Una fotografía en blanco y negro de decenas de niños judíos tomada en el
Kindergarden Miraflores, en la final de la calle Díaz Romero de la ciudad de La
Paz, encabeza una carta dirigida al magnate minero Mauricio Hochschild,
pidiéndole ayuda para construir otro piso en vista de que los pequeños que
concurren allá ya son muchos y en la previsión de que muchos más llegarán.
Estos y otros niños habían sido traídos a Bolivia para ponerlos a salvo del régimen
nazi entre 1938 y 1940.
“Como el local que ocupa este establecimiento educacional es propio en vista de
la cantidad de niños que están aquí y quieren venir, es conveniente construir
otro piso más para eso se necesita mucho dinero. Esperamos su ayuda. Todos los
niños estaremos gratos”, indica la misiva que se encuentra en el archivo de la
Comibol, en El Alto.
Esta carta es uno de los múltiples documentos que existen en el Sistema de
Archivo Histórico (SIAH) de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), que
prueban que Hochschild tuvo al menos dos lados: la del empresario minero
explotador, y la del ser humano benefactor.
Mauricio Hochschild, el magante minero de origen judío-alemán que vivió en
Bolivia entre 1921 y 1944, es conocido, igual que Simón Patiño y Carlos Víctor
Aramayo, como uno de los barones del estaño que explotó las entrañas de Bolivia
con el único fin de enriquecerse.
últimamente ha salido a flote la otra cara de Hochschild, quien según
documentos recogidos por el historiador León Bieber en Nueva York y otros que
se encuentran en el archivo de la Comibol en El Alto, fue el hombre que salvó a
miles de judíos.
“Hemos encontrado notas donde se evidencia que ha salvado a niños huérfanos del
holocausto. Hay una carta de Francia donde solicitan la inmigración de cerca de
mil niños huérfanos desde Francia”, cuenta Carola Campos, la directora técnica
del archivo de la Comibol, en declaraciones a ANF.
La forma que Hochschild encontró para ayudarlos fue promoviendo la mayor
inmigración judía hacia Bolivia entre 1938 y 1940. Su idea no solo era ayudar a
otros judíos como él, sino, generar una revolución agraria en Bolivia, un
objetivo en el que finalmente fracasó.
Su mayor aporte, cuenta el historiador Bieber a ANF, fue haber creado la
Sociedad de Protección a los Inmigrantes Israelitas (SOPRO) y la Sociedad de
Colonización de Bolivia (SOCOBO). La primera organización estaba destinada a
obtener financiamiento para recibir a los judíos que llegaban sin nada desde
Europa y requerían desde lo mínimo para sobrevivir, y la segunda, para poner en
marcha el proyecto agrícola en la zona de Nor Yungas de La Paz, donde fueron
compradas tres haciendas para recibir a los judíos.
// Foto: Una fotografía en blanco y negro
de decenas de niños judíos tomada en el Kindergarden Miraflores. / El Diario.
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