país. En la cárcel y otras dependencias, existen arrestados unos
ocho sujetos que también formaban parte de otra banda de facinerosos al
servicio del general Kundt y de su patrón Salamanca”.
Otra noticia del mismo matutino El Diario fechado el 1 de julio de 1933, daba
cuenta de la detención de tres presuntos espías al servicio de Bolivia:
“Estos tres indeseables, se hallan detenidos en la policía para ser puestos a
disposición del Juez militar que entenderá en la instrucción del sumario
correspondiente. Poco a poco, las autoridades en cargadas de velar por la
defensa de la nación, van enviando el territorio de (sic). Procédase
enérgicamente contra esta clase de malandrines que vienen a este país a
desarrollar actividades en contra de la sagrada causa que el pueblo paraguayo
esta defendido a costa de su generosa sangre”.
El periódico paceño La Razón, del 12 de julio de 1933, refutaba lo arguido por
La Prensa de Buenos Aires, referente a la detención de tres espías bolivianos:
“El Paraguay no logra dominar el temor que se ha apoderado de la oficina
técnica de su Estado Mayor con respecto a la acción del espionaje de Bolivia.
Prosigue una lucha contra fantasmas que acabará por agotar el sistema nervioso
de sus autoridades, ya bastante gestado a raíz de los desastres sufridos en los
sectores Nanawa, Gondra y Arce. Véase, si no, el cablegrama proveniente de
Asunción: 8 (Especial).- Las Autoridades locales han procedido a la detención
de tres personas sospechosas de ejercer espionaje a favor de Bolivia”.
En consecuencia, no solo se publicaba notas de ese carácter en la prensa
asunceña, sino, la prensa Argentina replicaba sus informaciones con intensidad
a nivel internacional ante la causa paraguaya.
Desde 1934, Bolivia tuvo un viraje importante viraje en cuanto a sus servicios
de espionaje en el exterior, por ello, el matutino boliviano La Razón, en su
edición del 4 de noviembre de 1934, con acertado criterio publica un artículo
titulado: “Estigarribia cree que en su comando existe buen número de espías”,
en el Ejército paraguayo hacia conocer sus informaciones con carácter de
importancia mediante circulares como la siguiente:
“‘Puesto de Comando del Primer Cuerpo de Ejército.-30 de mayo de 1934.-
Instrucción No.3.- I.-De fuente segura se tiene conocimiento que existe
espionaje activo en los comandos de cuerpos de ejército, que se encarga de
transmitir al comando enemigo detalles completos de toda clase de actividades
de dichos comandos y sus ideas operativas. 2.-Los comandantes de unidades
tomaran las más extremas precauciones a fin de evitar ese espionaje.- a)
Interviniendo especialmente en las radios, teléfonos y correspondencia.- b)
Prohibir terminantemente todo comentario sobre servicio en general, ordenes o
instrucciones de los comandantes superiores.- c) Ordenar conferencias en todos
los regimientos sobre secreto de servicio.- (Firmado).-Núñez, teniente coronel
y comándate interino del primer cuerpo’. El comando boliviano no necesita del
espionaje, para vencer al enemigo le basta la fortaleza de su ejército”.
El Tribunal de Justicia Militar, fue muy radical en algunos casos con
individuos que sirvieron ante la causa boliviana, los cuales pagaron con su
vida. Algunos fueron descubierto y sometidos a sendos juicios por espionaje,
pero, otros tuvieron más suerte y siguieron su actividad ante la causa
boliviana hasta la finalización de guerra y posterior a ella, hasta la firma de
paz.
Las autoridades de guaranís, tras los casos descubiertos de espionaje al
servicio de Bolivia. Vieron que los inculpados tenían para defenderse muchos
recursos legales a su favor, ante ello, vieron necesario dictar una ley
tendiente a llenar ese vacío para reprimir el espionaje enemigo. El 31 de
diciembre de 1932, la Cámara Legislativa paraguaya sancionó una Ley que mereció
inmediata promulgación del Ejecutivo, denominado “Ley contra el espionaje, en
los siguientes términos”:
“Art. 1°.- Sera considerado delito de espionaje y comprendido en el artículo 69
del Código Penal Militar: a) El que sin motivo alguno justifique procurase la
obtención de datos sobre una plaza, puesto militar, buque del Estado o cargo
del Estado, almacenes de boca o de guerra. b) El que recogiese informes sobre
efectivos de tropa, embarcaciones, armas, combustible, municiones de boca o de
guerra u otros elementos cuyo conocimiento podría hacer eficaz para el progreso
de las armas enemigas. c) El que levante planos de fortificaciones o del
terreno donde operan concentran o instruyen contingentes militares, planos de
terreno, ciudad o pueblo en donde se encuentren autoridades civiles o
militares, depósitos de vivieres, depósitos de material de guerra, o de
combustibles. d) El que levantase o recogiese informaciones sobre efectivos de
población, reglamentos militares, documentos o noticias que conduzcan
directamente a facilitar los planes del enemigo. Art. 2°.- El conocimiento y
juzgamiento de estos hechos corresponde a la justicia penal militar con
sujeción al procedimiento establecido para el caso de guerra y la pena
aplicable que es la prevista en el artículo 68 del referido Código Penal
Militar. Art.3°.- Los delitos frustrados de los hechos comprometidos en los
incisos a, b, c, y d del artículo 1° serán castigados como si fueran
consumados, y, las tentativas, con la pena de inmediata inferior. (...). Art.
6°.- Las disposiciones de la presente ley regirá duramente el actual conflicto
intencional desarrollado en el Chaco” (Universal, 27 de enero de 1933, “Se
impone la necesidad de dictar disposiciones que facilitan la campaña contra el
espionaje”.)
Analizando, la ley contra el espionaje, este tiene un sentido draconiano en su
integridad. Bajo ese mandato sus tribunales militares dictaron sentencias de
muerte contra los espías que eran descubiertos en esas actividades. Las leyes
guaranís fueron duras en los juzgamiento aun cuando no existía pruebas
contundentes dictaban los fallos en desmedro de los inculpados.
Citemos el caso de Walter Maas caso en donde fue dictado por delito de
espionaje ante la causa boliviana, el periódico de El Liberal de Asunción, el
23 de agosto de 1934, señala que:
“Ayer de mañana, a las 10 horas, en audiencia pública, a la que asistió
numerosa concurrencia, en el local Tribunal Militar, fue leída la sentencia del
Juez Militar de la causa, en el proceso seguido al sujeto Walter Maas, de
nacionalidad alemana por el delito de espionaje, del cual se declaró convicto y
confesó. La audiencia fue presidida por el Juez Militar de la 1ra Instancia
Capitán Flores; se encontraban presentes el Fiscal Militar Coronel Valdez y el
defensor del reo doctor Gonzales Rioboo. La sentencia, minuciosa y extensa, en
la que señalan concretamente las pruebas de las actividades delictuosas de
Walter Maas, fue leída por el Secretario del tribunal Teniente 1º Estanislao
González. Ella condena al reo a la pena de diez años de prisión, de acuerdo al
libelo del fiscal. El Juez Capitán Flores, hizo la salvedad, en el curso de la
sentencia, de que a su criterio Walter Maas es pasible a la pena de muerte, por
su delito, pero que como juez no le corresponde apartase de las conclusiones
del libelo acusatorio. El proceso que acaba de fallarse es el primero que se
realiza en el país por espionaje, desde la época constitucional”.
Conforme a las fuentes de archivos bolivianos Walter Maas fue un extranjero que
sirvió ante la causa boliviana como agente del Servicio Secreto que proporciona
durante su actividad valiosa información desde Asunción hasta su detención y
juzgamiento.
El Paraguay tras detener a sospechas por motivos de espionaje, el matutino de
El Liberal de Asunción, del 9 de noviembre de 1934 anunció la “Represión al
espionaje boliviano”.
“La sentencia del Tribunal Superior contiene algunas consideraciones sobre la
necesidad de reaccionar contra la lenidad de nuestra justicia frente a las
notorias actividades del espionaje boliviano. ‘Solo aquí-dice-en que nuestro
país se halla en guerra desde hace dos años y medio, venimos tolerando con una
impasibilidad increíble a los espías al servicio de Bolivia; sabemos quiénes son,
las actividades que están desarrollando, las maquinaciones tenebrosas puestas
en juego para debilitar los resortes de la defensa nacional y no procedemos
como cabría hacerlo. Pero debemos reaccionar contra este marasmo peligroso’”.
El proceso del espía ante la causa boliviana Sr. Walter Maas pasó de la
Justicia Militar al Señor Presidente de la República del Paraguay, quien dicto
la pena de muerte sobre el acusado. De Buenos Aires el Primer Magistrado habia
recibido numerosos telegramas en los que se pide la conmutación de la pena de
Walter Maas. El Diario 25 de noviembre de 1934, mencionaba que: “La alta
palabra del gobierno boliviano, transmitida al exterior manifestando que por
humanidad se debe hacer conocer que aquel ignoraba ‘hasta el nombre de Maas’
refuerzan nuestras dudas sobre la profesión de Maas”. La prensa nacional tuvo
que desmentir que Maas no era espía al servicio de Bolivia, para no generar
incidentes diplomáticos que desacrediten al país en los espacios diplomáticos y
no se ponga en contra con los países neutrales. Según Sanchez: “No todo fueron
flores para nuestra novela y eficiente agencia, existieron los tragos amargos
(...). No se publicó (...) la trágica muerte de ‘El españolito’, el
chuquisaqueño Alfredo Fernández Sibauti, muerto a puñaladas en el Hospital
Militar de Asunción al haberse descubierto sus prolongadas actividades de
espionaje en plenas oficinas del Servicio de Inteligencia paraguayo (...)”
(Luis Fernando Sánchez Guzmán, Soldados de Siempre, 2003, pp.147-148.)
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Para más: Historias
de Bolivia.
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