Por: Pablo Michel Romero, Arquitecto, historiador y
documentalista (Universidad Mayor de San Andrés y Universidad Complutense de
Madrid) Este artículo fue extraído de: www.boliviaentusmanos.com
“¡Soldados! Vais a contemplar la obra más grande que el
cielo ha encargado a sus hombres, la de salvar a un mundo entero de la
esclavitud.
¡Soldados! Los enemigos que debéis destruir se jactan de
catorce años de triunfos; ellos, pues serán dignos de medir sus armas con las
vuestras que han brillado en mil combates.
¡Soldados! El Perú y la América toda aguardan de vosotros la
paz, hija de la victoria; aún en Europa liberal os contempla con encanto,
porque la libertad del Nuevo Mundo en la esperanza del universo. ¿La burlareis?
¡No!, ¡No!, ¡No!, vosotros sois invencibles” .
SIMÓN BOLIVAR
Todo estaba listo para la batalla... el 9 de diciembre de
1824 pasaría a la historia como el día en que finalizarían mas de tres siglos
de colonialismo español en América del Sur.
El significado de la batalla de Ayacucho, una batalla
formal, estratégicamente preparada y tácticamente conducida, significó el
último enfrentamiento armado en terreno abierto. Si bien se produciría en abril
de 1825 la última acción de armas en Tumusla (Potosí), Ayacucho significó la
última gran batalla por la capitulación incondicional del Virrey La Serna
después de la derrota del ejército realista.
AYACUCHO... RINCÓN DE LOS MUERTOS
El 16 de noviembre de 1532 el conquistador Francisco Pizarro
había degollado al Inca Atahualpa junto con 6.000 indios apoderándose de todo
el Perú.
Doscientos noventa y dos años después, en el mismo Perú en
un lugar llamado Ayacucho que traducido del quechua quiere decir “Rincón de los
Muertos” sería escenario de una gran batalla entre los herederos de Pizarro
dirigidos por el Virrey La Serna en persona y los combatientes revolucionarios
del ejército americano bajo la dirección del Gral. Don Antonio José de
Sucre.
Si bien en las colonias españolas de América se produjeron a
lo largo del siglo XVIII manifestaciones aisladas de un incipiente movimiento
emancipador, no fue hasta 1809 (Charcas y La Paz) donde realmente se inició el
proceso revolucionario que llevaría en el curso de dos décadas y con altibajos,
a la independencia total de las antiguas posesiones españolas.
LOS ANTECEDENTES
Una vez asumida la dirección de la guerra de independencia y
tras la renuncia de San Martín en Guayaquil el 26 de julio de 1822, Bolivar
emprende la campaña del Perú, pero le retienen problemas en Colombia y la
situación creada en Lima donde el primer presidente peruano José de la Riva
Agüero había tomado el mando de la lucha contra los realistas. Pero Agüero
sufriría derrotas y los sucesivos descalabros de los patriotas pondrían fin a
su mandato. El congreso pediría a Bolivar resolver el problema y le otorgaría
el mando supremo, con el beneplácito del pueblo.
El 6 de agosto de 1824, en la planicie de Junín, Bolivar
lograría una resonante victoria.
Mil jinetes patriotas se enfrenarían a 1300 hombres de la
caballería realistas bajo el mando de Mariano Necochea, general argentino y
José de Canterac, jefe de Estado Mayor del ejército español. Bolivar con toda
la infantería aguarda en los cerros cercanos el resultado de la batalla.
Al caer la tarde los realistas emprenden la retirada.
Junín es una batalla de sables y lanzas, sin disparos, que
abriría el camino de Ayacucho.
Concluida la batalla de Junín, el Gral. Simón Bolivar se
ocupó de resolver los graves problemas políticos que se producían en Lima.
Bolivar ordenó y realizó la ocupación de las provincias de Jauja y Huamanga.
Como fruto del reconocimiento realizado en persona de aquellas regiones,
regresó a la costa peruana para realizar la movilización de refuerzos,
rezagados y recuperados de los hospitales de campaña se sumarían a los cuerpos
auxiliares que llegaban de Colombia, para lo que nominó al Gral. La Mar, en su
calidad de jefe más antiguo.
ANTONIO JOSÉ DE SUCRE... EL MARISCAL DE AYACUCHO
Antonio José de Sucre y Alcalá fue criado en una familia
rica y distinguida, es uno de los pocos casos de militares de profesión dentro
del ejército libertador. En 1802 comienza sus estudios de matemáticas y
fortificaciones, tenía la idea de convertirse en ingeniero.
El Gral. realista Don Jerónimo Valdez describió el aspecto
del Gral. Antonio José de Sucre en el día de la batalla de la siguiente manera:
“llevaba como en toda campaña, sobre el pantalón un par de medias gruesas que
le llegaban hasta medio muslo, y sobre ellas botas cortas hasta la pantorrilla;
un chaleco que era cualquier cosa; su gabán blancuzco le llegaba hasta los
tobillos, su sombrero de ala ancha que era de vicuña, usaba un poncho blanco y
no tenía ninguna insignia”. Esta magnífica descripción del aspecto del mariscal
Sucre hecha por la borda las interpretaciones pictóricas sobre Sucre en el
campo de batalla y mas bien nos muestra la descripción de un hombre sencillo en
su vestir… como lo fue en toda su vida.
LOS COMBATIENTES
Si el ejército americano estaría al mando del Gral. Sucre,
el mando supremo del ejército realista estaría a cargo del propio Virrey del
Perú... el Gral. Don José de la Serna e Hinojosa, nacido en Jerez de la
Frontera, España en 1770.
La jefatura de Estado Mayor en las tropas reales, fue
encomendada al Gral. José de Canterac, un veterano de las guerras contra los
franceses.
El ejército realista estaría al mando de militares de una
extraordinaria trayectoria que se remontaba desde las campañas napoleónicas en
Europa.
En el libro de memorias: “In the service of the Republico of
Perú” el general Guillermo Miller que sería en Ayacucho comandante general de
la caballería americana, nos ofrece su visión sobre el Ejército Americano:
“Además del talento de Simón Bolivar y de Antonio José de Sucre, el ejército
unido libertador reunió en sus filas buena parte de la experiencia militar del
siglo. Veteranos de la Guerra de independencia española, mexicana,
centroamericana; de la lucha emancipadora, venezolana, granadina, quiteña,
argentina, peruana y altoperuana; de la norteamericana e inclusive, como era el
caso de los voluntarios alemanes del mayor Carlos Sowersby, veteranos de la
batalla de Borodino en Rusia contra Napoleón”.
Es importante mencionar que muchos de los combatientes en
Ayacucho habían alcanzado una gran experiencia como combatientes, muchos de sus
jefes y oficiales eran hábiles lanceros y artilleros, inclusive habían
aprendido de los indios morochucos ayacuchanos como conducir un caballo con las
piernas y combatir con un sable en cada mano.
Otro dato interesante es el referido al célebre regimiento
“Numancia” regimiento español que llegó a América en 1815 dentro de la
expedición enviada por Fernando VII; este regimiento compuesto por 1.500 plazas
“se daría la vuelta” en 1820 por la naciente simpatía de sus jefes por la causa
americana y combatiría en Ayacucho al lado de los americanos.
Es importante mencionar que muchos de los combatientes en
Ayacucho habían alcanzado una gran experiencia como combatientes, muchos de sus
jefes y oficiales eran hábiles lanceros y artilleros, inclusive habían
aprendido de los indios morochucos ayacuchanos como conducir un caballo con las
piernas y combatir con un sable en cada mano.
Otro dato interesante es el referido al célebre regimiento
“Numancia” regimiento español que llegó a América en 1815 dentro de la
expedición enviada por Fernando VII; este regimiento compuesto por 1.500 plazas
“se daría la vuelta” en 1820 por la naciente simpatía de sus jefes por la causa
americana y combatiría en Ayacucho al lado de los americanos.
Orden de Batalla Simón Bolivar retornó a su cuartel general
en Lima acompañado de su Estado Mayor a la cabeza del General Andrés de Santa
Cruz, quedando el Ejército Libertador unido a la Orden de Batalla, el cual se
dispuso de esta manera:
Comandante General: Gral. Don Antonio José de Sucre
Jefe de Estado Mayor: Gral. Don Agustín Gamarra
Comandante General de Caballería: Gral. Don Guillermo Miller
Ayudante General: Cnl. Don Francisco Burdett O Connor
Primera División: Gral. Don José María Córdova con 2.300
hombres
Segunda División: Gral. Don José La Mar con 1.280 hombres
Tercera División: Gral. Don Jacinto Lara con 1.800 hombres
El Ejército Realista de Operaciones el Virreinato de Perú
estaba conformado de la siguiente forma tal como está registrado en su Orden de
Batalla:
Comandante General: Gral. Don José de la Serna, Virrey del
Perú
Jefe de Estado Mayor General: Gral. Don José de Canterac
División de Vanguardia: Gral. Don Jerónimo Valdez con 2.063
hombres
Primera División: Gral. Don Juan Antonio Monet con 2.264
hombres
Segunda División: Gral. Don Alejandro Gonzales de Villalobos
con 1.720 hombres
División de Reserva: Gral. Don José Carratalá con 1.820
hombres
La Batalla En la madrugada del 9 de diciembre, Sucre
instruyó a sus oficiales sobre el dispositivo de combate. Sus 5.780
combatientes eran colombianos, peruanos, argentinos y altoperuanos. El Gral.
José María Córdova comandaba las divisiones granadinas por el ala derecha; el
Gral. José La Mar los destacamentos peruanos de la izquierda y el Gral. Jacinto
Lara las fuerzas de refuerzo, Sucre Había concentrado en el centro la
caballería.
El virrey La Serna, por su parte tenía 9.310 soldados, cuyos
oficiales eran españoles y peruanos... conocidos como. “de la casta superior”,
y exceptuando los combatientes de caballería que eran españoles, los demás eran
nativos del Perú.
Simón Bolivar era famoso por sus grandes arengas antes de
iniciar una batalla; en Ayacucho… Bolivar no se encontraba y por consiguiente
Sucre consideró elegante el de no emular con las fulgurantes proclamas típicas
del libertador, pero es memorable esta frase que dijo antes de la batalla de
Ayacucho: “Soldados…de vuestros esfuerzos depende el destino de América El
virrey La Serna dispuso que los famosos regimientos del Gral. Jerónimo Valdez
atacaran el punto más frágil del ejército de Sucre, cuya inferioridad numérica
era manifiesta desde los catalejos del alto mando realista, y solo disponía de
un cañón frente a la poderosa artillería realista.
El Gral. Valdez se lanzó con su regimiento en contra de los
destacamentos peruanos del Gral. La Mar. Y los patriotas entraron en combate
vivando al Libertador y a la revolución.
El realista Valdez pudo vencer con facilidad el ala
izquierda de los patriotas y esto provocó una alegría desmedida y optimismo entre
el resto de las formaciones realistas que el mariscal Juan Antonio Monet, sin
dar espera a que entraran en acción las fuerzas del centro patriota, se lanzó
al combate presumiendo que con ello decidiría la batalla, y repitiendo el gran
error del mariscal francés Ney, nueve años antes en Waterloo.
Aprovechando esto el Gral. Córdoba se lanzó como una tromba
al campo de batalla, seguido por sus emocionados soldados de los batallones
Bogotá, Caracas, Voltígeros (que antes se llamó Numancia) y Pichincha; en poco
tiempo destrozó las fuerzas del Mariscal Monet.
Las fuerzas del Gral. Córdoba demolieron a lanzazos a la
caballería realista y asaltaron las alturas para inutilizar la artillería, en
tanto las reservas del batallón Vargas comandadas por el Gral. Lara corrían a
reforzar al Gral. La Mar, obligando a los agotados soldados realistas a huir
desordenadamente.
En un último esfuerzo por evitar la inesperada derrota, el
virrey La Serna ordenó al Gral. Canterac y al resto de su ejército que entraran
al combate para detener la embestida de Córdoba; pero la furia de los
patriotas, estimulada por la cercanía de una victoria definitiva, anuló todo
intento de reanimación realista y se lanzaron sobre el Gral. Canterac que fue
herido.
EL VIRREY LA SERNA Y TODOS LOS OFICIALES IMPORTANTES DEL
EJÉRCITO REALISTA CAYERON PRISIONEROS.
Existe un episodio digno de resaltar el cual nos muestra la
caballerosidad de la época… cuando prácticamente la batalla llegaba a su fin el
cabo Villarroel de la división del General Córdova se enfrentaba sable en mano
al Virrey La Serna, con quien establecía un espectacular duelo llegando a
ocasionar una herida en la frente del virrey, cuando decide ultimarlo es
reconocido por el sargento Barahona de los Húsares de Junín quien grita: “Es el
Virrey, no lo mates” luego es conducido como prisionero a la presencia del
Gral. Sucre, con todas las consideraciones del caso. El virrey La Serna le
entrega su sable en señal de rendición diciendo “Gloria al Vencedor”, en ese
momento Sucre detiene la mano del Virrey dejándole portar su sable diciendo a
su vez “Honra al vencido” los oficiales le ofrecen los brazos para ayudarlo a
trasladarse a otro ambiente mas cómodo y el Virrey contesta “Mil gracias
caballeros, puedo caminar con mis pies”.
La derrota sufrida por los españoles fue tan rotunda, que
estos no tuvieron otra opción que admitir la generosa capitulación que les
ofreció Sucre, poniéndose a salvo de una inútil masacre.
Sucre en ningún momento atribuyó para si mismo los méritos
de la grandiosa victoria, no obstante que fue el “cerebro” de la acción; pero
señaló a Córdoba y en el mismo campo de batalla lo ascendió a Gral. de
División.
CONSECUENCIAS DE AYACUCHO
Después de la batalla de Ayacucho, el parlamento peruano
nombré al Gral. Antonio José de Sucre “Gran Mariscal y General en Jefe de los
Ejércitos”. Al frente de esos marchó al Alto Perú donde proclamó la República
de Bolivia en homenaje al libertador, a quien encargó la redacción de la
Constitución.
La Asamblea de la recién creada República de Bolivia nombró
a Sucre presidente vitalicio, pero dimitió en 1828 a raíz de los motines y la
presión de los peruanos opuestos a la independencia de Bolivia.
El mariscal Sucre se fue de Bolivia y nunca más regresó,
pero nos dejó un pedido que hasta nuestros días es un verdadero llamado de
unidad para todos los bolivianos:
“Aún pediré otro premio a la Nación, el de no destruir la
obra de mi creación y mantener por entre todos los peligros la independencia de
Bolivia”
Antonio José de Sucre, 1828
DESTINOS TRÁGICOS DE LOS PROTAGONISTAS DE AYACUCHO
TENIENTE CORONEL PEDRO BLANCO
Que comandó uno de los escuadrones de los “Húsares de Junín”
en la batalla de Ayacucho, alcanzaría mas tarde el grado de General.
Una vez creada la república de Bolivia se comprometería con
la política, gracias a la influencia del Gral. Agustín Gamarra, también
excombatiente de Ayacucho. Blanco llegaría a la presidencia de Bolivia pero
solo estaría en el poder seis días pues sería asesinado el 1º de enero de 1829
por militares contrarios a la anexión de Bolivia al Perú.
GRAL. JOSÉ MARÍA CÓRDOBA
El héroe de la batalla de Ayacucho que solo contaba con 26
años de edad regresó a Bogotá donde permaneció aislado de la política y las
milicias, pero en 1829 encabezó una rebelión contra Simón Bolivar y murió en la
batalla del Santuario el 17 de octubre de 1829.
GRAL. JOSÉ DE CANTERAC
Sobre el brigadier general Canterac, que se desempeñó como
Jefe de Estado Mayor bajo el mando del Virrey La Serna en Ayacucho, y que firmó
la capitulación, sería asesinado en Madrid, el 18 de enero de 1835.
GRAL. AGUSTÍN GAMARRA
Se desempeñó como Jefe de Estado Mayor bajo el mando de
Sucre. Moriría diecisiete años mas tarde, el 18 de noviembre de 1841, en la
batalla de Ingavi, (La Paz). Gamarra dirigiría la invasión peruana en contra de
Bolivia; pero sería el Gral. Ballivián y su ejercito reclutado de todos los
rincones de Bolivia que detendrían y frustrarían los intentos del Gral. Gamarra
de anexar La Paz al Perú.
GRAL. GUILLERMO MILLER
El Gral. ingles que comandó la caballería del ejército
americano, fallecería el 31 de octubre de 1861 en el buque ingles “Naiad”. Su
muerte nunca fue esclarecida.
GRAL. ANTONIO JOSÉ DE SUCRE
Sucre: “El Mariscal de Ayacucho”, representaba el símbolo de
la continuidad de Bolivar. Por su talento, por sus dotes intelectuales, y por
su espíritu altivo, digno y limpio se convirtió en un hombre respetado por
argentinos, chilenos, admirado por los bolivianos y quiteños. Sucre estaba
destinado a ser el natural sucesor de Bolivar.
Sin embargo sus enemigos logran poner en la reforma
constitucional de 1830 de la Gran Colombia que para ser presidente o
vicepresidente se debía tener como mínimo 40 años de edad y Sucre tenía 35.
Sucre, el vencedor de Ayacucho sería asesinado en Berruecos el 4 de junio de
1830.
LAS PARADOJAS
Después de la victoria de Ayacucho pasaron muchos años antes
que España, la antigua propietaria por más de tres siglos del Perú y el Alto
Perú reconocieran formalmente sus Independencias.
El 21 de julio de 1847, (23 años después de Ayacucho) España
reconocería formalmente la independencia de Bolivia.
El 14 de agosto de 1879, (55 años después de Ayacucho) en
plena Guerra del Pacífico, España reconocería finalmente la Independencia del
Perú.
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