Por: Freddy Céspedes Espinoza. // Foto:
El primero de pié es Luis Sánchez, junto a los choferes de la Guerra del Chaco.
// Material tomado y disponible en: http://koatravelnews.blogspot.com/2016/06/yo-fui-el-chofer-de-victor-paz.html //
Para más: Historias
de Bolivia.
En una calle polvorienta de la zona norte de la ciudad de La Paz, conocí por
casualidad a Luis Sánchez Vargas de 87 años de edad, chofer del ex presidente
Víctor Paz Estenssoro. Todo hubiera transcurrido dentro de una charla sin
ninguna importancia hasta que salieron viejos recuerdos de la guerra del Chaco,
la revolución del 52 y los sucesos a lado del Doctor.
A medida que relataba estos hechos tan importantes para la historia boliviana,
se me vino a la mente indagar todo lo posible acerca del trabajo de alta
responsabilidad.
Con 87 años en las espaldas Luis Sánchez o el Khasa, como lo llaman sus amigos,
todavía mantiene una fortaleza de roble, normalmente viste de terno completo;
aun cuando está en casa, mantiene la elegancia de la gente de mediados de siglo
junto a un bastón que le ayuda a sostenerse, dándole un aire señorial.
Sus cabellos canosos hacen juego con el pequeño bigote al estilo hitleriano que
caracteriza su faz desde muy joven, parece ser el resumen de las reveses que
sufre en el hombre después de pasar una guerra, una violenta revolución hasta
peleas en callejuelas que le destrozaron un ojo por el golpe artero de un
cobarde que le lesionó el ojo con un arma blanca.
Don Luis, comenzó a relatar con un aire de tranquilidad y con una lucidez envidiable
los hechos de una época donde nadie estaba seguro, aún los del gobierno.
¿CUÁNDO EMPEZÓ A CONDUCIR?
Toda mi vida estuve sobre las ruedas de un vehículo.
Cuando era soldado allá en el Chaco, era uno más de los cientos de bolivianos
enviados al frente para defender la guerra de la oligarquía. Tenía buena
contextura física en ese entonces, había crecido para la guerra. Creo que mi
destino estuvo marcado fuertemente por el volante de los camiones aguateros que
manejaba para llevar el preciado líquido hasta las líneas bolivianas, pienso
que el trabajo que realicé salvaron centenares de vidas en ese infierno llamado
Chaco.
El sol de plomo diezmó a cientos de soldados que morían diariamente de sed en
el frente de batalla, es muy triste ver morir de sed a un semejante para luego
sentenciar: no le temía a la muerte.
Al igual que él, muchos choferes del Chaco arriesgaban la vida cruzando
matorrales, enfangándose por días o finalmente acribillados por el asalto del
ejército paraguayo quienes tenían la orden de detener a metralla a los osados
choferes del primer cuerpo de ejército.
Muchos murieron, salvé la vida en varias oportunidades, en una ocasión, los
Pilas atacaron el cisterna, perforaron el tanque, el agua de la vida se
escurría en el suelo, calmando la sed también del sediento Chaco.
En una emboscada, los paraguayos nos acribillaron y con una herida en la pierna
fui evacuado posteriormente al hospital.
Luego nuevamente al mando del camión a salvar vidas; esta vez manejando un
camión que servía de ambulancia que sacaba heridos de la zona de combate y
trasladaba hacia lugares seguros para su atención. Por entonces era ya cabo.
¿QUE HIZO DESPUÉS DE LA GUERRA?
Después de la guerra, al igual que muchos jóvenes bolivianos tuve que hacer
frente para sobrevivir, ya no en el Chaco, el reto era la ciudad.
Durante el gobierno de Germán Busch, presidente de Bolivia, era chofer del
Comandante de Policía Vea Murguía y que junto a Carlos Avila, jefe del Comando,
eran los hombres claves de la seguridad del presidente.
En una ocasión, nos dirigimos a la casa de Germán Busch para prestarle el
saludo por su onomástico, bueno yo como chofer sólo estuve en las inmediaciones
del salón donde se realizaba el cumpleaños.
Don Luis afirma que Busch, tenía buenas aptitudes para la guitarra y el canto;
su origen oriental le daba esta característica de hombre alegre y que no
escatimaba en esfuerzos para hacer traer al mejor pianista o ejecutante de
armonio para cantar a dúo.
Esa noche no parecía tener importancia para los hombres responsables de su
seguridad. Todo había transcurrido dentro la tranquilidad familiar; parece que
la fiesta duró hasta muy entrada la noche afirma don Luis; así que el jefe de
policía, me pidió que lo lleve a su casa para ir a descansar.
Sólo en la mañana del día siguiente, una voz nerviosa llamó al comandante para
informarle del suicidio de Busch.
El resto ya es historia, no se sabe las razones de su muerte, aunque se
tejieron muchas hipótesis, que mejor no comentarlas sostiene Sánchez.
MI VIDA A LADO DE VÍCTOR PAZ.
Don Luis era hombre con ideas de cambiar el sistema imperante ; acudía a las
reuniones del todavía embrión del Movimiento Nacionalista Revolucionario,
conoció personalmente a Carlos Montenegro, Augusto Céspedes y otros ideólogos
del MNR pasando a formar entre los más selectos hombres de confianza del
movimiento. Se inscribió como uno de los primeros militantes en la calle
Comercio.
Estos ideales de cambio, le permitió conocer al Doctor Victor Paz Estenssoro,
antes de la revolución, cuando éste, era ministro de Finanzas del gobierno de
Enrique Peñaranda.
El primer día que me presentaron al ministro Paz Estenssoro, fue de mucha
satisfacción, nunca pensé que este hombre iba a ser una de los más importantes
de este siglo y yo, su chofer.
El nuevo ministro duró muy poco; apenas un mes pues según Sánchez, los
militares se entrometían en su trabajo y lo molestaban mucho, por lo que
renunció posteriormente a tan alto cargo.
Don Victor Paz le confesó a Sánchez que su renuncia era inminente y que él se
quedaría de chofer del que lo sustituya.
No pensé mucho - dice Sánchez - y también renuncie a ser chofer del futuro
ministro, tenía una corazonada de no abandonar a mi jefe.
Hombre de armas tomar, Sánchez participó abiertamente en la revolución del 9 de
abril del 52. Según su apreciación, si los militares hubieran tenido el coraje
de aplastar el estallido de esta revuelta, otra hubiese sido la historia de
Bolivia.
Recuerda a Hernán Siles Zuazo, como hombre líder y valiente que fusil en mano
reorganizó a los revolucionarios, compuesto por fabriles y artesanos en la toma
del arsenal de guerra. Según él, sin el apoyo de los carabineros, no se hubiese
podido contra el ejército de la Rosca.
Toda su vida ha estado sentado frente al volante ; ayer en el Chaco, luego
conduciendo el coche del primer hombre de la policía, el coche presidencial y
el Carro Verde, Un Chevrolet de pura plancha, una especie de ambulancia cerrada
donde fácilmente cabían 20 ebrios.
Este coche afirma, era el terror de los amigos de doblar el codo, cada vez que
aparecía por las céntricas calles de La Paz todos los borrachos fingían
sobriedad, hasta que les caía el temido coche para luego pasar la mona en la
policía. Muchos se resistían, pero teníamos la forma cómo doblegar a los iracundos.
Era tal el temor de los creyentes de Baco al carro verde, según don Luis, no
por el temor de pagar la multa de 100 Bs, sino por el castigo moral de barrer
la Plaza Murillo y las aceras del Palacio de Gobierno.
Una vez consolidada la revolución, don Luis Sánchez Vargas fue llamado por el
propio Paz para ser su chofer, me consideraba él, como hombre de primerísima
confianza, esto era un honor por que el jefe, no confiaba ni en su cuerpo de
Seguridad.
Imagínese, Don Víctor Paz tenía su propio Barman, un tal Lucho, para que
prepare la bebida que debía tomar en alguna reunión porque que temía ser
envenenado por sus adversarios políticos; aunque nunca bebía más de una copa de
vino para algún brindis. Odiaba la bebida, pero le gustaba como a todo hombre,
las mujeres.
¿Cómo era la jornada de trabajo de Don Víctor Paz?
Bueno yo estaba a su entera disposición las 24 horas, por lo que dormía en la
misma casa, se levantaba a eso de las seis de la mañana en las apacibles
mañanas de la zona de Obrajes. A las siete ya estaba sentado revisando los
periódicos más o menos hasta las siete y treinta, después salíamos presurosos a
la avenida, no comentaba nada, parecía que su mente funcionaba a toda máquina,
sólo el silencio del lento y bello ascenso hasta la plaza Murillo parecía
distraer sus pensamientos.
No permitía que sus edecanes comenten nada de lo que decía la prensa. Hubo
ocasiones en que hizo callar con la siguiente frase:
Mire Capitán, no me hable, ya leí los periódicos y estoy muy ocupado
planificando el trabajo del día.
¿Era puntual usted, se atrasó en alguna ocasión?
En una ocasión me atrasé, no me acuerdo las causas, pero mi justificación fue,
bueno, es que no tengo reloj, fue una salida estúpida lo reconozco, pero el
jefe me dio una lección al obsequiarme posteriormente un reloj finísimo y me
hizo igualar con su hora. Después, sentenciándome exclamó: Mira Khasa, un
minuto tuyo, es un día para mi. Desde ese momento todo en regla, nada de
atrasos.
¿Comía algo a media mañana el Presidente Paz?
Sí por supuesto; gustaba mucho de tomar leche con galletas a eso de las 10 de
la mañana, a la hora de almuerzo era yo el primero, en algunas ocasiones, en
probar la primera cucharada de su almuerzo por ese temor que tenía a ser
envenenado.
En una ocasión cuando fue al Obispado a cenar, le cayó tan mal que al día
siguiente se encontraba con una indigestión estomacal que llevó a decir a la
prensa que el presidente había sido envenenado por los curas.
Era chistoso, muchas veces el rumor era más fuerte que la noticia real termina
don Luis.
INTENTO DE ASESINATO
Antes de que firme el Doctor Paz la Reforma Agraria, la Rosca, buscaba la forma
de impedir este paso tan importante en la consolidación de la Revolución.
En una ocasión Paz me confesó lo siguiente:
“Sánchez, la oposición quiere matarme, gasta millones en este objetivo, te
recomiendo por favor que andes con cuidado.
Estas palabras golpeaban mi cerebro. Ten cuidado, ten cuidado. Hasta que llegó
el día.
Era un atardecer frío. Más o menos a las siete de la noche, el Doctor Paz salió
de Palacio y me indicó que tome la avenida menos concurrida para dirigirse a su
domicílio ; estaba cansado.
Iban en el coche el Capitán Rodriguez, Centellas encargado de seguridad,
Sánchez el chofer; junto a Víctor Paz.
Al llegar al segundo puente de Olguín, justo al emprender la vuelta, dos
metralletas pesadas calibre 45, escupieron la muerte una por el lado derecho y
la otra de frente.
Fueron segundos de sorpresa y horror, sentíamos cómo entraban los tiros por el
asiento, las puertas y ventanas; el carro no era blindado. Si el automóvil
hubiese tenido alas, sin duda volábamos ante tan agrio encuentro.
Salí, salí a la derecha Sánchez, gritó Victor Paz, y puse a toda velocidad
tomando una bocacalle como en película el coche saltaba. Felizmente no
alcanzaron a los neumáticos.
Finalmente llegamos a la casa de Paz que vivía por ese entonces en la zona sur.
Él nos llamó y uno por uno, nos fue abrazando hasta exclamar:
! Hoy, hemos nacido otra vez ! ! Dios no quiso...... !.
Veintiocho tiros perforaron al coche plomo Buick , ni un sólo tiro nos alcanzó,
fue un verdadero milagro y pesar para los falangistas.
Pero el jefe, relata, se repuso y ordenó lo siguiente:
La oposición no debe conocer el hecho, porque nos perjudicaría enormemente, es
así que mandó a buscar un experto chapista del partido, para que se encargue de
tapar los orificios de bala.
El chapista trabajó durante 10 horas continuas y al amanecer el coche ya estaba
pintado como si nada hubiese ocurrido.
La estrategia del Doctor Paz, era mostrar el coche al día siguiente, para que
los enemigos de la revolución no piensen que somos vulnerables, sostuvo el
presidente.
El carro estuvo estacionado frente al palacio para furia de los conspiradores.
Manejaba muy bien la psicología en momentos críticos el Doctor Paz, finalizó
con un suspiró de buena gana don Luis Sánchez , no era para menos, se habían
salvado de una muerte segura que hubiese cambiado totalmente el rumbo de la
revolución.
A raíz de ese hecho, es que se trajo el primer carro blindado a Bolivia concluye
el Sánchez.
Pero,¿ por qué no salió a luz pública ?
Mostrando una sonrisa triunfal me contestó - cómo íbamos a permitir que salga a
luz pública este intento de asesinato que era top secret para todos, nadie
debía abrir la boca para referirse a este hecho porque de alguna manera, yo
también me sentía en peligro y hoy, primera vez se lo digo a alguien.
Mi único consuelo fue, si en el Chaco no he muerto, mucho menos moriré en la
ciudad aunque el peligro se hacía presente a cada minuto.
Usted cuando se refiere a Víctor Paz, siempre le dice jefe.
¿Hubo alguien que lo llame con el sobrenombre de mono?
Sonríe de buena gana don Luis, nunca nadie se lo decía en público, excepto
Ramiro, su hijo, que en una ocasión cuando nos hallábamos en las puertas del
palacio se encontró con Lechín, y se detuvieron a conversar por algunos
minutos.
Ramiro exclamó - Mira a ver este mono- ya tengo hambre y justo se queda a
charlar, para eso pues tiene su oficina.
Entonces con la cara de desesperación gritó:
“Mono apurate pues vamos”, no ves que tengo hambre? y don Víctor Paz se
sonreía, como todo padre que ama su hijo.
¿Se acuerda algo del control político?
Bueno, Cada sábado salía el periódico comunista “ El Pueblo”, su editor el
líder del Partido Comunista, Fernando Siñani.
En un artículo Siñani, atacaba en forma despiadada la gestión de Paz. Claudio
San Román, encargado del control político, se encargó en forma inconsulta
decomisar todo el tiraje en forma violenta. Siñani la pasó negra encerrado en
dependencias policiales bajo un aislamiento estricto.
Luego San Román, en forma autosuficiente le dijo al presidente:
“ Tomamos preso a este conspirador y ahora está a buen recaudo ; esto le pasa
por publicar mentiras en el periódico” .
Víctor Paz, se puso furioso y exclamó :
¿Soy Dictador para que tomen prisionero a uno que opina sobre mis actos
?.
! Que publique si es que estoy haciendo mal ! El periódico debe salir. Tráigalo
de inmediato, quiero verlo. San Román, no tuvo cara para soportar semejante
regaño y tuvo que ir a buscar al valiente Siñani y traerlo ante Paz.
Después no conozco de qué hablaron. Víctor Paz era muy correcto con las
publicaciones sostiene Sánchez. San Román tenía órdenes de volverlo a su casa
sano y salvo.
¿En alguna ocasión se encontraron en alguna situación difícil, y que tampoco
salió a luz pública ?
En una ocasión el Ministro de Gobierno Arturo Fortún vino precipitadamente a
eso de las cuatro de la mañana, exclamando con voz nerviosa y en crisis :
¡Estalló el golpe en Oruro, se levantaron las fuerzas militares!.
Rápidamente el jefe y yo, salimos en forma apresurada, tomé lo que podía y
ponerme a órdenes de Paz, prácticamente debía estar a órdenes del presidente a
toda hora, ya que dormía en habitaciones lo más cercana posible ante cualquier
contingencia dada la característica del momento político que atravesaba el país.
Salimos apresurados arma en mano cada uno, el doctor llevaba un revolver tipo
pequeño, vestía una bufanda, un sombrero y una chamarra.
Yo no alcancé a vestirme siquiera. Nos dirigimos a un lugar donde nadie
sospechara siquiera un momento en caso de algún golpe.
Nuestro refugio fue el puente de Calacoto. Nos metimos debajo hasta que
amanezca, el frío nos calaba hasta los huesos, pero no pasaba nada ; sólo los
pájaros al amanecer rompían la quietud y silencio de la madrugada.
Vamos a la casa ordenó Paz. Después, Fortún se hizo presente con la cara
también desvelada y el jefe le increpó.
¡Qué pasa contigo!.
¿Estás loco o enfermo ?.
Estas soñando con revoluciones, mejor te curas contra las revoluciones en
Sucre, terminó enfadado el jefe.
Ahora después de tantos años me parece un sueño, pero había que decirlo
finaliza don Luis.
Cuénteme de los momentos de escasez y especulación.
Eran años de escasez de alimentos y combustible. En una ocasión subíamos al
cementerio un día sábado con el jefe, íbamos casi todos los sábados a poner
flores a su esposa fallecida Carmela Serruto.
Los niños lo esperaban, justo al pie de la tumba para recibir alguna propina,
por haber limpiado el lugar donde descansaba la mujer que tanto amó.
Al volver a la ciudad, me hizo parar en el surtidor de Kerosene de la Garita de
Lima. Observó una larga fila de niños y mujeres esperando conseguir el preciado
combustible. La espera se les hacía larga por las horas transcurridas, mientras
el inescrupuloso vendedor se hallaba bebiendo cerveza con dos cholas unos
metros más allá del surtidor.
! Pobre gente, exclamó, tienen que cocinar y este abusivo bebiendo y ordenó al
capitán Rodriguez, sáquelo del cuello, agárrelo a patadas si no quiere..... En
Camiri estamos quemando Kerosene por falta de tanques de almacenamiento y a
este infeliz no le importa el daño que hace a la gente y al estado.
Posteriormente ordenó, que venda hasta que se acabe la última gota a media
noche.
El jefe era correcto, finaliza Sánchez con la sonrisa a flor de labios.
SABOTAJE A LOS SENTIMIENTOS.
La contra revolución saboteaba en todo, primero las empresas, las personas,
todo era lícito para hundir lo que tanto había costado. Estos buscaban la forma
más despiadada para destruir a mi jefe. Aprovecharon muy bien la parte más
sensible que tiene el hombre, el corazón.
Su esposa Carmela Serruto se hallaba gravemente enferma, el Doctor Maillar
eminente médico de cabecera, le dio la mala noticia del fallecimiento de su
esposa.
Sacó el pañuelo y lloró en silencio mi jefe, fueron lágrimas de dolor por la
pérdida de un ser que había sido compañera y madre de sus dos hijos Ramiro y
Miriam.
Posteriormente la oposición culpó por este desenlace triste, nada menos que a
Víctor Paz por ser el causante de esta muerte, era para renegar. Siempre,
siempre querían fregarlo de una u otra manera termina Sánchez.
LUIS SANCHEZ VARGAS HOY.
Ya llegando a los 90 años, don Luis permanece sentado todos los días en una
grada tomando el sol que le calma el dolor en la pierna.
No le falta algunos dulces en el bolsillo para ofrecerlo algún niño que
disfruta jugando en la misma acera. Todos los días se lo puede ver rebuscando
noticias interesantes en los periódicos, esperando que alguno de sus amigos
jubilados se aproxime para hacer comentarios sobre el desarrollo actual de la
vida política.
Lleva una vida tranquila, ocupa una modesta vivienda con su familia, no tiene
riquezas tampoco hace ostentación con otros de la alta responsabilidad que tuvo
durante la revolución.
La vida es una constante lucha afirma, ya casi a los 90 cuando fui a cobrar mi
cheque de ex combatiente del Chaco, me salen con que para el ministerio de
defensa yo era un fantasma que cobraba en forma irregular.
Tanto fue mi enfado que decidí desempolvar mi libreta de desmovilización, fotos
que guardo para metérselos en las narices de los funcionarios que afirman que
Luis Sanchez Vargas era un emboscado y que no merecía el pago que por ley le
corresponde.
Después de varios trámites burocráticos, me reconocieron que efectivamente era
el Cabo Sánchez, héroe de Campo Grande y otras batallas. Se hizo justicia.,
gané otra batalla contra los funcionarios, afirma en tono desafiante.
Luis Sánchez Vargas, ya cansado es la historia viva, es la síntesis histórica
de un siglo convulsionado de traiciones, cuartelazos y de transformaciones
sociales del cual se siente feliz.
Después de largar horas de conversación don Lucho, como yo lo llamo, se para de
la grada de cemento, se limpia el pantalón, respira profundo y me dice, hasta
mañana ya está haciendo frío.
Sí, ya es tarde, al igual que el ocaso del sol que hace sombra cubriendo las
cerranías de la zona norte, Don Luis Sánchez Vargas ha cumplido - lo miro por
última vez- y en mis pensamientos están aquellos hombres que trataron de
eliminarlo junto a Víctor Paz.
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