Por: Yuri Flores / este artículo fue publicado en La Razón
el 8 de mayo de 2015.
En junio de 1941, a casi dos años de comenzada la Segunda
Guerra Mundial, agentes de Inteligencia de EEUU y Reino Unido infiltraron una
misiva en las valijas diplomáticas bolivianas desde Alemania, para hacer creer
que desde Bolivia se conjuraba una acción bélica hacia Latinoamérica a favor de
los nazis.
El historiador militar general Tomás Peña y Lillo relató a
La Razón que el propósito de los países Aliados (Reino Unido, Francia, Polonia,
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y otros), en especial de EEUU, era
el evitar que las naciones sudamericanas se alinearan al Gobierno alemán y a la
Potencia del Eje (Alemania, Italia y Japón).
La carta presuntamente fue escrita por el agregado militar
boliviano en Berlín, mayor Elías Belmonte, y enviada al embajador de Alemania
en la ciudad de La Paz, Ernest Wendler, con quien supuestamente se conjuraba el
plan para provocar el golpe de Estado al entonces mandatario de Bolivia,
Enrique Peñaranda.
“Hicieron una conjura para hacer creer que el agregado
militar boliviano en Alemania, que era el mayor Elías Belmonte, envió una
misiva en la que se declara una conjura para tomar el poder y apoyar a la
Alemania nazi. Lo único que necesitaban era que se declare la guerra para que
no tuvieran representación diplomática ni posibilidad de que sus barcos
encallen en puertos latinoamericanos”, relató el historiador.
Peña y Lillo señaló que existía la intención de EEUU de
obtener los recursos naturales de Bolivia, como el estaño, que era demandado
para la fabricación de armamento para la guerra. Belmonte fue designado en
junio de 1940 y un año después se conoció el incidente diplomático que derivó
en su baja de las Fuerzas Armadas (FFAA) y la remoción del Encargado de
Negocios boliviano en Berlín, Alfredo Flores.
MISIVA. La supuesta carta enviada por Belmonte a Wendler,
decía: “He sido informado por amigos de la Wilhelmstrasse (sede del ministerio
de Asuntos Exteriores en Berlín-F. K.) que, según informes que ellos
recibieron, se acerca el momento de pasar a los hechos y liberar a un pobre
país de un gobierno débil con rasgos enteramente capitalistas”. “Yo iría más
lejos aún: el golpe de Estado debe tener lugar a mediados de julio y yo lo
considero como el momento apropiado, pues, conforme a las noticias que he
obtenido del ministerio de Asuntos Exteriores de Berlín, me regocijo en ver que
todos los cónsules y amigos en toda la república boliviana han preparado el
terreno y han organizado nuestras fuerzas inteligentes y con energía”.
La nota explicaba que Belmonte supuestamente llegaría a
Cochabamba en paracaídas y que los demás militares de La Paz, Santa Cruz y
Trinidad (Beni) arribarían al centro del país en bicicletas, “ya que los
automóviles y camiones son bulliciosos”.
La Razón accedió a la correspondencia entre Bolivia y
Alemania de 1940-1942, que se encuentra en el Archivo Diplomático de la
Cancillería del Estado. En la documentación se refleja que el impasse generó la
declaratoria de persona no grata al embajador alemán Ernest Wendler, a quien se
dio un plazo de tres días para abandonar el territorio.
El Gobierno teutón actuó de la misma manera con el Encargado
de Negocios de Bolivia e hizo conocer su protesta “enérgica” por la
determinación. El canciller boliviano Alberto Ostria inmediatamente designó a
José Saavedra como nuevo representante de la legación boliviana.
Luego, el 4 de diciembre de 1943 se dio la ruptura de
relaciones entre los dos países y la declaratoria de guerra de Bolivia a
Alemania, con lo que se cumplió el propósito de EEUU. Belmonte negó haber
escrito esa misiva y aclaró públicamente en Berlín que el Gobierno boliviano
tomó “desusadas” medidas contra el ministerio de la Gran Alemania, “basándose en
una carta que dicen que yo he escrito al ministro Wendler en La Paz y que el
Gobierno boliviano, como ha publicado, ha recibido de una potencia extranjera”,
dijo.
Antes de su muerte, a finales de los 70, el agente inglés
Montgomery Hyde publicó en sus memorias que, con apoyo de los agentes
norteamericanos, infiltró la carta para generar un conflicto diplomático entre
Bolivia y Alemania. Tras la revelación, el presidente Wálter Guevara (1979) y
las FFAA restituyeron a Belmonte y lo ascendieron a general como especie de
resarcimiento.
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