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“JAMÁS [LOS CHILENOS] HAN DEJADO DE SER INFLEXIBLES, CRUELES Y MALOS…”

Fuente: CARTAS PARA COMPRENDER LA HISTORIA DE BOLIVIA - Mariano Baptista Gumucio. // Fotos: Casimiro Corral y Rafael Bustillo.

Carta del ministro en Santiago, Rafael Bustillo, al canciller Casimiro Corral.
Santiago, 10 de septiembre de 1872 
Señor canciller: 
En el momento de dejar esta legación y de restituirme a mis hogares con el propósito de renunciar para siempre a la vida pública, considero un deber sagrado de patriotismo el dirigirme a su excelencia, el presidente de la república, por el autorizado órgano de vuestra gracia para representarle una y mil veces la urgencia imprescindible de zanjar con Chile, cuanto antes, cualesquiera diferencias presentes y de propender con ahínco, por cuantos medios directos e indirectos estén al alcance del gobierno, a alejar los riesgos inminentísimos que en el estado actual de cosas amenazan a nuestra soberanía y dominio en el territorio adyacente al grado 24. Nunca serán sobrados todos los esfuerzos que en la esfera de nuestro decoro se hagan en este sentido por parte de nuestros gobernantes, ya que allá los simples ciudadanos carecen entre sí de la unión que da fuerza, y de ese conocimiento vigilante de sus intereses externos que imprime tanta importancia a la personalidad internacional de un pueblo.
Durante un año entero de residencia en este país floreciente y emprendedor, y de un atento estudio de sus estadistas, políticos y simples ciudadanos, he llegado a convencerme de dos cosas capitales: de que todos sin distinción de colores políticos anhelan el ensanche de su estrecho territorio y de que es Bolivia el único vecino que no temen y al cual no tendrían el menor embarazo en agraviar y despojar. Ellos son con todo el mundo egoístas y altaneros pero mientras que odiando al Perú usan siempre con él de cierta cortesía llena de reserva y detestando a los argentinos con las veras de su alma rinden, empero a su gobierno miramientos que rayan en agasajo; con Bolivia, sin aversión profunda ni rencor, nunca jamás han dejado de ser inflexibles, crueles y malos.
Esta última, señor ministro, es la palabra exacta: con Bolivia son malos. Para confirmar mi exactitud, ¿necesito hacer la historia lamentable de todas nuestras desavenencias con Chile, ni recordar la sempiterna viacrucis [sic] que han recorrido aquí todas y cada una de las legaciones que hemos acreditado? Y son malos a sus anchas porque saben que no podemos dañarlos, lo cual es por desgracia tan evidente que no necesita demostración. Pero ahora el despecho y la codicia dan a su maldad de siempre tal ímpetu y osadía que no sé en verdad si se pararán en medios para recuperar el territorio que les arrebató el tratado, territorio que ellos soltaron considerándolo pobre y que ahora es opulento en nuestras manos. Y luego, en seguida, el alza y baja de los títulos y papeles de crédito sobre Caracoles a consecuencia de la empresa filibustera de Quevedo, produciendo oscilaciones en el mercado y pánicos horribles, ha hecho apoderarse con fuerza y pasión de los particulares la idea de sustraer de todo disturbio anárquico boliviano el territorio donde tiene su venero el adorado metal y su asiento grandes y costosísimas faenas.
¿Y cuáles son los medios de resistencia o contrapeso que pudiera oponer en ese territorio nuestra actividad en todas sus esferas al crecimiento preponderante de Chile en su industria, comercio y población? ¿Con qué medios coercitivos oportunos y suficientes habremos de contar para reprimir allí un avance violento o para entrar a medir nuestras fuerzas en el litoral con el que es respecto de nosotros poderosísimo en mar y en costas? Una alianza con el Perú, alianza nacional (no liga de gobernantes, que suele ser efímera y odiosa a los mismos pueblos), es el único recurso que podría servir para darnos ante Chile alguna respetabilidad y obtener de su parte garantías de moderación y justicia. Pero ya ve vuestra gracia que, no siendo esta una fuerza propia, no es tampoco muy seguro ni eficaz el día supremo de los grandes deberes, de las extremidades y de los conflictos. Conviene, sin embargo, buscar sin desaliento este medio precario, dificultoso. 
Dos son los caminos que se presentan al gobierno de Chile para satisfacer su ambición y su codicia. Un conflicto internacional cualquiera motivado o “por quítame allá esas pajas”, que le dé ocasión o pretextos para romper el tratado, o bien hacer que nuestros propios extravíos y discordias vengan acá a santificar, a ofrecerle la presa por mano de un conspirador o de un gobierno complaciente y angustiado. Cualquiera de los dos caminos lleva en derechura [sic] al objeto. La empresa de Quevedo, si no ha coronado con el éxito las expectativas de sus contratantes, ha venido empero a advertir a Chile que este último camino no es difícil sino que también es muy corto.
Así lo considero y lo temo yo también, señor ministro. Por eso, al levantar últimamente mi voz con energía ante este gobierno contra el infame y sangriento tráfico y contra sus pérfidos encubridores, he querido inmolar con estrépito mi personalidad diplomática a fin de advertir el peligro a Bolivia y robustecer en el interior la acción de su gobierno. La manera como lo he hecho y la reserva y circunspección en que después me he encerrado a pesar de las provocaciones de la prensa, dejan perfectamente expedita la política ulterior de nuestro gabinete. Ojalá esa política sea la que aconsejo a este despacho. La honda impresión de desengaño que ha producido acá en los ánimos la inacción y aislamiento en que se ha consumido Quevedo y la paz profunda y perfecto régimen constitucional con que Bolivia ha presenciado la aventura, facilitan en gran manera en las actuales circunstancias la presunción de esa política de previsión y de perseverancia que reclaman juntamente nuestro decoro y la tranquilidad de nuestro suelo patrio.
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Grandeza y soledad de Moreno de Ramiro Condarco Morales.
Condarco Morales supone que esta carta fue escrita por Gabriel René Moreno, secretario de la legación de Bolivia en Santiago. En todo caso, ambos personajes tenían la misma opinión sobre los políticos chilenos con los que trataron. Un descendiente de Ossa, a la sazón embajador de Chile ante el gobierno de Italia, entregó una copia de esta carta a Augusto Céspedes en 1955.

1 comentario:

  1. eS MUY INTERESANTE Y CURIOSO, SABER QUE LA CONDUCATA DE CHILE PARA CON BOLIVIA NO HA CAMIADO EN ESTOS MAS 130 AÑOS, SIGUEN SIENDO LOS MISMOS, SI UNO SE PONE A ANLIZAR LA HISTORIA ENTRE AMBAS NACIONES NO VA ENCONTRAR UN PASAJE EN EL QUE HAYA EXISTIDO UNA BUNEA REALCIÓN CON NUESTRO MAL VECINO CHILE

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