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12 DE JUNIO DE 1935 – CESE DE HOSTILIDADES DE LA GUERRA DEL CHACO



Por: Cnl. DEM. Roger José Centeno Sánchez. / Este artículo fue publicado originalmente en: https://reportechaco.com/post/12-de-junio-de-1935-cese-de-hostilidades-de-la-guerra-del-chaco

Introducción- Después de 3 años sangrientos y feroz contienda bélica entre bolivianos y paraguayos por un territorio hostil, desértico, enmarañado, seco, inhóspito, que el enemigo LETAL era el AGUA, y las enfermedades como la malaria y el paludismo, caminos polvorientos e intransitables, tanto en épocas secas y lluviosas, que se convertían en verdaderos lodazales; seguidos de sendas con caraguatales, garranchos y tuscales, que desgarraban los uniformes y a veces la piel del combatiente.  Acompañaba el miedo, la valentía, el horror, la barbarie, el heroísmo y la muerte.

Acompañaba la eterna sed y el hambre que los combatientes de ambos bandos tuvieron que sufrir tres años de crudas batallas y combates a veces cuerpo a cuerpo, defendiendo ambos el honor nacional de sus países, a veces sin saber o conocer el por qué o la razón de esta guerra absurda como llamo en mi libro “LA GUERRA DE LA SED, SINOPSIS DE UNA CONTIENDA ABSURDA”, empujados por intereses foráneos llevando al sacrificio a 90.000 combatientes Bolivianos y Paraguayos, sin contar heridos, desaparecidos, mutilados, viudas y huérfanos que dejo esta guerra del chaco, que hasta el día de hoy no comprendemos el por qué sucedió.

Hoy 12 de junio del 2020 como justo homenaje a estos héroes y valerosos bolivianos y paraguayos al cumplirse 85 años de esta contienda bélica, hare un resumen y relato del primer encuentro del CESE DE HOSTILIDADES, entre el Gral. Félix Estigarribia (paraguayo) y el Gral. Enrique Peñaranda (boliviano) en PUESTO MERINO extractado del libro “MISION DE PAZ EN EL CHACO BOREAL” de Alfredo R. Campos y es como sigue:

Día inolvidable el del 18 de julio del año 1935 a las 7, con tiempo fresco y nublado, partimos desde Capirenda con uno de los protagonistas que me da un abrazo cordial al recordar el aniversario uruguayo, lo que repiten efusivamente los camaradas brasileños y peruanos, recibiendo de todos los presentes la enhorabuena.

En el primer auto, un modestísimo Ford tomamos asiento al lado del general Estigarribia, acompañados por el coronel Garay.

En el segundo coche se acomodan los coroneles Yañez (paraguayo) y Leitao de Carvalho (brasilero), acompañados por el jefe del Departamento de operaciones del estado mayor del Ejercito Paraguayo en campaña, Tcnl. Rolón.

Después en otros vehículos motorizados el Cnl. Núñez con jefes y oficiales.

Seguimos por la trillada ruta a Puesto Merino, donde tendremos, el raro privilegio de contemplar una de las puras expansiones de americanismo y de alta nobleza humana.

Durante las tres horas del viaje me embelesó la conversación del General Estigarribia.

Por el pésimo camino se zangolotea nuestro auto, en una marcha que empieza a inquietarme ante el temor de llegar tarde, pues yo indique tres horas de camino. Se lo comunico al general, ya que el encuentro será a las 10 en punto y esto es como la inversa de un duelo, pero siempre una CITA DE HONOR.

La conversación cae y se levanta, como auto en los polvorientos pozos de la picada. De vez en cuando el General Estigarribia recuerda, sin ostentación, los sitios por los cuales pasó para inspeccionar para el ocasional adversario, que son siempre NOBLES Y ELEVADOS.

Por fin llegamos a las lineas; son las 10 en punto me hace feliz la exactitud. Descendemos del auto quitándonos los abrigos, aunque la mañana permanece gris.

Se nos acerca el Capitan Vacca, encargado del ceremonial algo asi como el director de la contraria del duelo, esperamos, luego nos indica avanzar desde un sitio al que el se adelantó. Rompemos la marcha entre las dos trincheras adversarias, al lado de los hitos colocados en el campo de nadie. El general Estigarribia ocupa el centro de la fila; quédo a su derecha y el coronel Yañez a su izquierda el coronel Leitao de Carvalho al lado mio; el resto de la comitiva se forma atrás.

Al avanzar, comienzan a funcionar las maquinas fotográficas de los militares, no están presente ningún periodista, ni el de “critica de Buenos Aires” que fue anoche nuestro comensal y quedo en el cuartel general paraguayo, pues parece que no se quiso hacer una distinción exclusiva ya que estaban ausentes los de los dos países excontendientes.

Fue una medida prudente para evitar conflictos con una prensa todavía exaltada, pero es lastima grande que no llegara a los pueblos una difundida versión cabal de este acontecimiento extraordinario.

Continuamos en solemne cortejo guardando la distancia y vemos el Puesto Merino al lado de la tumba de un soldado desconocido, al Comando en Jefe Boliviano, que es acompañado por los generales Martinez Pita y Fuentes y el Mayor Weeks, como jefes de delegaciones neutrales.

El grupo así constituido avanza también a mitad del camino. Aquí el encuentro se realiza.

Saludandose los generales y acompañantes en efusiva forma. Mientras tanto una banda regimental boliviano rompe el aire con una vibrante marcha que alegra más los corazones.

Al hacerse las presentaciones, el momento es solemne y emocionante; los dos jefes se estrechan caballerosamente las manos pronunciando breves palabras llenas de honor y concordia “La oportuna ejecución de la banda, disimuló, dice un eximio biógrafo con justeza, las lágrimas que brillaron en muchas caras de los allá presentes y los clarines rompieron el silencio emocionante y a gusto del instante atronaron el espacio con sones que repercutieron en la mañana gris del extenso bosque chaqueño.

El acercamiento es de almas; realmente sincero de verdaderos hermanos que se reconcilian de corazón es definitivamente una mesa tendida en el campo por delicada atención del General Martinez Pita, nos permite brindar a todos por tan feliz culminación de este anhelo y los circunstantes tienen también una afectuosa felicitación por el aniversario del Uruguay.

Y se cambiaron los jefes estas palabras: Estigarribia “General Peñaranda, aprovecho esta circunstancia feliz para honrarme en declarar en nombre del ejercito paraguayo, que vuestro ejército, con el que hemos combatido durante tres años, es sin duda, uno de los mejores y más bravos del mundo”, Peñaranda caballerosamente respondió: “General Estigarribia: son profundamente honrosas vuestras palabras y el ejército de mi patria, reconoce también en el vuestro las más altas virtudes militares. Hemos luchado como hombres. General Estigarribia vos conocéis la campaña y los factores adversos que hemos tenido que vencer. Interpreto el sentimiento del ejército de Bolivia al brindar por el vuestro, que es un ejército de verdaderos hombres, mi general.”

Fotógrafos y cinematografistas quieren perpetuar las escenas con sus máquinas y en verdad, las hay muy simpáticas y significativas en la efusividad amistosa que se renueva purificada por el sacrificio. Unos y otros se reconcilian y se reconocen entre abrazos, chistes y risas por destacadas actuaciones y hasta por sus mutuas proezas. Esto no podía surgir de quienes llevaran un odio clavado en el alma y que nunca pudieron haber sido enemigos, dentro de este concepto de furia ancestral que pone a los pueblos frente a frente en forma irreconciliable.

El general Estigarribia se para y este saca su pistola y se la ofrece a su ex contendor, diciéndole “General, en prueba de mi admiración y amistad a usted, le ruego acepte como recuerdo esta pistola que me acompañó siempre para defenderme de vuestras patrullas” y el general Peñaranda muy conmovido le agradece, expresándole, que es un gran honor el poseer esa arma, que lo acompañará toda su vida, al prometer guardarla como el más preciado recuerdo de esta entrevista, precursora de la paz terminante.

Abrazos y grandes aplausos aprueban este acto magnifico, con él se incuba un nuevo encuentro en Capiranda, para allí partimos.

Minutos después, dos largas caravanas de automóviles y camiones se alejaban en direcciones opuestas de aquel lugar histórico, cuya tupida selva y profundas trincheras fueron testigos inmutables de tan memorable acontecimiento.

Cerca, muy cerca de allí, quedaba la modesta tumba del héroe innominado, como un centinela evocativo de la penosa guerra felizmente terminada.

EPILOGO

Así concluyó una de las guerras más sangrientas del siglo XX en América Latina, en la forma más simple, honrosa, amistosa, sincera y de demostración de hermandad americana, ya que hoy las guerras deben ser contra el hambre, la corrupción, el desempleo, la falta de atención a la salud y educación, nuestros países deben caminar juntos en una nueva senda en busca de un futuro mejor para las nuevas generaciones, como homenaje a los guerreros bolivianos y paraguayos de la guerra del chaco, que la nueva actitud de nuestros países debe ser primordialmente la COMPLEMENTACIÓN ECONOMICA, el turismo histórico y el reencuentro sincero entre bolivianos y paraguayos con políticas de integración por el río Paraguay y la carretera Bioceanica Transchaco que unirá comercialmente entre el océano pacífico y atlántico y viceversa, desarrollando y creando fuentes de trabajo entre nuestros países. Culmino con estas palabras de homenaje a los grandes guerreros de la guerra del chaco “LOOR Y GLORIA A LOS COMBATIENTES BOLIVIANOS Y PARAGUAYOS” ¡Nunca más se repita esta nefasta guerra entre pueblos hermanos! VIVA BOLIVIA – VIVA PARAGUAY.

*CNL. DEM. Roger José Centeno Sánchez / ESCRITOR E HISTORIADOR BOLIVIANO /SANTA CRUZ, BOLIVIA 12 DE JUNIO DEL 2020.

II. ANEXO DE LOS TRES ENCUENTROS DEL CESE DE HOSTILIDADES Y CROQUIS DE PUESTO MERINO

GUERRA DEL CHACO - REUNIONES DEL CESE DE HOSTILIDADES EN VILLAMONJES – 1935

En los primeros días del mes de junio de 1935 los países neutrales forzan a bolivianos y paraguayos, a reunirse para un cese de hostilidades de la Guerra del Chaco, en el lado boliviano se encuentran los representantes de países neutrales como ser: Gral. Martínez Pita (Argentina), Gral. Fuentes (Chile), Mayor Weeks (EE.UU.), Cap. Muñoz (Chile) y Tte. Hortencio Brito (Brasil) y del puesto de comando paraguayo en Capirenda estaban los representantes de países neutrales los siguientes: Gral. Campos (Uruguay), Cnel. Leyton (Brasil), Cnel. Yañez (Perú) y Cap. Vacca (Argentina).

Ambas fuerzas beligerantes a solicitud de todos estos países neutrales deciden realizar la primera reunión del cese de hostilidades el 18 de Julio de 1935 a las 10:00 a.m. en PUESTO MERINO, ubicado a 16 Km. de Villamontes.

Las fuerzas bolivianas se encuentran representados por su comandante de las fuerzas bolivianas el Gral. Peñaranda y su JEM. (Jefe de Estado Mayor) Cnel. Toro y por el lado de las fuerzas paraguayas por su comandante Gral. Estigarribia y su JEM (Jefe de Estado Mayor) Cnel. Garay.

Esta primera reunión del cese de hostilidades fue muy fría y con mucha tensión después de tres años de guerra cruenta, este encuentro fue amenizada a los acordes de la Banda Militar Boliviana, sólo se hizo un brindis con champagne en una mesa.

La segunda reunión del cese de hostilidades de ambas fuerzas contendientes fue en la localidad del Puesto de Comando Paraguayo en Capirenda, el 23 de Julio de 1935, en este encuentro el Gral. Peñaranda le regala un reloj de oro al Gral. Estigarribia.

La tercera reunión o encuentro se realizó en Villamontes el 31 de Julio de 1935, pero ya más distencionados y, con mayor relación amistosa, donde se sirven el siguiente menú: Coctails, mayonesa de langosta, chupin de dorado, pollo a la criolla, chuletas de cerdos, tortillas al ron, helado, champagne, vinos, pousse, café y cigarrillos.











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