Por: Juan Marcelo Verdueta Quisbert / Fragmento de su Tesis
de Grado para Obtener la Licenciatura en Historia, titulado LA UMSA EN LA
DICTADURA DE HUGO BÁNZER SUÁREZ (1971 – 1978). La Paz, Mayo de 2017 – UMSA.
El golpe anunciado como un secreto a voces, empieza a
materializarse el 18 de agosto de 1971, cuando el departamento de inteligencia
militar es alertado de la presencia de Bánzer en Santa Cruz. La policía local
arresta a éste en el domicilio de la familia Foianini y lo traslada a La Paz;
poco después otro grupo de conspiradores son detenidos, pero las piezas claves
del golpe: mayor Humberto Cayoja, y los capitanes Tito Vargas, Mario Oxa y
Ernesto Campos, se mantienen en libertad. Los cuales en cuestión de horas
persuaden al coronel Andrés Selich a tomar la ciudad de Santa Cruz, con sus
tropas desde Montero. Fueron las ambiciones de Selich junto con sus tendencias
anticomunistas, las que quebraron la indecisión de éste, y viraron el curso de
los acontecimientos. El 19 de agosto el ejército tomaría la ciudad de Santa
Cruz.
PRIMER DÍA: SANTA CRUZ
El Servicio de Inteligencia del Estado allana diferentes
domicilios en la ciudad de Santa Cruz hasta primeras horas de aquel 19 de
agosto, arrestando a varias personas sospechabas de acciones conspirativas.
Entonces, como a las 8 de la mañana del mismo día, familiares de los recién
detenidos se hicieron presentes en las oficinas de la Guardia Nacional de
Seguridad Pública, exigiendo la libertad de éstos. Ante la negativa a sus
peticiones, sumado el intento de desalojo por efectivos de la Guardia Nacional,
es que se declararon en huelga de hambre.
Pasadas las horas, muchas personas se anotician de lo
sucedido y se congregan en las inmediaciones del lugar. La multitud crecía en
número, así como la tensión. Hasta que la multitud ya enfurecida asalta las
oficinas de la Guardia Nacional y libera a los detenidos que se encontraban
ahí. Ya en horas de la tarde, con la situación totalmente fuera de control, la
turba ya más numerosa asalta varias radios locales, como la radio Piraí que era
controlada por la Central Obrera Departamental.
Las altas esferas de la FSB habían tomado la decisión de
iniciar las acciones planificadas aprovechando las manifestaciones de la
población. Pasado el mediodía, grupos civiles armados: falangistas y
emenerristas organizados principalmente en la Unión Juvenil Cruceñista y el
Comité Cívico, son convocados en ambientes de la Feria – Exposición Santa Cruz.
Éstos son armados y organizados en 2 columnas, una al mando del Dr. Carlos
Valverde y la otra dirigida por el Cap. Melgar; su número ascendía a 74. Se
fija como principales objetivos de ataque a la Universidad y al Sindicato de
Fabriles. A esa hora, el coronel Selich, Comandante del Reg. Manchego, ya había
confirmado su adhesión al levantamiento. (“Con un sangriento atentado terrorista
culminó la revolución en Santa Cruz”, Presencia (La Paz), 20 de agosto de 1972.)
Las dos columnas se dirigieron por diferentes rutas a la
Plaza 24 de septiembre. La columna de Melgar, tiene una primera refriega con
grupos organizados en la Federación de Fabriles, esta resistencia se trataba
principalmente de un pequeño grupo de fabriles y estudiantes universitarios
armados, algunos de ellos miembros del ELN. Como estaba muy difícil la toma de
este edificio, la columna de Melgar decide reforzar a la columna de Valverde en
la toma del edifico de la Universidad. El combate fue encarnizado, Presencia
relataba así la refriega:
“A las 19 horas, un
grupo armado, al mando de Carlos Valverde Barbery, de Falange Socialista
Boliviana, atacó a la Universidad Mayor Gabriel René Moreno. Luego de una
fuerte refriega, cayó en poder de los rebeldes, dejando un saldo de dos muertos
y 23 heridos.” (“Rebeldes ejercen pleno control de Santa Cruz”, Última Hora
(La Paz), 20 de agosto de 1971.)
Finalmente, las dos columnas toman el edificio de la
Universidad, y hacen prisioneros a todos sus ocupantes. Reforzados por hombres
y mujeres que salían de sus casas para plegarse al combate – relataba el
entonces Cap. Melgar un año después – deciden tomar la sede de los fabriles,
que quedaba dos cuadras al oeste del edificio universitario. El fuego fue
intenso y hubo más bajas rebeldes, entonces “los combatientes”, como los llama
Melgar, a la cabeza de Valverde ingresan por el patio del templo de la Merced,
que se encontraba a lado del edificio fabril. Finalmente, y después de un
intenso tiroteo, logran tomar el edificio. (“Con un sangriento atentado
terrorista culminó la revolución en Santa Cruz”, Presencia (La Paz), 20 de
agosto de 1972.)
Ledy Catoira, entonces miembro del ELN en Santa Cruz, se
encontraba en el interior de la sede de los fabriles, y por supuesto relata su
propia vivencia. En su testimonio cuenta como estudiantes, organizaciones
políticas, obreros y campesinos, se concentran dentro del edificio de la
Federación de Fabriles, prácticamente desarmados, cuando grupos armados de
falangistas y emenerristas, con la ayuda de militares dirigidos por el Coronel
Selich, logran tomar la Federación de Fabriles. Los que van cayendo
prisioneros, son conducidos al edificio de la Universidad en la plaza 24 de
Septiembre. Relata como su compañero del ELN: Rodolfo Quinteros, caería preso
en un intento de evacuar a las personas que se encontraban aun en el interior
del edificio. Y en el afán de averiguar la situación en el que se encontraba éste,
varios caerían también:
“[Rodolfo Quinteros]
desde el primer momento fue cobardemente torturado por Ernesto Moran Lijerón,
por orden de Carlos Valverde B., y en presencia de Jorge Chávez, Eddy Curí,
Ernesto Limpias, Negro Cronembol, Mari Fernández, N. Leigue Gutiérrez (hijo del
que fue ministro de Salud y embajador en el Brasil), los hermanos Flores
Salvador, los hermanos Menacho Carrillo, el coronel de Carabineros Alfredo
Pinto (quienes recibieron nombramiento de Cónsules después de la masacre de la Universidad).
Estaban también el profesor Freddy Mercado, N. Paniagua, Paye Gonzales, José
Cuellar, N Román, N. Pereira y otros […]” Ledy Catoira. (Movimiento de
Mujeres Libertad, Libres! Testimonio de mujeres víctimas de las dictaduras,
97-8.)
Al final, la resistencia había sido aplastada, y la ciudad
fue progresivamente controlada por el ejército rebelde al mando del Coronel
Selich, con lo que selló la victoria de los rebeldes en Santa Cruz:
“A las 20:30 horas,
ciudad de Santa Cruz estaba en poder de las fuerzas rebeldes y solo se
escuchaban algunos tiros hechos por universitarios y que emprendían la fuga.” (Rebeldes
ejercen pleno control de Santa Cruz”, Última Hora (La Paz), 20 de agosto de
1971.)
Al día siguiente, una multitud se reunió en la Plaza 24 de
septiembre, para presenciar la posesión de nuevas autoridades, que se reunían
en el edificio prefectural. De pronto una bomba estalló cerca de los
discursantes y causó la muerte de más de uno además de varios heridos.( Entre
los heridos estaba M. Gutiérrez, Humboldt, Pérez del Castillo, Melgar (el nuevo
Prefecto), Pedro Rivera(el nuevo Alcalde), el coronel Selich, y otros. La
hermana de Mario Gutiérrez fue una de las más afectadas, pues perdió una de las
extremidades.) Inclusive, Melgar afirma el accionar de francotiradores que
dispararon a la multitud. Sea como sea, se supuso que el ELN estaba detrás del
atentado, cosa que fue cierto. Esto provocó la ira del Coronel Selich, quien
ordenó eliminar a todos los detenidos, con la orden “No quiero presos ni heridos”.
Acto seguido: “[…] los grupos más
exaltados… iniciaran el asalto al edificio universitario, haciendo volar las
puertas con granadas de mano… Nosotros sólo escuchábamos. ‘Hay que matarlos’.
’Ningún perro rojo vivo’… Lo único que hicimos fue tirarnos al suelo”. (Central
Obrera Boliviana, Informe: violación de los derechos humanos en Bolivia (La
Paz: s. e., 1976)) Dunkerley indica que más de veinte universitarios fueron
puestos en el paredón y fusilados. Según la Cruz Roja, los muertos llegaron a 98
y los heridos a 506.
La complicidad del gobierno brasilero se vio totalmente
confirmada entre el 18 al 20 de agosto, con la llegada de aviones brasileros
que aterrizaron al aeropuerto de El Trompillo en Santa Cruz. Éstos traían las
armas que fueron distribuidas a las fuerzas irregulares de la FSB, que formaban
el Ejército Nacionalista Cristiano o Ejército Cristiano Nacionalista (ECN) como
la identifica Irusta.
SEGUNDO DÍA: COCHABAMBA
El día 20, la ciudad de Cochabamba estaba relativamente
tranquila, la toma había sido menos violenta que en Santa Cruz. La prensa
reportaba versiones de que a mediodía se registraron disparos de armas de fuego
cerca de la Universidad Mayor de San Simón, y que el perímetro de ésta fue
aparentemente cercado desde la madrugada, al suponer que en el interior
existían universitarios en resistencia al movimiento subversivo. José Gil
Reyes, coronel que participó en el golpe y que después fue Ministro de
Agricultura de Banzer, relataba: “Se tomó
la Universidad por manos del grupo de Mario Jordán, hermanos Alarcón y los
mismos universitarios nacionalistas. Solo hubo una baja: un estudiante. Cayó en
la acción de la Facultad de Medicina, reducto de comunistas.”. Acerca de la
reacción de la población en Cochabamba revelaba: “Fue algo apoteósico, una manifestación nunca vista en la historia.“,
afirmando que el apoyo popular al levantamiento fue masivo.
Hasta este día ya fue claro el protagonismo falangista, al
verse descubierta la Operación Oriente dirigida por Mario R. Gutiérrez, la cual
materializaría el derrocamiento de Torres. Gutiérrez, ante la ausencia de Cayoja,
cumple el compromiso acordado con Paz Estenssoro y bajo presión del sector
militar resuelven que Hugo Bánzer Suárez se haga cargo de la conducción del nuevo
gobierno.
LA RESISTENCIA EN LA PAZ
TERCER DÍA: EL GOLPE SE CONSOLIDA EN LA PAZ
El día 20, en La Paz se había convocado a una marcha de
repudio al fascismo y al movimiento subversivo gestado en Santa Cruz. Ésta
partiría de la Av. Montes y los preparativos y las expectativas eran grandes,
pues se esperaba reunir a miles de obreros, mineros, universitarios y
campesinos. (“Marcha de apoyo a la causa revolucionaria”, Última Hora (La Paz),
20 de agosto de 1971)
Por la mañana, el Comité Revolucionario de la UMSA había
acudido a Palacio de Gobierno, los acompañaba un Secretario coordinador de la
Universidad Boliviana. En Palacio, se analizó con el gobierno la situación
política del país y acerca de la marcha convocada para la tarde.432 Mientras
tanto en el Paraninfo Universitario del Monobloc de la UMSA se informaba a los
estudiantes acerca de la situación del golpe en Santa Cruz, Edgar Zapata433 lo
relata así:
“[…] entonces se
informa de los hechos […] y que en la Federación de Fabriles de la calle Armentia
se están distribuyendo armas… con un grupo de estudiantes tomamos un vehículo
de la avenida Villazón hasta la Federación, recibimos nuestros fusiles,
munición, para ir a tomar el Estado Mayor… que es el centro de operaciones del
golpe […] Se distribuyeron fusiles Mauser […]” Edgar Zapata. (Edgar Zapata,
“Defensa de la Autonomía Universitaria en la UMSA” (Conferencia, presentada en
el Instituto de Investigaciones Históricas – Carrera de Historia – U. M. S. A.,
19 de agosto de 2014).)
La marcha había concluido en Plaza Murillo; discursaron
desde los balcones de Palacio de Gobierno Óscar Eid Franco, dirigente
universitario, Juan Lechín Oquendo, Secretario Ejecutivo de la COB y el
presidente Torres. La multitud dispuso su apoyo al gobierno y pidió armas para
resistir el golpe: “Los viejos fusiles máuser, compañeros inseparables de
trabajadores mineros y fabriles bolivianos, aparecieron por doquier. Apenas
pudo dotarse a esa masa combatiente de CINCO CARTUCHOS... para luchar toda la
tarde. Se podía contar con los dedos de una mano las armas automáticas que
poseían algunos revolucionarios” relata en un artículo Jorge Echazu.
Si bien, en La Paz la convocatoria al pueblo a marchar en
contra del fascismo y del golpe subversivo, había tenido una buena respuesta,
en Cochabamba y en Santa Cruz la resistencia civil había sido mucho menor, ya
que incluso se había convocado a marchar para repudiar el castro-comunismo, con
una también buena repuesta popular. Esto no era más que la trágica confirmación
de una sociedad dividida y completamente polarizada.
Ya el 21 de agosto, a las 13 horas había concluido una
reunión de la COB, en su sede de la Plaza Venezuela, estaba Lechín y otros
dirigentes obreros. Ahí se supo de la adhesión del Regimiento Castrillo a la
rebelión y ya se había convocado a la población a concentrarse en la Plaza del
Estadio Hernando Siles. “Ha estallado la guerra civil, los militares se han
alzado; los revolucionarios vamos a concentrarnos en el estadio” expresaba José
Morales Guillén del PRIN. Marcelo Quiroga Santa Cruz también se encontraba ahí,
Vásquez Michel militante del PS, relata así su participación:
“Marcelo se encontraba
reunido con la Central Obrera Boliviana analizando la situación […] Marcelo nos
citó a concentrarnos en el Estadio Hernando Siles. A la una de la tarde nos
entregó brazaletes de color rojo y un arma con poca dotación, se las dio su
amigo el Comandante del Regimiento [Escolta]. Los socialistas éramos
aproximadamente treinta, los demás estaban con sus organizaciones sociales.”
Walter Vásquez. (Vásquez, Memorias, 174.)
Entonces, la multitud ya reunida en la Plaza del Estadio
intentaría organizar la resistencia, que sería protagonizada por gente de clase
media, obreros, militancia de izquierda y el ELN. A lo que debemos sumar mineros,
estudiantes universitarios, y de secundaria, como se verá en los testimonios.
Los movimientos sociales estaban a la espera de recibir
armas para resistir el golpe. Lechín asumió la dirección de las movilizaciones,
Vásquez Michel afirma que Lechín “impuso
su criterio de atacar el Estado Mayor con la cobertura del Batallón Escolta
[Regimiento Colorados de Bolivia], a cargo de su Comandante Mayor Rubén Sánchez”,
leal a Torres. Se había acordado iniciar el ataque a las tres de la tarde. Pero
el ejército ya había ocupado algunas posiciones estratégicas, por ejemplo en
las gradas de la esquina de la Juan José Pérez y la Ecuador “ahí había cuatro
nidos de ametralladora del ejército apuntando a la Universidad”. (G. Gallardo,
entrevista personal, Octubre de 2016)
Justo a las 13:25, el general Reque Terán junto a un coronel
y miembros de su guardia personal, subieron del Estado Mayor donde civiles los
interceptaron tratando de retener al general, pidiéndole armas. Éste respondió
“estoy yendo a Palacio”. Mientras tanto, radio Illimani insistentemente
convocaba a batallar para tomar el Gran Cuartel donde se esperaba encontrar más
armas para la resistencia. (“Asumió el poder una alianza civil-militar
nacionalista”, Última Hora (La Paz), 23 de agosto de 1971.)
Con este mismo fin, el de encontrar armas, los
revolucionarios se dispusieron a tomar los almacenes centrales del ejército en
la Intendencia de Guerra ubicada en la Avenida Saavedra de la zona de
Miraflores. Victoria López, entonces dirigente universitaria de la UMSA, afirma
que los universitarios junto con los mineros recibieron esta misión. En un
principio no pudieron derribar el portón del edificio, por lo que reciben
nuevas instrucciones de seguir descendiendo e impedir la salida de las
movilidades y las tanquetas del Estado Mayor, que salían llenas de militares
muy bien pertrechados.
Luego, otro grupo universitario lograría asaltar el edificio
y reducir a la guarnición, encontrando pocas armas:
“El desconcierto era
grande, ¿con que armas haríamos frente al ejército que apoyaba el golpe? No las
había, miles de personas pedían armas. Un gran número bajamos hasta la
Intendencia de Guerra que queda entre la Diez Romero y Av. Saavedra en
Miraflores. Encontramos armas y municiones, la mayoría antiguas que se repartieron
para tomar el cerro Laikakota.“ Lourdes Koya. (Movimiento de Mujeres
Libertad, Libres! Testimonio de mujeres víctimas de las dictaduras, 173.)
Marlene Vásquez Solares, entonces estudiante y dirigente de
la UPTK, brinda más datos:
“El día del golpe […]
bajé de mi cuarto a la UPTK, donde muchos compañeros se habían parapetado en
los cursos. Uno de los docentes nos notificó que debíamos ir al estadio.
Bajamos un grupo numeroso de compañeros. Cuando nos encontrábamos por la calle
Casimiro Corrales los aviones empezaron a sobrevolar la ciudad y a ametrallar a
la gente reunida, hiriendo a muchos de ellos por las esquirlas de bala y roca.
En esta calle se reunió gran cantidad de personas, muchas de ellas portaban
armas pero sin municiones, todos corrían en distintas direcciones. De pronto se
presentó el compañero Juan Lechín Oquendo trayendo en un saquillo municiones de
diferentes calibres que repartió entre los que portaban armas. Bajamos hacia el
Estado Mayor por la Av. Saavedra. A la altura de la calle Díaz Romero tomamos
el ex arsenal del ejército. Allí encontramos muy pocas armas y algunas granadas
de mano.” Marlene Vásquez.
El grupo en que se encontraba Vásquez ingresa al edificio de
la Intendencia, pero ya no encuentran armas sino cascos, cantimploras y algunos
objetos domésticos.
Dunkerley precisa que en el edifico de la Intendencia se
hallaron 1200 máuseres antiguos y pocas municiones, que sirvieron en la
resistencia del día siguiente. Echazu confirma la participación del grupo
“universitario-estudiantil” en el asalto y el hallazgo de varios centenares de
fusiles máuser:
“El armamento
capturado fue eficientemente utilizado por los trabajadores y estudiantes que
tienen familiarización con esas armas. Muchos fusiles estaban casi inservibles
y algunos otros carecían de manivelas, en fin, otros se llegaban a romper en
los forcejeos de quienes pretendían armarse porque tenían el maderamen podrido:
Empero aún así, la acción fue altamente positiva pues se encontraron cantidades
apreciables de munición calibre 30 para carabinas, 9 mm para pistam, granadas
de mano (piñas), cananas, cascos de guerra y otros implementos que sirvieron
para continuar la lucha y sobre todo para vencer en Laikakota.” (Echazú,
“Ascenso del fascismo y la resistencia popular del 19 al 21 de agosto de 1971”.)
A las dos de la tarde, un batallón del Regimiento Castrillo
se había desplazado desde el Cuartel de Miraflores, ocupando el cerro
Laikakota, veamos estos testimonios:
A las dos de la tarde, un batallón del Regimiento Castrillo
se había desplazado desde el Cuartel de Miraflores, ocupando el cerro
Laikakota, veamos estos testimonios:
“Porque yo vivía en la
[calle] Villalobos, a tres cuatro cuadras de… la Laikakota, ahí estaba la
balacera, ahí se escuchaban los tiros […] hasta […] entrando la noche ya
seguramente cuando el Tarapacá define la situación a favor de Banzer.”
Jaime Ayala.
“Ese 21 de agosto
pasamos clases, a las doce del día nos reunimos nuevamente en el comedor de la
Facultad de Medicina, al salir vimos una columna de soldados del Castrillo bien
armados que subían por la avenida Saavedra, los adelantamos, al llegar a la
Plaza Triangular nos encontramos con personas armadas con fusiles Máuser, les
comentamos que subían soldados y nos indicaron que eran de nuestro lado, insistimos
que no eran de nuestro lado […]” Gonzalo Nigoević Heredia.
“[…] por las calles
aledañas, por la Avenida del Ejercito a lado de Laikakota aparece un batallón
del ejército, con cintillos rojos en el brazo supuestamente adscritos al
gobierno de Torres… se arma la discusión de los presentes […] tal vez una
especie de asamblea improvisada. Finalmente la falta de claridad política o lo
que fuera, se permite el ascenso de la tropa militar… al cerro, una vez
ubicados allí comienzan a disparar a la población de los alrededores, era parte
del golpe, allí empezó un combate de posiciones […] se retomó la Laikakota al
anochecer.” Edgar Zapata.
Es que la confusión era total, circulaba entre la gente
información diversa y también falsa. Entonces, la multitud desciende por la
Avenida Saavedra, y los militares responden disparando a quemarropa a la
movilización donde caen inertes varios universitarios y mineros. La cabeza de
la movilización llegaba hasta la esquina que da inicio al Hospital General,
donde se dispersa encrespada por la cantidad de bajas. (Victoria López, s. t.
(Testimonio, Ciclo de Conferencias ¿Cómo fue que fue posible? – Instituto de
Investigaciones Históricas – Carrera de Historia – U. M. S. A., noviembre de
2012).)
Mientras tanto en Laikakota, el Regimiento Escolta apoyado
por miembros del ELN, militantes de izquierda, estudiantes y trabajadores,
habían logrado en primera instancia retomar el control de parte de la colina447
.448 Pero a mediados de la tarde empezaron a sobrevolar los aviones de la
fuerza aérea, “no sabíamos si estaban a favor o en contra de los golpistas”
indica Lourdes. Es que la situación no era clara, pues mientras el ataque de la
aviación afectaba a los que resistían el golpe, Lechín aseguraba la lealtad del
Grupo aéreo a Torres, según relata Echazu; quien confirma la presencia de al
menos dos aviones “cazas mustang”. Más tarde se había logrado forzar el
repliegue del Regimiento Castrillo al Cuartel de Miraflores, y se confirmó que
la aviación había decidido sumarse al golpe.
Sin embargo, una última fracción del Regimiento Castrillo se
había atrincherado fuertemente en una pequeña caseta y un arco de cemento que
existía en la cima del cerro. La captura de tal cima se daría recién como a las
20 horas, Echazu relata esta parcial pero conmovedora victoria así:
“Al grito rebelde y
revolucionario de: ¡Victoria o Muerte!, los grupos combatientes del pueblo
pasaron al ataque capturando rápidamente toda la colina y desarmando a los
efectivos sobrevivientes que se rendían con lágrimas en los ojos, echando la
culpa de la terrible sangría a sus jefes que cobardemente los abandonaron en
sus posiciones dándose a la fuga. Algunos imprudentemente propusieron el
fusilamiento de todos los sobrevivientes, pero inmediatamente se impuso el
criterio correcto de ponerlos en libertad, toda vez que ellos, los soldados,
eran parte del pueblo y habían sido obligados a levantar las armas y disparar
contra él. […] Se tenía la sensación de que todo había terminado. Con intensa
emoción, entre lágrimas y abrazos […] [se] entonó con un nudo en la garganta la
Canción Nacional. ¡¡Qué vivo y sangrante resultaba aquel "morir antes que
esclavos vivir" proclamado y cantado por centenares de voces enronquecidas
por la sed y la fatiga!!” (Echazú, “Ascenso del fascismo y la resistencia
popular del 19 al 21 de agosto de 1971”)
La caseta se había convertido en el último reducto donde se
atendían a los heridos y se amontonaban los cadáveres. La resistencia que se
había concentrado allá en el cerro que en otrora igual había acogido a los
milicianos en la Revolución Nacional, había logrado repeler al Regimiento
Castrillo, con el resultado de muchos muertos y heridos de ambos bandos, la
lucha había sido férrea:
“Compañeros del ELN
junto al pueblo se enfrentaron a los militares que resistían en cerro,
perdiendo en el intento muchas vidas, muchos de ellos quedaron para siempre en
el anonimato.” Lourdes Koya. (Movimiento de Mujeres Libertad, Libres!
Testimonio de mujeres víctimas de las dictaduras, 173.)
La participación norteamericana también fue indiscutible y
abierta, tanto así que ese 21, en pleno clima de agitación se realizaron
disparos desde la Embajada Norteamericana, los cuales cobraron algunas vidas.
Valga hace notar que gran parte de los muertos y heridos no cayeron por la
refriega, sino por el accionar de francotiradores apostados en pisos altos:
“Al salir de ese lugar
[Intendencia de Guerra], un grupo, y yo en él, remontamos hacia el cerro
Laicakota donde los soldados se habían atrincherado y disparaban a quemarropa hacia
la multitud. Los civiles también armados hicieron retroceder a los soldados.
Cuando llegamos a la cima pude ver que había muchos soldados y civiles heridos
y muertos. Al volver a la intersección Díaz Romero y Saavedra un francotirador
mató a Tomas Chambi, un compañero de la federación de harineros, e hirió a
otros más.” Marlene Vásquez. (Movimiento de Mujeres Libertad, Libres!
Testimonio de mujeres víctimas de las dictaduras, 298.)
Sobre esos francotiradores Irusta plantea dos hipótesis, que
fueron agentes extranjeros, o que hayan sido miembros del ECN. Lo que sí se
devela, es la existencia de este grupo irregular formado durante el gobierno
del Gral. Ovando por militantes de la FSB.453 Uno de sus miembros expresaba:
“Sus miembros éramos
de varios partidos nacionalistas pero fundamentalmente del MNR y FSB y teníamos
conciencia de la importancia que tenía la lucha del 21 de agosto porque salimos
a enfrentar a hombres debidamente entrenados […] Obviamente que habíamos salido
–igual que ellos- a morir o matar por una causa.” Anónimo (Irusta, La lucha
armada en Bolivia, 439,40.)
El ECN actuó aquel 21, donde incluso fue muerto el sacerdote
Mauricio Lefevbre y el hijo del Mayor Rubén Sánchez, cuando en realidad el
objetivo era el mismo militar. El entrevistado agrega:
“Fue entonces cuando
un grupo de trabajadores de la municipalidad resolvimos aglutinarnos para
oponernos frontalmente, armas en mano, contra ese avance de los izquierdistas
marxistas contando para ese fin con dos apoyos fundamentales: el decidido
respaldo moral del ExAlcalde Municipal Gral. Armando Escobar Uría […] y […] al
Cnl. de Policías Pablo Caballero Díaz quien nos organizó y entrenó militarmente
[…]” Anónimo.
Siguiendo con el acontecer de aquella jornada, otro
testimonio hace referencia a la muerte de varios trabajadores administrativos
en la resistencia:
“El pueblo y
paralelamente los trabajadores y estudiantes de la UMSA salimos a defender
posiciones estratégicas. Organizamos barricadas en las calles aledañas a los
lugares donde se concentraban las fuerzas militares. Tratábamos de impedir el
traslado de tropas y pertrechos, los enfrentamos con armamento obsoleto y
precario. En esos enfrentamientos [murieron] algunos trabajadores
universitarios. Lastimosamente nuestros esfuerzos fueron rebasados y nuestra
resistencia al interior y exterior de la universidad pronto se acabaría.”
Olga Valverde, trabajadora administrativa de la UMSA. (Movimiento de Mujeres
Libertad, Libres! Testimonio de mujeres víctimas de las dictaduras, 268.)
Apreciamos acá más interesantes datos:
“A la hora indicada nos reunimos, subimos por la calle Juan
de Vargas con rumbo a la "Intendencia del Ejército", los disparos
eran frecuentes y dirigidos a la Juan de Vargas, al llegar a la Intendencia les
indicamos a los milicianos que nos están disparando del cerro Laikacota, ellos
nos replicaron que no es así ya que los soldados están supervisados por
universitarios. En la puerta de la Intendencia nos encontramos con un amigo que
tenía un cintillo verde en el brazo y decía ELN, conversamos con él, nos indicó
que en un rato más tomaríamos la Intendencia, pero que al armamento que había
en ella les faltaba percutores y que vayamos a la plaza del estadio ya que en
ella nos darían revólveres; por lo que nos trasladamos a esa, no pasó nada;
después de deambular largo rato, nos dirigimos rumbo a la calle Comercio donde
estaba la armería "La Sultana" y luego a la Yanacocha donde estaba la
otra armería, ambas ya fueron saqueadas, retornamos al estadio, y a la
Intendencia, que ya estaba tomada por el grupo de mi amigo del ELN. En la
Normal de Maestros se repartían armas era la voz populi; así que rodeamos el
estadio, y casi al llegar a la Genaro Gamarra vimos caer herido a un joven, él
que fue auxiliado por otro que estaba por delante.” Gonzalo Nigoević Heredia. (Nigoević,
“Mauricio Lefebvre, 21 de agosto 1971”)
Como ya se mencionó, Mauricio Lefebvre terminaría muerto en
las calles Capitán Ravelo y Rosendo Gutiérrez. En su afán de socorrer a los
heridos, una bala puso fin a su vida. He aquí el relato previo al momento:
“Aumentó la intensidad
del fuego, como las balas venían del Laikacota a esta, nos refugiamos en la
Genaro Gamarra, permanecimos varios minutos sentados en la grada de una puerta,
apesadumbrados y cabizbajos pensando qué íbamos hacer, transcurrieron los
minutos. Serían entre las 16:30 y 17:00 horas que todos levantamos la cabeza y
al unísono, exclamamos Mauricio Lefebvre, era alto, blanco, de cabellos
castaños claros, con un saco plomo una polera de cuello Beatle de color plomo o
beige, ‘en el pecho llevaba una cruz de madera de unos 10 a 15 centímetros‘, en
el hombro izquierdo le colgaba una carabina M1, a su lado derecho tenía a un
joven (quizá adolescente), en el cinto derecho una pistola pequeña de color
negro, es así como lo vimos pasar con paso seguro rumbo a la Díaz Romero.”
Gonzalo Nigoević Heredia.
Aproximadamente a las 15 horas, el Regimiento Escolta a la
cabeza del mayor Rubén Sanchez, recibe la instrucción de atacar el Gran Cuartel
de Miraflores. Una fiera batalla dieron los militares del Escolta quien junto a
civiles armados, sitiaron el Gran Cuartel desde el cerro Laikakota, Villa
Armonía y proximidades. Veamos:
“Siguiendo el ejemplo
de valentía de Mauricio Lefebvre nos dirigimos a la Normal donde nadie sabía nada,
y frustrados nos dirigimos al Hospital Obrero, en esa nos separamos, permanecí
hasta la 19:00 horas, cuando llegó un capitán de policía con un niño herido,
con él nos dirigimos al cuartel de los Colorados, vi al Mayor Rubén Sánchez
dando instrucciones, despachando en los Blanca Nieves (carros policías de esa
época) munición y repuestos del caño de los fusiles (ya que se sobrecalentaba
por el uso), de los soldados que estaban en villa Armonía que se enfrentaban a
los del Estado Mayor, el capitán me dijo todo está perdido, ¿vamos a tomar un
trago?... […] Retorné al estadio: en ella vi a los Blanca Nieves con los
cajones de munición.” Gonzalo Nigoević Heredia. (Nigoević, “Mauricio
Lefebvre, 21 de agosto 1971”)
“[…] El lugar [Díaz
Romero y Saavedra] se estaba llenando de Soldados, ya circulaban rumores de que
el Regimiento Tarapacá estaba por la zona de la Vita.” relataba Marlene
Vásquez, es que ante el riesgo en que se encontraba el Estado Mayor, y después
de la derrota del Regimiento Castrillo, el Regimiento Blindado Tarapacá se
había movilizado por órdenes de Reque Terán.
Una delegación conformada por Lechín, Mercado, Lora, López,
Reyes y Eid, visitó al todavía presidente Torres para exigirle entregué armas
al pueblo. Éste negó tal solicitud, tal y como lo había hecho semanas antes,
pero esta vez añadió que ya no tenía el control sobre ellas. (Dunkerley,
Rebelión en las venas. La lucha política en Bolivia. 1952-1982, 247-8.)
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