Por: Ruth Eliana Chuquimia Bustillos / El Fulgor de Oruro, 12 de noviembre de
2017. / Fuente: https://elfulgor.com/noticia/84/el-alzheimer-de--sebastiana-es-el-mismo-que-padece-el-estado
Con la mirada pérdida, por su mejilla le bajaba una lágrima que recorrió su
rostro marcado por las arrugas por el paso de los años y a la vez esbozó una
sonrisa de alegría, esa que tuvo en 1953 cuando filmó Vuelve Sebastiana y que
le sirvió de poco para mejorar su condición de vida. Así, la encontró y la
retornó a su casa un caballero a Sebastiana Kespi Mamani, que se perdió por
espació casi de 12 horas en Oruro y movilizó a todos quienes la vieron en el
cine, la televisión, en las fotos de los periódicos y las revistas.
“He encontrado a mi mamá hace ratito, un caballero me lo ha traído a mi casa
por el mercado Avaroa, dice que la vio en la tele y la ha reconocido, estaba en
una plaza, desorientada le vamos a llevar al hospital”, dijo Emiliana Mamani al
confesar que su mamá Sebastina sufre de alzheimer, está sin protección social,
pues no cuenta con un seguro y menos con una renta.
Su popularidad, su estrellato, sus medallas, sus fotos en todos los periódicos
y hoy, en las redes sociales, de nada le sirvió a Sebastiana Kespi, para salir
de la pobreza, para que el Estado le de educación y hoy una renta, un seguro
social y una vida digna cuando se aproximan sus últimos, para vivir bien.
Sebastiana nació en el entonces cantón Santa Ana de Chipaya hoy capital del
municipio Chipaya, tercera sección de la provincia Atahuallpa de Oruro. Las
frías y desiertas pampas aledañas al Lago Poopó y el blanco manto del salar de
Coipasa eran su referente geográfico, mientras que el pastoreo -de no más de 20
ovejas- y sus frecuentes viajes para trabajar en Antofagasta e Iquique son sus
referentes de subsistencia económica.
El libro oficial de enseñanza del Estado Plurinacional de Bolivia que se
distribuye en las escuelas denominado: Saberes, conocimientos y valores del
pueblo Uru Chipaya dice: “Las pocas oportunidades de acceso a la educación
superior, la agricultura y la ganadería de subsistencia a la que estamos
expuestos nos obliga a que migremos en algunos casos de forma temporal y en
otras oportunidades de forma permanente a otros lugares como Iquique,
Antofagasta en la República de Chile, en estos lugares realizamos trabajos
agrícolas”, así se les enseña su realidad y nos describimos nosotros
mismos.
La realidad que nos describe y enseña el libro, es exactamente el de la familia
Mamani-Kespi, a la que la fama de la mamá no le alcanzó para cambiar su vida,
pero tampoco la de sus hijos Benedicto que migró a trabajar en las minas de
Antofagasta y junto con su familia se quedó en Chile, porque tiene una mejor
calidad de vida, dice Emiliana la hermana que lamenta la pobreza en que aún
viven.
En la primavera de 1942, cuando Sebastiana Kespi nació, Hitler, llegó con sus
tropas hasta Stalingrado, intentando alcanza los yacimientos de petróleo en el
Cáucaso Ruso. Pese a la toma de Ucrania y haberse acercado a las puertas de
Moscú, el ejército ruso dio un giro en la batalla y logró derrotar a los
alemanes, este sería el punto de partida para la caída de Hitler y el ingreso
de Rusia hasta el corazón de Alemania.
Mientras que en la Bolivia de 1942, con el fin de garantizar el envío de
materias primas a los aliados de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno
militarizó las minas. Con la II Guerra Mundial la oligarquía minero feudal
boliviana había ganado 800 millones de bolivianos por la venta de estaño, pero
había bajado los salarios de los mineros. Frente a esta situación en Catavi se
planteó una huelga para subir los salarios de los varones de 24 a 35 bolivianos
y de las mujeres de 13 a 15 bolivianos, pero el Gobierno de Peñaranda aliado
con los barones del Estaño decide bombardear la comunidad de Catavi dejando más
de 35 muertos, en lo que se conocería como la Masacre de Catavi y, daría paso a
la fundación del Movimiento Nacionalista Revolucionario en los campos de María
Barzola.
Diez años después el MNR protagonizaría la Revolución de 1952 que nacionaliza
las minas con la creación de COMIBOL, se reconocería por primera vez el voto
Universal que habilitaba a las mujeres e indios para votar y se produciría la
Reforma Agraria. Sebastiana Kespi, en la Revolución cumplió diez años, pero
seguro que ni le llegó la noticia a los Chipayas, porque no tenían vías de
comunicación.
Ella, le dice al periodista Alfonso Gumucio, en un reportaje publicado por
Página Siete, su profesor por tener buenas notas “la prestó” para que Jorge
Ruiz y Jorge Roca filmaran con el Instituto indigenista de Bolivia, Ministerio
de asuntos campesinos, Bolivia films, la película Vuelve Sebastiana.
El connotado periodista Orureño, Luis Ramiro Beltrán, había escrito un guión
simple que dio para hacer una película que en 30 minutos contaba la vida de los
Uru Chipaya, una población étnica en ese momento estaba a punto de desaparecer.
El rol protagónico de Sebastina, fue interpretar lo que hacía a diario en su
vida –pastar ovejas-, pero un día se pasó a tierras aymaras donde conoció a
Esteban Lupy. El abuelo, que conocía la agresividad de los aymaras va en su
búsqueda, pero enferma y al borde de su muerte hace que Sebastiana regrese a su
ayllu. Ella, hasta hace poco recuerda, que de verdad lloró “cuando murió su
abuelo” en la película. En las variadas entrevistas, lo único que hace
Sebastiana es sonreir, en su rostro color bronce que denotaba su permanente
exposición al sol, la tierna sonrisa de la niña indígena, hoy ya anciana se
sigue acentuando mucho más con las dos adornos laterales en su pelo negro, que
nunca deja de llevar.
Cansada de que solo la busquen para sacarle fotos o cuente como fue
protagonista de Vuelve Sebastiana, ella en una de las últimas entrevistas con
los medios en el pueblo Chipaya dijo “sólo me sacan fotos”, no me dan para
comer se quejó. Paulino Lupy quien también participo del film como hermano de
Sebastiana dijo que después de la filmación nunca más volvió a ver a Jorge
Ruiz. “No sé si está vivo o muerto?, dijo el olvidado actor, quien tampoco
superó su condición de pobreza.
Sebastiana cuando protagonizó la película, leía porque ella cursó hasta el
tercer grado de primaria, pero la pobreza no la ayudó para avanzar. Mientras,
Ruiz recibía los galardones y los elogios, el nombre de la protagonista ni
siquiera aparecía en los afiches de la película. Ruiz cuando filmó a Sebatiana
era un cineasta técnico que había sido invitado por el productor norteamericano
Kenneth Wasson a incursionar en la producción cinematográfica. El primero filma
Los Urus (1948) y después 1952 filma Vuelve Sebastiana.
Sebastiana, era una indígena pobre más, de un país que tenía en ese momento más
del 50% de su población en la indigencia y la marginalidad, y así también la
vio el Estado, por eso nunca pudo superar esa condición.
Según el censo de 1950, cuando se filmó Vuelve Sebastina, Bolivia tenía
2.704.165 habitantes, 600.000 habitantes vivían en las ciudades, 45.000 eran
los obreros mineros de los barones del Estado y 2.059.165 era la población
rural. Del total de la población el 70% era analfabeta y, de ese población
rural por lo menos el 40% era indígena reducida al pongüeaje de la hacienda,
que provenía sobre todo de las castas militares que habían gobernado el país
desde la fundación de la Republica. El pueblo Chipaya apenas alcanzaba una
población de 300 personas.
La revolución de 1952 produjo enormes cambios en el país. Las mujeres acudieron
por primera vez a las urnas el 6 de junio de 1952, junto a ellas estaban los
indios –indígenas y campesinos-. Aunque poco elegían porque siempre fueron
manejados por sus dirigentes se incorporaron a la vida política del país. De
130.000 electores que se tenía antes de 1952 en junio de ese año se pasó a
960.000. Los mineros se incorporaron como trabajadores de COMIBOL, las tierras
de hacienda comenzaron a ser tomados por los pongos y a distribuirse la tierra
a través del Instituto Nacional de reforma Agraria.
Poco, duró el gobierno civil de la Revolución de 1952 a la cabeza de Víctor Paz
Estenssoro. Los militares volvieron a tomar el poder en 1964 comenzó René
Barrientos, le siguió Alfredo Ovando, Juan José Torres, el dictador Hugo Banzer
que duró 7 años en el poder (1971-1978), para sacarlo un acuerdo civil militar
llevó a 6 militares – Juan Pereda Asbún, Alberto Natusch Bush, David Padilla
Arancibia, Celso Torrelio Villa, Guido Vildoso Calderóny Luis García Meza al
poder y 2 civiles Walter Guevara Arze y Lidia Gueler Tejada. Latinoamérica
seguía la misma corriente con Augusto Pinochet, en Chile, Jorge Rafael Videla
en Argentina y así.
Con militares en el poder y con las armas, Bolivia seguía en la pobreza y
siendo el gran exportador de capitales junto con sus materias primas. No es que
los militares no miraron a Sebastiana, no les interesaba, el interés era poder
y plata.
Pese, a esta penosa realidad militar que se extendía desde la república, el
dictador Hugo Banzer, ordenó en 1976 la realización del segundo censo, la
población subió de 2 millones a 4.613.486 y mostró, que la Revolución del 9 de
Abril fue protagonista de la migración campo ciudad. Del 70% de la población rural
el censo dijo que sólo 58% se quedó en el campo y 12% había migrado a las
ciudades, sería el 42% de la población urbana que pecharía para ser la nueva
clase media porque accedería a la educación. Este era el inició para empezar un
tránsito significativo entre el campo y la ciudad. El analfabetismo bajo de 70%
a 40%, esto debido a la implementación del Código de la Educación.
Sebastiana, ya con 30 años continúa viviendo en Santa Ana de Chipaya, con su
esposo Benigno Alave y sus hijos Benedicto y Emiliana. Cuando su pueblo fue
censado se supo que el nivel de pobreza de la comunidad era de 96%. Seguían
viviendo en las casas circulares trabajadas con adobe y paja, y que para
mitigar el frio y los fuertes vientos que soplan en esa región utilizaban en la
mezcla del barro trozos del cuero y lana de las ovejas y de los camélidos. La
chipa, la pita, o sea el trenzado de paja, cuero y lana era fundamental para
amarrar sobre todo los techos para que estos soporten los vientos. Pobres como
eran su subsistencia seguía dependiendo de la migración y el trabajo temporal
que les ofrecía la mina de Antofagasta y la pesca, pues la debilidad en que se
desarrolló el pueblo Chipaya les hacía también depender del comercio con los
aymaras, quienes también les dieron sus apellidos de Kepi, Mamani, etc..
Instaurada la democracia ( 1982-1984), se creó el municipio de Chipaya en 1983
con su capital Santa Ana de Chipaya, cantones Ayparavi y Wisthullani, ayllus
Aransaya, Mananzaya, Wistullani y Unión Barras. Pero, la pobreza continuaba,
porque los políticos de “izquierda” (UDP, MIR, MBL, PC) ahora empezaban a
disputarse el poder y la crisis económica que había dejado la baja de los
precios de los minerales en el mercado mundial y una devastadora sequía, de la
cual fue una de los más afectados el pueblo Chipaya, pues, su población apenas
alcanzó a 200 personas el resto fue expulsada a Oruro y Chile.
El rostro de la niña Sebastania Kespi llegó a Hollywood en 20 de junio de 2004.
El documental etnográfico Vuelve Sebastiana del cineasta Boliviano Jorge Ruiz
fue presentada en el Teatro Egipcio en Hollywoood, California dentro del
programa de películas participantes en el 8th Los Ángeles Latino International
Film Festival.
“Su esfuerzo de crear una nueva copia de Vuelve Sebastiana para el festival fue
compensado por la calurosa recepción recibida por el público presente quienes
dieron comentarios de elogio para el cineasta Jorge Ruiz. Muchos de los ahí
presentes también agradecieron de forma efusiva al grupo responsable de la
muestra por haberles brindado una película tan importante sobre la cultura
Chipaya”,decía la publicación, pero nadie mencionó a la mujer Chipaya ni la
condición en que aún continuaba viviendo.
Ese año el 2004, devastada por la crisis Sebastina se fue a Iquique y Antofagasta
a trabajar. Su hijo Benedicto ya había migrado y echado raíces en Antofagasta y
los nietos habían nacido ahí.
Dos años después, asumió el Gobierno Evo Morales, Sebastiana se la pasaría
llorando, su esposo Benedicto murió dejándola sola con su hija Emiliana. “Tiene
miedo enfermarse, desde que murió su esposo solita camina va donde sus amigas y
camina llorando nomás”, dijeron sus vecinos. Fue para la noble Sebastiana el
inicio de una enfermedad que va avanzando progresivamente y desconocida en el
campo, como es el alzheimer.
Una vez, entre llanto y sonrisa Sebastiana le dijo a un periodista: -quiero ir
a conocer al hijo de Jorge Ruiz, Guillermo creo se llama”… “a eso quiero ir a
La Paz”, continúo, pero, no alcanzó a conocerlo porque la ingratitud de Ruiz
también se pasó a su generación.
Después, en esos arranques de buena voluntad de los políticos el vicepresidente
actual, Álvaro García Linera, le prometió con el Programa de Vivienda Social
del Gobierno que se financia con el 2% de los aportes de los trabajados darle
una vivienda, pero esta nunca se construyó.
A cambio, en marzo de 2016, cuando ya estaba con alzheimer, el Ministerio de
Culturas y Turismo entregó el Premio Nacional de Gestión Cultural “Gunnar
Mendoza” 2016 a Sebastiana Kespi, como emblema de la cultura milenaria
Uru-Chipaya y protagonista de la película “Vuelve Sebastiana” y le dio 40 mil
bolivianos, que la indígena dijo que los destinaría a comprar alimentos.
Hoy, las condiciones de pobreza en el campo son las mismas que las que vivió Sebastiana.
Hay un núcleo educativo moderno que construyó el actual Gobierno, pero la
expulsión de habitantes campo ciudad hace que no haya alumnos para que
disfruten de esta infraestructura. Los Chipayas, son vecinos del municipio de
Sabaya donde no habitan ni 2000 pobladores. Son territorios inaccesibles,
dicen, porque el contrabando y el narcotráfico se acercó a ellos.
El Censo del 2012, oficialmente dice que Bolivia tiene 10.027.254 habitantes de
los cuales 6.751.949 viven en el área urbana y 3.275.949 en el área rural, vale
decir que el 67,3% de la población es urbana y 32,7% apenas es rural. El
departamento de Oruro aparece como el mayor expulsor de migración campo ciudad
vale decir que 64% de su población vive en la ciudad y 36% en el área rural. Esta
realidad se evidencia en el municipio Chipaya, pues por temas de
coparticipación tributaria el municipio figura con 2000 habitantes, cuando en
la realidad no alcanzan a vivir ni mil. Oruro, al igual que Potosí es
eminentemente minero, pero su riqueza no condice con la realidad de sus
habitantes.
El Censo del 2012, oficialmente dice que Bolivia tiene 10.027.254 habitantes de
los cuales 6.751.949 viven en el área urbana y 3.275.949 en el área rural, vale
decir que el 67,3% de la población es urbana y 32,7% apenas es rural. El
departamento de Oruro aparece como el mayor expulsor de migración campo ciudad
vale decir que 64% de su población vive en la ciudad y 36% en el área rural.
Esta realidad se evidencia en el municipio Chipaya, pues por temas de coparticipación
tributaria el municipio figura con 2000 habitantes, cuando en la realidad no
alcanzan a vivir ni mil. Oruro, al igual que Potosí es eminentemente minero,
pero su riqueza no condice con la realidad de sus habitantes.
El alzheimer que hoy padece Sebastiana a sus 75 años de vida, es el mismo que
padece el Estado en este mismo periodo.
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