Fuente: Aclaraciones Históricas Sobre la Guerra del Pacífico - Roberto
Querejazu Calvo. // Foto: Mariano Baptista aparece a la izquierda y Carlos Walker
Martínez a la derecha.
El señor Walker Martínez, obedeciendo órdenes que le llegaren de Santiago, hizo
el largo viaje a mula de La Paz a Sucre y reanudó sus conferencias con el señor
Baptista. Hubo rápidos entendimientos. El 6 de agosto (1874) los dos personajes
suscribieron un nuevo tratado de límites que dejaba sin efecto el de 1866 y
establecía lo siguiente: Primero, que el paralelo del grado 24, desde el océano
hasta el divortium aquarum de los Andes, tal como fue fijado por los
Comisionados Pissis y Mujía, quedaba como línea de separación del territorio y
la soberanía de Bolivia y Chile. Segundo, que si surgían dudas sobre la exacta
ubicación de Caracoles se la determinaría por medio de una comisión mixta de
peritos. Tercero, que los guanos existentes entre los grados 23 y 24 seguirían
partiéndoselos por mitad las dos repúblicas. Cuarto, que los impuestos sobre
exportación de minerales no serían aumentados por Bolivia durante un período de
25 años. Quinto, que las personas, industrias y capitales chilenos que operaban
en el litoral boliviano no pagarían mayores impuestos que los que se
encontraban vigentes a la fecha, durante el mismo lapso de 25 años.
El documento suscitó una inmediata reacción en contra por los políticos
enemigos del gobierno, tales como Casimiro Corral, Quintín Quevedo, Nataniel
Aguirre, Juan Francisco Velarde y Enrique Borda. El canciller Baptista
concurrió repetidas veces a las sesiones de las cámaras legislativas para defender
su obra. A partir del 20 de octubre el asunto se trató en debates públicos. El
pueblo se banderizó a favor y en contra del tratado, lo mismo que los órganos
de prensa.
El señor Baptista dijo en sus discursos: "A los negociadores alguien nos
ha pedido que manifestemos los largos protocolos que contienen los sudores del
pugilato diplomático. Los agentes no hemos querido ser hábiles. Queriéndolo, no
habríamos podido serlo.
La frase velada., la astuta petición del máximo para felicitarse con el mínimo,
la zancadilla, no eran armas que manejábamos: ni servirnos de ellas lo hemos
considerado digno de nuestros países y de nuestros gobiernos. Sólo hemos
pensado que éramos dos americanos, hilos de dos patrias hermanas en el
pensamiento de Dios, a pesar de todos los logogrifos de las cancillerías.
Nuestra América es fecunda. Hay vida en su seno para mil generaciones. Hay
campo en sus desiertos para mil nacionalidades... Tócame honrar el espíritu y
procedimiento del señor Walker Martínez. Ha hecho acto de patriotismo chileno.
Yo he creído hacer acto de patriotismo boliviano. Ambos pensamos que hemos
concluido una obra de justicia". Los opositores continuaron valiéndose de
todos los medios a su alcance para destruir al gobierno y al tratado. Se llegó
a decir que Baptista había recibido "cuantiosas sumas de dinero de Chile a
cambio de su firma". "De todas partes llegaban a Sucre papeluchos
insultantes contra Chile y los gobernantes de Bolivia. Se mencionaban
territorios cedidos, concesiones exorbitantes. Se hacía manifestaciones
públicas. La prensa adicta al Ejecutivo publicó artículos mesurados, tratando
de calmar los ánimos, arguyendo que los verdaderos intereses de Bolivia estaban
en una sólida amista con Chile".
Los esfuerzos del Presidente Frías, su canciller, los otros ministros y
miembros del Parlamento que les eran adictos fueron ganando terreno y acallando
las críticas y protestas. El señor Walker Martínez, como un recurso más para
ganar la aprobación legislativa declaró que Chile condonaba lo que Bolivia le
adeudaba por incumplimiento del tratado de 1866, relativo a la entrega de una
mitad de los derechos percibidos por exportación de minerales. Ese gesto acabó
venciendo las últimas resistencias. El tratado de 6 de agosto de 1874, fue
aprobado por el Congreso.
Todos creyeron que sellaba una sólida amistad entre Bolivia Chile, que ponía un
sello de paz definitivo en el desierto de Atacama.
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