Ha transcurrido exactamente un siglo desde la llegada del
primer avión a Bolivia, con el cual no sólo se realizaron las incipientes
tentativas de vuelo en nuestro medio, sino que se experimentó científica y
objetivamente la posibilidad de implantar la navegación aérea en el país.
AVIADORES Y AEROPLANO
En febrero de 1913, cuando se encontraba en la República de
Chile el Ministro de Guerra y Colonización, Sr. Juan María Zalles, recibió la
proposición de los hermanos Miguel y Napoleón Rapini para “efectuar vuelos en
la ciudad de La Paz y contribuir a resolver el problema de su aplicabilidad en
el Ejército de Bolivia, ya que se consideraban como serios obstáculos la altura
de nuestro territorio y la presión atmosférica”(1)
Convenido el monto de la subvención exigida, el 31 de marzo
de 1913 arribaron a la ciudad de La Paz, ambos aviadores, acompañados por su
representante el Dr. Américo Mancini y el mecánico de la Casa Bleriot, Antonio
Peuch. Mientras que su aeroplano, que fue embarcado en tren desde Antofagasta,
llegó a El Alto el 8 de abril.
Debido a que no encontraron dentro la ciudad un sitio amplio
y adecuado para realizar la espectacular prueba, se dirigieron a El Alto donde
localizaron el terreno apropiado a un kilómetro de la estación ferrocarrilera,
en la comunidad San José de Charapaqui; si bien estaba situado a 4.093 msnm,
brindaba buenas condiciones para la prueba. De esta manera, entre el 9 y el 12
de abril se erigió en ese lugar un pequeño y precario hangar de madera y
calamina para albergar a la aeronave; simultáneamente se procedió a la
prepara-ción y limpieza del campo en el que se efectuaría el vuelo; todas estas
obras estuvieron a cargo del constructor Miguel Nogué.
Después de entrevistar a los aviadores, la prensa alborozada
afirma-ba: “La altura no es una dificultad de gran consideración. Ellos están
muy gratamente impresionados de Bolivia donde quisieran ver en breve
funcionando una Escuela de Aviación y poder retirarse con la sincera
complacencia de haber sido los iniciadores en el país de esa gran evolución del
progreso moderno” (2)
Debido a que el proyectado vuelo fue conceptuado como un
espectáculo público, se fijaron el precio de las localidades en los siguientes
montos: Entrada general Bs. 5.00, tribuna normal Bs. 10.00, tribuna reservada
con derecho de entrar al hangar Bs. 15.00(3)
ESCUELA DE AVIACIÓN
A pedido del Ministerio de Guerra, los Rapini en su
condición de representantes de la casa Bleriot de Francia, propusieron instalar
la Escuela Nacional de Aviación con cuatro aeroplanos de esa marca, y formar
pilotos a un costo de Bs.1.000 cada uno. Sin embargo, agrupaciones patrióticas
iniciaron entusiastamente colectas para la compra de uno o más aeroplanos
destinados al proyectado instituto de vuelo.
EL MITO DE LA ALTURA
El 5 de abril, el Cnl. Pastor Baldivieso brindó en el Centro
Militar una controversial conferencia en la que cuestionó: “…¿Son en este
momento de absoluta necesidad los aeroplanos en nuestro Ejército?, sinceramente
pienso que no…(porque) los aparatos que hoy en día se hallan en servicio no
están hechos para evolucionar más allá de 1.000 a 2.000 metros de altura…”(4).
Por su parte, el representante de los pilotos italianos, Dr.
Américo Manzini, dijo a la prensa: “Los hermanos Rapini tienen el agrado de
participar que el domingo próximo demostra-rán todo lo contrario en El Alto de
La Paz, a la teorías del conferenciante y lo harán con uno de los aparatos
menos potentes, pues sólo tiene 50 H.P. de fuerza” (5).
LA GRAN PRUEBA
El día domingo 13 de abril de 1913, la comitiva oficial
compuesta por el Presidente de la República, Dr. Eliodoro Villazón, Ministros
de Estado y altos ofi ciales del Ejército, llegó al lugar de la exhibición a
las cuatro de la tarde, es decir, dos horas después de la hora señalada en el
programa; encontrando un frenético e impaciente público compuesto por casi diez
mil personas ansiosas de verifi car el novedoso espectáculo aéreo anuncia-do.
“La tarde se presentaba ventosa y den-sas nubes anunciaban la proximidad de una
torrencial lluvia. Miguel Rapini en traje de aviador se dirigió hacia el
aeroplano “Alexan-drina”, sistema Bleriot; una salva de aplausos de la tribuna
ofi cial lo saludó. Los aviadores antes de iniciar el vuelo reclamaron a la
policía que hiciese despejar el campo com-pletamente, pues la muchedumbre
corría de un lado a otro en la pista”(6).
Después de encender el motor, el aparato comenzó a carretear
en medio de la estrecha y desordena hilera de espectadores. Des-pués de haber
recorrido raudamente casi 500 metros intentó elevarse; pero, tropezó con un
promontorio de piedras dañando el patín de cola. El avión fue llevado
inmediatamente al hangar donde se procedió a reparar el des-perfecto; esa nueva
demora acrecentó aún más la impaciencia del público.
Ante el evidente nerviosismo de Miguel y pese a las fuertes
ráfagas de viento y las pri-meras gotas de lluvia que ya empezaban a caer,
Napoleón tomó el mando del monopla-no; “..corrió por tierra una larga
distancia, llegando a un terreno lleno de piedras, hasta que al fin llegó a
elevarse a una altura de dos metros y medio más o menos. El público abandonando
su sitio invadió la pista, se colocó detrás y a los costados del aparato,
llevado por la creciente curiosidad; Napoleón Rapini que se hallaba impaciente
y temeroso de una desgracia con el público, trató de alzarse más, cuando de
improviso notó que a pocos metros de él, se hallaba una red de hilos
telegráficos; para esquiva el peligro, hace un viraje demasiado estrecho,
notando que está a punto de herir a algunos espectadores con las alas del
aeroplano, dada la pequeña altura en que se encontraba. En ese instante el
aviador toma una resolución suprema e intenta aterrizar violentamente. El
aeroplano cae en tierra y es arrojado sobre el ala derecha por una racha de
viento” (7).
A raíz de la violenta caída, el fuselaje se partió por la
mitad, quebrándose además el ala derecha, el tren de ate-rrizaje y la hélice,
que obvia-mente causó serios desper-fectos en el motor. Mientras que el piloto
recibió una heri-da en la pierna izquierda y un fuerte golpe en la cabeza,
fe-lizmente sin mayores conse-cuencias.
Si bien, el fracaso del primer intento de vuelo en Bolivia
se atribuye a causas ajenas a los aviadores, también intervinieron decisivamente
las condiciones meteorológicas adversas y el factor técnico, traducido en la
baja potencia del motor y la reducida superficie alar de la frágil aeronave,
que fueron insuficientes para vencer la extrema altitud en la que se encuentra
El Alto.
LOS AVIADORES
Miguel y Napoleón Rapini eran originarios de Florencia,
Italia; el primero contaba con 24 años de edad y el segundo con 22; ambos se
habían formado como aviadores en la Escuela Bleriot de Etampes, Francia. En su
viaje de promoción de los aeroplanos Bleriot por Sud-américa, en enero de 1913
realizaron exitosa-mente en el Brasil el vuelo Río de Janeiro - Sao Paulo, y el
9 de marzo de ese mismo año en Chile, el raid Valparaíso - Santiago.
NOTAS
1 Memoria del Ministro de Guerra y Colonización presentada
al Congreso el 6 de agosto de 1913.
2 El Diario, 6 de abril de 1913
3 El Diario, 9 de abril de 1913.
4 El Norte, 11 de abril de 1913.
5 El Tiempo, 8 de abril de 1913
6 El Tiempo, 15 de abril de 1913
7 Ibidem
No hay comentarios:
Publicar un comentario