Foto: Agustín Gamarra nació en 1785 en el Cusco. Al
principio estuvo enrolado en el ejército realista, luego se puso a órdenes del
Libertador Bolívar. Ocupó la presidencia del Perú en 1829. No compartió el
proyecto de Santa Cruz, la Confederación entre Perú y Bolivia. Intervino en
repetidas ocasiones territorio boliviano hasta que fue muerto en la batalla de
Ingavi el 18 de noviembre de 1841.
Piquiza, 6 de julio de 1828.- En esta fecha se firmó un
tratado internacional entre Perú y Bolivia, que viene a dar solución jurídica
al conflicto iniciado con el motín de Chuquisaca del 18 de abril pasado.
En él se estipula la salida de todos los extranjeros que
estaban en territorio boliviano; la salida de las tropas colombianas por la
ruta que hasta Arica que señalara Agustín Gamarra, una reunión del Congreso en
Chuquisaca para admitir la renuncia del Mariscal Sucre y para nombrar el Gobierno
Provisional; una reunión posterior de una Asamblea Nacional para elegir un
Presidente definitivo, dar la nueva Constitución y determinar la fecha en que
comen-zaría la retirada del ejército peruano; la ocupación de Potosí por dicho
ejército hasta que se reuniera la Asamblea; el mantenimiento del mismo a costa
de Bolivia y que ninguno de los gobiernos firmantes trabe relaciones con el
Imperio del Brasil mientras no se concerte una paz definitiva con Buenos Aires.
Un allegado al gobierno de Sucre comentó amargamente “más
que un tratado, lo de Piquiza significa una capitulación”, ya que tras el motín
se produjo la esperada invasión peruana a territorio boliviano y se libraron
recios combates hasta la celebración de este tratado.
Desde un comienzo Gamarra intentó justificar la invasión
oficiando al Gobierno de Chuquisaca algunas líneas como la si-guiente:
“habiéndose atacado al gobierno actual y a la persona de su Presidente, el país
quedará a merced de las facciones y de la anarquía. Por lo tanto los invito a
una reconciliación general bajo las garantías del ejército peruano”.
Fuentes allegadas a Sucre calificaron de “sumamente irónicas
las misivas de Gamarra, quien es el verdadero artífice del motín de
Chuquisaca”.
Sucre le respondió con no menos altivez y dignidad que
“prefería mil muertos antes de que por mí se introdujese en América el ominoso
derecho del más fuerte. Que ningún pueblo americano dé el abominable ejemplo de
intervención y mucho menos de hacer irrupciones tártaras. Medite usted cuán
fatal es la lección que ha dado”.
Sin embargo la invasión se produjo, y la forma en que se
fueron desarrollando las batallas, así como las diversas conspiraciones
internas contra el Presidente, desembocaron en el Tratado firmado en esta
fecha.
La campaña del ejército peruano fue relativamente fácil. El
coronel Pedro Blanco en Potosí, con el mejor cuerpo del ejército boliviano, se
puso a favor del invasor. Sólo el general Braun con la caballería realizó
audaces maniobras para hostilizarlos.
Así, el mayor número de las fuerzas peruanas, el cansancio
reinante por la presencia de los colombianos, las deserciones y conspiraciones
(sobre todo la de Casimiro Olañeta) en el campamento boliviano, precipitaron la
firma de este tratado de Piquiza, que deberá ratificarse en 24 horas, so pena
de continuarse las hostilidades. Tomado de EL CHASQUI.
Este artículo apareció publicado en el periódico El Diario
el 2 de Abril de 2013.
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