Fotos: La hacienda de Cotaña, donde se alojó Charles Wiener
en 1877. / El Illimani desde la finca de Cotaña (dibujo de la exploración).
Ese 19 de mayo de 1877, Charles Wiener cumplía el compromiso que tenía con
Francia y consigo mismo: conquistar en el Illimani un pico más alto que el que
habían alcanzado los exploradores estadounidenses años antes. Lo logró y lo
bautizó como el Pico de París.
El explorador ascendió hasta los 6.131 metros del nevado, cuyo pico más alto es
el Achocopaya (6.462 metros). Según sus cálculos llegó 200 más abajo del Cóndor
Blanco (pico central), que de acuerdo con sus datos estaba a 6.386 metros.
"Hundí el tubo, envuelto en una bandera con los colores nacionales en la
nieve de la grieta, dando a este sitio el nombre del Pico de París (...) Fue uno
de los raros momentos de entusiasmo experimentado durante mi viaje; pero pronto
debimos volver a la realidad”. Así expresó Wiener su experiencia en su libro
Perú y Bolivia, un relato de viaje, publicado en 1880 por primera vez en
Francia.
Si bien Charles Wiener había llegado a los pies del glaciar siguiendo la
expedición que le encargó el Servicio de Misiones del Ministerio de Instrucción
Pública de Francia -para recolectar muestras arqueológicas y etnográficas que
permitieran conocer el pasado del hombre americano - tenía un interés muy
personal.
El siguiente texto en Perú y Bolivia, un relato de viaje lo comprueba: "Yo
había acariciado desde hacía largo tiempo la idea de escalar el Illimani. Había
visto en su ascensión no sólo un interés científico en general (nunca había
sido intentada), sino también un interés particular para una expedición
francesa, en la cual era para mí muy importante imprimir el sello imborrable de
su origen”.
"El señor Gibbon, a cargo de una misión semejante a la mía por el Gobierno
de Estados Unidos, inscribió en su Profil des Andés, a una altura de 13.500
pies, estas palabras: ‘United States Ten (tienda Estados Unidos). Creí mi deber
hacer todo lo posible para inscribir a una altura aún mayor dos palabras:
‘Pabellón Francés’; y lo conseguí”, escribió Wiener, que nació en 1857.
El extranjero venía de un largo viaje iniciado en 1875 para recorrer Perú y
Bolivia. Había seguido la ruta de los conquistadores españoles y comenzado su
recorrido por Perú en Cajamarca, pasando por el Cusco, Juliaca y Puno, hasta
llegar a La Paz. Su travesía fue titánica, pero al parecer nada lo había
conmovido tanto como su ascenso al Illimani.
La travesía
Wiener llegó a La Paz en mayo. Según sus escritos, dejó la ciudad el 10 para
iniciar su caminata hacia el nevado. Pasó por Obrajes y "Mecapata”.
Siguiendo el cauce del río La Paz llegó a Cotaña, "propiedad del señor
Pedro Guerra, antiguo ministro de Bolivia en París y Roma”, y registró:
"No he encontrado nunca, en mi largo viaje, pendientes tan abruptas como
al sureste de La Paz, y es curioso ver a las pequeñas mulas criollas escalando
caminos por los que el hombre avanza con gran trabajo”.
Guerra lo acogió en su finca, que al explorador se le antojó a un
"soberbio palacio en medio de una parte maravillosa, frente a las nieves
eternas y la espantable desnudez del Illimani”.
"Cuando le expuse a don Pedro Guerra el objeto de mi viaje, sonrió, me
recordó los esfuerzos inútiles de Pentland y de Gibbon, pero me prometió sin
embargo ayudarme”, relata Wiener. Y fue así, Guerra puso a su disposición a
"siete vigorosos indios” y el 19 de mayo comenzó el ascenso al nevado.
La travesía se inició a las dos de la madrugada, cabalgando, pero a las seis
los exploradores tuvieron que comenzar el ascenso a pie. "A 14.902 pies
abandonamos el límite de la vegetación para entrar en el ámbito de las nieves
eternas. Es allí donde comenzaron las dificultades (...) El terreno movedizo
cortaba dolorosamente los pies y atravesaba nuestros sólidos calzados europeos
(...) hundiéndonos a veces hasta arriba de la rodilla en la nieve”, relata
Wiener.
Siguieron caminando rumbo al pico central de Illimani, el Cóndor Blanco. En el
camino se encontraron con un muro de piedra de ocho metros. "Los indios se
encaramaron uno sobre otro. El quinto alcanzó la plataforma, nos lanzó un lazo
y nos izó”. En seguida vino otro obstáculo: una inmensa grieta de nieve, que
los obligó a desviar.
A las 14:15 del 19 de mayo habían llegado a los 5.400 metros del glaciar,
altura a la que "los indios se negaron a continuar”, dominados por
"las ideas supersticiosas de que era ir contra la voluntad del cielo
atreverse a vencer al Illimani”. "El que sube a la cumbre no baja jamás”,
sentenciaba la maldición.
A las 15:20, cuando seguían el ascenso sólo con tres "indios”, Wiener miró
a sus compañeros de aventura y "sus caras no tenían ya apariencia humana;
se veían verdosas, con placas violetas; el blanco de los ojos era rojo, color
de sangre”.
"Sin embargo, no faltaba más que un último y supremo esfuerzo para
alcanzar la cima del pico que se elevaba ante nuestros ojos. No titubeamos. El
sol desapareció detrás de la montaña, no nos importó”, relata el explorador.
"Después de una marcha, de las más extenuantes sobre la pendiente nevada
alcanzamos el punto más alto, pequeña meseta expuesta a todos los vientos”,
continúa Wiener. Y fue en ese lugar donde, a las 16:50, plantó la bandera de
Francia bautizando al lugar como el Pico de París.
"Cuando miramos a nuestros pies los centenares de valles que, semejantes a
los amplios pliegues de un inmenso manto, rodeaban el macizo Illimani y las
vertientes de las montañas circundantes, en la bóveda del cielo, de un azul
oscuro, casi negro, el sol ardiente planeaba como un disco de hierro”,
describió Wiener en sus memorias de explorador.
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