Este artículo fue publicado originalmente en el matutino Página
Siete el 4 de febrero de 2018. / http://www.paginasiete.bo/sociedad/2018/2/4/ltimo-siglo-censur-periodiquito-dictadura-168790.html
Irreverentes, sarcásticos, agresivos y anónimos, con
esas características nacieron los periódicos de Alasitas. Estas diminutas
gacetas paródicas –que se publican desde 1846 en la ciudad de La Paz cada 24 de
enero– fueron censuradas sólo una vez y fue en época de dictadura.
Corría el año 1975. Se conmemoraba el sesquicentenario
de la República y gobernaba el régimen militar de Hugo Bánzer cuando salió el
periodiquito Khesti Centenario. Como todo periodiquito alasitero que se precie
de tal, era anónimo y de alto contenido satírico.
Contenía adjetivos y parodiaba noticias con ficciones que
no le gustaron a la dictadura. Tras una investigación, la poeta y
dramaturga orureña Alcira Cardona Torrico (1926- 2003) fue detenida y
acusada de ser la editora del Khesti Centenario, bajo los cargos de injuria y
conspiración. Además se secuestró toda esa edición diminuta.
Coinciden en esa referencia histórica dos connotados
bibliotecólogos y escritores: José Roberto Arce y Virgina Ayllón.
Narradora y crítica literaria, Ayllón destaca otro
antecedente de censura a las publicaciones alasiteras que se
remonta al siglo XIX. “En 1873, el entonces prefecto Belisario Salinas
recomendó a las imprentas no publicar periodiquitos de Alasitas que no
respeten la religión, la moral, el orden y las personas”.
Esos años, prolegómenos de la Guerra del Pacífico,
escasearon los periodiquitos. “Para entonces las publicaciones en miniatura
debían previamente pasar por la censura del fiscal de Distrito para ser puestas
en circulación”, sostiene la bibliotecóloga Judith Ozuna en su tesis Los
periodiquitos de Alacitas en la hemerografía paceña [sic ].
Gabriel René Moreno, en su Biblioteca Boliviana,
registra que el 24 de enero de 1846 se publicó el primer periodiquito:
La Época, que se mantuvo hasta 1858. Editado por el diario paceño del mismo
nombre, este pionero de 160 por 167 milímetros con cuatro páginas marcó
el estilo que iba a caracterizar al género alasitero: sátira, humor y
anonimato.
El propio Gabriel René Moreno definía así a los
periodiquitos: “El pequeño papel suelto figurando gaceta o sea periódico pigmeo,
generalmente de fines o comienzos de año, impreso por juguete o para burla o
murmuración”.
El escritor e historiador Antonio Paredes Candia (1924-2004)
elaboró un catálogo de las minúsculas publicaciones que incluyó en su
obra La Alasita (1982). Y él mismo publicó varios periodiquitos, el
último: El carajillo.
“El periódico de Alasitas debe ser audaz, agresivo,
insultante, con mucho humor, a veces humor picante, y medio porno porque el
periodiquito es un medio para resaltar todas las inquietudes y cuestiones
negativas de la sociedad”, dijo don Antonio en 1999. Antes, había definido así
la gacetilla alasitera en su catálogo:
“Es de contenido informal, humorístico y metafórico. Es
picaresco en extremo: sin mojigaterías ni complejos toca los temas vetados por
la gazmoñería; en general de carácter político”.
Ozuna actualiza esas características: “El periodiquito
de Alasitas se ubica entre las publicaciones informales por las siguientes
razones: su formato está alejado de los tamaños o formatos de la prensa.
El tratamiento es siempre jocoso, humorístico ‘poco serio’, lo cual no
quiere decir que carezca de importancia. No hay propiamente información sino
más bien parodia de la información. El material iconográfico obedece a menudo
al montaje, caricatura, etc”, sostiene.
A fines del siglo XIX se habían consolidado otras
publicaciones pigmeas – El Eco de la Libertad, El Tiempo, E1 Purga Suave,
El Mosquito, El Moscardón, El Gavilancito– que tenían como blanco de sus
ataques a los políticos y al clero.
“Los redactores de los periodiquitos, concretamente del
primer periodo o de sus primeros años de vida, fueron Bartolomé Mitre, Juan
Ramón Muñoz Cabrera y Manuel José Cortés. Posteriormente se destacaron José
Rosendo Gutierrez, Agustín Aspiazu, Serapio y Félix Reyes Ortiz, Carlos Bravo y
Nicolás Acosta”. Todos intelectuales de peso.
Durante los años siguientes, vieron la luz
innumerables publicaciones artesanales. Algunas dejaron huella por su
crítica ácida o el uso estético de la palabra humorística: Banderita
Roja, El Pinquillo, La Pulga, El Gualaycho y El Quevedito, por
citar algunos.
Aquel primer periodiquito, La Época, respondía a una casa
editorial y éstas han estado permanentemente presentes con sus
publicaciones en Feria de Alasita. “Es sintomático, sin
embargo, que la mayor cantidad de historias de esta miniatura recurran,
sobretodo, al anónimo, apegado al libelo. Por eso se sabe, o mejor se
intuye, que Alcira Cardona, Jaime Saenz, Rosendo Villalobos, Humberto Quino o
Ernesto Cavour cayeran ante la exquisita tentación de publicar un
periodiquito”, sostuvo Ayllón.
TERMÓMETRO SOCIAL
La bibliotecóloga ve en aquellas publicaciones obras de
humor asentadas en la palabra y en la ironía. “Y de la ironía –añade– pueden
decirse muchas cosas, las más sobre su intención aunque pocas sobre su estructura,
que echa por la borda toda intención y más bien se asienta en la fina
revelación”.
Algunos ejemplos de ello se reunen en la Antología de
periódicos de Alasitas que, también en miniatura, ha publicado este año la
Oficialía Mayor de Culturas.
“(…) Ocurre que mientras revisábamos los ejemplares de
periódicos de Alasitas de medios tradicionales e independientes desde 1942, fue
evidente lo machistas, homófobos y hasta racistas de muchos materiales
publicados”, comentó Mabel Franco, una de las autoras de la selección
alasitera. Una antología más amplia daría tema de análisis sobre cómo ha ido
cambiando nuestra percepción de las cosas. Quizás no mucho todavía, pero creo
que un chiste como el de Las Malcogidas hubiese pasado como normal hace poco.
El rechazo que provoca hoy, y no digo el de las señoras oficialistas, muestra
que algo va removiéndose en nuestras conciencias”.
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