Fuente: "Breve Historia de la Incompetencia
Militar" // Ed Strosser & Michael Prince, Ediciones B. 2009.
"Kundt, oficial del Estado Mayor, primero fue a Bolivia
en 1911 para ayudar a construir el ejército y regresó allí después de la
Primera Guerra Mundial para pluriemplearse como comandante del ejército. Sin
embargo, en 1930 escapó de Bolivia después de que un golpe de estado le echase
a él y a su alidado presidencial del cargo. Después, cuando su patria de
adopción tuvo problemas con Paraguay, se convirtió en "Das Ringer" y
regresó del exilio en 1933 para llevar a Bolivia al borde de la victoria." (págs.
172-173)"
"La guerra llegó a punto muerto a finales de 1932 y los bolivianos
llamaron al general Hans Kundt: "Das Ringer". Todo el mundo se animó
cuando el general Kundt, ex miembro del Estado Mayor alemán en la Primera
Guerra Mundial, entro marchando con paso de ganso a ocupar el mando de su
ejército. Estudió el conflicto durante su viaje leyendo artículos de periódicos
antiguos sobre la contienda, creyendo que a un general prusiano le bastaría con
eso para aplastar a cualquier oponente. Los bolivianos aclamaron al importado
prusiano con floridos hurras cuando entró en La Paz. Su héroe había regresado y
toda la muchedumbre estuvo de acuerdo en que pronto haría caer de rodillas a
los odiados paraguayos. Al fin y al cabo, el enemigo sólo contaba con mandos
paraguayos, que no eran rival para un general procedente de un pais que
prácticamente había inventado la guerra moderna. El día de Navidad, Kundt,
armado con su superficial conocimiento de la batalla que se estaba librando y
del terreno del Chaco, tomó el mando del ejército boliviano en el campo de
batalla y empezó a emitir órdenes como si estuviese al mando de las competentes
tropas alemanas.
Los problemas bolivianos, sin embargo, eran mucho más profundos que el contar
con malos comandantes. Para llegar a los campos de batalla era preciso realizar
lagar marchas a través de senderos calurosos y polvorientos. El duro terreno
agotaba a los soldados bolivianos mucho más deprisa de lo que lo hacían los
paraguayos. Los bolivianos procedían de regiones frías y montañosas, y, tras
siglos de llevar una vida tranquila en las montañas, eran incapaces de
adaptarse al mortífero Chaco. Para aquellos montañeros, el calor y la humedad
hacían del viaje una pura agonía que, para muchos, acabó siendo una trampa
mortal. Los curtidos paraguayos, en cambio, se encontraban como en casa.
Das Ringer se ganó su paga enseguida. En un contraataque sorpresa, tomó la
iniciativa y lanzó a sus hombres contra los paraguayos por los flancos, una
operación de procedimiento estándar para un prusiano que dejó, sin embargo,
sorprendidos a los paraguayos.
A primeros de 1933, la guerra empezó a cobrarle su peaje a Bolivia. El
presidente Salamanca, ante el descenso del número de soldados voluntarios,
inició un reclutamiento para engrosar el cuerpo de su ejército. Grupos de
veteranos heridos presionaban a los jóvenes para que se alistasen en el
ejército, y los nuevos soldados solían llegar al frente tras pocas horas de
entrenamiento. Kundt, al puro estilo del frente occidental, se volvió contra
los paraguayos de nuevo, pero lo hizo en un terreno inadecuado. Planeo un
ataque sobre tres flancos: flanco izquierdo, flanco central y flanco derecho,
el clásico movimiento envolvente doble. Pero su gancho izquierdo quedó
empantanado en ciénagas y no consiguió llegar a la lucha el primer día, el 20
de enero. Kundt no quiso cambiar su plan, presionó hacia delante y las dos
columnas restantes lucharon sin ningún tipo de coordinación.
Los paraguayos diezmaron con fuego mortal de ametralladora a los bolivianos que
acataban torpemente, y les impartieron la misma valiosa lección que aprendieron
millones de infortunados soldados destruidos por fuego de ametralladora en las
trincheras de la Primera Guerra Mundial. La columna que había quedado atrapada
finalmente atacó el día siguiente, pero por entonces las otras dos alas ya
estaban demasiado exhaustas para participar en el ataque y los paraguayos la
detuvieron en seco. Kundt ordenó los siguientes días oleadas de ataques, pero
ninguno fué más exitoso que el del primer día. El 26 de enero, los paraguayos,
que ya contaban con refuerzos, contraatacaron, y ambos lados se enzarzaron e
una mortífera guerra de trincheras. Por supuesto, Kundt había importado el
frente occidental al Chaco.
Durante la mayor parte de 1933, el prusiano importado sufrió allí donde fue las
mismas consecuencias. Envió a sus tropas a brutales asaltos frontales contra
las ametralladoras atrincheradas que no hacían más que añadir cuerpos al
montón. De nuevo era como estar en la Primera Guerra Mundial, pero sin el vino
francés y el gas mostaza alemán. Puesto que era la única persona de aquella
guerra que había participado en la Gran Guerra, era de esperar que Das Ringer
hubiera aprendido aquella lección.
Sin embargo, Kundt insistía en mantener las líneas del frente apurando al máximo
a su ejército, únicamente para controlar un territorio, sin pensar en ningún
momento en una estrategia general. Era una locura militar. Bolivia había
contratado al prusiano equivocado. Para incrementar aún más los problemas
bolivianos, pesaba su deseo de hacer la guerra sin gastar dinero. Habían
fracasado en el intento de movilizar un ejército más grande que el de los
paraguayos a pesar de contar con mucha más población." (págs.
181-183).
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