Pintura al óleo: "LOS COLORADOS DEL OCHENTA" de
Avelino Nogales / Por: Guido Roberto Peredo Montaño / Sociólogo y
periodista. / Esta nota fue publicada en el periódico La Razón el 19 de febrero
de 2015.
Ya con Antofagasta en su poder, Chile denuncia “haber
descubierto” un tratado “secreto” entre Perú y Bolivia; pero además, acusa al
país de violar el Tratado de 1874, en el que Melgarejo se comprometió a no
cobrar ningún gravamen extra a las compañías mineras en nuestro litoral. Para
1878 la producción y las ganancias de las empresas mineras se cuadruplicaron,
según expone el historiador chileno Óscar Bermúdez, en su libro Historia del
Salitre; desde sus orígenes hasta la Guerra del Pacífico (1963).
Sobre el famoso tratado, Isaac Tamayo, en su libro Habla
Melgarejo (1884), detalla que a pocas semanas de haberse firmado el acuerdo
“secreto” entre Perú y Bolivia, el diplomático chileno Carlos Walker Martínez
consiguió una copia del documento. En noviembre de 1873 el embajador chileno en
Argentina, Blest Gana, por intermedio del cónsul brasileño (Barón de Cotegipe)
obtuvo otra copia; es decir que Chile conocía la existencia de ese tratado años
antes de tomar Antofagasta.
Édgar Oblitas Fernández (el historiador más riguroso de
Bolivia) en su libro Historia Secreta de la Guerra del Pacífico (pág. 108-112)
describe que Aniceto Arce, Luis Salinas Vega; Gabriel René Moreno y Narciso
Campero intercambiaban mensajes secretos con el Alto Mando Militar chileno
(hasta con el propio presidente chileno Domingo Santa María, mediante
intermediarios). La versión de Oblitas Fernández es verídica; el hijo del
presidente chileno Ignacio Santa María, en su libro Guerra del Pacífico (1920)
expone las cartas entre Arce, René Moreno y Siles Salinas con agentes chilenos.
Gonzalo Bulnes y Santa María (hijo) dejan entrever que el
trabajo de los “agentes” prochilenos se inició antes de la toma de Antofagasta.
Narciso Campero, comandante de la Quinta Columna del Ejército boliviano, la
mejor equipada, formaba parte del plan llamado “Bases”; pues Campero, en
acuerdo con Arce, evitó ir al campo de batalla, para apoyar el asalto que Daza
y Prado planificaron; Campero, Arce, Luis Siles, y René Moreno, confabularon
contra la patria.
Aquí la clave: el 2 de noviembre de 1879 en Pisagua, Chile,
se desplazaron casi 10.000 soldados bolivianos bien armados; los batallones
bolivianos Victoria e Independencia custodiaban el puerto; la relación de
fuerzas era de uno contra 100. Las fallas estratégicas cometidas por el general
Buendía, en Pisagua, ocasionaron a la larga la dispersión en San Francisco y la
retirada de Camarones, de la cual hasta hoy historiadores desafortunados
achacan a Daza. El general Buendía dejó intacta la vía férrea, además de pozos
de agua y alimentos al escapar de Pisagua. El historiador chileno Benjamín
Vicuña Mackenna sostiene que en Pisagua los bolivianos vendieron cara su
derrota, pues se trataba de un puerto clave. Diego B. Arana y Mackenna
coinciden en que el 8 de noviembre el general Daza sale de Arica hacia
Camarones; pero las tropas de Daza se rindieron ante el desierto. Entonces, el
11 y el 14 de noviembre, Buendía recibe la orden de “Atacar sin trepitar” (de
inmediato); sin embargo no acata la orden, a pesar de la superioridad de sus
fuerzas. Así, gracias al tren, el invasor refuerza filas y toma el morro
anticipadamente.
Barros Arana, en su libro Historia de la Guerra del Pacífico
1879-1880, confirma que Daza comunicó a Prado la imposibilidad de llegar
Camarones a tiempo. Un grupo de avanzada chileno tomó el telégrafo en Iquique y
por ello sabían con precisión nuestros movimientos. Santa María (hijo) describe
que las reuniones entre Aniceto Arce y Luis Siles con agentes chilenos se
realizaban en Iquique. Arana en sus textos dice (pág. 56-73): “Muy variado
comentario hacen los historiadores peruanos y bolivianos sobre Daza en
episodios de la Guerra; en Camarones, hizo lo que cualquier militar
experimentado haría”. En 1880 el expresidente peruano Ignacio Prado, en Consejo
de Guerra, admite su responsabilidad en Camarones... no culpa a Daza por el
episodio.
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