Por Marco A. Flores Nogales - Periodista
del periódico La Patria de Oruro. // Imagen: combate aéreo en la Guerra del Chaco.
Volando por el cielo del Chaco encontraremos los rostros de los valientes
aviadores del Ejército boliviano, quienes murieron en el cumplimiento del
deber, ahora son muy poco recordados e incluso desconocidos por las nuevas
generaciones.
La Guerra del Chaco dejó muchos héroes, algunos conocidos y otros anónimos en
su propia grandeza. Escarbar los libros de la historia, es abrir un túnel del
tiempo, para cerrar los ojos e imaginar las epopeyas de nuestros combatientes.
Entonces comprenderemos el valor de sus acciones durante la guerra con el
Paraguay.
NUESTROS AVIADORES SURCARON LOS CIELOS, SE HICIERON DUEÑOS DEL ARCO IRIS Y
SELLARON SUS ROSTROS EN EL INFINITO.
Este es el caso de Carlos Lazo de La Vega, otro más de los tantos bolivianos
que una mañana se colocó el uniforme militar, amarró con fuerza sus “chocolateras”
(botas), se miró al espejo, miró sobre sus hombros el rostro de su compañera,
alzó por los aires a sus hijos, para despedirse con una sonrisa, de esa forma
partió en busca de su destino, para con sus acciones dejar su nombre para el
mármol de la inmortalidad.
Ahora, los bolivianos te agradecemos caballero de los aires lo que hiciste, por
defender Bolivia y morir de cara al sol.
Cual poesía que trasciende nuestra bolivianidad y el orgullo de haber nacido en
esta tierra bendita, Luis Llanos, en 1934, escribió versos llenos de valor y
dolor sobre este insigne aviador, que hasta ahora era muy poco conocido:
La Ley de la guerra: hoy unos, mañana otros y así continuar la legión por el
derrotero de la muerte, de la catástrofe, entre escombros, lluvias de granadas,
entre gritos desesperados, angustias en el escenario terrorífico y crepitante
del Chaco.
Pero aquella sangre mártir, sangre purificada en la excelsitud del sacrificio,
sangre pródiga derramada para fecundar como una oblación la grandeza de
Bolivia, es la perduración de la vida en el pedestal rutilante de la gloria en
la cimera de la inmortalidad.
¡Ha muerto el teniente Carlos Lazo de La Vega¡ otro Caballero del Aire que se
nos despide para siempre y ha trasmontado el cielo diamantino de la gloria de
los predestinados a la eternidad.
Lazo, aquel muchacho siempre animoso, de sonrisa pueril y gesto apretado,
sereno, risueño, parecía “la mascota de la aviación”. Su hélice potente y
masculada, audaz, trepidaba horas de horas en un vuelo de exploración o
buscando un duelo con el enemigo.
Lo contemplábamos desde las trincheras, una golondrina de contornos
relumbrantes que hacía trayectorias diabólicas en el espacio del cielo
chaqueño.
Las nubes eran sus eternas contempladoras y salía triunfante de sus parábolas
circenses una veces, triunfante como el reflejo ígneo del rayo entre el bramido
de la metralla, como ocurrió ahora poco en Ballivián.
Una alegría ruidosa estalló de los labios de todos los combatientes al ver la
actuación de Lazo acompañado del observador L. Lavadenz, las máquinas enemigas
furiosas acometían sin poder abatirlo embestidas por todos lados y nuestros
cóndores el piloto Alarcón el observador Pol, el capitán Rivera Coello, Moreno
enfilaban victoriosos poniendo en fuga a la escuadrilla adversaria.
La sublimidad de aquella hazaña y las muchas que tuvo él héroe, florecen en
nuestra admiración, quisiéramos loar en hexámetros rugientes como la canción o
el retumbo de su máquina voladora, pero sólo acertamos, ungidos de un santo
dolor, a prosternarnos ante la memoria de aquel aguilucho intrépido que, siendo
niño, fue dueño y señor del aire, dominó los espacios infinitos del Cosmos, un
nuevo héroe sin miedo y sin tacha, domador de las tormentas y triunfador de la
muerte.
BIOGRAFIA
El teniente Lazo de La Vega, nació el 22 de diciembre de 1908 en la ciudad de
La Paz, hijo de padres peruanos. Sus padres fueron Nicolás Lazo de La Vega y la
señora María Portillo, naturales de Lima, Perú.
Carlos fue llevado muy pequeño a la tierra natal de sus padres, donde cursó sus
estudios en el Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe, uno de los más
prestigiosos de aquella capital y del continente.
Regresó a La Paz el año 1925, ingresando a la Facultad de Medicina para
continuar sus estudios, cursó hasta el segundo año de donde pasó a la Escuela
de Aviación en 1928, juntamente con los tenientes aviadores Coello y Paravicini
en tiempos que era profesor el aviador francés Lemaitre.
En ese mismo año se graduó como piloto aviador.
Al principio de 1929, contrajo matrimonio con la señorita Elena Alvarez Daza,
de una distinguida familia de esta ciudad, viajando por ese motivo a la ciudad
de Lima.
En 1930 estableció una empresa de ómnibuses en esta ciudad.
Hallándose a esas actividades estalla la guerra y el teniente Lazo, patriota y
buen boliviano, no omitió sacrificio alguno y regresó a filas de nuestra
gloriosa Escuela de Aviación.
La muerte lo sorprendió en plena juventud en un combate aéreo, cuando contaba
con 26 años, dejando una viuda y tres huérfanos, sus hijos.
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- EN
REALIDAD, ¿CUÁNTOS MILES DE CIUDADANOS ARGENTINOS FUERON RECLUTADOS PARA EL
EJÉRCITO PARAGUAYO?
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